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Rock Band 3

Rock Band 3

Break on through (to the other side)

Un nuevo instrumento, tres añadidos de lujo, nueva interfaz y sistema de aprendizaje, infinitas opciones de personalización, una lista de canciones de ensueño… Rock Band 3 es la ‘otra' apuesta musical de la temporada; la más clásica, completa y variada selección que se ha visto hasta la fecha en el panorama videojueguil. Harmonix ha puesto toda la carne en el asador con visos a demostrar que el género musical no ha muerto, sino todo lo contrario: ha resurgido de sus cenizas para ofrecer la experiencia sonora definitiva, y de paso también la más cercana a las sensaciones que transmite tocar en un auténtico grupo de rock, de pura cepa. Pásate al 'otro' lado de la música.

Actualizado a

Los juegos musicales están acabados, dicen algunos. Los entendidos en la materia hablan de un descenso en el interés del público que sólo se asoma de cuando en cuando a la ventana de la industria de los videojuegos. El boom que se puso en marcha hace cuatro años ha ido decayendo notablemente por diversos motivos: pocas ganas de innovar, saturación del mismo contenido, precios estratosféricos que parecen pedir a gritos una revisión del concepto que puso sobre la mesa Harmonix cuando aquello de tocar una guitarra virtual era novedoso, original e incluso fascinante… Mientras las dos compañías que llevan la batuta en el género se pelean por acaparar la cuota de mercado que les corresponde, los usuarios reclaman un soplo de aire fresco que les lleve en volandas a la tienda especializada de turno para invertir un dinero que a largo plazo debería traducirse en el eslogan ‘diversión sin fronteras'.

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Paradójicamente se da esta situación cuando Electronic Arts y Activision ponen toda la carne en el asador en lo que a novedades jugables se refiere. Pongamos el ejemplo de la última entrega de Guitar Hero, Warriors of Rock, probablemente la más trabajada de la franquicia. Neversoft respondió a las críticas de los aficionados haciendo de la experiencia del modo Carrera el pilar central de la estructura sobre la que se construye el título. Con una lista de canciones apabullante, centrada en riffs pesados y artistas de renombre, y varias novedades destinadas a mejorar la vida útil del producto, es difícil entender el porqué de su relativo fracaso en ventas. La primera semana apenas superaba la barrera de las cien mil copias vendidas, a años luz de los resultados que Activision está acostumbrada a registrar en este campo. Estos datos, correspondientes al mercado norteamericano -tradicionalmente el más dado a adquirir esta clase de productos-, son vistos como el principio del fin de una época.

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En Europa Guitar Hero ha sido la referencia a seguir, a bastante distancia de Rock Band. El fenómeno en el que se convertían los dos primeros capítulos de la franquicia de EA Games pasó inadvertido por estos lares por diversos factores, tales como un injustificable retraso en la distribución del producto o el elevado precio que se impuso al bundle que incluía todos los instrumentos necesarios para componer una banda, desproporcional en comparación al coste del pack americano. Se produjo un gran revuelo entre la comunidad de aficionados: columnas de opinión criticando la filosofía de ventas de EA Games, protestas multitudinarias y otros menesteres que acabaron logrando una ridícula reducción en el precio final. Transcurridos unos cuantos meses desde el lanzamiento, Harmonix aceptó lo que parecía un secreto a voces: antes de compartir el fenómeno americano tendría que demostrar su validez. Es decir, diferenciarse de la competencia en algo más que la lista de canciones.

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El tiempo ha sido el encargado de poner a cada franquicia en su lugar. Ahora que Guitar Hero parece estar de capa caída entre el núcleo de jugadores potenciales del género, Rock Band tiene la oportunidad de resarcirse cual ave fénix (hablamos siempre de Europa). Una serie ha abrazado al aficionado arcade, mientras que la que otra busca ofrecer una experiencia más completa, visualmente impactante, navegando entre la exclusividad de grupos que han marcado un antes y un después en sus respectivos géneros (AC/DC, The Beatles, Green Day) y la ardua tarea de justificar la compra de sus capítulos centrales (RB1, RB2, Lego Rock Band, que a efectos prácticos era una especie de Band Hero con canciones Pop-Rock con menos influencias clásicas). De ahí que durante la pasada campaña Harmonix se negase en rotundo a desarrollar en el plazo de un año la nueva entrega de su simulador. Era imprescindible innovar y, conscientes de ello, se puso en marcha la enésima renovación del género.

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Parece que en algún momento del brainstorming que precede al desarrollo del título en cuestión a alguien se le encendió la bombilla al pensar en la posibilidad de enseñar al público a tocar un instrumento de verdad, sin privar al usuario de la experiencia hermanada con el arcade o con el estilo que se ha impuesto hasta la fecha. Puede que ante la evidente falta de ideas para mejorar el rendimiento de la guitarra de cinco botones, por el desgaste de un concepto o simplemente por salirse del tiesto, Harmonix decidiese ‘inventar' una guitarra de seis cuerdas, tres nuevos cimbales para la batería y, lo que es más importante, incluir el instrumento que faltaba para crear el grupo de Rock perfecto: el teclado. Cambiando la estética, añadiendo mejoras aquí y allá, con tiempo de sobra para limar las asperezas del producto, Rock Band 3 ofrece la experiencia más cercana a la simulación musical. Veamos cómo lo ha conseguido.

El material que incluye Rock Band 3 ha de ser diseccionado en varias capas, como si de varios niveles se tratase, de cara a explicitar las novedades que se incluyen en todos los apartados de los que se compone. Empezamos por la base, partiendo de la nueva estructura que se impone como sendero para que jugadores expertos y de nueva incorporación realicen un cómodo recorrido por la selección de canciones que se ofrece en esta ocasión. Harmonix había dado señas de preocuparse por crear una interfaz de juego cristalina, fácilmente comprensible para todos los usuarios, y en esta tercera entrega parece haber querido revolucionar todo lo que conocíamos hasta la fecha. Para ello se pone en marcha una separación musical que comienza en el menú principal y que termina cuando el jugador de marras es capaz de superar el tema más exigente de los 83 que componen esta entrega.

Centramos la atención, por lo tanto, en el modo Carrera, que se aleja del concepto propuesto por Neversoft en Warriors of Rock tanto como del visto y disfrutado en Rock Band 2. No existe una trama que lleve en volandas a los jugadores, ni tampoco una lista de canciones a desbloquear a medida que obtenemos un número determinado de estrellas. La mecánica sigue moviéndose por estos derroteros, pero para ello se ampara en un sistema novedoso que ofrece la posibilidad de comenzar a tocar primero las canciones más asequibles para completar una serie de logros que de una forma u otra demuestran que el jugador ha obtenido los conocimientos necesarios en la materia para pasar el siguiente nivel.

Sobre el papel, este mecanismo es básicamente el mismo que conocimos tiempo atrás, aunque en la práctica se percibe una calibración meticulosa destinada a medir la experiencia del usuario, tratando de evitar los traumas que los acérrimos deberían reconocer sin mayores problemas. Desde la opción de modo Carrera accedemos a un segundo plano en el que se dividen los instrumentos y las canciones específicas de cada uno en función del nivel de dificultad que ofrezcan. Cada selección (cuyo número varía dependiendo de diversos factores, tales como su duración, intensidad, estilo musical…) aporta algo distinto a la experiencia jugable, ya sea una combinación entre un riff fácil de seguir y un solo exigente en el caso de la guitarra, un ritmo pegadizo con variantes demoledoras a la batuta de la guitarra, combinaciones vocales para fomentar el canto entre varios jugadores de un modo similar a lo que sucedía en The Beatles…

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Experiencia por Experiencia
Lo que se pretende conseguir con esta nueva administración es básicamente equiparar la evolución de las canciones a la experiencia del jugador. Con esto se consigue que el recorrido musical sea tan entretenido como rocoso, aportando una nota de color a la monotonía que estábamos acostumbrados a sufrir en este género. A medida que superamos las selecciones musicales, divididas según el nivel de dificultad, desbloqueamos nuevos retos, objetos para personalizar la apariencia del grupo, locales donde tocar y breves secuencias de vídeo en las que somos partícipes de la evolución de nuestro grupo. De un pequeño y vetusto local de ensayo pasan al escenario, donde reciben el calor de un público totalmente entregado. Este detalle, tan insignificante a priori, es uno de los aspectos que ayuda a que Rock Band se desprenda de la etiqueta arcade para acercase a la simulación, o a la superación personal de cada músico de forma más o menos similar a lo que sucede en la vida real.

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Tampoco pretende Harmonix hacer de Rock Band 3 una experiencia que sea exactamente idéntica a la real, y ahí está su peculiar sentido del humor para demostrarlo. Es frecuente ver cómo los miembros del grupo toman un sorbo de agua antes de empezar a tocar, o cómo colocan varios ladrillos frente al bombo de la batería para evitar el maldito desplazamiento frontal que sufren los bateristas que están empezando en el mundillo. La representación gráfica del juego deja de ser un mero elemento contextual sin importancia para convertirse en una parte inexorable sin la cual no se comprendería el título. Lógicamente, cuando la canción comienza a sonar la vista se posa sobre la disposición de los acordes que aparecen en pantalla, aunque sobra decir que en este sentido son pocos o nulos los cambios que se han aplicado en el sector visual. Rock Band 3 sigue la línea que Green Day impuso hace unos cuantos meses con algún que otro detalle novedoso (el fondo azul de anteriores capítulos cuando alcanzamos el x4, menor torpeza para iluminar los sectores que tocamos con el Overdrive, etcétera).

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El modo Carrera no se limita a ofrecer un compendio de bloques de composiciones que el jugador debe superar para pasar al siguiente nivel, sino que va un paso más allá, añadiendo un lavado de cara a otra de las características propias de la franquicia: los viajes alrededor del mundo en los distintos vehículos que adquirimos en función de la cantidad de aficionados o fans que hayamos adquirido en nuestras giras. En esta modalidad se incorpora una nueva faceta que permite al jugador obtener un total de diez estrellas (o diez ‘ases', tal y como se representan en pantalla). Además de las cinco que se pueden adquirir tocando la canción de marras con cierta destreza, se abre la ventana a conseguir ‘streaks' o hileras de acordes sin fallar. Si somos capaces de tocar una melodía sin fallar cada dos por tres, antes de darnos cuenta habremos obtenido varios ases que en el recuento final son recompensados con diversos atuendos, instrumentos y demás material secundario para decorar nuestro local de ensayo o cualquier otro aspecto de los que se compone la gama de personalización.

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Lo expuesto anteriormente nos lleva a considerar dos formas de juego paralelas, que no se cruzan entre sí, sino que coexisten en una misma capa sin molestarse mutuamente. Parece que Harmonix haya copiado el modo Quickplay+ que sorprendió a propios y extraños en Warriors of Rock (es evidente que no es el caso, antes de que los más escépticos se lancen al cuello), otorgando así mayor versatilidad al compendio de canciones. Existe también la opción de superar determinados retos (tocar Bohemian Rhapsody de Queen entre varios miembros obteniendo más de tres estrellas, por ejemplo) con los que se amplía considerablemente la vida útil de un paquete que ya de por sí garantiza varias semanas -si no meses- de diversión.

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Nótese que obtener ases no es la única opción especial que se propone en el recorrido por el mundo, siendo posible que se exija obtener más estrellas activando el Overdrive en momentos específicos de una composición, entre otras disciplinas. Se mire como se mire, esta amplitud de miras de cara a satisfacer las necesidades de los usuarios más exigentes es uno de los elementos más destacables de Rock Band 3, aunque a fin de cuentas sólo son un mero añadido al lado del teclado y del nuevo modo Pro que invita a tocar la guitarra, la batería o incluso el propio teclado de forma profesional, como la propia palabra indica. Antes de entrar de lleno en esta ‘segunda' capa es interesante tener en cuenta la variedad y cantidad de opciones de personalización que ofrece el juego de cara a hacer de nuestro alter-ego un fiel reflejo de nuestro Yo real, o simplemente convertir el grupo en una banda de punketas desenfados, de viejas glorias o de lo que mejor le venga en gana a cada usuario.

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Contenido extensible
Son varias las características de esta entrega que el lector haría bien en tener en cuenta. Una de ellas, quizás la más importante de todas, es la presencia de los modos multijugador clásicos como punto de partida tanto para terminar el catálogo de canciones en compañía, para tocar sin otro fin que el de pasar un buen rato o de cara a competir entre varios jugadores, en lo que se puede llegar a convertir en una auténtica apoteosis multijugador, tanto para inexpertos como para eruditos en la materia. Es muy interesante tener este aspecto en cuenta cuando hablamos de una selección musical que alcanza casi las 2.000 canciones, en tanto RB3 ofrece la posibilidad de importar la biblioteca de melodías tanto desde la tienda virtual como de otros capítulos.

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Esto, unido a las opciones de personalización de los personajes y a la cantidad de pequeños elementos secundarios que aporta el juego en concepto de desbloqueables o de utensilios diversos, hace de Rock Band 3 el título musical más variado en lo que a elementos ‘secundarios' se refiere. Harmonix había prometido que esta entrega sería la que más se acercase a la personalidad del jugador y a sus querencias particulares a la hora de tocar, una propuesta que pese a lo arriesgado (y poco creíble) se ha cumplido con creces. Cuesta creer que el estudio norteamericano no se haya conformado con esto y haya querido ir más lejos, presentado finalmente de esta manera la propuesta de los instrumentos Pro con los que se pretende inculcar una nueva doctrina a los jugadores que quieran aprender a tocar algo más que un instrumento de plástico.

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La novedad más significativa de Rock Band 3 al margen de todo lo que hemos explicado hasta el momento es, sin duda, la presencia de nuevos instrumentos (teclado) o de la actualización de los ya existentes (guitarra, en dos formatos, bajo, batería). Harmonix deja bien clara cuál es la propuesta de esta entrega desde el vídeo de introducción, en el que la animación y la realidad se dan de la mano con el colosal Break on Through (to the Other side) de The Doors sonando como melodía de fondo. El modo profesional incluye dos guitarras (una de seis cuerdas y otra con 120 botones en el cuello), aunque en la práctica se ofrece la posibilidad de jugar haciendo uso del modo clásico o del moderno, siempre en disposición de los intereses del jugador.

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Desde el menú principal es posible acceder a una u otra modalidad. Con todo, es fácil perderse incluso siendo un experto en la materia, en parte por la desorbitada cantidad de opciones que se ofrece desde un principio, en parte por el hecho de contar con varios niveles de dificultad para canciones que ya de por sí ofrecen un reto específico. Los jugadores que se interesen por Rock Band 3 buscando una experiencia similar a la que han podido disfrutar en el pasado bien pueden pasar directamente a las conclusiones, ya que salvo por la inclusión del teclado, no ofrece prácticamente nada nuevo en este sentido. Los que se asusten ante la perspectiva de tener que tocar una guitarra ‘de verdad' o una batería (el instrumento más exigente y cuyo dominio exige más horas de práctica) todavía más compleja, no tienen -como veremos a continuación- por qué preocuparse.

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Ampliando las miras
Es imprescindible echar un breve vistazo a la lista de canciones definitiva que incluye Rock Band 3 en sus adentros, conscientes de que se trata de uno de los puntos que suelen determinar el éxito o fracaso de las entregas que aparecen en el mercado. Harmonix ha querido llevar su franquicia por terrenos que se alejan considerablemente de la propuesta de Guitar Hero, siendo este último más ‘metalero' o con composiciones más ‘pesadas' que las que normalmente suele ofrecer la serie que produce EA Games.

Dejando de lado las comparaciones, es evidente que el tracklist de Rock Band 3 sigue los pasos de sus antecesores, especialmente del segundo, en lo que a variedad respecta. Nótese que se recorren cuatro décadas (de los 60 a los 90) con un marcado gusto por el rock clásico, donde grupos de la casta de Queen, The Cure o Dire Straits ofrecen su peculiar forma de entender la música. Lo más llamativo de esta selección es, no obstante, la presencia de artistas que hasta la fecha no habían tenido cabida en esta clase de productos, tal es el caso de Maná, Amy Winehouse o del propio Juanes. Esto se debe, como se explicaba anteriormente, al interés que ha puesto Harmonix en dar cabida a composiciones que se sustenten en el teclado como uno de los instrumentos capitales. Lo mismo sucede con el tema capital de The Doors, grupo del que, por cierto, se lanzará un DLC específico con varias canciones el día del lanzamiento de Rock Band 3 (en uno de esos movimientos incomprensibles por parte de EA Games, en tanto entendemos que se podía haber incluido en el tracklist definitivo sin mayores problemas, como ha sucedido con Rush en Guitar Hero).

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En cualquier caso, y volviendo a centrar la atención en la variedad musical, hay géneros para todos los gustos: desde Marylin Manson a Dover pasando por Anthrax, The White Stripes, Queens of the Stone Age, Blondie o el mismísimo Bob Marley, que hace acto de aparición con su mítico himno ‘Get Up, Stand Up'. Hay varios temas que reconoceremos del pasado (y que fueron, paradójicamente, elegidos por Harmonix cuando todavía estaba al frente de Guitar Hero en los dos primeros capítulos de la franquicia), como sucede con Deep Purple y su Smoke on the Water. Lo más curioso es que realmente llama la atención ver cómo el paso del tiempo y la inclusión de nuevos estilos de juego hacen de un tema una experiencia radicalmente distinta de lo que conocimos años atrás. La lista oficial, con un total de 83 composiciones, es la que aparece a continuación.

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Lista de canciones (según década)

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2000s:
• Amy Winehouse, 'Rehab'
• At the Drive-In, 'One Armed Scissor'
• Avenged Sevenfold, 'The Beast & the Harlot'
• Dover, 'King George'
• The Bronx, 'False Alarm'
• The Flaming Lips, 'Yoshimi Battles the Pink Robots Pt. 1'
• HIM (His Infernal Majesty), 'Killing Loneliness'
• Hypernova, 'Viva La Resistance'
• Ida Maria, 'Oh My God'*
• Juanes, 'Me Enamora'
• Metric, 'Combat Baby'*
• Paramore, 'Misery Business'*
• Phoenix, 'Lasso'*
• Poni Hoax, 'Antibodies' • Pretty Girls Make Graves, 'Something Bigger, Something Brighter'
• Queens of the Stone Age, 'No One Knows'
• The Ravonettes, 'Last Dance'
• Rilo Kiley, 'Portions for Foxes'*
• Riverboat Gamblers, 'Don't Bury Me...I'm Still Not Dead'
• Slipknot, 'Before I Forget'
• The Sounds, 'Living in America'
• Tegan & Sara, 'The Con'
• Them Crooked Vultures, 'Dead End Friends'
• Tokio Hotel, 'Humanoid'*
• The Vines, 'Get Free'*
• The White Stripes, 'The Hardest Button to Button'*

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1990s:
• Faith No More, 'Midlife Crisis'*
• Filter, 'Hey Man, Nice Shot'
• Jane's Addiction, 'Been Caught Stealing'*
• Maná, 'Oye Mi Amor'
• Marilyn Manson, 'The Beautiful People'
• The Muffs, 'Outer Space'
• Phish, 'Llama' • Primus, 'Jerry Was a Racecar Driver'
• Rammstein, 'Du Hast'
• Smash Mouth, 'Walkin' On The Sun'*
• Spacehog, 'In the Meantime'
• Stone Temple Pilots, 'Plush'
• Swingin' Utters, 'This Bastard's Life'

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1980s:
• Anthrax, 'Caught in a Mosh'
• Big Country, 'In a Big Country'
• The Cure, 'Just Like Heaven'*
• Def Leppard, 'Foolin''
• Devo, 'Whip It'
• Dio, 'Rainbow in the Dark'
• Dire Straits, 'Walk of Life'
• Echo & the Bunnymen, 'The Killing Moon'
• Huey Lewis and the News, 'The Power of Love'
• INXS, 'Need You Tonight'* • J. Geils Band, 'Centerfold'
• Joan Jett, 'I Love Rock N' Roll'*
• Night Ranger, 'Sister Christian'*
• Ozzy Osbourne, 'Crazy Train'*
• The Police, 'Don't Stand So Close to Me'
• Roxette, 'The Look'*
• The Smiths, 'Stop Me if You Think You've Heard This One Before'
• Tears for Fears, 'Everybody Wants to Rule the World'
• Whitesnake, 'Here I Go Again'*

1970s:
• The B-52's, 'Rock Lobster'*
• Blondie, 'Heart of Glass'
• Bob Marley, 'Get Up, Stand Up'
• Chicago, '25 or 6 to 4'
• Deep Purple, 'Smoke on the Water'
• Doobie Brothers, 'China Grove'*
• Elton John, 'Saturday Night's Alright for Fighting'
• Foreigner, 'Cold As Ice'*
• Golden Earring, 'Radar Love'
• John Lennon, 'Imagine' • Lynyrd Skynyrd, 'Free Bird'
• Queen, 'Bohemian Rhapsody'*
• Ramones, 'I Wanna Be Sedated'
• Steve Miller Band, 'Fly Like an Eagle'
• T. Rex, '20th Century Boy'
• Tom Petty and the Heartbreakers, 'I Need to Know'
• War, 'Low Rider'
• Warren Zevon, 'Werewolves of London'
• Yes, 'Roundabout'*

1960s:
• Beach Boys, 'Good Vibrations (Live)'
• David Bowie, 'Space Oddity'
• The Doors, 'Break on Through (To the Other Side)'*
• James Brown, 'I Got You" (I Feel Good) - Alternate Studio Version*
• The Jimi Hendrix Experience, 'Crosstown Traffic'*
• The Who, 'I Can See for Miles'

Modo Profesional

Como decíamos, la gran novedad de este Rock Band 3 es la inclusión de un nuevo modo que trata de salvar la barrera que separa las habilidades musicales reales de aquellas útiles tan solo en el mundo del videojuego. Así, aparece el Modo Pro, que nos permite utilizar una nueva gama de instrumentos y accesorios de una calidad fuera de toda duda. El denominador común son niveles de dificultad propios para este modo, que hacen accesible incluso para los menos duchos este nuevo rango de realismo musical.A esto hay que añadir una serie de tutoriales extremadamente detallados para cada una de las nuevas inclusiones, de manera que la toma de contacto con el modo Pro sea un pequeño paso y no un salto de fe. Cada pequeño acorde es explicado al detalle para facilitar el aprendizaje y el cambio entre los diferentes niveles de dificultad. El objetivo, acabar dominando los instrumentos como si fuéramos unos verdaderos maestros.

En el caso de la guitarra, existen dos guitarras, aunque su funcionalidad es la misma. Por un lado está la guitarra Pro normal, con 102 botones divididos en 16 trastes distintos. A esto hay que sumarle seis cuerdas en el cuerpo de la guitarra, tal y como podría esperarse del instrumento real. La toma de contacto puede resultar compleja por el cambio de mecánica, pero el avance es progresivo y mucho más satisfactorio que en el caso de la guitarra de siempre de esta saga. Debemos  pulsar cuerdas concretas y sus respectivos botones para que las notas lleguen a sonar. El elevado número de opciones lo hace complicado, pero es cuestión de tiempo adaptarse. El único punto negro que encontramos puede ser que presenta un aspecto un tanto endeble, aunque por el momento no se conocen taras ni fallos en su funcionamiento a nivel global.

Por otra lado tenemos la batería Pro, que añade tres platos a la mecánica de juego habitual, con la posibilidad de usar el doble bombo. De nuevo los tutoriales demuestran una excelente funcionalidad, aunque en este caso el añadido parece casi un nivel de dificultad extra a lo que ya conocíamos. En pantalla la diferencia se plasma con notas redondas para los platos, además de las rectangulares que han caracterizado a la saga. El nivel de maestría que requiere esta batería en sus niveles más elevados hace que cada sesión de juego sea todo un espectáculo y que incluso baterías profesionales lleguen a pasarlas canutas para conseguir estar a la altura. Todo un reto que los aficionados a este instrumento sabrán apreciar. 

Por último tenemos el teclado, la otra gran inclusión que básicamente es el gran protagonista de esta edición. En el nivel normal nos limitaremos a usar cinco teclas, casi como si fuera una guitarra al uso (de hecho podremos usar este instrumento como guitarra o bajo si así lo seleccionamos antes de cada tema). Las sensaciones tras las teclas son completamente diferentes, con combinaciones de botones mucho más variadas que el resto de instrumentos. Lo ideal es jugar con la mano derecha sobre el teclado y la izquierda para activar el panel táctil de vibrato y la energía (aunque en un principio empezaremos usando las dos manos para las cinco teclas).

Cuando saltemos al modo pro se irá ampliando el rango de teclas a pulsar según el nivel de dificultad que elijamos hasta llegar a niveles sencillamente prodigiosos. Temas como el de Huey Lewis and the News o el Here i Go Again de Whitesnake son una gran piedra de toque para las posibilidades de este nuevo periférico. La única gran pega que presenta es que no todos los temas incluyen secciones de teclado. Sin ir más lejos uno de los temas patrios, King George de Dover no permite el uso de este periférico. Esto se contrapone con las nuevas sensaciones del instrumento y el excelente diseño del mismo, sólido y a la vez muy funcional. Todo un acierto por parte de la gente de Harmonix y una opción muy recomendable para los fans del género.

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Conclusión
Dar libertad al usuario para que sea él quien elija cómo desea jugar y la mejor forma de hacerlo, ésa es la base de Rock Band 3. Era evidente que existía (y seguirá existiendo hasta que pase un tiempo y el producto se asiente en el mercado) cierto escepticismo de cara a la validez de este nuevo formato de juego que propone Harmonix, y no era para menos teniendo en cuenta la cantidad de novedades que aporta esta tercera entrega a la franquicia. El cambio en la interfaz de juego tiene un efecto explosivo en la experiencia jugable que bonifica al jugador en función de sus conocimientos, concepto éste que funciona tan bien sobre el papel como en la práctica. La curva de aprendizaje se ha medido al milímetro para que dominar cualquier instrumento, sea en el estilo arcade o en el profesional, no se convierta en un trauma insufrible que acabe por hastiar a los jugadores que no dispongan del tiempo suficiente para invertir el número de horas que se necesita para dominar la materia.

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Harmonix acierta al ofrecer dos estilos de juego en función de las querencias del jugador. Si no nos interesa aprender a tocar un instrumento real, podemos ceñirnos al estilo tradicional y viceversa, o simplemente combinar estas dos vertientes para, por ejemplo, pasar un rato divertido en el modo arcade entre varios amigos, dejando la ‘profesionalización' para cuando sobre el tiempo libre. Se diría que da completamente igual cuál sea el interés de cada jugador, ya que tanto en un caso como en otro es perfectamente viable exprimir el contenido del título, obteniendo por el camino una experiencia jugable que durará tanto tiempo como se mantenga el interés en la colosal lista de canciones. Ésta, probablemente la más variada que se ha conocido hasta el momento, ofrece un amplio recorrido a través de distintas décadas, géneros y estilos musicales para satisfacer los paladares más sibaritas en este sentido.

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Todo lo expuesto anteriormente nos lleva inevitablemente a considerar Rock Band 3 como el icono que mejor representa las aspiraciones del género, aunque este hecho no lo exime de cargar con taras significativas que hará que más de un jugador se plantee su adquisición. El precio de los instrumentos se convierte una vez más en un hándicap muy a tener en cuenta para los usuarios con menos posibilidades económicas. Adquirir la guitarra en cualquiera de sus dos variantes supera los 100€, lo mismo que la batería y los tres cimbales (es posible adquirir la ampliación por separado, pero a un precio relativamente elevado), mientras que el precio del teclado en solitario asciende a los 80€, siempre hablando en cifras aproximadas y que varían dependiendo de la tienda en cuestión donde se oferte, ofertas específicas, etcétera.

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¿Vale la pena pagar por ellos? Sí, rotundamente. ¿Se justifica un desembolso de más de 300€ para poder montar una banda con la que disfrutar entre varios amigos? No necesariamente, aunque son conceptos que siempre dependen del interés del usuario y de la forma en la que plantee este desembolso. De hecho, existe otro hándicap que entra directamente en relación con la cuestión monetaria: el modo que hemos denominado ‘arcade' apenas ofrece novedades en el plano jugable si lo que buscamos es adquirir Rock Band 3 en solitario, sin instrumentos profesionales ni teclado. Sin ellos, esta tercera entrega se convierte en una ampliación de Rock Band 2 que aporta más variedad musical, nuevas opciones de personalización y, en fin, más de lo mismo que ya conocimos en entregas anteriores. 

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Valorando en producto en su justa medida, y como venimos repitiendo a lo largo de este análisis, no cabe la menor duda que Rock Band 3 se ha convertido por méritos propios en una experiencia irrepetible que indica el rumbo que ha de seguir el género de ahora en adelante si quiere seguir en la cresta de la ola y no perecer entre el tumulto de clones que han aparecido en los últimos años, principal motivo del evidente desgaste al que se ha expuesto. Aprender a tocar un instrumento real, hacerlo apoyándonos en una base que se ajusta como anillo al dedo a las necesidades de cada jugador independientemente de su experiencia, es algo que hoy por hoy sólo ofrece este título. Como tal justifica toda inversión que debamos realizar para disfrutarlo, ya sea utilizando el estilo tradicional o sumergiéndonos en nuevas aguas, diríamos las más refrescantes que se pueden encontrar en el mercado. 

  • El teclado ofrece una nueva visión colectiva a la hora de formar un grupo de Rock. 
  • La inclusión de tres platos para la batería así como de un modo ‘pro' para el resto de instrumentos. 
  • El modo Carrera y su evolución, selectiva, paulatina. Ideal para adquirir experiencia a través del recorrido por el tracklist. 
  • La selección musical, repleta de éxitos clásicos, modernos y otros tantos atemporales. 
  • Tantas opciones de personalización para nuestra banda como queramos. Supera ampliamente todo lo conocido hasta la fecha.
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9

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.