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Fable: The Journey

Fable: The Journey

Fable: The Journey

El último Fable de Peter Molyneux dentro de Lionhead cambia de forma radical la experiencia de la fantástica marca. Sobre raíles, el jugador tendrá ahora que vivir una aventura con diferente transcurso, lanzando él mismo los hechizos y cabalgando o combatiendo gracias a sus gestos, en un esforzado intento por sacar el mejor partido del casi siempre castigado Kinect. Pero la magia se disipa.

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Se rumorea mucho que Peter Molyneux ha abandonado Lionhead Studios por la imposición de Microsoft a la desarrollaodra de poner en práctica un Fable que amortizara como ningún otro producto las posibilidades de Kinect. Se dice que al creativo más apasionado de la industria no le apetecía llevar su marca fetiche actual hasta un gameplay alejado del RPG y la aventura de acción tradicional de mundos abiertos que normalmente dan forma a cada entrega, siempre esmerada en dar libertad de acción y consecuencias. Pero que Molyneux se haya marchado por esta razón de momento son solo habladurías, pues lo cierto es que la IP del que algunos consideran el mayor vendedor de humo de los videojuegos se adapta satisfactoriamente al aparato, que una vez más no hace del todo divertido ni preciso enfrentarse a su propuesta pero que, sin lugar a dudas, con Fable: The Journey regala una experiencia distinta y accesible, con altibajos pero bien terminado en definitiva. Xbox 360 recibe esta semana uno de los mejores juegos de Kinect.

Además de su jugabilidad por primera vez absolutamente guiada y lineal, sin tomas de decisiones, este Fable spin off llega con un nuevo acabado gráfico a cargo del ya demasiado recurrente motor Unreal Engine 3 que le deja un nuevo aspecto aunque no obvia la estética única de la saga. The Journey es un viaje precioso en primera persona, absorbiendo al jugador como nunca antes en el universo de Albión y la magia, poniendo en sus manos hechizos, las riendas de los carruajes, diversas llaves para abrir puertas y un buen abanico de mecánicas. Pero, claro está, es un juego para Kinect, y por mucho empeño que hayan puesto sus desarrolladores en él, el lag de respuesta que sufre el periférico vuelve a estropear un gameplay que no es del todo preciso y al que le cuesta reconocer movimientos rápidos o que no estén marcados dentro de las líneas de registros de la cámara con infrarojos, provocando, una vez más, cierta frustración y deterioro del entretenimiento, sobre todo para los impacientes, algo que viene reforzado de su repetición.

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Es difícil encontrar cuál es el público objetivo de Fable: The Journey, que no terminará de convencer al fan de Fable ni será del todo atractivo para el jugador ocasional que confíe ciegamente en Kinect, pues tiene ciertos tramos complejos que lo hacen inabarcable, realmente frustrantes partes y lo que le hace perder puntos. Como si fueran minijuegos que se van esbozando en un argumento bien construido y puesto en escena, el exclusivo de Microsoft Game Studios lleva un cuidado excepcional rara vez visto en títulos pensados para el detector de movimiento, convirtiéndose en una producción bien acabada en todos los sentidos menos, claro está, en su manejo y satisfacción de control y desafío. Quizá esté enfocado como un juego para niños, o para compartir en familia, pero lo cierto es que guarda algunos errores inadmisibles y algunas alegrías realmente sorprendentes, salpicando un producto que, en definitiva, es solo aceptable dentro del catálogo de la consola.

Gabriel y Seren

Gabriel es el protagonista de The Journey, un chico despistado que sigue los patrones de los héroes de los anteriores Fable. Toda la aventura comienza cuando se ve atacado junto a su yegua Seren por una gran nube negra que es capaz de hacer brotar manos gigantes de la tierra, dañando con un zarpazo al equino y obligando al jovenzuelo a seguir las recomendaciones de Theresa, una vidente que hace de vínculo directo con los otros Fable ya que será rápidamente reconocible para los fans. Así, acaba en un pozo místico dentro de una abandonada cueva donde conseguirá los guanteletes de poder, la pieza más importante de este título ya que son los brazaletes que permiten a Gabriel -y al jugador desde el sofá de su casa- lanzar toda la gama de hechizos para combatir a las criaturas enemigas y obstáculos que van aparenciendo en el camino. En diversos niveles shooter sobre raíles tendrá que estirar los brazos para lanzar descargas de fuerza y de rayos, en mano derecha e izquierda respectivamente. Eso es solo el principio, pues iremos aprendiendo más y más técnicas y dominando elementos.

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Al recorrer casi todo el juego junto a Seren, no faltan tampoco los niveles de carreras en carruaje mientras la yegua tira y la vamos dirigiendo con las riendas, azuzándola para que acelere y galope hasta cansarse o curvando para esquivar obstáculos y todo tipo de eventos que sucederán mientras corremos, en forma de scripts. Es una mecánica también divertida, pero que pronto se hace repetitiva y absolutamente simple, añadiendo movimientos a medida que se avanza en la historia pero que no supone nunca demasiado reto ni una sensación de control absoluta. El manejo en estas pruebas -demasiado frecuentes y a veces innecesarias- es óptimo, pero hay algunas respuestas que se reciben con menor intensidad o leve tardanza. El propio argumento intentará dar variedad a estos "paseos" en carruaje, a través de todo tipo de parajes como viene siendo habitual en las entregas de la franquicia, con mucho interés en las cuevas, arboledas, fortalezas, ríos, aldeas... El universo habitual de Fable, su mejor punto a favor.

Magia que sale de la pantalla

Pero lo dicho, la parte esencial de Fable: The Journey se reserva a la magia, y toda la gama de hechizos que Gabriel irá aprendiendo, asociados a cada mano y que el jugador lanza extendiendo su brazo desde el hombro hacia la pantalla, colocándolos en un punto concreto de ésta no siempre preciso. Así, lanzar rayos a puntos exactos llega a ponerse difícil cuando el sensor no puede reconocer bien gestos demasiado ràpidos, producidos a veces por la tensión del momento. No es frecuente, en general se maneja bien, pero entristece que la sensación más fuerte de satisfacción aparezca simplemente cuando ocurre justo lo que queremos que pase, cuando el control responde. Con los poderes tendremos que enfrentarnos a los enemigos (bichos y goblins de todo tipo, muchos conocidos) pero también activar mecanismos y puertas, introduciéndose así algunos puzles que la obra sabe insertar perfectamente, con naturalidad y sin repetirse en exceso.

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Además de estos dos lanzamientos fundamentales, Gabriel puede hacer esquivos y pasos laterales. Los esquivos tienen técnicas evolucionadas que llegan a convertirlos en contrataques, ejecutados llevándonos el brazo derecho al pecho para devolver proyectiles o evitar picaduras de enormes insectos voladores, por ejemplo. Al autorregenerarse la salud -dibujada en corazones- no hay nunca demasiado reto o exigencia, pues basta con aguantar unos segundos sin recibir daños para que los corazones vuelvan a rellenarse poco a poco. Lo mismo ocurre con la barra de maná, que se autocompleta y no existen items para su recuperación. Esto resta profundidad a este Fable, pero sin duda lo hace accesible y directo para todo el mundo. No obstante, hay algunos objetos que recolectar, encontrados en baúles, y dado a que no hay exploración libre al ser lo que denominamos on the rails, tendremos que aprovechar algunos momentos, bifurcaciones o paradas voluntarias para dar con estos coleccionables, el gran aliciente de la rejugabilidad del título, que tampoco es demasiado largo aunque sí superior al conjunto del resto de juegos de Kinect.

Existe también una serie de mecánicas que hace un poco más sofisticado a Fable: The Journey. Por ejemplo, los rayos lanzados con la mano izquierda pueden ser guiados una vez en el aire, con la habilidad Modulación que permite dejarlos un lapso de tiempo suspendidos y luego hacerlos caer en la dirección que queramos. Esto nos permitirá dar efecto a los hechizos de este brazo, rodeando obstáculos y pudiendo activar mecanismos que no estén directamente enfrente o expuestos. El Empujón, el hechizo verde de la mano derecha, por ejemplo, también puede atar elementos y moverlos en cualquier dirección, lanzando por los aires o quitando de en medio. Esto crea situaciones como que un nido de arañas no pare de crear estas molestas criaturas enemigas y que solo podamos ponerle fin tirándole encima una roca que lo aplaste, roca que arrastrar poco a poco con Empujón. O puertas que se abren lanzando un rayo de fuego que atraviese diagonalmente la pantalla.

Además de la conducción de Seren y todos los combates (FPS de raíles), hay otras dinámicas y minijuegos o eventos ocasionales. Por ejemplo, en nuestra ruta pasaremos por algunos puntos opcionales, que son personajes que nos detienen en nuestro camino o curiosidades en las que detenernos, representadas con un círculo de luz donde podremos frenar levantando los dos brazos para atender este acto eventual. También habrá que acariciar y curar a Seren, o resolver algunos puzles clásicos como mover piezas directamente con nuestras manos en pantalla o seleccionar en un orden diversas acciones. Son momentos más pausados, juegos a menudo bastante insípidos que no tienen nada de desafiante ni emocionante, y que aunque están muy bien expresados en pantalla acaban siendo la parte más lenta y poco emocionante de todo el título.

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Luz y color naturales

El respeto por la naturaleza, la estética del medievo fantástico que caracteriza a todo Fable, el tratamiento artístico de todos los diseños y arquitecturas, el uso intenso del color, o la sensación de amplitud de los escenarios regresan en The Journey. Pese a ser absolutamente guiado y potenciado con la última versión del Unreal Engine 3, el resultado visual de esta obra no defrauda ni se aleja de los episodios anteriores, totalmente respetados. Animaciones muy fluidas, tratamiento sugerente de la luz, buen dibujado de escenarios enormes y un nivel de detalle implicado lo hacen uno de los juegos más cuidados para Kinect que hayamos presenciado nunca. No fallan algunas texturas con poca definición y desenfoque o algunas partes menos ciudadas y rudas en su escenificación, las desventajas convencionales de este motor gráfico. Pero lo dicho, en general el conjunto visual es notable, sobre todo comparado con las tendencias mediocres habituales de juegos para Kinect. El sonido sí logra comportarse mejor, con una BSO muy orquestal y épica por momentos, que nos deja temas de los que hacen subir la música. Lo mismo ocurre con el doblaje al castellano, muy bien ejecutado y con buen abanico de voces, algunas muy conocidas.

Además de la aventura principal, The Journey introduce un Modo Arcade donde podremos disfrutar sus retos de forma individual y obteniendo puntuaciones, muy directo y a desbloquear a medida que avancemos en la historia central. Además, tiene una conexión con Fable Heroes en cuanto a que podremos canjear oro del hack'n slash de XBLA para conseguir más Fichas de mejora, que son unas piezas también obtenidas con los orbes a recoger por el camino que nos permitirán ir adquiriendo habilidades como mayor velocidad para la yegua, corazones de vida adicionales, recarga más rápida de la barra de maná, etc. Este sistema de experiencia es muy básico pero añade algo de rejugabilidad y coleccionismo al juego, también con diversos extras y objetos de galería para encontrar en su recorrido.

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7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.