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Eat Lead: The Return of Matt Hazard

Eat Lead: The Return of Matt Hazard

Vieja gloria venida a menos

Matt Hazard protagonizó algunos de los mejores juegos de acción lanzados a lo largo de los 80 y 90 aunque, tras una serie de títulos desafortunados, acabó cayendo en el olvido. Ahora regresa con la esperanza de recuperar la gloria perdida. ¿Lo conseguirá?

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Matt Hazard es uno de esos héroes de videojuego que debutaron y saborearon las mieles del éxito durante los primeros e inocentes años 80, cuando un argumento no requería más de tres líneas de texto, y un héroe no necesitaba más personalidad que la otorgada por la maraña de píxeles que lo conformaban para hacerse con el beneplácito de los usuarios. Su puesta de largo llegó con The Adventures of Matt in Hazard Land (1983), título repleto de acción en el que, según dicen, se inspiró posteriormente la hoy aún famosa saga Contra. Diversas publicaciones de prestigio lo definieron como 'el juego más innecesariamente sangriento de la historia', lo que no hizo sino acrecentar sus ventas. El éxito continuó en 1987 con A Fistful of Hazard, donde nuestro héroe viajaba al lejano oeste para ofrecer una nueva orgía de acción constante y chicas ligeras de ropa, las cuales mostraban sus encantos con todo el detalle que permitía la tecnología disponible por aquel entonces.

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Tras el mitológico Conflict of the Deities (1990), Matt aprovechó las cada vez más en boga técnicas tridimensionales primigenias para lanzar Matt Hazard 3D (1992), un shooter en primera persona que le encumbró a su época de mayor esplendor. Sin embargo, la fama y clamor mundial alcanzados con dicho título duraron sólo unos meses, ya que el archifamoso Doom (1993) acabó robándole todo el protagonismo. Finalmente, Matt probó suerte en las consolas, aunque cada nuevo lanzamiento (Sólo se Viven 1.317 Veces -1995-, Matt and Dexter -1996-…) vendía menos que el anterior, a pesar de las buenas críticas recibidas por parte de la prensa especializada. Según las malas lenguas, todo se debía a que los aficionados preferían guardar su dinero a buen recaudo, para comprar Duke Nukem Forever en cuanto llegara a las tiendas. Finalmente, el estudio a cargo de la saga Matt Hazard decidió hacer cambiar de aires a su protagonista, lanzando al mercado un juego de carreras de karts (Haz Matt Karts -2000-) y un título de corte infantil (Choking Hazard: Candy Gramm -2002-) para intentar captar al mayor espectro de público posible.

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Sin embargo, el resultado fue un absoluto desastre que mantuvo a la franquicia en el dique seco durante siete largos años. En la actualidad, Marathon Megasoft, el estudio tras las aventuras de Matt Hazard, ha recibido una agradecida inyección económica gracias a la llegada de un nuevo propietario, el cual ha decidido dar una nueva oportunidad a la clásica licencia. El resultado lleva por nombre Eat Lead: The Return of Matt Hazard, videojuego de acción en tercera persona en el que la compañía ha volcado todas sus esperanzas… ¿Cómo dices? ¿Que es la primera vez que escuchas los nombres e historia de los juegos arriba mencionados? No te preocupes, es normal. En realidad, todo forma parte del original argumento del videojuego que nos disponemos a analizar.

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A parodiar se ha dicho

Es norma habitual para la industria cinematográfica lanzar al mercado de vez en cuando productos en los que se parodia a sí misma. Películas como las protagonizadas por Ben Stiller (Trophic Thunder), las Scary Movie y sus sucedáneos, o la inspirada Rebobine por Favor, parodian sin reservas a la misma industria de la que forman parte. Sin embargo, ver algo similar en videojuegos no es todo lo habitual que uno desearía. La lista de títulos destacables lanzados a tal fin a lo largo de la historia del mundillo es bastante corta. Podemos poner como elementos representativos a Parodius, la inmortal saga de matamarcianos auspiciados por Konami durante los 90, o el algo más reciente Asterix & Obelix XXL 2. Pues bien, Eat Lead trata de entrar en dicha categoría al ponernos en la piel de un protagonista de videojuegos, Matt Hazard, que se supone disfrutó de no pocos momentos de gloria durante las décadas de los 80 y 90, y que trata de recuperar la fama perdida con el lanzamiento del juego que nos ocupa.

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Sin embargo, el nuevo proyecto en el que Matt se encuentra enfrascado resulta ser una encerrona para el héroe. Durante el enfrentamiento contra el supuesto jefe final de la primera fase, las armas que porta desaparecen por arte de magia, quedando a merced de su rival. Una misteriosa fémina salvará su pellejo virtual, revelándole que ésa habría sido su muerte definitiva, ya que alguien había desactivado la opción de cargar partidas guardadas. Matt deberá entonces hacer lo que se supone que debe hacer todo héroe de videojuegos que se precie de serlo: avanzar hasta alcanzar el final de la aventura (eso sí, con la opción de salvar y cargar partidas de nuevo activada), para tratar de llegar hasta el fondo del asunto y desvelar quién pretende convertirle en un montón de píxeles muertos.

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Sin duda, la mayor virtud de Eat Lead: The Return of Matt Hazard son los chascarrillos y parodias que a lo largo del juego homenajean o ridiculizan a algunos de los más afamados géneros y videojuegos tanto de la actualidad como del pasado: Final Fantasy, Doom, Duke Nukem, Mario Kart, Bionic Commando… Muchas veces, dichas referencias no serán tan obvias, y costará cogerlas incluso para el usuario más avezado en el mundillo; sin embargo, en otras ocasiones la parodia será más que evidente, y logrará arrancarnos una sonrisa, lo cual siempre es de agradecer.

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Desgraciadamente, este original y jocoso planteamiento (pues, como acabamos de mencionar, no es nada habitual encontrar videojuegos que se rían tanto de sí mismos como de la industria a la que pertenecen) no se ha rodeado de lo, después de todo, más importante a la hora de alcanzar el éxito. Eat Lead: The Return of Matt Hazard pertenece a uno de los géneros más sobreexplotados del mundillo: el shooter en tercera persona. Las estanterías de las tiendas de videojuegos se encuentran inundadas por títulos encuadrados en la citada disciplina, los cuales no dejan de llegar a docenas mes tras mes. Para destacar por encima de tan numerosa competencia, un videojuego debe poseer una serie de cualidades más que necesarias para llamar la atención del público. Pues bien, Eat Lead carece de ellas. Es un shooter del montón, al que superan de calle títulos que no son nada del otro mundo, como Stranglehold o Quantum of Solace. Y si ya hablamos de los pesos pesados del género, como el apoteósico Gears of War 2, entonces cualquier tipo de comparación no haría sino convencer a nuestro pobre Matt que lo mejor para él sería ir pensado en la jubilación definitiva.

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La cámara encargada de mostrar la acción se encuentra enfocada desde el hombro del personaje, de forma similar por lo tanto a la popularizada en Resident Evil 4 e incluida en tantos y tantos shooters en 3ª persona de la actualidad. Y no será éste el único punto en común que Eat Lead compartirá con los mayores referentes del género al que pertenece, ya que toma elementos de aquí y allá para construir su mecánica, en un batiburrillo carente de cualquier resquicio de originalidad. Así, contaremos también con un sistema de cobertura al estilo Gears of War, que permitirá a Matt parapetarse tras cualquier elemento del escenario con la sola pulsación de un botón. El fuego ciego (disparar desde nuestra cobertura sin exponernos a las balas enemigas) o la posibilidad de pasar directamente de un escondite a otro se encuentran también implementados. Respecto a esto, hay que tener en cuenta que una buena parte de los elementos del escenario serán destruibles, por lo que es más que recomendable no permanecer por mucho tiempo resguardados en un mismo lugar.

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La IA de nuestros enemigos no es nada del otro mundo, ya que generalmente se comportarán de dos maneras: correr hasta parapetarse tras una cobertura, para asomarse y disparar de vez en cuando, o lanzarse hacia nosotros a lo loco, cual soldado japonés en plena Segunda Guerra Mundial. En dicha situación, y dado que el sistema de apuntado de Eat Lead es un auténtico desastre en distancias cortas, lo más recomendable será encararnos con el enemigo y pulsar el botón X (360), o cuadrado (PS3), para que Matt encadene un pequeño combo automático que eliminará a su adversario.

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Eso sí, aunque la IA no sea nada del otro mundo, la dificultad del juego no es ni mucho menos baja (al menos a partir del nivel intermedio). Ello se debe también a que muchas de las armas del juego no funcionan como deberían (la escopeta, por ejemplo), por lo que en más de una ocasión acabaremos cayendo sin poder remediarlo, en situaciones que, de contar el juego con un mejor sistema de apuntado o un armamento más pulido, no tendrían por qué haber acabado así. Eat Lead es, por lo tanto, frustrante en algunos de sus momentos, aunque con insistencia podremos avanzar a lo largo de sus diez horas de juego sin atascarnos de forma irremediable.

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Otra de las carencias de Eat Lead es sin duda su pobre oferta de modos de juego. No existe clase alguna de multijugador, ya sea offline u online, y los incentivos para volver a rejugarlo son prácticamente inexistentes. Además, el diseño de los niveles se encuentra tan poco inspirado como el resto de los apartados. Cubrirnos, disparar, movernos hacia la siguiente cobertura y volver a disparar; salvo momentos puntuales, esto es todo lo que haremos un nivel tras otro. Será inevitable caer en la monotonía a las primeras de cambio, por lo que sólo la curiosidad de saber qué videojuego o personaje será parodiado en el siguiente nivel logrará mantenernos pegados al mando de control.

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Apartado audiovisual

Desgraciadamente, Ead Lead también se queda cojo en su apartado gráfico. De entrada, los diseños tanto de personajes como de escenarios carecen de personalidad alguna; incluso el propio Matt no deja de ser el protagonista arquetípico visto anteriormente en cientos de juegos y películas. Los enemigos no le andan a la zaga; aunque en apariencia puedan parecer variados (vaqueros, soldados rusos, policías, mafiosos…), a la hora de la verdad suelen comportarse prácticamente igual. Por fortuna, muchos de los jefes finales con los que nos veremos las caras a lo largo del juego se salvan de la quema, ya que es en ellos donde residen algunos de los mayores aciertos paródicos del juego. En cuanto a modelado, tampoco podemos esperar demasiadas florituras: texturas y efectos de iluminación estándar; lo justo para salir del paso.

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Los escenarios pecan de padecer la poca inspiración adolecida por los personajes que los pueblan. Con la escusa de que un programador diabólico está manipulando los entornos por los que se mueve Matt Hazard, nos encontramos con decorados pegados sin orden ni concierto, todos grises, apagados y carentes de cualquier atisbo de calidad. Para rematar la faena, el engine adolece de un molesto efecto de dientes de sierra en buena parte de los elementos que lo componen. Por fortuna, al menos todo se mueve con suavidad y solvencia; algo por otra parte no demasiado difícil de conseguir, dado que la carga gráfica brilla en todo momento por su ausencia.

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Musicalmente hablando, Eat Lead sí que da la talla, con inspiradas composiciones instrumentales que ambientan y se amoldan a la perfección a lo que transcurre en pantalla. En el tema sonoro ya es otro cantar. Eat Lead se encuentra doblado al castellano aunque, por desgracia, muchos de los actores de doblaje contratados para poner voz al juego o bien eran de segunda categoría o bien no se encontraban nada inspirados. Poniendo como ejemplo a la persona que pone voz al protagonista, nos daremos cuenta de que afronta sus diálogos con la misma pasión con la que un estudiante recitaría la lista de los reyes godos. El resultado es bastante lamentable, recordando incluso a nefastos doblajes como los que Sony perpetraba en sus primeros años, los cuales pudimos escuchar (y sufrir) en las entregas iniciales de sagas de renombre como Syphon Filter o Time Crisis.

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5

Mejorable

Puede tener elementos aceptables y entretener, pero en general es una experiencia que no dejará huella. Sólo recomendable en caso de sequía de este género de juegos.