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Earth Defense Force: Insect Armageddon

Earth Defense Force: Insect Armageddon

¡Acción Mutante!

Si el cine se puede permitir salir hacia delante con películas poco agraciadas que por su pésima calidad acaban siendo consideradas de culto, ¿por qué no iba a hacerlo también el mundo del videojuego? Earth Defense Force sigue los pasos de su antecesor, cambiando de desarrolladora, con la mirada puesta en ofrecer alguna novedad que endulce la tosca mecánica de juego que ofrece este irreverente título, exento de grandes valores de producción, pero divertido hasta decir ‘basta'. Unidad de defensa, de ti depende el futuro de este, nuestro querido planeta Tierra.

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Películas como Starship Troopers han dejado entrever que el cine simple y ramplón no siempre es sinónimo de aburrimiento. Más bien al contrario: aquella surrealista realidad alternativa en el que el planeta Tierra se enfrentaba a una invasión alienígena demostró que con un poco de imaginación y poco presupuesto se pueden realizar productos que pasen a la posteridad. En la industria del videojuego, el homónimo de la cinta dirigida por Paul Verhoeven (un cineasta que durante la década de los noventa estuvo en la cresta de la ola, hoy desaparecido del mundo de la actualidad del celuloide) tiene nombre propio: Earth Defense Force. La franquicia nace en Japón a comienzos de 2003, a manos de un pequeño estudio llamado Sandlot. La primera entrega nunca llegó a ver la luz en occidente, mientras que su sucesora lo haría sin apenas recibir atención mediática, aunque obteniendo buenas valoraciones por parte de la prensa especializada.

Global Defense Force fue el encargado de hacer acto de presencia en el catálogo de PS2, con la ayuda de D3 Publisher, quien se hizo cargo de su distribución por estos lares. Sin embargo, la popularidad tendría que esperar hasta el lanzamiento de Chikyū Bōeigun 3, más conocido al otro lado del charco por Earth Defense Force 2017. Fue, además, el primero de la licencia en pisar suelo norteamericano, y quizá por este motivo lograría asomar la cabeza en distintas publicaciones de importancia en la actualidad del mundo del ocio electrónico. Su esencia fue comparada con la de Starship Troopers, en un videojuego tan simple como entretenido, basado íntegramente en ofrecer las herramientas necesarias para que el jugador se sintiese cómodo mientras se bate ante hordas de criaturas modificadas genéticamente. El único objetivo es salvar el planeta Tierra, y a buena fe que los miembros de este equipo de asalto especial dieron lo mejor de sí para conseguirlo.

Pasados unos años, el desarrollo de la franquicia ha cambiado de manos. Vicious Cycle se hizo con la licencia hace unos cuantos meses, de nuevo con el apoyo de D3 Publisher a su espalda, y aunque todo hacía pensar que se realizaría un cambio drástico en su mecánica de juego, lo cierto es que este Insect Armageddon que aparece en las tiendas a bajo coste con una idea cristalina de cuál es su objetivo a lograr. Quizá con menos picardía de la habitual Chikyū Bōeigun 4 sumerge al jugador en un planeta Tierra asolado por una invasión alienígena que está a medio camino entre la comicidad más absurda y el dramatismo edulcorado con una pizca de patriotismo. El escuadrón Earth Defense Force presenta en sus filas a Lightning, el soldado que de ahora en adelante se convierte en nuestro mejor aliado en el campo de batalla. 

La esperanza de la Tierra
EDF es un título de acción genérico en tercera persona. Esto quiere decir que en su planteamiento no encontraremos ningún resquicio de innovación u originalidad, aunque su propósito nunca ha sido el de sorprender, sino más bien entretener pese a manejar unos valores de producción bastante pobres. El planteamiento de la obra de Sandlot se centra en la aparición de una raza alienígena que pone en jaque la estabilidad de la humanidad en este, nuestro planeta. A los extraterrestres hay que sumar la presencia de insectos modificados genéticamente, duplicados en tamaño y en número, ahora especialmente mortíferos y con unas ganas locas de escachar a quienes antes los escachaban a ellas. Al menos así reza el cartel con el que los primeros invasores pisan la Tierra, con un sutil ‘no dejaremos títere con cabeza, así que mejor dedícate a correr'.

En anteriores capítulos hemos tenido ocasión de regocijarnos con una ambientación que bebe de influencias del género de la ciencia ficción, con enormes ciudades plagadas de pequeños detalles que permiten viajar hacia una realidad alternativa, aunque no tan distinta como cabe esperar al comenzar la primera partida. Aquí no hay una gran introducción que se moleste en tejer algo parecido a una trama, ni tampoco vídeos espectaculares con los que alegrar la vista, siempre tan de agradecer. Lo único que importa en Insect Armageddon es eliminar ‘bichos', barrer ciudades enteras mientras desplegamos una fuerza de impacto cada vez mayor. De hacerlo, como veremos a continuación, es aconsejable que nos acompañe un segundo humano que haga las veces de cobertura. O simplemente para no tener que sufrir el tedio de vivir los acontecimientos que se relatan en el modo Campaña, tan descafeinado como el ‘briefing' que recibimos antes de cada misión.


El futuro del planeta depende de la unidad Earth Defense Force. Por extensión, depende de lo que haga Lightning, el soldado encomendado a liderar el escuadrón de defensa. Este hilo argumental sirve para situar al jugador en un mundo alternativo, construido en un total de 15 misiones de corta duración que con un poco de esfuerzo se superan en cuatro o cinco horas a lo sumo. Antes de comenzar a jugar es menester seleccionar uno de los tres niveles de dificultad que se ofrecen (un dato en ocasiones trivial, pero que ahora cobra un importante valor de rejugabilidad). Una vez hecho esto es momento de personalizar la apariencia de nuestro héroe, que básicamente es el estándar que se suele emplear para representar al típico ‘soldado del futuro'.

La palabra ‘personalización' no es la que mejor define el proceso de selección que debemos realizar al comenzar a jugar en cada misión. Quizá el termino más adecuado sea simplemente ‘tomar una elección' sobre la clase de soldado que preferimos manejar en el campo de batalla, con cinco arquetipos distintos, cada uno con sus pros y sus contras. En realidad, el concepto que varía aquí es la armadura que nos protege del fuego enemigo. Encontramos varias opciones, que varían en función de nuestras necesidades. La armadura ‘Trooper' es la que permite seleccionar una mayor variedad de arsenal; es la más versátil, así como la única que podemos emplear en el modo Survival, la única nota de color dentro de la selección de modalidades de juego. La armadura ‘Jet' ofrece unas condiciones totalmente opuestas a la ‘Trooper', siendo más ligera y ofreciendo una movilidad considerable, pero su debilidad es propensa a ponernos al filo del cuchillo en situaciones de riesgo.

La armadura ‘Tactical' es, como reza su nombre, la idónea para que aquellos que gusten de plantearse la forma de ataque obtengan una gran variedad de posibilidades antes de lanzarse al vacío. Por otro lado, la armadura de ‘Batalla' hace de Lightning una especie de tanque acorazado, extremadamente lento y tosco, con el que podremos empuñar prácticamente cualquier arma que se haya incluido en la selección de armamento -que sorprende por la increíble variedad a la que tenemos acceso a medida que nuestro héroe aumenta los puntos de experiencia obtenidos en combate-. Cada unidad de las cuatro mentadas se acoge a un nivel determinado. En función de este nivel podremos acceder a unas armas u otras, amén de contar con la posibilidad de mejorar las ya existentes, de manera que el soldado principal se convierte en nuestro alter-ego sobre el campo de batalla y no al contrario. Aquí está bien invocar aquello de 'tú decides' cómo jugar, aunque en realidad la única decisión que está a nuestro alcance no cómo colorear el mundo que nos rodea, sino qué color escogemos para hacerlo.

Niveles de dificultad
Cada unidad cambia los valores de energía y protección que se ofrecen al comenzar a jugar. Lo normal es que en los primeros minutos de juego exista cierta confusión sobre qué hacer o cómo movernos por los alrededores. Esta sensación desaparece tan pronto comprendemos que la mecánica de juego es tan simple como sencilla. Generalmente nuestra mayor preocupación no pasa de ir de un punto a otro del mapeado eliminando todo bicho que se cruce en nuestro camino, aunque de cuando en cuando es requisito indispensable detonar una carga explosiva cerca de un nido de ‘Ravagers' (el nombre que reciben en esta licencia las fuerzas alienígenas), comprobar si quedan supervivientes en una nave que ha caído o empuñar una ametralladora para limpiar una zona de aterrizaje sin miedo a perder el medio de transporte (aunque generalmente cae a tierra desde que descendemos del aparato, en un gesto que contribuye a potenciar la sensación de estar ante un producto de auténtica clase-B, aunque no sabríamos decir si para bien o para mal).

No existe tal cosa como versatilidad en la mecánica de juego de EDF. Cuando la defensa se realiza a dos bandas, con un segundo compañero al frente del pad -sea local o a través de la red-, la mecánica gana enteros por aquello de vernos obligados a colaborar. En solitario esta experiencia se pierde por completo, con la única compañía de un pequeño grupo de soldados a los que podemos comandar ciertas órdenes, pero cuyo comportamiento en general deja bastante que desear como escudo de protección. Por este motivo es tan importante saber qué clase encaja con nuestras necesidades antes de cegarnos a hacer uso de una en concreto que quizá perjudica nuestro rendimiento. Al terminar cada misión (o fragmento de ella) recibimos un informe con los puntos de habilidad que hemos obtenido en función de nuestro rendimiento. A mayor cantidad de puntos, mayor serán nuestras posibilidades a la hora de obtener nuevas armas y de mejorar las ya existentes.


Que podamos elegir tres niveles de dificultad no es baladí, especialmente si tenemos en cuenta que cada uno de estos niveles varía la cantidad de armas que podemos obtener a medida que superamos nuevas misiones. Insect Armageddon es básicamente un filtro que permite disparar, saltar y hacer lo que nos venga en gana dentro de los escenarios que se habilitan como campo de batalla. Como juego de acción de pura cepa, en su mecánica no encontramos profundidad alguna, sino la repetición constante de un mismo procedimiento enfocado desde distintas perspectivas. Aquí debe resultar divertido aumentar de categoría, sentir que nuestro soldado mejora su rendimiento y su resistencia, pero no existe un argumento que nos guíe por los escenarios o nos impulse a seguir jugando. Tampoco es necesario, a juzgar por la esencia de la franquicia.

A diferencia de su antecesor, a este Insect Armageddon le falta una pizca de originalidad para lograr enganchar, para generar el innegable factor adictivo de EDF 2017. Es difícil explicar el por qué, pero la adaptación de Vicious Cycle carece en muchos aspectos de la grandeza del tercer capítulo de la licencia. Esto se explica por la ausencia de objetivos que nos inviten a pensar en la épica, o por el mero hecho de dar una nueva vuelta de tuerca a una fórmula que sabe entretener, pero que por sí sola no soporta el peso de la mecánica jugable. Con esta última afirmación queremos subrayar la ausencia de modos de juego que permitan enfocar la partida desde distintos puntos de vista. Al modo Campaña, que cuenta con un gran valor rejugable gracias a los tres niveles de dificultad y a la ingente cantidad de material que podemos desbloquear (cada clase empieza de cero, la experiencia no es acumulable), se le suma un modo ‘remix' y otro denominado ‘survival'.

El primero sólo se desbloquea cuando hemos terminado el modo Campaña por primera vez, y una vez abierto permite explorar las mismas misiones pero con una cantidad superior de bichos y otros enemigos. En cuanto a la variedad de las fuerzas alienígenas se refiere, poco se puede destacar salvo el divertido diseño de hormigas, robots gigantescos, platillos volantes y demás parafernalia que suele hacer acto de presencia en títulos de corte sci-fi.  Además del modo remix, disponemos de un modo de supervivencia en el que sólo podemos elegir una de las cuatro armaduras y resistir con ella hasta la muerte -nunca mejor dicho-. Este modo está enfocado a alargar la vida útil del título ofreciendo la posibilidad de superar las puntuaciones de jugadores de cualquier lugar del mundo. El factor online se ha aprovechado bien en esta edición, y no podemos dejar pasar la oportunidad de aplaudir la inclusión de un co-op online, en uno de los aspectos más demandados por la comunidad de usuarios.

Antes de poner punto y final con las conclusiones, y aunque en este caso concreto no es precisamente un apartado muy a tener en cuenta, es importante no poner demasiadas esperanzas en un motor gráfico que se limita a cumplir su cometido sin brillar en ningún aspecto, exactamente igual que el plano sonoro. Si esto supone una ventaja o un inconveniente es algo que ha de decidir cada jugador, dado que a nivel técnico Earth Defense Force no es precisamente un adalid de modernidad. Lo más destacable en este sentido no es el diseño de los escenarios, sino la posibilidad de poder destruir prácticamente todo elemento que forme parte de nuestro entorno. Entre dos jugadores, esto implica diversión ilimitada mientras edificios y grandes construcciones desaparecen cada vez más rápido, a medida que desbloqueamos mayor cadencia de fuego.

Conclusión
Hay videojuegos que están hechos para impresionar, otros para contar una historia que pase a los anales de la historia. Algunos se conforman con su mediocridad y asumen que su calidad no puede competir contra los pesos pesados de la industria. Otros se empeñan en hacer todo lo posible por divertir al jugador, un objetivo que, después de todo, debería estar en primer lugar de la lista de cualquier desarrollador o productor que se interese por el mercado. La obra de Vicious Cycle trata de renovar la fórmula que tan buenos resultados había ofrecido a Sandlot en el pasado, tanto en la next-gen como en la pasada, pero por el camino se han olvidado de garantizar el elemento que hacía especial a la franquicia: el entretenimiento. Lo cierto es que es difícil señalar los motivos, pero Insect Armageddon no posee esa capacidad atroz de su antecesor para enganchar de principio a fin de la partida, en parte por la parquedad de un motor gráfico que bien podría ser una actualización de lo visto en PS3, en parte por el peso que se otorga a las novedades que aparecen en esta edición.


La introducción de nuevas clases se salda con un amplio abanico de posibilidades a la hora de elegir cómo queremos que sea nuestro soldado, pero la selección de escenarios, junto a la extrema simplicidad de una mecánica que aboga en todo momento por ofrecer toneladas de acción sin sentido, castigan excesivamente la paciencia de los jugadores que busquen un reto en solitario. Earth Defense Force es, ante todo, un título pensado para ser disfrutado entre dos jugadores. Todo lo que divierte y entretiene en cooperativo acaba resultando aburrido y torpe en el modo solitario. En este sentido, EDF recuerda a los juegos de corte online que pierden gran parte de su atractivo cuando es la Inteligencia Artificial de la CPU la que lleva las riendas del comportamiento de los personajes que asisten al nuestro, el supuesto protagonista. Aquí no frustra la IA, sino más bien pasa desapercibida en todo momento, con lo que se pierde un importante factor de sorpresa. Esa emoción que nos empuja a seguir jugando aunque el reloj nos aconseje que sea mejor ir a la cama, por poner un ejemplo.

Sin embargo, donde estos problemas entorpecen en cierto modo el aspecto general que luce esta cuarta entrega de la franquicia, sería un craso error hablar de un esperpento o de un proyecto fallido. El precio reducido al que llega al mercado es un punto a favor que a buen seguro empujará a más de uno a plantearse su adquisición, incluso pese a lucir un apartado técnico que está claramente por debajo de las tendencias actuales. Su sentido del humor, las referencias a grandes licencias y, en general, lo adictivo de su mecánica son las bazas que juegan a su favor. La obra de Vicious Cycle es una sólida demostración de que no hace falta opulencia y pirotecnia para agradar a los jugadores, aunque esto no impide que se castiguen los errores de diseño o, en general, un desarrollo muy pobre que podría haberse decorado con algo más de fuerza en el guión. Este título es, en definitiva, una buena elección para disfrutar del tiempo libre en verano (al igual que el aluvión de superhéroes aparecido en las últimas semanas) o en cualquier otro momento del año. Que nadie le pida la excelencia, porque no la tiene ni tampoco la busca. En eso brilla con luz propia.

  • La cantidad de opciones de mejora de armas y obtención de nuevo arsenal. 
  • Prácticamente todo se puede destruir, en un espectáculo digno de ver. 
  • Endiabladamente divertido entre dos jugadores. 
  • El precio al que se presenta en el mercado.
6

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.