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The Legend of Zelda: Skyward Sword, Impresiones

Nintendo habla de Skyward Sword como el The Legend of Zelda más grande de todos los tiempos, y nosotros, tras estar casi tres horas con él, lo corroboramos. Preparaos para uno de los arranques más mágicos de los últimos años y la reafirmación de Miyamoto como productor de su saga fetiche. Todo el espíritu de los Zelda grandes, los que perduran de manera atemporal, está encerrado en cada uno de estos personajes dispuestos a hacernos volar con ellos y sus pelícanos hasta la experiencia más satisfactoria que ha vivido nunca Wii.

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Hay veces en esta industria en que determinados productos están llamados a quedar grabados a fuego en la historia solo por su condición de pertenecer a grandes sagas que generan mucha atención, llevar bastante tiempo en desarrollo, introducir ideas innovadoras que se repetirán en adelante o despedir por todo lo alto a una determinada consola. The Legend of Zelda: Skyward Sword tiene todos estos atributos y responsabilidades, va a ser el juego más grande que despida a Wii y el primer Zelda pensado con la mente solo puesta en la máquina y su control mejorado con WiiMotion Plus. Tras el título de la franquicia que recibió a la blanca de Nintendo, Twilight Princess, no había habido otro juego de estilo tradicional de Link y está claro que este nuevo producto venía a poner orden ante todos aquellos que exigían una obra única, innovadora a la vez que clásica, soberbia gráficamente y verdaderamente gratificante en su jugabilidad, ahora más rápida, variada y emocionante que la que hayamos podido ver antes en cualquier entrega de la franquicia. 

Skyward Sword, aun siendo muy distinto, comienza con todo ese despliegue de referencias icónicas que tanto gustan a los fans al mismo tiempo que con un arranque argumental y jugable como pocos títulos de los últimos años han expuesto. El producto es consciente de su distinción con los demás Zelda y nos introduce poco a poco en este mundo de maravillas creado desde cero en exclusiva para el juego que cuando nos queramos dar cuenta, nos resultará tan familiar como Kakariko, la región Zora o la ciudadela de Hyrule. Inmersivo, magníficamente ambientado y sobrecargado de color y diseño, el último gran Zelda logra identidad propia, tanta como la conseguida por Wind Waker o incluso -y esto son palabras mayores- el inmortal Ocarina of Time. Skyward Sword quedará junto a los grandes de la saga, ésa ha sido nuestra impresión tras disfrutarlo en su empiece, aunque claro, habrá que ver al explorarlo a fondo si sabe mantener semejante calidad, carisma, estructura, interés argumental o diversión. Todo apunta a que sí.

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La obra empieza con un vídeo introductorio que nos muestra la creación de este mundo en las nubes y la ciudadela de Altárea, una vía de escape de los peligros terrestres para las divinidades creadoras que ante nuestros ojos no es otra cosa que un precioso pueblecito de montaña suspendido sobre lo que sus habitantes llaman el "mar de nubes". Nada más llegar al Menú de la selección de partida, todo huele a Zelda, con tres bloques disponibles desde dónde cargar y poco más. Seleccionamos una partida nueva y el primer vídeo ingame ya nos expone su brillante apartado gráfico, único y con un gusto exquisito por parte de sus dibujantes, creativos y desarrolladores que lo han puesto en funcionamiento. Hablaremos de él luego. Link sueña que un monstruo oscuro, dentado y enorme lo absorbe, hasta que un pelícano -aquí llamados pelícaros- azul se introduce en su pesadilla y le da con el pico, con una carta entre sus fauces.

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Justo aquí tomaremos el control del personaje, que acaba de ser despertado en su pequeña habitación por este enorme pájaro de vistoso plumaje cian. La carta es de la princesa Zelda -aquí llamada sacerdotisa-, que nos recuerda que debíamos ir a verla antes de la Competición Celeste, la carrera anual de pelícaros en los alrededores de Altárea. El personaje no va vestido con su túnica verde habitual, ni lleva gorro, es un Link adolescente, tímido y uno más de su aldea. Así, saldremos de la habitación y daremos nuestros primeros pasos por la Academia de Caballeros, nuestra escuela-hogar, desde un manejo con el Wiimote con WiiMotion Plus y el nunchaco, con todos los típicos consejos de los aldeanos con que nos crucemos, que nos enseñarán el nuevo botón de correr y trepar, A -que cansa al personaje y cuyo aliento tendremos que recuperar caminando un poco-, el salto automático de Link típico de sus juegos o hasta cómo fijar blancos y usar la vista subjetiva, con los gatillos del Nunchuck Z y C respectivamente, como en Twilight Princess. El mapa esta vez se asigna al botón + y el inventario al -, tendremos que navegar por ambos apuntando a la pantalla o con el joystick. A los asiduos a Zelda os soprenderá la movilidad y agilidad del nuevo Link, capaz de colgarse de cornisas, saltar más lejos o mover cajas más rápido.

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Hay un cierto toque plataformero -aunque Link salte solo al llegar a un saliente, tendremos que calcular y enderezar los saltos- ya en los primeros cinco minutos, lo que se refleja claramente en el propio diseño de Altárea, con muchos pasos con plataformas separadas, zonas en alto, tramos de escalada, cuestas que subir solo corriendo o sitios de los que colgarse. En cualquier momento podremos caer al vacío, al cielo, aunque un Caballero vendrá a recogernos en pelícaro o podremos llamar al nuestro pulsando "abajo" en la cruceta del Wiimote. Eso sí, esta aventura empieza sin nuestro ave, pues unos gamberros del pueblo la han escondido en algún lado para que no podamos participar en la Competición Celeste. Toda esta primera parte utiliza el clásico esquema de incio de la saga, con varios paseos que tendremos que dar por el pueblo hablando con uno y con otro en busca de nuestro alado amigo y ayudando a los aldeanos en sus quehaceres diarios para poco a poco familiarizarnos con el control del personaje y las mecánicas del juego.

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Así, hasta que llegamos a uno de los mejores momentos que hemos vivido con el título de momento: la obtención de nuestra primera espada y los tajos con ella. Al utilizar el WiiMotion Plus, el reconocimiento de nuestros movimientos de muñeca en pantalla es sencillamente formidable. Según como movamos el Wiimote, así daremos el espadazo, en esa dirección, y siempre que tengamos el arma sacada, el personaje la llevará en la misma dirección en que tengamos la mano, aunque esté corriendo. Si damos un corte diagonal, así lo da Link, y hace un rasguño a los enemigos o los troncos en ese mismo sentido; si lo damos vertical, tal cual; y si lo damos hacia dentro, hará una estocada. Con el movimiento del nunchuck al unísono se pueden hacer las técnicas especiales clásicas, como el espadazo circular o el golpe final con salto. Por lo que hemos visto en algunos momentos de esta primera etapa, el juego utilizará mucho nuestra forma de cortar y exigirá determinados trazos o posiciones en diversas situaciones. Ya hemos presenciado alguna.

Antes de enterarnos de que Malton y sus secuaces, la pandilla gamberra de Altárea, han capturado y encerrado a nuestro pelícaro, iremos a ver a Zelda tal y como pide en su carta. La nueva princesa nos recibe con los ojos iluminados, con diálogos que muestran claramente el amor que siente por el protagonista y su nueva personalidad, menos tontona, más madura y algo tozuda. El argumento se antoja mucho más complejo y profundo que el de cualquier otro juego de la veterana serie. Link sigue sin articular palabra, aunque ella nos recibe y nos explica todo lo relacionado con la Competición Celeste, el mundo de las diosas creadoras o la cercanía que mantiene cada habitante con su pelícaro, que sirve de nuevo personaje protector en Skyward Sword. En algunos momentos, se nos dará a elegir entre varias opciones de respuesta a alguna pregunta, pero esto, por lo que hemos visto hasta el momento, no afecta demasiado a la trama, que continúa su curso con un leve arreglo de diálogos en relación a lo que hayamos escogido decir.

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Y sobre los diálogos, la brillante mano de Nintendo en la localización vuelve a notarse en este Zelda. Mucho humor, un estilo completamente castellanizado, frases hechas como "esto pesa lo suyo" o "hay que ver cómo te cuidas..." salpican todos los diálogos, siempre subtitulados en pantalla y sin doblaje alguno, si acaso con algún efecto sonoro, carraspeo, gemido o carcajada de los personajes, pero, como siempre, sin palabras pronunciadas. Tiene puntos muy buenos, como el ridículo refrán que nos enseña uno de los primeros aldeanos para que recordemos que las partidas en Skyward Sword se guardan en las estatuas del pelícaro sagrado esparcidas por todos los mapas: "A la diosa rogando y la partida guardando", una tontería como muchas otras pero logran un aspecto localizador único. Sobre la música, ya la podéis imaginar, fiel a la saga con todos los temas clásicos revisados y muy adecuada con las situaciones y estados de ánimo del personaje, con melodías que no se quitan de la cabeza pese a sus años y el omnipresente tema del nuevo juego, cada vez más embriagador y que os gustará oirlo desde la lira de la princesa Zelda. 

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Ya que háblamos de este aspecto técnico, podemos pasar a centrarnos en el apartado visual, uno de los principales atractivos de Skyward Sword junto a su arrolladora jugabilidad. Con una mezcla de cel shading y poligonado estándar en los personajes, granulado pictórico para las lejanías, infinidad de detalle en lo que nos rodea y un colorido absoluto y brillante en todo, este Zelda vuelve a diferenciarse de cualquier otro en su aspecto gráfico. Su motor es simplemente brutal, con unos juegos de luces, número de polígonos en pantalla, visión de horizonte y hasta texturas que Wii no ha conocido en toda su historia. No basta con ver un tráiler o un gameplay guiado, para disfrutar de todo el acabado de Skyward Sword hay que recorrer por uno mismo sus localizaciones. Además, todo el juego está entendido como un cuadro en sí, con algunos efectos que apasionarán a los amantes de las artes pictóricas. Es un placer descubrirlos por uno mismo.

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Tras presentarnos a la nueva Zelda (rubia y muy dedicada a la deidad, como todo su pueblo), el juego nos va llevando hacia la búsqueda de nuestro pelícaro rojizo, un ejemplar especial que desde cría se encariñó con Link, según nos explica el gobernador espiritual y padre de la joven sacerdotisa. Nos tendremos que trasladar hasta una cueva, la primera mini-mazmorra del juego, donde pondremos a prueba nuestras dotes aprendidas con la espada, contra murciélagos, bolas de goma enemiga y alguna que otra sorpresa que encantará a los habituales. Además, ya aquí recogeremos nuestras primeras rupias, que podremos gastar más adelante en el bazar del Altárea y otras tiendas. A colación de esto, vuelven el tirachinas de semillas, el arco con flechas, el escudo de madera y el azul emblemáticos, el boomerang o las bombas, aunque ya conocemos otros añadidos como la nueva libélula, capaz de explorar por nosotros las zonas inaccesibles o estrechas.

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Recuperaremos al pelícaro de una jaula de tablas que lo encerraba, en un pequeño puzle de cortar las cuerdas que las sujetan con el corte correspondiente a cada nudo, otra prueba de fuego para el WiiMotion Plus superada con espectacular precisión. Justo en este instante, poco antes de comenzar la Competición Celeste, Zelda viene a nuestro encuentro para enseñarnos a manejar el ave sobre la que volaremos en la carrera que está a punto de dar comienzo. También nos habla de que oye alguna extraña voz desde hace pocos días y de las leyendas sobre las Tierras Inferiores, el desconocido y vasto mundo que hay bajo el mar de nubes y que los habitantes de Altárea no pueden ver ni llegar a él.

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La competición es un libre minijuego que consiste en perseguir a un pelícaro dorado y robarle una estatuilla que lleva agarrada con las patas. El ganador recibirá un obsequio de Zelda. A partir del desenlace de esta carrera, una serie de acontecimientos hacen que la princesa sea absorbida por un enorme torbellino negro y que el destino, muy guiado -como siempre en The Legend of Zelda- por la divinidad, nos haga marchar en su búsqueda, con una nueva Espada Divina en nuestras manos, capaz de invocar a los dioses si la colocamos en posición herguida. Nos descubriremos pronto con los brazos en alto y el Wiimote recto para llamarlos, pura inmersión divertida. En relación a esto, Skyward Sword aparenta ser el Zelda más difícil de todos los tiempos, sobre todo si elegimos la interfaz con menos indicaciones, ya que podremos escoger entre tres que determinan también la dificultad del juego. Otro acierto.

Hasta aquí vamos a contaros, en un intento de no spoilear más de la cuenta y solo destriparos estos primeros minutos de arranque, aunque sí podemos anunciaros que hemos llegado justo hasta el momento en que Link desciende a las Tierras Inferiores, un paso obvio desde que el juego nos habla de ellas. No nos cabe duda de que abajo, en el mundo salvaje que no es el que rodea a la utópica y pacífica Altárea, nos esperan todas las claves de la saga: las mazmorras, los jefes finales, las misiones secundarias, los objetos coleccionables, los puzles, los mapas, las mejoras del personaje, las regiones de cada raza.... The Legend of Zelda: Skyward Sword será una de las entregas más grandes de la historia de la franquicia, y por todo lo que hemos visto, nos espera diversión plena para rato, todo ello bajo un apartado artístico sin igual y un manejo bastante bien adaptado al WiiMotion Plus, expresando la obligatoriedad del periférico para esta obra magna, que llega en el 25 Aniversario de Link y que nos contará dónde empezó todo. Ya queremos seguir nuestro periplo, que ha empezado verdadera y literalmente onírico.

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The Legend of Zelda: Skyward Sword

  • Wii
  • Acción
  • Aventura

Nueva entrega de la laureada saga Zelda para Wii.

Carátula de The Legend of Zelda: Skyward Sword
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