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Zelda: Breath of the Wild: La Gran Aventura de Link - Análisis en Progreso

Nos embarcamos con Link en las primeras horas de una de sus aventuras más esperadas y más revolucionarias frente a la fórmula tradicional de la saga respecto a Ocarina of Time.

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Han pasado ya más de cuatro años desde que Aonuma confirmara oficialmente el desarrollo de un nuevo Zelda, un viaje público que comenzó con una declaración de Intenciones: cambios drásticos en la fórmula de la saga, que durante un tiempo había venido acusando cierta dependencia de la estructura y forma de hacer las cosas de Ocarina of Time. Esa fue la reflexión interna del productor: necesitaban algo nuevo, reinventar las aventuras de Link y Zelda para una nueva generación, para un mundo del videojuego diferente. El 98 queda lejos, ahora vivimos en un escenario radicalmente diferente, hay nuevas influencias, nuevas sensibilidades que tienen que influir por fuerza en lo que debería ser un The Legend of Zelda en el 2017.

Con esa idea rondando en la cabeza nos adentramos por primera vez en la odisea que nos ha preparado Nintendo EAD. Ya hemos tenido varias oportunidades de experimentar el juego, siempre en el comienzo, siempre limitados a 20 minutos y sin todas las facetas implementadas, un aperitivo para empezar a familiarizarnos con el proyecto y sus ideas. Pero no ha sido hasta empezar con el título final cuando nos hemos dado cuenta de lo sumamente insignificante que resultaba esa demostración en el contexto del mundo que se abre a nuestros pies.

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Primeros pasos en Hyrule, un Mundo Inmenso

Incluso ahora, con unas 20 horas de juego a nuestras espaldas, todavía estamos atados de pies y manos a la hora de intentar expresar lo que es este The Legend of Zelda. Todavía no os podemos contar muchos detalles específicos por las limitaciones informativas de estos eventos de prensa, pero incluso cuando la semana que viene tengamos el análisis, tampoco el que escribe estas líneas os contará muchos detalles específicos. Parte de la obligación de hablar de videojuegos, especialmente cuando tienes la oportunidad de jugarlos antes que la mayoría, es salvaguardar al lector de arruinarle la sorpresa del viaje que le aguarda. Hay que hablar del juego y detallar los pormenores del mismo, la valoración, los altos y los bajos, pero siempre cuidando de proteger la experiencia. Y esto con este The Legend of Zelda es tan o incluso más importante como siempre.

En el camino por redefinir la serie se notan toda clase de influencias de otros títulos. Hay bastante de sandbox moderno -cosas cuyo origen es más que evidente como torres que una vez conquistadas desvelan partes del mapa-; hay algo de Souls en el combate, con un nuevo énfasis en reacciones de último momento para lograr los mejores resultados frente a los enemigos; hay un soplo de Minecraft en la exploración sin límites del inmenso Hyrule que ha orquestado EAD. Pero, especialmente, hay una vuelta a los orígenes, a ese primer Zelda inspirado en los paseos por el campo de Shigeru Miyamoto en su Sonobe natal.

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El mundo que ha construido EAD refleja esto. Hay por supuesto influencias del sandbox moderno, pero el equipo de Nintendo ha querido ir más allá creando un mundo gigantesco que podemos explorar sin límites, como pocos juegos pueden presumir. La capacidad de escalar de Link en esta aventura va más allá del típico “sólo puedes escalar por estas partes bien marcadas” sino que es completamente ilimitada y queda complementada por otros utensilios que hacen que la transversalidad de recorrer este Hyrule sea adictiva.

Había ciertos miedos de que en ese intento de crear un Hyrule abierto e inmenso el estudio cayera en la trampa de crear un mundo vacío, pero sin entrar en demasiados detalles podemos decir que es un miedo injustificado. El mundo es grande, pero la cantidad de actividades que podemos desarrollar está a la altura y el juego se cuida de ofrecernos siempre alguna posibilidad de forma orgánica en pantalla: un lugar llamativo que explorar, monstruos que combatir o recursos que recolectar, entre otras posibilidades.

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Un Zelda Diferente

A esto hay que añadir toneladas de objetos que usar y recolectar. En las primeras horas del título encontraremos armas de toda clase y con animaciones, potencia y alcance completamente distintos, diferentes escudos, piezas de armadura con habilidades especiales, arcos de toda índole y flechas especiales que pueden resolvernos combates si los usamos adecuadamente. Además, la gran variedad de productos naturales que nos encontraremos nos permitirán elaborar suculentas comidas y pociones cuyos efectos van más allá de recuperar corazones. Es una faceta muy entretenida y también importante en el buen desarrollo de nuestras aventuras.

Otro elemento que destaca de este Zelda es la importancia de las físicas y su integración en las mecánicas del juego. Es algo que ya habíamos visto en tráilers, pero en el juego comprobamos con asiduidad lo sumamente importante y versátil que resulta esta faceta. Link cuenta con varias habilidades que le permiten manipular físicamente ciertos elementos y cuyas aplicaciones se ven tanto en la resolución de puzles como incluso en ciertas facetas del combate. No podemos detenernos en detallar nuestras experiencias, pero sí podemos decir que la experiencia tradicional de resolver puzles de la saga se ha visto sumamente alterada por estas estas nuevas funciones.

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Quizás uno de los elementos más chocantes de este Legend of Zelda y el mayor cambio con respecto a la tradición de la saga es la libertad que otorga. No simplemente libertad de ir de un lado para otro sin barreras, también una libertad inusitada a la hora de plantear elementos tradicionalmente lineales como los puzles o la propia estructura de juego. La serie tiende a ser marcadamente “ordenado”, imponiendo una forma determinada para seguir avanzando que se alterna con momentos de relativa libertad, mientras que en este nuevo título se ha tirado todo esto por la borda de maneras que rozan la temeridad.

Audiovisualmente el título es una delicia. Nos podemos detener en hablar de aspectos técnicos hasta la saciedad, pero la realidad es que el título simplemente cautiva por estética y elemento artístico. Hay una belleza muy “ghibli” en la forma en la que se ha recreado el mundo y los personajes, alimentada por una permanente presencia de las condicione atmosféricas y un uso magistral de la música como un elemento potente de acompañamiento, que se deja notar sólo cuando la ocasión lo requiere, realzando las sensaciones naturales en vez de imponerse sobre la acción o el paisaje. No todo son loas, hay momentos puntuales en el que el framerate falla, especialmente en ciertas localizaciones o bajo ciertas circunstancias, pero el conjunto se sostiene admirablemente bien.

Captura de pantalla - zelda_1.png
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Captura de pantalla - zelda_1.png

Es difícil expresar como quisiéramos todo lo que que nos gustaría comentar en este análisis en progreso. Tanto por tener mucha aventura todavía por delante después de 20 horas de juego, como por las limitaciones propias del periodo de pre-análisis (además de las lógicas precauciones para no arruinar la experiencia a nadie, que eso siempre está presente en cualquier circunstancia). Para la semana que viene, cuando os podamos ofrecer el análisis, hablaremos mucho más extensamente y en detalle de todos los elementos que hacen de este Zelda algo especial y diferente en el contexto de la saga. Pero algo concreto podemos decir: mereció la pena la espera.