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Satoru Iwata, el renovador de Nintendo

De forma absolutamente inesperada hemos conocido la triste noticia de la muerte de Satoru Iwata, presidente de Nintendo. Esta fue la vida de un directivo que no será olvidado, sino recordado para siempre como parte de la historia de la gran N.

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 “En mi tarjeta de visita soy un presidente de empresa. En mi mente soy un programador de juegos. Pero en mi corazón soy un jugador”
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Satoru Iwata en la GDC de 2005

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55 años. Esa es la edad que Satoru Iwata, el ya antiguo presidente y CEO de Nintendo, tenía en el momento de su muerte, debida al cáncer que le había obligado a pasar por quirófano y saltarse por primera vez en muchas ediciones eventos del mundo del videojuego a los que no solía faltar. Ha sido esta misma madrugada, en pleno cambio del domingo al lunes, cuando la noticia empezó a correr por la red. Pero, dadas las veces que Twitter ha ‘matado’ falsamente a gente conocida/importante, y dada la propia magnitud y alcances que algo así tendrían, era algo que no nos lo queríamos creer. Pero así ha sido, y Nintendo, que hoy ha perdido a uno de sus ejecutivos más conocidos, lo hacía oficial en una nota de prensa que podríamos usar de testimonio.

En dicha nota de prensa, en el listado de carrera y experiencia, apenas vemos tres apuntes, 4 líneas y tres años. Pero en todas y cada una tremendamente significativas: Junio de 2000, Elegido Director [de Nintendo]. Mayo 2002, Elegido Presidente, Elegido Director Representativo. Junio 2013, Elegido como CEO de Nintendo América. 3 apuntes, ¿verdad? Pero hablamos de ser elegido Presidente y Director de Nintendo, un gigante del videojuego. Y a modo más privado de ser el primer Presidente que no viene de la dinastía que siempre ha dirigido al emblema Nintendo. Seguro que ese joven creador de videojuegos de Hal Laboratory nunca soñaría con el cargo que tanto tiempo ocupó, ya que estaba muy liado con una pequeña bolita rosa:

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Destinado a Dirigir

Con un pie en la industria desde antes de terminar sus estudios –motivo que le costó un enfado temporal con su padre, que a inicios de los años 80 no veía bien que su hijo trabajse en eso-, Iwata empezó su carrera en el estudio Hal Laboratory, programando y diseñando varios títulos. Su buen hacer y liderato en potencia lo convirtieron en coordinador de producción de Software en Hal en 1983, apenas un año después de haber entrado en la desarrolladora. Con Iwata ya en este puesto y creando para Nintendos IPs recordadas como Balloon Fight, Hal concibe el conocido como uno de los estandartes Nintendo por excelencia: Kirby, cuyo primer juego Kirby's Dreamland fue un proceso en el que el directivo estuvo muy involucrado con la idea de crear una nueva franquicia atractiva y accesible.

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Ya en años 90, la gestión hecha frente a HAL Laboratory no pasa desapercibida y Satoru Iwata es nombrado presidente del estudio. Puede que esté en un puesto directivo, pero aún así sigue involucrado en juegos haciendo su vieja tarea de programar y revisar códigos. El RPG de culto Earthbound es una de sus criaturas, pero desarrolla también herramientas y ayuda en varias entregas de la saga Pokémon para portátiles, y en siete días codifica el programa de batalla para el primer Pokemon Stadium de Nintendo 64. HAL funciona como un reloj con su gestión, y además ayuda a Nintendo en su saga Pokémon, por lo que su tarea frente al estudio –vigilada de cerca por el mismo que lo convertiría en su sucesor- lo hacen merecedor de un puesto en la propia gran N como jefe en la división de planificación corporativa a nivel mundial. Iwata ya está en Nintendo, y se involucra con la venidera Game Cube y su software. Los tiempos han cambiado, los juegos son más caros, PS2 empieza a reinar y para enganchar al público hay que darles lo que Nintendo mejor sabe hacer:

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Experiencias Únicas

Estamos en 2002, apenas dos años después de su entrada en la compañía Nintendo, Iwata va a vivir el momento más trascendental de su vida cuando Hiroshi Yamauchi, el querido presidente de Nintendo desde 1949 y el hombre que hizo de la compañía el gigante y pionero del videojuego en que se convirtió a mediados de los 80, lo cita a su despacho no para despedirle, sino para decirle que se convertirá en su sucesor, terminando así con una tradición de colocar a un Yamauchi en el puesto de director. Iwata se ve de repente con las riendas de la compañía a la retirada de Yamauchi-san. Claramente la línea de juegos cada vez más caros y experiencias cada vez más parecidas –todo lo que GTA trajo consigo en su salto a las 3D por ejemplo-, no es lo que quiere. De hecho Iwata ha sido criticado por postergar elementos como el juego online, insistiendo en seguir una fórmula diferente a sus competidores.

Puede que Game Cube no fuese el éxito esperado, aunque en su catálogo tiene experiencias sobradas de calidad que incluso se trasladan a otros sistemas –Resident Evil 4 por ejemplo-, pero con Iwata al frente, Nintendo inicia una era dorada en el terreno de las portátiles, iniciando una transición del modelo clásico de Game Boy y la GBA a un modelo tan revolucionario que es difícil predecir si gustará o no. El juego táctil empieza hace una década con Nintendo DS, que implanta un nuevo estándar y descubre formas alternativas de jugar, además de atraer en masa a un público que en su vida había tocado una consola. Esta proeza, que cambió para siempre la industria del videojuego, se repetiría a un nivel aún mayor tres años después, cuando tras la agridulce experiencia de Cube Nintendo instaura una nueva filosofía y marcha en pos de un nuevo público con su siguiente consola de sobremesa.

El visionario de la nueva Nintendo

Una de las proezas empresariales por las que siempre será recordado Satoru Iwata se basa en la marcada tozudez y férrea confianza en buscar a toda costa el "dokusou", el "algo único" que maraville al mundo. Mensaje grabado a fuego en la mente del ejecutivo, esta filosofía le llevó a uno de los mejores momentos de Nintendo con la presentación de Wii, la consola que entraría en todos los hogares del mundo, democratizaría los videojuegos hasta cotas insospechadas y servía para poner a jugar a cualquiera, fuera del perfil que fuese y con o sin experiencia previa con consolas. Solo la legendaria Game Boy y su mítico juego Tetris, también producto Nintendo, habían conseguido una masificación del videojuego de estas proporciones. Obviamente, movimientos como éste o la desorbitada presentación del cancelado dispositivo Wii Vitality Sensor alejaron al directivo del público más tradicional y los hardcore fans de la Nintendo clásica.

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Una nueva forma de entender los videojuegos, de hacerlos fáciles y para todos, de buscar las experiencias divertidas por encima de las complicaciones con botones y controles anquilosados... Tuvo que empezar convenciendo a sus propios empleados, entre los que hay una buena lista de muy críticos con su cierto abandono al jugador habitual para buscar un producto más mainstream. Pero, mirando estos años con perspectiva, lo cierto es que Iwata y su equipo principal no han dejado de cuidar a los asiduos a Mario, Zelda, Metroid y compañía. En su apuesta por lo diferente, Iwata sacudió el mundo con Wii Sports, sí, pero también abrazó a los incondicionales con maravillas del tamaño de Super Mario Galaxy, Donkey Kong Country Returns o The Legend of Zelda: Skyword Sword.

NX, el último Gran Proyecto

Aportando el 3D con la nueva 3DS, portátil que sigue la línea de la anterior consola, los gustos han cambiado tanto en la sobremesa que Nintendo ya no puede dejar de mirar a la competencia. El juego online y las experiencias hardcore se implementan en Wii U, un sistema que buscaba ampliar la experiencia Wii, innovar como ella con los dispositivos como tablets, y atraer a ese público base ávido de juegos más tradicionales que Wii no supo atrapar, aunque procurando mantener la esencia Nintendo como hace el reciente shooter Splatoon. La historia es de sobra conocida, ya que Wii U no fue el éxito esperado. Tanto que ya el año pasado surgieron los rumores de su sucesora, confirmados ya de que el sistema NX, a la postre el último gran proyecto de Satoru Iwata, será el sucesor de la consola.

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En los dos últimos años, cuando Wii U se estrenó e inmediatamente se vio que no iba a venderse como Wii, la gestión de Iwata fue duramente criticada, tanto que conocidos desarrolladores salieron a defenderle. La política Satoru parecía la de alguien emperrado en no ceder, en que Nintendo no siguiese los cauces más usuales, como multijugadores online o experiencias en móviles que ahora sí están en marcha. Se rumoreaba constantemente un cambio, que lo iban a bajar de puesto, cuando en junio de 2013 fue nombrado CEO de Nintendo América. No sólo nunca se le ha despedido, sino que además este año anunció que se bajaba el sueldo para ayudar a enfrentarse contra la competencia de Sony y Microsoft.

Habitual de eventos, e innovador con los Direct, eventos para anunciar juegos y otras noticias sin tener que montar una conferencia de prensa por todo lo alto, el primer susto nos lo dio en 2014, cuando una operación lo apartó del E3 del año pasado. Meses después apareció, visiblemente más delgado, pero listo para seguir liderando. Aunque está claro que no se encontraba tan bien, ocultando una dolencia que no le ha apartado de seguir vendiéndonos la marca Nintendo con originalidad, ya sea con una gorra de Mario, ‘pegándose’ con Reggie Fils-Aime o convertido en uno de los protagonistas de StarFox como en el E3 de este año, convertido en el último de su vida.

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Ahora mismo no se sabe nada sobre lo que sucederá en Nintendo, si un nuevo presidente y CEO cambiará la política de la compañía, la enfocará más a los nuevos mercados o mantendrá la visión que Iwata estaba implementando de expandirse aunque no de golpe. Tampoco se sabe si esto afectará a los planes de lanzar NX en 2016, ya que la consola es un misterio absoluto para el gran público. Lo único que sabemos es que Iwata formará siempre parte de la historia de Nintendo y del Videojuego como un visionario que sucedió al dirigente más mítico e importante del sector, y supo mantener la compañía a flote y además llevarla a su momento más importante desde el estreno de NES. Y como testigo de esto, el homenaje en forma de muestras de condolencia que nombres y estudios del sector le están dedicando.