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Regreso al Pasado: Star Wars en la era de los 32 bits

Hace mucho tiempo, unos 25 años atrás, tuvo lugar la resurrección de una franquicia en sus inicios cinematográfica y ubicada en una galaxia muy, muy lejana. Dicho resurgir vino acompañado de un buen puñado de excelentes videojuegos que ahora nos disponemos a recordar.

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Star Wars. Solo con mencionar este nombre, millones y millones de personas ubicadas a lo largo y ancho del globo terráqueo acaban sintiendo algo muy especial en lo más profundo de su ser. Una agradable sensación colmada de inolvidables recuerdos en los que la galaxia muy lejana creada en el año 1977 por George Lucas es protagonista indiscutible. Star Wars tiene ya casi 40 años sobre sus espaldas, así que son ya varias las generaciones que han disfrutado y siguen disfrutando de esta, la mayor space opera jamás narrada. Unos tuvieron el privilegio de asistir al estreno del film original que supuso el pistoletazo de salida para todo lo que estaba por venir, mientras otros se habrán enganchado con el reciente estreno de la polémica (sobre todo para generaciones veteranas) El Despertar de la Fuerza.

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Para muchos, Star Wars no es más que una vía de entretenimiento como otra cualquiera; un pasatiempo, algo con lo que matar el rato como podría hacerse con cualquier cosa. Sin embargo, para otros Star Wars es mucho más que eso. Es inevitable que, a medida que uno se adentra más y más en esa galaxia muy lejana por medio de películas, libros, cómics, series de animación o, por supuesto, videojuegos, acabe sintiendo esa sensación de formar parte de un universo mitológico del que ya no querrá salir. Es entonces cuando Star Wars pasa de entretenimiento a pasión; de pasatiempo a religión; de distracción pasiva a modo de entender la vida.

Un verdadero aficionado a Star Wars lo es para siempre, pues para él todo es cuestión de sentimiento. Este enlace va pasando por mejores y peores momentos a medida que transcurren los años, tal y como sucede en cualquier matrimonio. En los tiempos actuales, con la franquicia vendida por su creador a la titánica Disney, se llevaron a cabo una serie de cambios y decisiones que arrastraron bastante polémica y han llevado a muchos verdaderos creyentes a una profunda crisis de fe. En lo que al terreno del videojuego se refiere, Disney decidió cortar de un plumazo todos y cada uno de los proyectos sobre la saga galáctica que se encontraban en curso, algunos tan interesantes como un videojuego basado en las correrías de juventud de Boba Fett (Star Wars 1313), o el accidentado Battlefront III que a pesar de las dificultades que llevaba años arrastrando al fin comenzaba a tomar una más que interesante forma.

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Así, Disney empapó de gasolina tanto esos como otros proyectos aún en estado conceptual (aunque con nombres tan interesantes como Battle of the Sith Lords), encendió una cerilla y les prendió fuego hasta que solo quedaron cenizas, al tiempo que echaba el cierre al histórico estudio LucasArts, que aunque por entonces no atravesaba uno de sus mejores momentos sin duda habría merecido correr una mejor suerte y despedirse de una forma mucho más digna. A partir de ahí lo único que hemos tenido han sido diversos jueguecillos móviles destinados a saquear los bolsillos de los usuarios por medio de la monetización, así como un gris y descafeinado reboot de la franquicia Battlefront que no solo ha resultado ser mucho menos interesante que la cancelada tercera parte de la saga, sino que además ni siquiera se encuentra a la altura de las entregas originales lanzadas en 2004 y 2005. Todo esto mientras la compañía del ratoncito alegre y juguetón se cargaba además la apasionante continuidad del Universo Expandido de Star Wars, reiniciándolo todo con nuevas historias en libros y cómics que al menos de momento no están a la altura de obras inmortales como la trilogía de series de novelas conformada por La Nueva Orden Jedi, El Legado de la Fuerza y El Destino de los Jedi. Y de ese refrito del Episodio IV que nos colaron con El Despertar de la Fuerza mejor ni hablamos, puesto que a estas alturas ya se ha dicho más que suficiente.



En fin, lo dicho, son malos tiempos para Star Wars, al menos a juicio de muchos de los aficionados veteranos que llevan años, e incluso décadas, recorriendo la galaxia muy lejana de un extremo a otro a bordo de sus cargueros corellianos convenientemente modificados. Pero ya llegarán tiempos mejores, bien con la próxima película Rogue One, con el Episodio VIII o con ese prometido videojuego al estilo Uncharted cuyo desarrollo parece eternizarse cada vez más.

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Mientras esperamos la llegada de mejores pastos de los que nutrirnos siempre podemos jugar a Lego Star Wars: El Despertar de la Fuerza, título que demuestra que, pase lo que pase, Traveller’s Tales nunca falla. Por supuesto, también existe la posibilidad de ponernos al volante de nuestro viejo y fiel DeLorean para trasladarnos a tiempos pasados y por lo tanto mejores. Así, si os parece bien, viajaremos hasta el año 1995, para a partir de ahí comenzar a vivir una época mítica para el aficionado a Star Wars. La segunda mitad de la década de los 90 trajo el reestreno en cines de la trilogía clásica (con esos nuevos y polémicos añadidos computerizados), así como la promesa de una completa revolución con la llegada de la primera precuela que, buena o mala, al menos era diferente y un soplo de aire fresco respecto a lo vivido anteriormente en la galaxia muy lejana.



En lo que a videojuegos se refiere también nos encontrábamos por entonces en tiempos mejores, una era de revolución y descubrimiento tras la definitiva implantación de las tres dimensiones poligonales en la industria. Una época inolvidable, con sus cosas buenas y malas como sucede siempre, pero sobre todo un tiempo libre de DLCs, de monetizaciones, de juegos a medio acabar lanzados a trozosStar Wars aprovechó a conciencia este periodo temporal dado que se lanzaron unos 30 videojuegos (sin contar expansiones e incluyendo los títulos nacidos bajo ese experimento llamado Lucas Learning) entre 1995 y el año 2000. Algunos eran buenos, otros eran malos, y otros se cuentan entre los mejores títulos sobre la saga galáctica jamás lanzados. Los siguientes párrafos están dedicados a repasar 5 de dichos videojuegos. Por supuesto, como cualquier top que se precie todo es cuestión de gustos, y seguramente cada cual habría hecho una selección distinta, así que no dudéis en dejar fe de vuestras preferencias en el foro de comentarios.

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Antes del despertar

Vaya por delante que los juegos que nos disponemos a enumerar no fueron ni mucho menos los primeros títulos basados en la lejana galaxia que llegaron a consolas y ordenadores. Ya en 1978 vio la luz un videojuego para Apple II que, aunque no era oficial, pareció contar con el beneplácito de la mismísima y por entonces en expansión Apple Computer. También se conoce de la existencia de algún que otro juego electrónico portátil aparecido a finales de los 70, aunque el que suele estar considerado como verdadero primer videojuego oficial de Star Wars no es otro que el The Empire Strikes Back lanzado para Atari 2600 en el ya más que lejano 1982. A este le siguieron otros dos títulos más para la inolvidable consola de sobremesa de Atari (Death Star Battle y Jedi Arena), así como la inmortal recreativa de 1983 elaborada a base de gráficos vectoriales, obra también de la ya mencionada compañía norteamericana.



Tanto el Crack del 83 como el vacío galáctico que se produjo tras el estreno en el mismo año de El Retorno del Jedi propiciaron que durante el resto de la década de los 80 poco existiera sobre Star Wars en el ámbito del videojuego. Afortunadamente, La Guerra de las Galaxias resurgió de sus cenizas a principios de los 90 gracias a excelentes productos como la novela Heredero del Imperio o el juego de rol (de los de toda la vida, de lápiz y papel) basado en la galaxia muy lejana. Este despertar se trasladó también al mundo de los videojuegos, ya que en 1991 se lanzó para NES el desenfrenado y más que difícil arcade titulado simplemente Star Wars. A partir de ahí el listón no dejó de subir: la trilogía original adaptada a Super Nintendo en forma de tres espectaculares arcades de acción y plataformas; el simulador de combates especiales X-Wing (y su excelsa secuela Tie Fighter); el revolucionario (aunque extremadamente limitado) Rebel Assault; el curiosísimo Star Wars Chess (indispensable para todo aficionado a SW que se precie de serlo); una nueva recreativa desarrollada por Sega para su histórica placa Model 1… Entonces llegó el año 1995 y esta fiebre por Star Wars en el terreno del videojuego, lejos de remitir, creció hasta adquirir proporciones gigantescas.

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Star Wars: Dark Forces

Año de lanzamiento: 1995
Plataformas: PC, Mac, PlayStation

Puede que para las nuevas generaciones de aficionados a Star Wars los hechos que acontecieron durante el robo de los planos de la primera Estrella de la Muerte vayan a tener lugar en la inminente película Rogue One, pero para los que ya peinamos canas tan trascendental hurto tuvo lugar en el videojuego que nos ocupa, protagonizado por un mercenario llamado Kyle Katarn, el cual daría mucho que hablar en sucesivas secuelas de este legendario shooter en primera persona llamado Dark Forces. En 1995 aún coleaban las consecuencias del lanzamiento del histórico Doom (id Software, 1993), título que había elevado a los altares el género de acción en primera persona y empujó a que surgieran innumerables clones a su alrededor, todos desarrollados por compañías que buscaban hacerse con un trocito del goloso pastel que el inmortal juego de los Johns (Carmack y Romero) había puesto sobre la mesa.



De hecho, la idea de desarrollar un FPS ambientado en el universo Star Wars surgió del propio Doom, o más concretamente de algunos de los innumerables mods que la comunidad de usuarios elaboraba en número cada vez mayor, varios de los cuales se encontraban ambientados en el interior de la mismísima Estrella de la Muerte. Pero los programadores de Dark Forces no querían crear un clon más de Doom, así que construyeron desde cero un motor gráfico bautizado para la ocasión como Jedi Game Engine, el cual posibilitaba mejoras sobre el clásico de id tales como una estructura de niveles verdaderamente tridimensional (con diferentes alturas que se podían superponer una encima de la otra, algo de lo que el Doom Engine no era capaz), la posibilidad de saltar, agacharse y mirar hacia arriba o hacia abajo, así como la oportunidad de usar diversos ítems necesarios para nuestra supervivencia en los entornos tan hostiles en los que deberíamos entrar.

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Obviamente, bautizar al motor gráfico como Jedi Game Engine no suena nada raro teniendo en cuenta que con él se iba a desarrollar un videojuego de Star Wars, aunque esto tiene otra explicación, ya que en la planificación inicial del proyecto estaba previsto que Dark Forces se encontrara protagonizado nada más y nada menos que por Luke Skywalker. Y ojo, mencionar para los jovenzuelos que estén leyendo esto lo siguiente: no hablamos del Luke viejuno que sale corriendo con el sable entre las piernas para esconderse en el rincón más apartado de la galaxia en cuanto un alumno se le tuerce, sino del Luke jovenzuelo y autodidacta al que le basta un cursillo acelerado en la Fuerza para acabar derrotando a todo un Imperio Galáctico. Sin embargo, poner a un jedi hecho y derecho como protagonista de una aventura de desarrollo tridimensional se reveló como algo demasiado ambicioso, al menos con los medios de entonces, por no mencionar que el juego acapararía toda la atención del departamento de Lucasfilm dedicado a dar coherencia narrativa a los productos relacionados con Star Wars, limitando con ello la libertad del guion que se tenía pensado dotar al juego.

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Así que los desarrolladores optaron por crear desde cero un nuevo personaje al que brindar el protagonismo en Dark Forces: Kyle Katarn, un mercenario que trabajaba para la Rebelión y sobre cuyos hombros descansaba en inicio la difícil tarea de robar los planos de la mismísima Estrella de la Muerte. El bueno de Kyle gozaría en años sucesivos de una notable presencia no solo en las secuelas que siguieron a Dark Forces, sino también en los libros de Star Wars ambientados años después del Episodio VI (los buenos, los de antes, los que ahora la compañía del ratoncito molón denomina Leyendas). Pero existe otro concepto creado en Dark Forces que ha llegado hasta nuestros días, sobreviviendo incluso a la política de tierra quemada de Disney: los Dark Troopers. Estos soldados de asalto imperiales, mucho más letales que los normales, son de los enemigos más mortíferos a los que nos enfrentaremos en Dark Forces, y ya está más que confirmado que reaparecerán en el film Rogue One, aunque con el nombre de Death Troopers.

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Dark Forces también fue uno de los primeros videojuegos de Star Wars que contó con nuevas melodías que iban más allá de lo compuesto por John Williams para las tres primeras películas de la saga. El músico elegido para poner banda sonora a este videojuego no fue otro que Clint Bajakian, un ya por entonces histórico de LucasArts dado que suyas fueron las melodías de títulos de la talla de Monkey Island 2, Indiana Jones y el Destino de la Atlántida o Day of the Tentacle. No era la primera vez que el bueno de Clint, que en años recientes se ha ocupado de poner música en juegos del renombre de God of War III o la saga Uncharted, ponía su talento a disposición de Star Wars, dado que anteriormente trabajó en Tie Fighter.

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Por aquella época LucasArts seguía desarrollando sus juegos principalmente en PC, así que esa fue la plataforma elegida para dar cabida a Star Wars: Dark Forces; aunque también se creó una versión para Macintosh que dio algún que otro quebradero de cabeza a los programadores. No en vano, el ordenador de Apple disponía únicamente de un sistema operativo basado en interfaz gráfica (en PC aún se podía tirar del vetusto DOS), lo que dejaba menos RAM disponible a la hora de trabajar con videojuegos. Ya en 1996 se lanzó una conversión destinada a la primera PlayStation, tan inferior técnicamente respecto a las versiones de ordenador que incluso se repercutía negativamente en la jugabilidad debido a un horrendo frame rate.

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En lo que a jugabilidad se refiere, Dark Forces atesora todas las virtudes y buen hacer que enarbolaban los FPS desarrollados durante la edad dorada del género: escenarios laberínticos que se convertían en un desafío más a superar, poseyendo incluso secciones de salto y exploración que aprovechaban la tridimensionalidad extra que el título atesoraba respecto a Doom y sus inmediatos sucesores; numerosos enemigos de escasa IA pero tremenda dificultad al no existir regeneración automática alguna para nuestro personaje, ya sea de salud o de blindaje; numeroso y variado arsenal de armas e ítems… Y ya que hablamos de entornos, Dark Forces nos permitirá visitar lugares míticos del universo Star Wars como Coruscant (una Coruscant aún no demasiado perfilada, dado que todavía faltaban años para el lanzamiento de las precuelas fílmicas en las que el planeta-capital debutó definitivamente en toda su gloria), el yate de recreo de Jabba o la propia Estrella de la Muerte.

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Quizá lo único que podría achacarse a este juego, o al menos lo que los aficionados a Star Wars pueden echar más de menos en él, es que el factor jedi brilla por su ausencia. Kyle es un mercenario corriente y moliente (al menos en este primer título de la serie), así que nada de sables de luz o poderes de la Fuerza de los que echar mano. Por lo demás, el juego exhala aroma a La Guerra de las Galaxias por todos sus rincones y sigue siendo una gozada a nivel jugable. En lo que a gráficos se refiere ha envejecido peor, sí; y entre otras cosas lo ha hecho debido a las limitaciones de su motor, el cual usaba sprites de toda la vida para poner en pantalla enemigos y diversos elementos del escenario. En definitiva, un juego al que ni mucho menos hay que tachar simplemente como “clon de Doom”, ya que posee virtudes suficientes para ser considerado uno de los mejores FPS que vieron la luz en la primera mitad de la década de los 90. Eso sí, a la hora de jugar haceos con el original de PC y huid de la versión PlayStation como si de un político en plena etapa electoral se tratara.

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Teniendo en cuenta que Dark Forces expandió su legado en años sucesivos con hasta otras tres entregas más, es obvio que este lanzamiento acabó cosechando un buen éxito comercial. El juego rozó el millón de copias vendidas, lo que en la época equivalía a un excelente resultado a nivel de ventas, obtuvo altas puntuaciones por parte de la prensa especializada (excepto la versión PlayStation, obviamente) y adquirió una gran relevancia dentro del canon del Universo Expandido de Star Wars, generando incluso algo de merchandising en la forma de las hoy día cotizadísimas figuras de Kyle Katarn y un dark trooper lanzadas por la compañía Hasbro.

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Star Wars: Sombras del Imperio

Año de lanzamiento: 1996
Plataformas: Nintendo 64, PC

Una sombra muy alargada

La década de los 90 supuso el pistoletazo de salida definitivo del hoy tristemente rebooteado Universo Expandido de Star Wars. Dado que tanto los reestrenos de la trilogía clásica como la puesta de largo de la primera precuela llegaron ya a finales de dicha década, los aficionados a la galaxia muy lejana estuvimos años subsistiendo a base de libros, cómics y videojuegos de Star Wars, y era toda una gozada hacerlo dado que la mayoría de dichos productos contaban con una calidad por encima de la media. Esa fue también época de lanzamientos especiales entre los que sin duda destacó Sombras del Imperio, un proyecto multimedia (por entonces esta palabra estaba muy de moda) a la altura de lo que sería una nueva película de Star Wars, solo que sin film de por medio.

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Así, el guion de este proyecto, una historia ubicada entre los episodios V y VI de la saga cinematográfica, tomó inicialmente la forma de una excelente novela escrita por Steve Perry, toda una referencia dado que también ha trabajado en franquicias de la talla de Conan, Alien o Depredador. Para dar más empaque al proyecto, se contó con el maestro Drew Struzan (creador de un buen número de los carteles cinematográficos de Star Wars) para elaborar la ilustración de la portada del libro. A partir de la novela ya se generó todo lo que suele conllevar un proyecto cinematográfico de Star Wars. Lo primero y más sorprendente, teniendo en cuenta que ni hubo película de Sombras del Imperio ni llegó a estar planeado hacerla, fue la banda sonora orquestal, la cual en un principio iba a estar compuesta por el mismísimo John Williams. Sin embargo, los problemas de agenda del maestro de maestros de la música fílmica le llevaron a rechazar el proyecto, aunque sugirió a Lucasfilm un sustituto para hacerse cargo del trabajo: Joel McNeely.

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McNeely ya era conocido en Lucasfilm, puesto que había sido uno de los compositores principales de la serie televisiva Las Aventuras del Joven Indiana Jones, pero sin duda con Sombras del Imperio firmó el mejor trabajo de su carrera. Usando con inteligencia y moderación los temas principales compuestos por John Williams para las películas, al tiempo que añadía numerosos cortes de su propia cosecha como The Battle of Gall, Beggar’s Canyon Chase o The Seduction of Princess Leia, McNeely consiguió elaborar un producto capaz de codearse de tú a tú con los legendarios trabajos del principal compositor de Star Wars.

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La banda sonora de Sombras del Imperio fue uno de los objetos más codiciados por los coleccionistas galácticos de la época (para rematar la faena, el cuadernillo que acompaña al CD es excelente; y además el propio disco se encuentra repleto de información y material sobre Sombras del Imperio, accesible al introducirlo en un ordenador), y a día de hoy sigue siendo un elemento primordial a la hora de diferenciar una buena colección de merchandising de Star Wars de otra más corriente y moliente. De hecho, y a espera de escuchar el trabajo de Michael Giacchino para Star Wars: Rogue One, la banda sonora de Shadows of the Empire sigue siendo la mejor música de Star Wars no firmada por John Williams jamás compuesta.

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Pero Sombras del Imperio no se quedó ni mucho menos ahí. Tras el libro y la banda sonora llegó el videojuego (en el que por supuesto ahora nos detendremos con calma), el cómic (distinto al libro, ya que se centra en Boba Fett y el resto de cazarrecompensas que pudimos ver en esa mítica escena de El Imperio Contraataca en la que Vader dejaba claro aquello de “nada de desintegraciones”), los juguetes (la compañía Kenner lanzó una línea que incluía personajes y vehículos, e incluso se crearon tres sets de figuras en la marca Micro Machines), las cartas coleccionables (100 naipes creados por la compañía Topps -cómo no- e ilustrados por los sensacionales hermanos Hildebrandt), el volumen al más puro estilo “así se hizo” (que recibió el título de The Secrets of Shadows of the Empire), el tráiler (elaborado con secuencias tomadas de los episodios V y VI), una secuela en forma de cómic que se ambientó en la época de El Retorno del Jedi

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Lo dicho, menos película, Sombras del Imperio lo tuvo todo. La historia en sí trata de responder a muchas incógnitas que uno se plantea al ver el inicio de El Retorno del Jedi, como de dónde sacó Luke su nuevo sable de luz y por qué sus poderes estaban potenciados si aún no había regresado a Dagobah para completar su entrenamiento a las órdenes de Yoda. Los malos más carismáticos de Star Wars, Vader y Boba Fett, también tienen un protagonismo destacado en la novela, al tiempo que se crean personajes nuevos que calaron hondo en los aficionados. Entre ellos destaca sin duda el príncipe Xizor, líder de la organización criminal Sol Negro, que no duda en conspirar con el objetivo de convertirse en la mano derecha del Emperador ahora que éste no mira a Vader con tan buenos ojos tras su fracaso en Bespin.

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Y dado que Han Solo no puede aparecer en la novela al estar por entonces congelado en carbonita, se crea también a un nuevo personaje para sustituirlo. Éste no es otro que Dash Rendar, un contrabandista colleriano que, como todo buen contrabandista corelliano que se precie, cuenta con su propio carguero modificado, un YT-2400 (modelo por lo tanto más moderno que el viejo montón de chatarra más rápido de la galaxia en el que todos estamos pensando) que recibía el nombre de Jinete del Espacio. Mencionar como curiosidad que en la edición especial de Una Nueva Esperanza, estrenada en 1997, el Jinete del Espacio llegaba a hacer un cameo. En cuanto a Dash Rendar, su mayor momento de gloria le llegó al ser protagonista único del videojuego en el que, ahora sí, nos disponemos a entrar de lleno.

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Sombras poligonales

Prácticamente todos los productos que abarcaban el proyecto multimedia de Sombras del Imperio se lanzaron simultáneamente, así que el juego apareció en el mismo mes en que la novela irrumpía en las librerías de medio mundo. Sobre el videojuego de Sombras del Imperio llegaron a correr ríos de tinta entre la prensa especializada de la época, y es que aunque este título finalmente no llegara a ser nada del otro mundo, tuvo el honor de convertirse en uno de los primeros exclusivos third party anunciados para Nintendo 64. Aquí, los más viejos del lugar recordarán ese Dream Team de desarrolladores third party selectos que se montó Nintendo para intentar hacer ver al usuario que su nueva plataforma contaría con títulos escogidos y contados que contrastarían visiblemente con la numerosa morralla que, según ellos, inundaba el catálogo de la primera PlayStation. Es más, incluso el por entonces requetepluriempleado Shigeru Miyamoto llegó a hacer algunas sugerencias a LucasArts sobre Sombras del Imperio durante su desarrollo.



Incluso es posible que en los meses previos al lanzamiento de la esperadísima consola de la gran N solo el mismísimo Super Mario 64 llegara a acaparar más atención por parte de las revistas físicas de entonces; sobre todo en Europa, donde Sombras del Imperio formó parte de la primera hornada de juegos que llegaron al viejo continente junto a la consola. Mencionar como curiosidad que al principio estaba previsto que el juego se encontrara protagonizado por Boba Fett, aunque LucasArts desechó la idea puesto que prefería desarrollar un videojuego donde el cazarrecompensas más letal y eficaz de la galaxia fuera el eje central de su propia historia. Dicho videojuego no acabó siendo otro que el notable Star Wars: Bounty Hunter (PS2 y GameCube, 2002), con la diferencia de que el progenitor de Boba, Jango Fett, fue el único protagonista. Parece ser que el cazarrecompensas preferido por los aficionados no tiene mucha suerte en el ámbito del videojuego, visto lo que pasó también con Star Wars 1313 más de 10 años después.

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Regresando a Shadows of the Empire, y una vez estuvo claro que el protagonista sería Dash Rendar, ya solo quedaba planificar la jugabilidad y los niveles de los que constaría. Aunque el desarrollo y el hilo narrativo de Shadows of the Empire se basa en la novela homónima, se incluyen secciones alternativas que en su mayoría van enfocadas a acercar el videojuego lo máximo posible a la trilogía clásica de películas. Así, la acción comienza ni más ni menos que en la Batalla de Hoth con la que se abre El Imperio Contraataca. Dash Rendar es metido aquí con calzador por medio de retrocontinuidad (vamos, que se supone estaba allí, solo que dio la casualidad de que no aparecía en las escenas de la película original de 1980), para que así podamos pilotar un snowspeeder y nos demos el gustazo de derribar AT-ATs a golpe de cable. Una vez a bordo del Jinete del Espacio, nos escabulliremos de la encerrona imperial echando mano del mismo campo de asteroides que sirvió de vía de escape al Halcón Milenario.

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Este inmejorable comienzo para Sombras del Imperio resulta jugar en contra del título cuando ya la acción pasa a inspirarse directamente en la novela de la que toma el nombre, puesto que los subsiguientes niveles no están tan conseguidos como los que se ofrecen al inicio del juego. Aquí ya nos encontramos con Rendar yendo tras la pista de Boba Fett para intentar rescatar a Han Solo de las garras del cazador de recompensas antes de que éste lo lleve al palacio de Jabba el Hutt. Sin embargo, antes de medirnos con Fett acabaremos cruzándonos con IG-88, el letal droide que también se dejó ver por primera vez en El Imperio Contraataca. Luego tenemos a Dash protagonizando una vertiginosa carrera de motos speeder en Tatooine, todo para encontrarse con Luke en la abandonada residencia de Obi-Wan Kenobi a la que el incipiente jedi se ha retirado para construir un nuevo sable de luz y potenciar su dominio en la Fuerza. El contrabandista también saboteará un superordenador imperial (y encontrará los planos que suponen la prueba del desarrollo de una segunda Estrella de la Muerte, así que parece que no solo los espías bothan tuvieron algo que ver en el asunto) y acabará uniendo fuerzas con Luke, Lando y Chewie para rescatar a Leia de las feromónicas garras del príncipe Xizor. La gran batalla espacial final de la novela también está reflejada en el videojuego de Sombras del Imperio, incluyéndose además un epílogo posterior que hace que el final de la historia nos deje un mejor sabor de boca respecto a lo que pudimos leer en el libro.

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En lo que a nivel técnico se refiere, Shadows of the Empire es hijo de su tiempo y refleja a la perfección su condición de juego perteneciente a la primera hornada de lanzamientos para Nintendo 64. De hecho, los kits de desarrollo de N64 ni siquiera estaban disponibles cuando se empezó a trabajar en Shadows of the Empire, por lo que se usó una estación de trabajo de Silicon Graphics (la compañía que se alió con la gran N para desarrollar el hardware de la por entonces conocida como Proyect Reality) a la hora de programar el juego.



Es más, para comenzar a testear el título no hubo más remedio que echar mano de ingenio (tampoco se disponía de pads de N64 a tal efecto), ya que se usó un prototipo construido por Konami y consistente en un controlador de Super Nintendo modificado con un arcaico stick analógico y un gatillo Z. El legendario secretismo de la gran N llevó no solo a que los programadores de Shadows of the Empire tuvieran que firmar un sinfín de acuerdos de confidencialidad, ya que también se encontraron con que aquel controlador de SNES tuneado estaba encerrado en una caja con la abertura justa para introducir las manos, todo para evitar que pudiera fotografiarse.

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La tercera gran plataforma de sobremesa de la gran N hacía gala de varias características técnicas sensacionales, como el cacareado anti aliasing que evitaba la pixelación de las texturas al añadir un efecto de difuminado; pero se veía muy limitada por su sistema de almacenamiento, el cartucho, muy caro de producir en capacidades de memoria altas, lo que obligaba a las compañías a economizar megas en parcelas como la sonora, la musical o la definición de las texturas. Incluso el número de niveles de Shadows of the Empire tuvo que verse visiblemente reducido para que todo cupiera dentro del cartucho, ya que de los 19 proyectados inicialmente acabaron sobreviviendo únicamente 10. Además, el número de polígonos que N64 era capaz de poner en pantalla, aunque superior al de sus coetáneas de generación, seguía siendo demasiado bajo como para permitir escenarios elaborados o modelados medianamente decentes.



Así, Shadows of the Empire no ha resistido demasiado bien el paso del tiempo a nivel visual, revelándose a ojos del usuario actual como un juego tosco y excesivamente cuadriculado. De todas maneras el nivel del hardware en la época no daba para más. Eso sí, el suave frame rate del juego destacaba especialmente (no en vano, esta característica era otro de los puntos fuertes de Nintendo 64), algo también aplicable a la calidad de su banda sonora, ya que los cortes orquestales de John Williams y Joel McNeely están grabados directamente en el cartucho en lugar de convertidos a sintetizador, tal y como era tristemente común en los juegos de N64 debido a la ya mencionada limitación de memoria de su soporte de almacenamiento.

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Sombras del Imperio también cumple a nivel jugable, aunque con reservas. Su jugabilidad se divide entre secciones de combate espacial y niveles en los que ya controlamos al propio Dash Rendar en frenéticos tiroteos y exploración de corte tridimensional en tercera persona (con posibilidad de activar una vista en primera persona no demasiado conseguida). Así, las secciones de combate en las que tomamos el control ya sea del snowspeeder o del Jinete del Espacio solo pueden tacharse de soberbias, mientras que las protagonizadas por el propio Rendar (que son mayoría en el juego) no pasan de seguir las directrices de un título de acción corriente y moliente de la época.

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El videojuego de Sombras del Imperio se convirtió en todo un éxito en cuanto llegó a las estanterías de las tiendas. Su condición de juego perteneciente a la primera hornada de títulos de N64 jugó a su favor y le permitió alcanzar la nada desdeñable cifra de más de un millón de copias vendidas. La prensa de la época le otorgó buenas puntuaciones, aunque nada extraordinarias, ya que la mayoría de revistas se quedaron en un 7 sobre 10. Nintendo mantuvo la exclusividad del título durante toda su vida comercial, ya que solo se lanzó una conversión destinada a PC, plataforma ajena a la guerra de consolas que en ese momento la gran N mantenía con Sony.

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Star Wars: Jedi Knight -Dark Forces II-

Año de lanzamiento: 1997
Plataforma: PC

Nos encontramos ante uno de los mejores videojuegos sobre el universo Star Wars jamás lanzados. Así, como suena, sin medias tintas. Jedi Knight es más que una secuela de Dark Forces. En realidad es un juego completamente nuevo en todos los aspectos que comparte con su antecesor el género (acción en primera persona, aunque ahora con la posibilidad de saltar a tercera en cualquier momento) y sus protagonistas principales. Ya el propio título deja bien a las claras lo que encontraremos en el juego: Jedi Knight (Caballero Jedi) nos hace ver que la total ausencia de sables de luz y poderes de la Fuerza que existió en el primer juego ha pasado a la historia. El principal elemento diferenciador de Star Wars respecto a otras space operas es implementado en el juego en toda su gloria y esplendor, de una forma jamás vista antes en un título de La Guerra de las Galaxias.



Puesto que Kyle Katarn era de nuevo protagonista en el juego, había que transformarlo en un jedi de la noche a la mañana, así que los guionistas del título tuvieron que tomarse algunas libertades con Kyle, haciendo que el cursillo acelerado en la Fuerza que Luke tuvo en Dagobah pareciera en comparación un entrenamiento de décadas de duración. La acción se sitúa un año después de los acontecimientos de El Retorno del Jedi. El Imperio Galáctico ha sido descabezado tras las muertes del Emperador y de Darth Vader. Pero la galaxia es muy grande, la maquinaria de guerra imperial sigue siendo enorme, y nuevas amenazas surgen por doquier mientras Mon Mothma y sus aliados tratan de convertir a la Alianza Rebelde en una incipiente Nueva República capaz de afrontar los desafíos que sin duda se presentarán en el futuro.

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Una de las consecuencias directas surgidas tras las muertes de Palpatine y Vader ha sido la aparición de algunos jedi que hasta entonces habían permanecido ocultos en la clandestinidad. Luke comienza a contactar con ellos, todo con vistas a reinstaurar una Orden Jedi que será más que necesaria en el futuro. Pero algunos de esos resurgidos jedi no tienen intención alguna de servir a la Fuerza, o al menos no desde su lado luminoso. Son jedi oscuros, siete en total, corrompidos por años de clandestinidad en los que se han visto obligados a ocultarse entre las sombras y cometer actos execrables para sobrevivir. El más poderoso de todos responde al nombre de Jerec, lidera a los otros seis jedi renegados, y tiene la intención de hacerse con el control del Imperio. Pero antes de eso anhela convertirse en un lord Sith a todos los efectos, para lo que deberá acceder a un valle secreto, un lugar sagrado en el que la Fuerza fluye más que en cualquier otro rincón de la galaxia.



Mientras tanto, Kyle Katarn descubre cosas impactantes sobre su pasado. Una grabación revela a Kyle que su fallecido progenitor ayudó a un caballero jedi a ocultar el mapa que llevaba al valle secreto que Jerec quiere encontrar a toda costa. El propio jedi oscuro que ahora planea sustituir a Vader como lord Sith y a Palpatine como emperador galáctico fue el asesino del padre de Kyle, por lo que el objetivo de Katarn queda entonces claro: detener a Jerec a toda costa. Pero sin un maestro a su lado para enseñarle los misterios de la Fuerza, el camino que Kyle ha elegido recorrer puede llevarle por senderos muy oscuros.

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Así, mientras los primeros niveles de Jedi Knight transcurren de forma muy similar a Dark Forces, con Kyle usando blasters, detonadores termales y diverso arsenal propio de un mercenario galáctico, todo dará un giro de 180 grados cuando descubra la verdad sobre el pasado de su padre. Kyle blandirá entonces un sable de luz y podrá acceder a diversos poderes de la Fuerza. Como jugadores en general y aficionados a Star Wars en particular, no podremos evitar esgrimir una amplia sonrisa cuando escuchemos el característico zumbido del arma jedi tras activarla. Aunque podremos seguir usando un amplio arsenal de armas láser y explosivos, a partir de entonces no querremos hacer otra cosa que activar la vista en tercera persona, agarrar con ambas manos nuestro sable de luz y repartir justicia a lo largo y ancho de la galaxia, fulminando a nuestros enemigos en los combates cuerpo a cuerpo y devolviendo los disparos láser al remitente cuando alguien ose atacarnos a distancia. Lo dicho, una auténtica gozada puesto que Star Wars: Jedi Knight no era otra cosa que el “simulador de jedi” definitivo, el juego que los aficionados a la saga galáctica llevábamos 20 años esperando.



Entre las innumerables virtudes que posee Jedi Knight, destaca sin duda la posibilidad de desarrollar nuestros poderes de la Fuerza bien desde el lado luminoso o bien desde el reverso tenebroso de la misma. Los poderes de cada extremo están perfectamente reflejados, pudiendo por ejemplo curarnos a nosotros mismos o confundir a nuestros enemigos desde el lado luminoso, o bien retorcer gargantas a distancia o lanzar los mortíferos rayos de Fuerza desde el reverso tenebroso. También existen poderes de la Fuerza neutrales, accesibles tanto desde la luz como partiendo de la oscuridad, que nos brindarán por ejemplo más velocidad de desplazamiento o capacidad de salto. Dependiendo de las decisiones que tomemos durante el juego y de los poderes de la Fuerza que decidamos desarrollar podremos acceder al final bueno (derrotamos a Jerec y nos unimos a Luke en su academia jedi para enseñar a una nueva generación de caballeros) o malo (matamos a Jerec, nos convertimos en lord Sith y nos hacemos con el control del Imperio).

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Por si todo esto no fuera suficiente, el desarrollo de la historia de Jedi Knight es apasionante. Los siete jedi oscuros a los que debemos enfrentarnos están excelentemente construidos en cuanto a personalidad y carisma; los combates que entablamos contra ellos son realmente apasionantes y variados; e incluso la épica y el dramatismo de algunas escenas están a la altura de varios de los mejores momentos de las películas de Star Wars (no queremos destripar nada, pero ya veréis cuando cojáis el sable de luz amarillo; al menos para el que esto suscribe esa escena se convirtió en uno de los mejores momentos Star Wars que jamás he vivido). Además, las escenas cinemáticas del juego fueron elaboradas usando actores reales, lo que permitió a Jedi Knight convertirse en el primer producto Star Wars desde el estreno en 1983 de El Retorno del Jedi que incluía combates de sables de luz rodados cinematográficamente.



Los niveles de Jedi Knight, 21 en total, atesoran además todas las virtudes de la edad dorada de los FPS: laberínticos, enrevesados, desafiantes, únicos, salpicados de puzles… El juego se benefició a nivel técnico de su condición de exclusivo de PC, por lo que su apartado visual, de entera construcción poligonal, lucía impresionante si teníamos la suerte de poseer una tarjeta gráfica aceleradora, y se escuchaba de fábula si instalábamos en nuestro ordenador un buen sistema de sonido.

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Pero no se vayan todavía, pues a continuación hubo mucho más. Jedi Knight contó con una expansión bautizada como Mysteries of the Sith. Desarrollada en 1998, esta expansión se ambientaba cinco años después de los acontecimientos de Jedi Knight, partiendo del final benigno de dicho juego. Kyle Katarn es ya aquí todo un maestro jedi, y ha tomado como aprendiz a una alumna, digamos, complicada. Dicha alumna no es otra que la mismísima y añorada Mara Jade. La que durante la era imperial fuera Mano del Emperador y ojito derecho de Palpatine recibió tras la muerte de éste el encargo de asesinar a Luke Skywalker, aunque logró escapar de la influencia póstuma de su diabólico maestro en los acontecimientos que se relatan en la trilogía de novelas de la Nueva República. Ahora, más que enseñar los misterios de la Fuerza a una mujer que empuña un sable de luz púrpura y es desde hace muchos años una de los jedi más poderosos de la galaxia, Kyle intenta reconducirla al buen camino por petición de Luke.

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Lo mejor de todo es que, tras unos niveles iniciales en los que seguimos controlando a Kyle, pronto tomaremos el rol de Mara y ya no lo abandonaremos hasta el final del juego. Mara Jade es uno de los mejores personajes vistos en el antiguo Universo Expandido de la saga (para el aficionado veterano de la franquicia, su carisma y personalidad la hacen digna de codearse en el top de personajes con los mismísimos protagonistas de la trilogía clásica), y sin duda se convierte en uno de los principales reclamos para jugar a Mysteries of the Sith, aunque ni mucho menos el único. Eso sí, por desgracia nos quedaremos con las ganas de ver a Mara siendo interpretada por una actriz de carne y hueso en las secuencias cinemáticas del título, dado que éstas son construidas usando el propio motor gráfico del juego en lugar de ser rodadas con actores reales tal y como sucedió en Jedi Knight.



La expansión mejora al ya de por sí excelente juego original en muchos aspectos, por lo que podría ser considerada perfectamente y con todas las de la ley como una nueva e independiente entrega de la saga Dark Forces. Con 14 niveles, 20 nuevas clases de enemigo entre las que se incluye todo un señor rancor, un hilo narrativo que no tarda en girar alrededor de Mara Jade, y diversas mejoras en el motor gráfico del juego con respecto a lo visto en Jedi Knight, Mysteries of the Sith es otra joya interactiva que ningún aficionado a Star Wars que se precie de serlo puede dejar escapar.

  

La recepción de Star Wars: Jedi Knight fue excelente entre la crítica y el público, algo de esperar debido a la tremenda calidad de la que hacía gala el juego. La mayoría de puntuaciones que recibió lo situaron por encima de un 90 sobre 100, rubricando con ello su condición de producto sobresaliente. Lo único que quizá se le podría achacar es lo concerniente a su banda sonora. Por supuesto no por dudar de su calidad, ya que los cortes estaban tomados directamente de las BSOs de la trilogía clásica compuestas por John Williams, sino porque acababan haciéndose repetitivas al haberlas escuchado ya tantas veces anteriormente. Aquí quizá lo ideal habría sido contar con un nuevo compositor para desarrollar material melódico inédito, tal y como sucedió con otros juegos de Star Wars tanto pasados como futuros.

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Jedi Knight no perdió nunca su condición de título exclusivo de PC, siendo el único juego de la saga Dark Forces que jamás llegó a ser lanzado en consola alguna. Afortunadamente, a día de hoy es posible hacerse tanto con este juego como con su también extraordinaria expansión con facilidad, todo gracias a la Steam del tito Gabe, así que ya estáis tardando en descargarlo para poder disfrutar de uno de los mejores videojuegos de Star Wars de todos los tiempos.

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Star Wars: Masters of Teras Kasi


Año de lanzamiento: 1997 (1998 en Europa)
Plataforma: PlayStation

Juegos de Star Wars los hay a patadas (en la época actual no, por desgracia, pero en el pasado vivíamos en la abundancia), y pertenecientes a todos los géneros que se nos puedan ocurrir con la única excepción de las aventuras gráficas. ¡Ah, ojalá Tim Schafer, Ron Gilbert o alguno de los genios que crearon Maniac Mansion, Monkey Island, Fate of Atlantis y tantas otras extraordinarias aventuras hubieran ambientado alguno de sus juegos en cierta galaxia muy lejana! Pero por desgracia eso nunca pasó, así que no, no hay aventuras gráficas de Star Wars de las que echar mano.



Pero ese no es el único género en el que Star Wars cojea. Y es que llama poderosamente la atención que, en los 33 años de historia que La Guerra de las Galaxias lleva acumulados en el mundo del videojuego, tan solo llegara a ver la luz un único juego de lucha uno contra uno basado en la saga cinematográfica. Dicho título no es otro que el que nos ocupa, Star Wars: Masters of Teras Kasi, lanzado en exclusiva para la primera PlayStation en el ya más que lejano año 1997 (al viejo continente llegó un año después).

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La acción de Masters of Teras Kasi se ubica entre los episodios IV y V de la saga cinematográfica. El juego nos narra cómo, tras la destrucción de la primera Estrella de la Muerte, el Emperador ya no confía tanto en la eficacia de Darth Vader, así que decide contratar a una asesina profesional, experta en un arte marcial ancestral conocido como Teras Kasi, para que localice y elimine a los principales miembros de la Rebelión, al tiempo que encarga a su mano ejecutora, la joven y letal Mara Jade, el mismo objetivo. Por supuesto, el orgulloso Vader no está dispuesto a permitir que nadie triunfe donde él ha fracasado, así que emprende por su propia cuenta la búsqueda de esa escoria rebelde que le derrotó, centrando sus esfuerzos especialmente en encontrar a cierto muchacho rubio en el que la Fuerza parece ser especialmente intensa.



Star Wars: Masters of Teras Kasi sigue punto por punto los parámetros establecidos en el género de la lucha, sobre todo en lo que a su rama poligonal se refiere. En el juego se dan cita 11 personajes: Luke Skywalker, Han Solo, Leia Organa, Chewbacca, Darth Vader, Boba Fett, Hoar (un guerrero tusken), Thok (un gamorreano), un stormtrooper, Mara Jade y Arden Lyn (la asesina contratada por el Emperador, experta en el arte marcial ancestral que da nombre al juego). Luego también tenemos a Leía con el disfraz de cazarrecompesas que llevaba al principio de El Retorno del Jedi, y también a un trasunto de Boba Fett llamado Jodo Kast. Pero estos dos últimos son luchadores clónicos con prácticamente nulas diferencias respecto a los caracteres en los que se basan. Se echan de menos personajes como Obi-Wan Kenobi, Yoda o Palpatine, pero no es mala selección la que el juego nos plantea.

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Como título de lucha, Masters of Teras Kasi no es ninguna maravilla, eso es algo que salta a la vista nada más tener el juego delante. No destaca en nada, y palidece notablemente al compararlo con los monstruos del género que vieron la luz por aquella época. Si tenemos en cuenta que el juego que nos ocupa se lanzó en territorio europeo en 1998, nada más llegar tuvo que codearse con Tekken 3 (en su versión PS1), Virtua Fighter 3 (en su versión Dreamcast), Soul Calibur... casi nada. Quizás es precisamente esa imbatible competencia a la que tuvo que enfrentarse Masters of Teras Kasi (no solo en lo que a 3D se refiere, ya que en cuanto a 2D también llegaron al mercado obras maestras absolutas como The King of Fighters ’98 o Street Fighter Alpha 3) lo que hizo que el juego acabara cayendo en el abismo, recibiendo puntuaciones por parte de la prensa especializada que no solían pasar de 5 sobre 10.



Pero vaya esto por delante: Masters of Teras Kasi no es ni mucho menos un mal juego. Su calidad y acabado no llegaban ni de lejos a la excelencia de por ejemplo un Soul Edge, pero estaban por encima de la media. En lo que a jugabilidad se refiere, Teras Kasi nos ofrece un abanico impresionante de ataques y técnicas por personaje, a la altura de un Tekken o el ya mencionado Soul Edge. Cada personaje blande su propia arma, la cual además podremos enfundar en mitad del combate para acceder a todo un nuevo abanico de ataques. Además, el sistema de control es bueno y responde con eficacia. Quizá lo único realmente achacable al juego es su inteligencia artificial, la cual se revela como fácil y predecible en cuanto dominamos el juego, haciendo que un buen número de los combates disputados sean poco más que un paseo.

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Gráficamente hablando, el juego también palidece al compararlo con un triple A del género en PlayStation. Sin embargo, aquí también cumple con lo mínimamente exigible. Puede que el número de polígonos por personaje sea bajo y eso haga que los modelados no sean nada del otro mundo, pero eso es algo achacable a la mayoría de juegos de lucha poligonales que vieron la luz en PS1. Eso sí, en cuanto a escenarios destaca por encima de la media, ya que no son simples fondos estáticos como los que se vieron en la trilogía Tekken o en los dos Street Fighter EX; no en vano poseían elementos poligonales y detalles como snowspeeders sobrevolando Hoth o a Erredós andurreando por Dagobah. Eso sí, en lo que a las animaciones de los luchadores se refiere no hay duda: malas, acartonadas y artificiales. Puede que fuera precisamente en dicha parcela donde más se notó la falta de experiencia de LucasArts en el género de la lucha versus.



En el apartado auditivo el juego sí que roza la excelencia, y es que si se usan cortes de las bandas sonoras del maestro John Williams al tiempo que se echa mano de la biblioteca sonora que el gran Ben Burtt creó para las películas, es imposible errar el tiro. En definitiva, puede que Star Wars: Masters of Teras Kasi no destaque en nada, pero no se merece ni mucho menos el desprecio que sufrió en su día. Se trata de un aceptable juego de lucha que los aficionados a Star Wars disfrutarán sin duda al máximo, aunque solo sea por detalles como el de poder controlar a la inolvidable Mara Jade o enfrentar a Luke y Vader en un duelo uno contra uno echando mano de las mecánicas inherentes a un juego de lucha versus de toda la vida. ¿Que podría ser mejor? Sin duda alguna, pero por desgracia no hay otra cosa.

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Y es que precisamente la lástima es esa: Llevamos ya 19 años sin ver en el mercado un nuevo juego de lucha de Star Wars. Dada la situación actual, con LucasArts desaparecida y una Di$ney que solo parece tener ojos para la monetización y la onlainada fácil, está claro que ya nunca lo veremos. Y es una verdadera lástima, dado que, si las cosas se hicieran bien, el universo Star Wars podría dar pie a un juego de lucha inconmensurable. Solo hay que echar la vista atrás, hasta llegar a Soul Calibur IV (Namco, 360 y PS3, 2008), y seleccionar a cualquiera de sus tres invitados de lujo (Darth Vader, Yoda y Galen “Starkiller” Marek) para darnos cuenta de que un título de lucha de Star Wars, con presupuesto triple A y a cargo de un estudio especializado en el género, podría llegar muy pero que muy alto. Pero Di$ney está a otras cosas, qué le vamos a hacer.

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Star Wars: Episodio I Jedi Power Battles

Año de lanzamiento: 2000
Plataformas: PlayStation, Dreamcast, Game Boy Advance

En el año 1999, George Lucas decidió al fin poner en las salas de cine un nuevo capítulo de su saga galáctica, y el mundo entero se paralizó por completo. Todos sabemos que Star Wars: Episodio I La Amenaza Fantasma es una película tremendamente irregular. El exceso de trama política, la confirmación de que a George Lucas no se le daba nada bien la dirección actoral, los midiclorianos y sobre todo la aparición de los gungans en general y el odiado Jar Jar Binks en particular han hecho que esta película sea vista por los aficionados a la saga galáctica como el peor film de Star Wars jamás rodado. Pero sus virtudes están ahí, y el también fallido Episodio VII ha hecho que muchos aficionados veteranos ahora las tengan al fin en cuenta: las novedades y el aire de renovación que brinda a la mitología de la saga, la soberbia banda sonora de un John Williams en plenitud de facultades, la carrera de vainas, la poderosa e inquietante presencia de Darth Maul en pantalla, un solvente Ewan McGregor comenzando a hacer suyo a Obi-Wan Kenobi y un Liam Neeson excepcional como el maestro jedi que todo padawan querría tener...

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El caso es que la fiebre Star Wars alcanzó gracias a La Amenaza Fantasma un nivel como no se había visto desde los ya por entonces lejanos tiempos de la trilogía original. Como consecuencia, el volumen de merchandising alcanzó cotas de auténtica locura, mayores incluso que las desatadas con el reciente Episodio VII, y ello por supuesto hizo que los videojuegos surgieran a puñados. El pistoletazo de salida lo brindó el título oficial de La Amenaza Fantasma, aparecido el 30 de abril de 1999. Por desgracia, aquél juego resultó ser un absoluto desastre a nivel jugable. Estructura de niveles nefasta, control pésimo, dificultad absurda... En definitiva, un auténtico despropósito.

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Afortunadamente, los chicos de LucasArts se redimieron un año después. Así, el 31 de marzo del año 2000 llegó un nuevo título basado en el Episodio I que, con el nombre de Jedi Power Battles, resultó ser un juego extraordinario. Éste, y no otro, sí que era digno de convertirse en videojuego oficial de La Amenaza Fantasma. La primera de las muchas virtudes de las que hizo gala este título no fue otra que construir su mecánica alrededor de un género tan venerable como legendario: el beat ’em up.



La disciplina de tortas masivas por antonomasia, inaugurada por la compañía Technos en los 80 con títulos como Kunio-Kun/Renegade y Double Dragon, que alcanzó su mayor gloria gracias a Capcom y a juegazos de la talla de Final Fight, Captain Commando o los dos Dungeons & Dragons, cayó en desgracia en cuanto la fiebre poligonal invadió la industria del videojuego. Durante la era de los 32/64 bits se lanzaron muy pocos juegos que pudieran encuadrarse dentro de aquel mítico género, y los escasos que llegaron (Fighting Force, Gekido, Die Hard Arcade...) eran como mucho pasables. Jedi Power Battles, en cambio, era sencillamente sensacional como brawler en general y juego de Star Wars en particular.

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En este título seguimos paso a paso los acontecimientos del Episodio I, solo que al más puro estilo arcade de la vieja escuela. Todos los personajes seleccionables de inicio son jedi, lo que siempre es un plus en un juego de Star Wars. Así, a los previsibles Qui-Gon Jinn y Obi-Wan Kenobi se unen varios miembros del Alto Consejo Jedi como son Mace Windu (con sable de luz azul, ya que el púrpura solo se vería a partir del por entonces futurible Episodio II), Adi Gallia, Plo Koon y Ki-Adi-Mundi (este último exclusivo de la versión Dreamcast). Como personajes extra teníamos a Padme Amidala, el capitán Panaka y el mismísimo Darth Maul. Todos los personajes poseían un abanico de ataques variado y numeroso. Los jedi, además de manejar el sable de luz con absoluta maestría, podían usar la Fuerza a modo de ataque especial y eran capaces de desviar (o devolver al remitente si pulsábamos el botón de bloquear en el momento justo) los disparos láser enemigos. El juego contaba con detalles como nuevos modelos de droide enemigo (la mayoría con diseños muy acertados, que casaban perfectamente con lo visto en la película), además de secciones de salto, plataformeo y control de algún vehículo, lo que brinda una agradecida variedad al conjunto jugable.



El juego se muestra más que solvente en PlayStation en todo lo referente al nivel visual. La versión Dreamcast hace gala de un frame rate más estable y una mayor resolución de las texturas, aunque por desgracia son los dos únicos elementos que aprovechan la superioridad del hardware de la última e inolvidable consola de Sega; y es que LucasArts se limitó a llevar a cabo una conversión directa de la versión PS1, sin muchas florituras más allá de algunos detalles como la posibilidad de controlar al ya mencionado Ki-Adi-Mundi. Obviamente, la versión Game Boy Advance es distinta e infinitamente más humilde respecto a lo visto en las consolas de sobremesa, aunque consigue mantener el tipo a pesar de sus limitaciones. El apartado sonoro no deja de ser lo que podríamos esperar, con música y efectos sonoros tomados directamente de la película, así que aquí tenemos una buena excusa para disfrutar de la banda sonora creada por el maestro Williams, la mejor de toda la trilogía de precuelas.

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La calidad de Jedi Power Battles se reflejó en las puntuaciones de la época, aunque hubo excepciones que criticaban entre otras cosas la dificultad en las secciones de salto. Pero por regla general el juego gustó entre la prensa especializada, poseyendo en la actualidad una media de 76 sobre 100 en Metacritic. En definitiva, un título que eliminó de un plumazo el mal sabor de boca que había dejado en nuestro paladar el juego oficial del Episodio I y que se reveló como uno de los mejores beat ’em ups de su generación.

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Despedida y cierre galáctico

64 párrafos son muchos párrafos, incluso si hablamos de un Regreso al Pasado, así que aunque en principio estaba planificado que este top de juegos Star Wars en 32 bits alcanzara la decena, mejor lo dejamos aquí y, si la acogida es buena, seguimos con otros cinco. Por supuesto, la selección de juegos que ha protagonizado el presente RaP es personal e intransferible. No son ni mucho menos los cinco mejores títulos de La Guerra de las Galaxias aparecidos entre 1995 y el año 2000, sino los que más divirtieron a este humilde servidor de ustedes durante dicha época. Así que, si por ejemplo habéis echado de menos en esta lista ese juegazo inconmensurable que es Rogue Squadron (o X-Wing Alliance, o Episode I: Racer, o Force Commander, o...), no se ha incluido simple y llanamente por falta de tiempo y espacio.

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Por lo tanto, verdaderos creyentes, primero daros las gracias por leer, una costumbre sana pero que parece no estar de moda en estos duros y youtuberos tiempos que nos está tocando vivir. No olvidéis que si aún saco de vez en cuando el DeLorean a pasear es por vosotros, ni más ni menos, así que espero y deseo que hayáis disfrutado de un ameno y entretenido rato de lectura. Y extended la noticia ya que, si el presente RaP cosecha las visitas suficientes, habrá continuación. Es más, ¿cuáles deberían ser para vosotros los 5 siguientes juegos de Star Wars de los que deberíamos hablar? Solo hay una regla: los títulos en cuestión deben haber llegado al mercado en su lanzamiento original entre 1995 y el año 2000. Oh, sí, otra regla, esta mucho más importante: el ¿juego? Star Wars: Jar Jar’s Journey queda excluido de la ecuación por razones tan evidentes que no hace falta mencionarlas. Así que no lo votéis, porque será voto nulo. Sin más que añadir, hasta que volvamos a leernos no olvidéis permanecer atentos a MeriStation y no cambiar de canal. Ah, y por supuesto, que la Fuerza os acompañe.