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Los juegos para móviles, sin su revolución soñada

Se habla de la potencia que tendrán los nuevos smartphones, del mercado que están robando a las portátiles, pero con el paso del tiempo el clásico juego para móviles –salvo excepciones- sigue lejos de la revolución que tenía que cambiar la industria.

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Cuando empezaron a proliferar los juegos para móviles, se vio la accesibilidad que tenían y sus económicos precios, no fueron pocos los que vaticinaron el adiós definitivo de las consolas portátiles y un cambio de rumbo de la industria del videojuego en general. Pasan los años, mejoran las condiciones de estos terminales, pero la revolución no acaba de llegar. Entre otras cosas, porque el mercado móvil está cayendo en sus propias redes.

El control táctil sigue siendo un contratiempo importante, pero no el único que juega en contra del crecimiento de este sector. Hay juegos que han sabido adaptarse perfectamente a la realidad de no tener botones, pero sigue siendo una barrera para los grandes géneros en el mundo de los videojuego. Van saliendo propuestas con botones y crucetas, pero están alejadas todavía del gran público y juegan en contra de lo que quieren transmitir los smartphones actuales.

Pero lo que hace que no vivamos la revolución esperada es, sobre todo, el modelo de juegos que florecen y abundan en la App Store y en Google Play. Se esperaban ideas novedosas, sin ataduras respecto a grandes compañías. Un lugar donde cualquiera puede desarrollar algo único, especial. El problema es que por cada proyecto único salen 100 clónicos. Los que debían buscar ese punto diferencial acaban buscando el dinero fácil (totalmente legítimo, ojo). Si a esto añadimos secuelas previsibles, el resultado es que de un mercado enorme tenemos que separar el grano de la paja. Y queda poco de grano.

Tampoco ayudan los Free 2 Play, juegos que en sistemas móviles acaban brindando la cara más agresiva de dicho modelo de negocio. Es una fórmula de retroalimentarse, y la tendencia es centrarlo todo en modelos de éxito. Los juegos de correr de manera infinita, los puzles tipo Candy Crush, juegos de estrategia. Pocos riesgos, porque el de al lado ya ha triunfado con un modelo de dinero fácil. Y así, entre clones, secuelas, F2P clónicos y secuelas, y miedo a hacer cosas nuevas, lo que debía ser un espacio para la innovación y un toque de atención a la industria clásica ha acabado siendo todo lo contrario. Un espejo de los errores que ya hemos visto en el pasado –y presente, dirán algunos- del mundo de los videojuegos.