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Los asesinatos de Dexter

Dexter Morgan es un ciudadano ejemplar de cara a la galería, un padre modelo y un profesional reputado. Pero cuando se le cruza una de sus víctimas, el Oscuro Pasajero sale a la luz y acomete el asesinato. Acaba Dexter, una de las series de los últimos años y preguntamos: ¿Puede existir un asesino como él en el mundo real?

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“Blood. Sometimes it sets my teeth on edge, other times it helps me control the chaos” – Dexter Morgan.

Advertencia: Este reportaje incluye menciones a sucesos acontecidos en la serie hasta la vigente temporada, la octava y última, por lo que leerás destripes argumentales. Mantén tus ojos lejos de estas líneas si no sigues de cerca la serie.

Pocos asesinos han conseguido empatizar tanto con el público en la historia del audiovisual como Dexter, protagonista de la serie homónima emitida en Showtime y basada en la obra de Jeff Lindsay, que ahora encara su octava y última temporada. Tras más de ochenta episodios, este personaje que muta el concepto tradicional del asesino en serie dando una justificación moral y personal a sus actos ha acabado con la vida de decenas de víctimas, la mayoría justificadas por guión y sin cargo de conciencia para el espectador, transformando el asesinato en un arte en el que la sangre se conserva como un trofeo capaz de calmar al Oscuro Pasajero del protagonista.

Porque Dexter es un serial killer con familia: una hermana, Debra, que le mantiene en un altar hasta que se desmoronan sus bases al final de la séptima temporada; un hijo, Harrison, cuyo progenitor evita a toda costa que se transforme en lo que él es; y una vida amorosa lastrada por el asesinato de su esposa Rita y posteriores relaciones que rozan lo patológico, quizás por azar –Lumen, víctima de un secuestro, Hannah McKay, implicada en varios crímenes–, quizás por el propio destino. A lo largo de las ocho temporadas que componen la serie, El Oscuro Pasajero ha aplicado el “Código de Harry” para satisfacer sus instintos asesinos acabando con la vida de personajes que se lo merecían.

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En el muestrario de sangre de Dexter suenan nombres de todo tipo y color, pero con un tenebroso historial de asesinatos cometidos en el entorno de Miami a lo largo del tiempo presente y del pasado. Algunos de los asesinos que han pasado por la camilla y el plástico de Dexter han cometido crímenes horrorosos: violaciones, violencia de género, mutilaciones, rituales de sectas, etc. El reguero de muertes que dejan es escabroso tanto en fondo como en forma, y no se queda atrás si se compara con casos reales sucedidos en las últimas décadas que han actuado como inspiración en la serie.

Nombres contemporáneos como Richard Trenton, “El Vampiro de Sacramento” (mató 6 personas en un mes), Jeffrey Dahmer (acabó con la vida de 17 personas entre 1978 y 1991), Ted Bundy (violó y asesinó mujeres en la EE. UU. de la década de los setenta)  o Charles Manson se suman a clásicos como el anglosajón Jack El Destripador o el francés Gilles de Rais. Estas escabrosas personalidades han influido en la figura de ficción del asesino en serie moderno en el mundo audiovisual con sus particulares matanzas para generar réplicas en películas, series, novelas, cómics y hasta videojuegos, algo que tampoco ha faltado en el universo Dexter con una aventura producida por Icarus Studio y lanzada en 2009.

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Dexter es, a grandes rasgos, un justiciero que trabaja en base a unas normas o principios para acabar con la vida de quienes pertenecen a la cloaca social, es un ser que corrige injusticias con sus herramientas de carnicero y arroja en la costa de Miami los despojos inermes desde el barco “Slice of Life”, un exterminador de quienes lo merecen. Por sus manos han caído monstruos de todo tipo, hombres y mujeres que han cruzado la línea de lo legal en Miami. Nuestro protagonista es ese vigilante que aprovecha las herramientas policiales de su día a día para tomarse la justicia por su mano de una forma sigilosa, rápida y con una precisión quirúrgica. Que no le cacen –salvo algunas ocasiones– es la base para garantizar que no se desmorone su mundo.

Para transformarse en este ser, Dexter tuvo que cruzarse con un destino cruel a muy temprana edad (tres años), el que le llevó a vivir el asesinato de su propia Madre con motosierra en un contenedor en el que permaneció días. Este hecho hará que el personaje nacido en sangre, convirtiéndole en lo que es, y haciendo que su hermano Brian, quien también vivió el hecho, despierte como asesino. Por esta razón, el propio Dexter trata de evitar a toda costa que su hijo Harrison termine convirtiéndose en otro asesino, pues también nació en sangre al ver cómo su madre, Rita, caía en manos de Trinity, en el final de la cuarta temporada. Una bañera ensangrentada recogía el cuerpo de Rita sustituyendo al contenedor.

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¿Cuánto de ficción y cuánto de realidad existe en este personaje? José Cabrera Forneiro (Madrid, 1957), psiquiatra forense conocido por su larga trayectoria profesional además de por sus intervenciones en programas de televisión como Cuarto Milenio, entre otros, cree que en el personaje no se ajusta a la realidad y tiene mucho de ficción. “Es muy ancestral el pensamiento de la venganza ante el mal en forma de Ley del Talión, algo así como un espíritu justiciero que cada cual tiene aunque estamos limitados por el cuerpo social y las leyes tanto civiles como morales. Un caso como el de Dexter es de ficción hoy día, ya que el conocer quién se merece morir y quién no está fuera de nuestro alcance. De ahí las leyes”, comenta en MeriStation.

El armazón de Dexter, ese patrón de comportamientoque impide que asesine de manera indiscriminada y focalice su sed desangre en personas que merecen morir, es ese Código de Harry quedurante la última temporada se descubre como una invención de la Doctora Vogel, psiquiatra con fuerte peso en la trama y colaboradora del Departamento de Policía de Miami.Esta creación no sería posible en realidad, pues “la psiquiatríaclínica puede tratar, mejorar, ayudar o, al revés, estropear la conductasi se hace mal, pero resulta muy difícil de aceptar científicamente queun o una psiquiatra sean capaces de generar unos patrones de conductatan férreos como el descrito en la ficción”. El Doctor Cabrera también afirma que ni siquiera la hipnosisserviría para reconducir instintos asesinos.

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En el mundo real han existido asesinos en serie que se han dejado llevar por diferentes motivaciones, pero nunca se ha presentado un caso tan particular como el de Dexter que acaba con la vida de otros tomándose esta justicia divina por bandera. No existe un referente histórico comparable con lo planteado en la ficción emitida en Showtime y creada por Jeff Lindsay. “No hay casos similares en la realidad, afortunadamente ya que un ‘justiciero’ tarde o temprano se encuentra con la duda razonable sobre la culpa del malo y en ese instante si se equivoca se convierte en el personaje mismo que el mata. Demasiado peligroso”, tercia el psiquiatra forense sobre el perfil del asesino.

Otro punto interesante de Dexter es cómo poco a poco ha ido configurando su perfil en base a las personas que le rodean. Durante la última temporada se produce el retorno de Hannah McKay, otra criminal con la que el protagonista entabla una relación amorosa, y la introducción de Zach Hamilton, un Dexter en potencia a quien el protagonista trata de transmitir su código de actuación para acabar con la espontaneidad de sus asesinatos. Este triángulo, al que se suman en sus aristas Debra Morgan y Harrison –hijo de Dexter–, genera una armónica familia que les permite compartir temporalmente emociones y situaciones que en una vida normal serían imposibles.

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Conseguir que en una situación real de asesinatos se produzca un equilibrio similar a éste recuperando a un criminal “es difícil pero no imposible […] al menos eso es lo que pensamos  y deseamos los profesionales de esta parte de la Medicina Forense”, comenta Cabrera. El psiquiatra forense remarca que en la vida real los homicidios “no tienen normas” y “cada persona es un caso diferente incluso en los llamados en EE. UU. Asesinos en Serie”, una denominación poco aceptada en Europa, según explica el psiquiatra forense.  Lo que Dexter consigue (controlarse a sí mismo mediante el asesinato) no es sostenible en el plano real.

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En la ficción, nuestro protagonista va ganando peso poco a poco y transforma un trauma de su infancia (el asesinato de su madre) en un hecho traumático que le convierte en lo que es. Salvando las distancias, se ha hablado largo y tendido sobre cómo los productos culturales como los videojuegos, la televisión e Internet pueden influir sobre las personas generando comportamientos. En esta industria, una de las preguntas eternas cuestiona si los videojuegos violentos son capaces de fomentar reacciones violentas en los jugadores. Cabrera remarca que “no hay respuestas claras y concretas" para afirmar que existe una relación entre violencia y videojuegos.

“Se ha debatido mucho si la ficción, los videojuegos, la televisión ysus series o los propios medios de comunicación pueden alentar encierto modo el crimen, y no hay respuestas claras y concretas ya que pornorma general cada caso es diferente al de al lado y siempre se hasustentado que para llegar a ser un criminal con cierta regularidadtiene que existir cierta base previa que luego un videojuego o unanovela pueden estimular”, explica el psiquiatra forense. Electronic Arts y Activision, dos de las grandes productoras de la industria, coinciden en desmitificar la relación entre agresividad y ocio digital, llegando hasta a integrar grupos de presión en el Senado de EE. UU.

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Incluso así, y a pesar de que hasta Take Two, editora de los juegos de Rockstar Games, ha saltado a la palestra para quitarse de encima a quienes acusan a Grand Theft Auto V de ser una apología a la violencia, la administración de Barack Obama en Norteamérica ha destinado 10 millones de dólares a investigar la relación violencia-videojuegos. Crímenes como el producido en Luisiana (niño de 8 años mata a balazos a su abuela), en Brasil (extermina a su familia por estar “enganchado" a juegos violentos) o en Alemania (mata a una mujer con una katana por influencia de Final Fantasy) son solo tres ejemplos que han generado titulares en los medios a lo largo de este año y que, dada la creencia popular, no serán los únicos que suenen en televisión hasta diciembre.

En España no se olvida el escabroso caso de José Rabadán, el “asesino de la katana”, que acabó con la vida de sus padres y de su hermana en abril del 2000, convirtiéndose instantáneamente en el asesino de Final Fantasy VIII por su parecido visual con Squall Leonheart, protagonista del juego de Square Enix –por aquel entonces Square Soft–. Lo que pasó por la mente del joven que ha pasado casi ocho años en prisión difícilmente vino provocado por la influencia del videojuego, explica Cabrera, pues se necesita una vulnerabilidad psíquica para que se produzca una explosión de estas características: “Los casos mencionados como el de Rabadán y el resto se ha demostrado que se dieron en personas vulnerables psíquicamente con muchos conflictos interiores no resueltos, es decir, barriles de pólvora a los que solo había que prender”.

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