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Forza Horizon 2 vs Driveclub

Playstation 4 y Xbox One han recibido en estas últimas semanas dos nuevos referentes del género de la conducción. Dos títulos imprescindibles para sus catálogos que se ven las caras frente a frente. Así son y así se diferencian las obras de Playground Games y Evolution.

Actualizado a

Dos juegos de conducción para dos consolas distintas. Dos exclusivos esperados con ganas para afrontar estos últimos meses de 2014. Dos títulos que inevitablemente se han ido mirando por el retrovisor aunque no sean iguales ni tampoco pretendan competir. No en vano, uno está en Playstation 4 y el otro está en Xbox One. Pero ya que quieren convertirse en los reyes de la conducción más salvaje de la nueva generación de consolas, lo mejor es ponerlos frente a frente. Y ver quién llega antes a la línea de meta. Así son, en esto se parecen y en esto se diferencian Forza Horizon 2 y Driveclub. La conducción de nueva generación que ya ha arrancado definitivamente.

Playground Games consiguió con Forza Horizon 2 algo que parecía improbable: convertirse en referente dentro de su propia franquicia. A pesar de ser discípulos de Turn10 y de ser una secuela de un spin-off. Su juego de conducción en mundo abierto ha cautivado mucho más de lo que lo hizo Forza Motorsport 5 y se ha convertido en uno de los imprescindibles de Xbox One. Al otro lado, el segundo en llegar. Driveclub fue uno de los grandes reclamos cuando se anunció Playstation 4.  De la mano de Evolution (creadores de Motorstorm y con gente que estuvo implicada en Project Gotham Racing), el juego de conducción para la consola de Sony se reafirma como una bestia tecnológica y un título clave en este primer año de la plataforma sobremesa. Ya los valoramos en su momento en el análisis, pero ahora toca hacerlo cara a cara.

Concepto de juego

 Mucho se ha hablado del concepto de juego de uno y otro juego. El soplo de aire fresco que ha supuesto la experiencia Forza Horizon 2 ha sido objeto de algunas comparaciones en análisis de Driveclub, aunque la realidad indica que ambos modelos tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Ni todos los juegos tienen que cerrarse a campeonatos marcados desde el menú de juego ni tampoco los títulos de conducción deben pasarse al Open-World de manera obligada para considerarse punteros en el género.

   

Forza Horizon 2 cuenta con más de 300 carreteras que cruzan todo tipo de ciudades, suben y bajan montañas, pasan por zonas de tierra, cruzan campo a través y, cuando te cansas de ellas, directamente te puedes lanzar al prado que tenemos al lado de la carretera.  La sensación de libertad es una de las grandes virtudes del juego de Playground Games, que nos permite no solo disfrutar de los viajes hasta los eventos que hay repartidos por el escenario, algo que da más posibilidades para perderse buscando extras y secretos y rompe con el carrera-carrera constante, sino que además sabe exprimir su naturaleza de tal manera que consigue que el mero hecho de perderse por el mundo de Forza circulando por donde queramos, sin objetivo, se disfrute enormemente.

Por su lado, Driveclub no tiene esta vocación Open World que algunos han reclamado. Y aunque tiene cierto sentido la petición en cuestión (el simple hecho de disfrutar por libre de los espectaculares escenarios por los que pasamos) sus virtudes y posibilidades son otras: Contar con una gran variedad de circuitos que encontraremos en cinco localizaciones distintas: Escocia, Chile, Noruega, Canadá y la India. ¿El resultado de elegir estos lugares? Que están perfectamente diferenciadas  y tenemos una buena variedad de carreteras a las que nos enfrentamos. No tenemos la libertad de movernos por ellas si no es compitiendo, pero a cambio contamos con muchos contrastes.

   

La conducción

La conducción es clave para discernir si un juego de coches encaja con nosotros o  no. La respuesta de los vehículos y su verosimilitud –que no realismo- respecto a los homónimos de verdad que recrean. Naturalmente, con licencias ya que ambos tienen un corazón salvaje y arcade en su ADN. De ahí que se adopte un concepto híbrido en el que haremos todo tipo de acciones sobre la carretera impensables en un simulador puro pero exigente a la hora de controlar el vehículo que tenemos en nuestra mano. En este sentido, seguramente Driveclub tiene un toque más arcade respecto a la propuesta de Playground Games. Suponemos que no hace falta recalcar que no es algo malo por definición ni viceversa.

Driveclub obliga a medir muy bien cuando aceleramos al salir de una curva, y como debemos contravolantear para mantener el control del vehículo. Pero es cierto que el control de los súper coches del juego de Playstation 4 cuenta con un sistema de derrapes y unas frenadas en el último momento que lo acercan al clásico arcade de conducción. Por el contrario, a pesar de ello, el juego tiene un sistema de penalizaciones en el que acortar en una curva o chocar contra nuestros rivales no nos sale a cuenta porque nos ralentizarán el coche. Esto hace que el juego no se convierta en un título de conducción alocada aunque tengamos más opciones de corregir algunos excesos… inevitables. Corazón arcade que invita a no sobrepasarnos en el campeonato de turno.

Forza Horizon 2 tiene un concepto de la simulación algo más acentuada en lo que respuesta del vehículo se refiere. Aquí las frenadas de última hora se castigan con un impacto frontal con el muro de turno, los contravolantes son exigentes y si nos sobrepasamos con algún derrape acabaremos con el coche dando vueltas sobre su mismo eje. Un control de lo que tenemos que hacer con el vehículo más exigente, pero a cambio tiene en su vertiente arcade muchas más licencias a la hora de competir: Podemos atajar las curvas fuera de carretera, pegar algún que otro salto importante si vamos descontrolados en un cambio de rasante y acabar cruzando césped o la arena no penaliza. A veces ayuda incluso. Además, cuenta con un sistema de Skill Points en el que nos darán puntos por temeridades como derrapes, roces con otros vehículos, saltos o conducir en sentido contrario. Invita a pasar los límites marcados, al revés de Driveclub.

Ambos juegos tienen un sistema de daños visual que va in crescendo a medida que tenemos contacto con otros vehículos, aunque en el caso de Forza Horizon 2 también se añade la posibilidad de personalizar elementos de conducción (eliminar ayudas ABS, tracción de vehículo) que permite hacerlo más realista. Además de contar con daños “simulación” que pueden dejarnos sin motor y por lo tanto, perdiendo la carrera si impactamos con fuerza en según qué momentos.

Los vehículos

Ambos títulos cuentan con una gran cantidad de coches disponibles si se compara con predecesores del género al que pertenecen, aunque es cierto que el número y variedad de vehículos de Forza Horizon 2 es realmente abrumador. El juego de Playground Games lleva 200 coches con todo lujo de detalles en el interior y en el exterior que además están llenos de contrastes entre ellos: tan punto podemos ir con un McLaren F1 a más de 230 por hora que conducimos un Golf clásico de los años 70 o nos saltamos las reglas del asfalto para ir campo a través con un cuatro por cuatro. Esto se traduce en muchos eventos distintos según cada categoría y en un abanico de posibilidades impresionante a la hora de escoger la gamma de vehículo que queremos usar.

Por su parte, Driveclub no tiene tanta cantidad de coches y se queda en unos cincuenta, un número nada desdeñable en todo caso. Además, el juego de Evolution se centra sobre todo en los deportivos, empezando desde gamas más comunes como el A1 o el Mini John Cooper hasta llegar a auténticos bólidos de competición: Pagani Huayari, Ferrari Berlinetta, Aston Martin One y otros. Los coches más potentes llevan KERS, no por ser un arcade sino porque lo llevan también los coches reales. El juego se centra en un perfil de vehículos muy concreto –se echa en falta alguna marca japonesa- pero se permite el lujo de brillar con luz propia en los detalles llevados hasta el extremo de cada uno de los diseños de los vehículos. Basados en más de mil fotos por modelo para tener referencias, encontraremos detalles –sobre todo en vistas interiores- que nos dejarán boquiabiertos. Inmenso trabajo en este sentido.

   

A nivel de personalización, Forza Horizon 2 se postula como mucho más completo en este sentido. En lo que estética se refiere, el juego cuenta con el clásico sistema de vinilos de la franquicia que permite hacer auténticas obras de arte para compartirlas a posteriori con otros jugadores. Por su parte, Driveclub cuenta también con varios elementos de personalización en pintura y diseños a base de varias capas disponibles. Pero donde realmente se marca la diferencia entre ambos juegos es en la personalización interior: Forza permite toquetear todo tipo de elementos mecánicos que modifican la respuesta y comportamiento del vehículo. Marchas, motor, ruedas, aerodinámica, amortiguadores… se puede cambiar de todo de tal manera que incluso se modifica la clase del propio vehículo si nos vamos al extremo.

Pruebas y modalidades

Driveclub tiene una distribución de pruebas de corte más clásico a las que podemos acceder directamente desde el menú. Se trata de carrera, contrarreloj, campeonato y derrape. El modo principal es el modo Tour, donde el jugador tiene que subir de categoría según el tipo de vehículo disputando algunas de las pruebas mencionadas. Hay cinco categorías a cada coche: de Rookie a Legend. Cuando conseguimos estrellas desbloqueamos nuevas zonas y cuando completamos el campeonato final de esa zona subimos de nivel. Lo bueno del juego es que las estrellas –máximo de tres- se consiguen no solo ganando la carrera, sino haciendo también ciertos objetivos (hacer una vuelta rápida, dar una vuelta limpia, etc). Lo importante es competir y hacerlo con estilo. Además, paralelamente tenemos también los puntos de fama, que nos obligan a adelantar, derrapar, hacer sectores sin impactar, usar rebufo o ir a velocidades de locos, algo que nos permite subir nivel y desbloquear vehículos. En total, 55 pistas altamente rejugables por el hecho de los objetivos de estrella y los puntos de fama además de los Eventos únicos, poder personalizar nuestras carreras propias ante 11 IAs.

Forza Horizon 2, por su parte, cuenta como modalidad principal los Campeonatos: 168 torneos a razón de 28 por localización que se separan según clase de automóvil. Competiciones de cuatro carreras en los que disfrutamos de la variedad de propuestas que tenemos delante: algunas son vueltas a circuitos cerrados, otro son travesías de un punto a otro, otras nos invitan a ascender y bajar montañas, otras cruzar campo a través. Los cambios de terreno (asfalto, gravilla, campos de flores) añaden variedad dentro de los propios recorridos y juegan con esa sensación de libertad. El Open-World cuenta con muchas más pruebas: exhibiciones que nos invitan a correr contra aviones militares, globos aerostáticos o aviones comerciales en medio de la lluvia; experiencias vitales repartidas por el mundo en las que vamos a correr con coches concretos en condiciones también concretas; la búsqueda de vehículos escondidos en medio del mapeado y el sistema de desafío a drivatars: cuando circulamos por Forza, podemos ponernos detrás de cualquier drivatar y retarlo a una carrera improvisada a cambio de puntos y créditos. El juego de Playground no cuenta con objetivos en carrera, pero si con los Skill Points ya mencionados que nos dan puntos de experiencia cuando hacemos ciertas acciones. El contenido se cierra con extras como radares de velocidad y carteles para destrozar.

Drivatar vs IA agresiva

La Inteligencia Artificial siempre ha sido uno de los factores más a tener en cuenta en los juegos de conducción. Que no sea un paseo ganar los campeonatos ni tampoco se note que juguemos contra ciborgs. Encontrar el punto intermedio es una obsesión de los desarrolladores del género, y en Forza Horizon 2 y en Driveclub encontramos dos propuestas interesantes en este sentido.

El juego de Playground Games usa la tecnología Drivatar que vimos en Forza 5, uno de los mayores aciertos que se han hecho en el género de la conducción. El título, básicamente, estudia la manera que tenemos de conducir y lo traslada a la nube, de tal manera que cuando jugamos a Forza nos encontramos a nuestros amigos en forma Drivatar conduciendo con sus patrones. Esto permite vivir carreras de manera mucho más realista y humanizadas. Veremos a coches que frenan tarde y se salen de la carretera, otros que entran de manera kamikaze a las curvas, que nos meten presión sin descanso. Básicamente, tenemos a rivales con la agresividad y los errores de los humanos, dando cierto toque de imprevisibilidad a todas las carreras. Aunque el primero vaya destacado no todo está perdido, puede fallar porque es “humano”.

   

Por su parte, Driveclub ha conseguido generar una IA agresiva que nos pone las cosas complicadas desde un primer momento. Saben cerrarnos huecos si intentamos adelantarlos, tienen errores de conducción en momentos de alta tensión y si hace falta un pequeño impacto contra nosotros para poder estabilizarse, lo harán. La IA, eso sí, tiene una excesiva agresividad que nos jugará malas pasadas: el juego cuenta con un sistema de sanciones riguroso, y si vamos primeros y un vehículo nos impacta por detrás, a veces lo hacen en rectas de manera injustificada, recibiremos nosotros la sanción de turno. Algunos golpes laterales en las curvas o choques traseros que nos mandan fuera de la carretera dejan una sensación agridulce, ya que parece excesiva la temeridad de la IA teniendo en cuenta las reglas por las que se rigen las carreras en Driveclub.

Online y Social

El juego online se funde perfectamente con una vertiente social presente en ambos juegos aunque mucho más acentuada en Driveclub. El título de Evolution destaca por el sistema de clubs para hasta seis miembros que compiten tanto de manera individual como conjunta en todas las modalidades. Ganar fama extra, conseguir puntos para el club y desbloquear coches exclusivos. La personalización del club y la posibilidad de retar a jugadores con desafíos (sistema tipo fantasma de toda la vida), a nivel general o involucrando a los miembros del club donde lo más importante no es el resultado individual sino el rendimiento general de todo el equipo. A todo esto se añaden partidas para hasta doce jugadores en todo tipo de modos.

   

Forza Horizon 2 apuesta también por la sencillez a la hora de jugar. Estás en el mapa del juego y accedes directamente a cualquier partida online que esté en ese momento con tan solo pulsar un botón, o te unes a la travesía que está haciendo un amigo en algún punto del mapa. Cuenta también con la sesión libre en línea, que permite viajar e ir al evento que queramos, desafíos cooperativos que están repartidos por el mapa y carreras para doce jugadores. También hay un sistema Car Club (para hasta mil jugadores) en los que los usuarios compiten en marcadores internos mientras los clubs compiten a su vez entre ellos.

Apartado audiovisual

Tanto Forza Horizon 2 como Driveclub se han postulado como referentes gráficos en sus respectivas consolas. Ambos comparten un mismo “pero” dentro del género de la conducción: 30 frames por segundo y no los 60 que muchos siempre consideran deseables para este género. A cambio, eso sí, es apabullante lo que se ve en pantalla en ambos casos, destacando en el caso de Driveclub el nivel de acabados y lo impresionante que luce en movimiento cada una de las localizaciones, mientras que en Forza además de ser también potente (seguramente no con tanto nivel de detalle ni solidez que Driveclub) lo hace en medio de un mundo abierto. Ambos funcionan a 1080p.

Driveclub tiene un acabado casi enfermizo con muchos elementos que reaccionan a nuestro paso: tierra en las cunetas, trozos de papel, hojas y pétalos entre muchos otros detalles. Además de disfrutar de los imponentes escenarios y horizontes que rodean los circuitos disfrutamos de ríos en movimiento, pájaros volando y una sensación de realismo, en definitiva, de lo más impresionante. Todo en medio de una buena sensación de velocidad y fluidez constante. El sistema de ciclo día-noche también añade muchos detalles nuevos con las luces de los vehículos, generación aleatoria de nubes o los claroscuros de según que puntos de los trazados. Faltará ver el cambio climatológico –de momento no está disponible- para completar un apartado gráfico imponente.

Forza Horizon 2 por su parte luce a un gran nivel en movimiento. Una distancia de visionado rica en detalles, el asfalto cambiando según el sol y la iluminación, estructuras de ciudades que dan ganas de bajarse a visitar y un apartado que luce en los cambios: el ciclo día-noche nos permite gozar de la negra noche y el rol de los faros de vehículos que nos encontramos de cara, mientras que el ocaso del sol da un toque rojizo al escenario muy satisfactorio. No escatiman en detalles: la lluvia lo cambia todo. El reflejo del agua en el asfalto lleno de charcos, los vehículos con gotas de agua cuando ha dejado de llover o la escasa visibilidad en la vista interna cuando llueve con ganas. Todo fluido y sólido pero que eso sí, tiene detalles a mejorar como algunas texturas cercanas que cargan tarde y ciertos elementos visuales como arbustos pixelados que podemos ver cuando tenemos una cámara cercana al vehículo.

La banda sonora, por su parte, cuenta con elementos comunes en ambos casos. En Driveclub lo más destacado de todo es el trabajo hecho con los sonidos de cada coche, de los cuales escucharemos cambios significativos según la cámara que usemos. Son rotundos y espectaculares, como sucede con los vehículos que recrean: frenos que se clavan, cambios de ritmo, acelerones. Gran trabajo en este sentido que se ve mermado por la banda sonora. El dubstep y techno son los estilos que predominan, pero las canciones elegidas no tienen la contundencia ni la potencia que el ritmo del juego precisa, y salvo un par o tres de temes acaba siendo muy secundaria en comparación con otros títulos.

Por su parte, El acabado del sonido del motor y cómo reacciona a nuestros movimientos en Forza Horizon 2 es acertado y permite identificar claramente cuando estamos controlando un coche de gamma alta y cuando vamos con un clásico de hace treinta años. Además, a nivel musical el juego ofrece 150 canciones repartidas entre varias radios donde los géneros electrónicos predominan, con algunos hits que nos meten más adrenalina en el cuerpo y con la posibilidad, también, de escuchar música clásica, una experiencia que encaja perfectamente como pudimos ver años atrás en Project Gotham Racing 4, por citar un ejemplo.

Llegados a este punto, solo podemos indicar que ambos títulos nos han parecido grandes representantes del género de conducción más salvaje. Dos juegos que se enfrentan por proximidad en su salida, por el hecho de ser exclusivos y porque comparten naturaleza y muchas similitudes. Pero que bajo el punto de vista de Meristation son perfectamente compatibles y suficientemente diferenciados para brindar experiencias distintas cuando saltemos de una consola a otra y viceversa. A pesar de que en los análisis respectivos (Forza Horizon 2 y Driveclub) ya dimos nuestra valoración individual, la elección de quién es mejor acaba en manos de vosotros, los jugadores.

   
  
    

Forza Horizon 2 cuenta con una propuesta fresca y diversa gracias a que el sistema de mundo abierto nos permite encontrar decenas y decenas de campeonatos, eventos, exhibiciones y extras ocultos en los que no faltará la variedad: ciclo día-noche, lluvia, asfalto, tierra, campos de maíz. Es difícil aburrirse en el mundo de Playground Games por la abrumadora cantidad de elementos a nuestra disposición (200 vehículos) y por el toque salvaje que le da poder circular por dentro de la carretera, por fuera o por donde consideremos según cada momento. El sistema Drivatar y la sencillez del online juegan a favor de un juego en el que incluso circular sin destino alguno es satisfactorio.

Driveclub por su parte nos muestra un apabullante acabado visual con cinco localizaciones impresionantes y diferenciadas entre sí, además de un estilo de juego frenético y exigente con un equilibrado sistema de estrellas y fama. La apuesta de Evolution está claramente enfocada al online, aunque te sugiere compaginar con el offline para tener una progresión equilibrada, donde los clubs y el trabajo competitivo y cooperativo dentro y fuera de ellos tiene un peso vital para la longevidad del título. Seguramente sin tanta variedad en modos, pero rejugable gracias al sistema de estrellas por objetivos que nos obligarán a ser auténticas leyendas en la carretera si queremos seguir avanzando y desbloquearlo todo.

Y vosotros, ¿de quién sois?
¿Forza o Driveclub?