Gaming Club
Regístrate
españaESPAÑAméxicoMÉXICOusaUSA

10 Mentiras sobre el Periodista de Videojuegos

Maletines, juegos y consolas gratis, viajes con hoteles de cinco estrellas, y un sueldazo. Estas son las grandes mentiras que los jugadores piensan sobre los periodistas de videojuegos.

Actualizado a

"¿Cuántos maletines os han dado por este análisis, eh?". "¡Estáis comprados, solo ponéis buenas notas a los juegos que os dan publicidad!""¡Vaya sueldazos tenéis!". "¡Siempre os están regalando videojuegos!".

Frases como las anteriores nos acompañan en nuestro trabajo día a día, y ciertamente pese a la extendida creencia popular, son afirmaciones falsas. Como periodistas del sector, la presión que manejamos es altísima -tu opinión es la guía que otras personas tomarán para realizar sus compras-, las horas que le dedicamos al trabajo más allá de lo estipulado en nuestros contratos, infames, y la devoción por los videojuegos, pura vocación. Si no, no se entiende que pese a todo, sigamos aquí. Amamos nuestro trabajo, pero desde luego, es una profesión dura. Se cobra poco, se trabaja mucho y la tolerancia al error -o a la interpretación que le puede dar un usuario a tu opinión- es nula. Por eso, hoy queremos traeros un reportaje para desmentir todas esas cosas que algunos soléis pensar sobre nosotros.

No nos dan maletines, ojalá. Entendiendo que el maletín estaría lleno de billetes de 500, o 200 al menos. Las compañías tampoco nos dan una bonificación por puntuar mejor a sus juegos. Y no, los sueldos que cobramos no son muy altos que digamos. De hecho se parecen bastante a los de cualquier trabajo de esos que te planteas únicamente como temporal, hasta que te salga otra cosa. Ah, y algunos tenemos pareja y relaciones estables, aunque parezca mentira. Dormimos poco, por lo general, eso es cierto. Metemos más Red Bull en nuestra dieta del que nos gustaría, y quemamos más consolas de las que querríamos. Nos gustan los maratones, aunque a veces llegar a las fechas de embargo o cumplir con un buen análisis puede privarnos del sueño durante días. Pero nos gusta lo que hacemos. Lo amamos. Y cada uno de los defectos que tiene esta profesión, que son muchos, suele estar compensado por la oportunidad que hemos tenido de dedicarnos a esto. O así será hasta el día en el que decidamos que no compensa. Y en ese momento dejaréis de vernos por aquí.

Por eso, hoy os traemos las que para nosotros son las diez mentiras o falsos mitos del periodista de videojuegos. 

10. Maletines

Sabíais que íbamos a empezar por esta, claro que sí. Los famosos maletines. Se utilizan como eufemismo de "soborno". Así como el que tira la piedra y esconde la mano. Están presentes en todos los ámbitos del periodista de videojuegos. Análisis, eventos, avances y cualquier tipo de opinión con respecto a un juego. Que hablamos bien de un título, "vaya maletines te han soltado, eh?". Que puntuamos con una buena nota a un juego, "como se nota que ha habido maletines". Si nuestra crítica no es positiva, al revés; "se ve que no han mandado maletines". Es el flowchart con el que estamos acostumbrados a que se juzgue nuestro trabajo. En diecinueve años de historia de la revista, jamás hemos visto uno de esos. Las compañías no nos pagan, ni nos sobornan. Y además, como trabajadores del Grupo Prisa, estamos sometidos a un código ético bajo el que cualquier obsequio o atención que cualquier compañía nos envíe y no se considere herramienta de trabajo o supere un valor determinado, debe ser revisado por nuestro superior para velar por el código ético-periodístico que mantenemos. ¿Cuántos YouTubers pueden decir lo mismo?

Sabéis, porque somos muy transparentes que hemos tenido problemas con más de una compañía por actualizar una nota, o por una calificación en concreto. Nos han retirado campañas de publicidad, han dejado de invitarnos a eventos e incluso nos han privado de cualquier tipo de contenido informativo, como notas de prensa y material multimedia, solo por poner una nota que a la compañía en cuestión le parecía baja. Pero nunca ha ocurrido lo contrario. Podemos equivocarnos. Seguramente, lo hagamos más de lo que creemos. Y muchas veces, nos ha llovido mucho por ello. Si un juego nos parece de diez, se lo ponemos. Y si nos parece de seis, también se lo ponemos. Cada nota suele meditarse por el equipo de redactores al completo. Las debatimos, discutimos, llegan a volar cuchillos entre nosotros en muchas ocasiones porque no alcanzamos un consenso. Pero a la redacción nunca ha llegado un señor o señora de una compañía con un maletín y nos ha ofrecido dinero por una nota o un reportaje. Os diríamos que lo sabríamos si algún redactor se hubiera ido de crucero, pero es que tampoco es que tengamos demasiadas vacaciones. Aunque, vaya, ese es otro tema...

9. Sueldazos

El tema de los sueldos suele ser una broma interna del sector bastante habitual. Lo cierto es que no os hablaremos de cifras, por razones de privacidad evidentes, aunque una de esas razones sea que no es un orgullo presumir de ellas. Porque sí, cobramos poco. Si estamos en este mundillo es porque nos gusta, pero el periodista de videojuegos medio, al igual que el periodista medio de cualquier otra vertiente, no cobra demasiado bien. La mayoría somos colaboradores autónomos o freelance, y cobramos lo justo por nuestras horas o piezas para tener una vida más o menos cómoda y pagar las facturas. Amamos esto, ese es el motivo que más peso tiene. Ya sabéis, hay personas que se meten en profesiones que no les gustan solo por el dinero. Es una meta tan loable como cualquier otra. Pero, si alguien así quisiera hacer eso como periodista de videojuegos, en fin, se llevaría una sorpresa.

8. "Es fácil y todo el mundo podría hacerlo"

Esa suele ser una de nuestras críticas más habituales. Incluso de otros adultos, eh, no os penséis que este mundillo es demasiado amable. Que si solo sabéis jugar, que si "jugar sé hacerlo hasta yo". A la hora de publicar un análisis o un reportaje, cualquier aficionado de los videojuegos se aventura a comentar que él o ella lo habría hecho mejor, o que algo así puede hacerlo cualquiera. Pero tenemos una carrera, -algunos dos, y un Máster- ¿sabéis? Son cuatro años ahora, cinco antes con la licenciatura, y hemos estudiado lo mismo que un periodista deportivo, que ese presentador que véis en las noticias o que vuestro tertuliano favorito. Hemos aprendido a escribir, aunque a veces no os guste nuestro estilo, o cometamos alguna errata. Hemos estudiado cómo transmitir la información, como se hace un reportaje, una noticia, una crónica, una entrevista. Ser periodista no es fácil, de hecho, es un trabajo bastante duro la mayoría del tiempo. Seguro que hay profesiones que requieren una preparación mayor, pero la nuestra no es moco de pavo. Pasarse una semana jugando a contrarreloj, apenas sin dormir y a base de cafeina para tener un análisis a tiempo, y luego escribir un texto que sintetice y puntúe todo lo que hemos jugado es algo que no muchos podrían hacer. A veces, es conveniente pensar eso. No solo jugamos. De hecho, ya nos gustaría, porque muchas veces es lo que menos hacemos.

7. "Estáis todo el día jugando"

Este punto va íntimamente relacionado con el anterior, y es uno de los que más conviene aclarar. Nuestra profesión consiste en analizar, cubrir e informaros sobre videojuegos. Hasta ahí estamos de acuerdo. Pero en el ámbito del juego, y las horas que le echamos a esto, conviene recalcar que existen dos situaciones, y desde luego ninguna de ellas es ese escenario ideal en el que estás jugando en tu salón sin nada más que hacer que disfrutarlo. Primero, puede pasar que nos peguemos una maratón por un análisis o avance. No es lo mismo jugar en la comodidad de tu casa que tener que echarle una cantidad infame de horas a un juego en el que tienes que prestar la máxima atención para luego escribir un texto que lo detalle todo acerca de lo que has jugado. En segundo lugar, están las veces en las que apenas lo hacemos. Por ejemplo, tenemos un viaje a Londres para probar un título determinado. Tenemos que levantarnos a las 4:00 de la mañana, coger un avión, llegar al lugar tras dos horas de avión y otras dos en taxi (dejaremos lo mucho que odiamos el tráfico de Londres para otro día). Y, tras eso, jugar, probar el producto, hablar con los desarrolladores, entrevistarles, sacarles información que os interese a vosotros y que no se haya dicho antes. En muchas ocasiones, de doce horas de jornada, jugamos dos. Y para eso hemos tenido que ir incluso a la otra punta del mundo, echándole muchas horas extra y rompiendo tu rutina. Y, atentos, nos encanta. Nos pegamos esas palizas porque poder contaros las novedades de un juego en primicia, o poder transmitiros las declaraciones del creador o diseñador de turno es todo un privilegio. Pero hacerlo es de todo menos cómodo y fácil.

6. Te regalan juegos y videoconsolas

Aquí estamos ante un punto interesante. Imaginad que tenemos que analizar un juego, y entonces, la desarrolladora responsable nos manda una copia para tal fin. Además, en una caja de plástico transparente y en formato disco promocional. Si no, y cada vez más, un código descargable intangible. Pues bien, ahí acaba todo. Con esto os queremos decir que es rara la ocasión en la que, por ejemplo, una compañía nos envía más de una copia y entonces varios redactores pueden hacer un análisis o quedarse con una. El redactor que se encarga del análisis suele quedarse la copia a posteriori, o la dejamos en la redacción para futuros parches y revisiones. Y en cuanto a las consolas, peor todavía. No es que tengamos la redacción de Meristation llena de PlayStation 4, Xbox One o WiiU, una de cesión que se queda en préstamo. De hecho los redactores pagamos por nuestras consolas. Alguna vez hemos tenido que ir a Twitter a enseñar un recibo de compra, porque es posible que a otros se las regalen, pero nosotros vamos al Game a comprar nuestras consolas y ediciones de coleccionista. Es más, si hablamos de títulos, os sorprenderían aún más ciertas compañías que ni siquiera nos envían una copia de prensa para hacer los análisis, obligando al redactor que se encarga del mismo o a la revista a pagarlo de su bolsillo, o comprar el titulo de salida y tener que sacar el análisis más tarde porque no teníamos una copia de prensa con la que llegar al embargo.

5. No cuesta nada explicarles a los demás en qué trabajas

"¿En qué trabajas?". "Soy periodista de videojuegos". "¡Ah, que guay! ¿Y qué haces? ¡Qué pasada de trabajo, seguro que estáis todo el día jugando!". Y a ver cómo le explicas al responsable de todas las afirmaciones anteriores que, como os hemos dicho antes, a veces jugar es lo que menos haces en toda la semana. La predisposición del público a pensar dicho estereotipo sobre los periodistas de videojuegos es tan grande, que conversaciones de sobremesa intentando explicarle lo que haces a amigos y familiares pueden tornarse en insufribles. Si intentas decirles que es un trabajo serio y duro, se ríen de ti, te cuestionan o te infravaloran. Es lo que os comentábamos en los apartados anteriores. Se piensa que haces un viaje y vas a jugar y a dormir en hoteles caros, o que te toca analizar un juego y estás toda la semana anterior jugando sin hacer nada. Cuando intentas explicar que eres un periodista como cualquier otro, que muchas veces ni juegas, sino que tienes que ir a cubrir eventos, viajes, hacer entrevistas y pasarte el día entero escribiendo noticias y redactando crónicas sin tocar la consola, te miran con la cara descolocada. "¡Eh, que yo trabajo duro!". "Anda, anda, si tú solo estás dándole a la maquinita todo el día, no te quejes". Y así siempre.

4. Tenemos mucho tiempo libre

Aunque a estas alturas del reportaje hayáis deducido lo contrario, lo cierto es que sigue siendo una creencia errónea bastante popular. Como periodistas de viedeojuegos, es raro el día en el que no nos llevamos trabajo a casa, en el que no tenemos que estar atentos de las últimas noticias y novedades aún en nuestra casa. Gmail, Twitter... Vas en el metro mirando el móvil. En el gimnasio, mirando el móvil. Por la noche, mirando el móvil, después incluso del cierre de contenidos. Fines de semana, tomándote unas cervezas, incluso sigues mirando el móvil. Es una profesión, la del periodismo en general, en la que es muy difícil desconectar. Imposible, porque como desconectes, te puedes perder algo. La actualidad no descansa. La información es un enorme océano que te atrapa en él y del que rara vez consigues escapar. Estamos en casa y tenemos que estar atentos a ese tráiler nuevo que ha salido a las dos de la madrugada, o a ese Nintendo Direct a la hora de la cena, o al embargo que se activa en la hora del Pacífico y aquí son las 4 de la mañana. Sí, muchas veces es nuestra culpa, porque nos lo dicen nuestros terapeutas, hay que poner límites y nos cuesta demasiado desconectar. Pero la atención y exigencia que requiere este trabajo son muy altas, y eso termina pasando factura muchas veces a nivel de fatiga mental y vacaciones o días libres que no son reparadores.

3. No tenemos pareja estable y/o vida sexual activa

Íntimamente relacionado con el anterior, y nunca mejor dicho, tenemos el tema de la vida en pareja o la vida sexual. Sí, es tal y como lo imagináis en muchas ocasiones. Tenemos que decirle a nuestro chico o chica que hoy no dormimos con él o ella porque tenemos que trasnochar para analizar un juego, o porque debemos viajar a cubrir un evento. Ahí está, nuestra pareja para salir a tomar unas copas, o a comer por ahí, y nosotros tenemos un avance que terminar de escribir o un análisis pendiente. Muchas veces es difícil conciliar nuestra profesión con nuestras relaciones, pero es posible. De hecho, os sorprendería la cantidad de redactores y redactoras del sector que están casados o casadas, tienen hijos -o múltiples parejas- y disfrutan de una vida plena en ese sentido. Es difícil de compatibilizar a veces, pero no imposible. Y ni mucho menos somos seres asexuales metidos en la caverna oscura de la redacción, aunque a veces parezca lo contrario por las ingente cantidad de tiempo que nos pasamos jugando desconectados del mundo real.

2. Nos invitan a todos los viajes y nos encanta viajar

Seguro que muchos de vosotros habéis soñado con asistir a un E3, a un Tokyo Game Show. Os encantaría estar ahí, viendo todas las novedades de primera mano y jugando a títulos que no verán la luz hasta dentro de varios meses. En primicia, como unos auténticos privilegiados. Tras las horas de viaje y la paliza que estas suponen, estas ferias son una de las cosas más agotadoras a las que puede enfrentarse un periodista de videojuegos. Por el día, son una carrera a contrarreloj por cubrir todo y estar al tanto de todas las novedades, y por la noche toca ¿dormir? Ya nos gustaría. Toca redactarlo todo, armar las piezas y noticias a contrarreloj y, si acaso, dormir dos o tres horas para poder encarar el nuevo día de la mejor manera posible. No os engañéis. Disfrutamos como críos estas ferias. Ir al E3 y contaros cada novedad, los directos, las entrevistas. Pero, de nuevo, es una labor durísima y que nos deja molidos al regresar. Y no ya de agotamiento, si no perdiendo peso -pese a la dieta americana- por las comidas que te tienes que saltar o lo que se malcome por ir a la carrera. Son días (semanas, incluso) en las que debemos estar a tope, en las que no hay margen de error, situaciones que no muchos aguantarían. Estos viajes a ferias internacionales, como la Gamescom también, los costea MeriStation. Pero como la industria tiene su propio calendario de eventos privados y las compañías suelen organizar otros eventos de prensa en Reino Unido, Francia, Alemania o Estados Unidos. Puede sonar bonito que te inviten a viajar, pero la realidad es otra: viajes de 3 días a California para ver una expansión, ida y vuelta a toda prisa en el mismo día a Londres para una demo de dos horas, y cosas por el estilo. Turismo, cero. Del avión al taxi, del taxi al hotel, del hotel al estudio y viceversa. Al final, acabas reventado de viajar. Te planteas: "¿En serio tengo que viajar 9.000 kilómetros para probar una demo guiada de dos horas?". Pero así es nuestro trabajo. Y ni mucho menos penséis que os viajes son de placer. Da igual al hotel que vayas o la compañía de avión con la que viajes -siempre en turista y con la tarifa más barata-. A veces son mejores, otras peores, pero estás el 90% del tiempo trabajando.

1. "Los comentarios de la gente no son para tanto"

Y llegamos al número uno, lo que todo redactor debe aguantar día tras día. No, no es solo la crítica, no nos quedemos en lo fácil. Sabemos que la crítica es intrínseca a nuestro trabajo. Cada vez que escribamos algo. Un reportaje, un análisis, una opinión, va a haber defensores y detractores. Se llama libertad de expresión, y el día que eso deje de existir, los primeros en extinguirnos seremos los periodistas. Nosotros os hablamos aquí de los ataques personales, de los "haters" y de aquellos comentarios que transpasan la línea de lo personal. Un texto, un vídeo puede estar mal, puede fallar o tener defectos. Os lo decíamos al principio. Nosotros también somos seres humanos que podemos equivocarnos. Pero hay cosas que no son de recibo. Que se insulte a un redactor, se le falte al respeto, se pongan en duda su moralidad, profesionalidad y ética personal, o que se le convierta en instrumento de fanboy wars, linchándole por dar una opinión contraria a uno de los bandos.

Trabajamos con situaciones de ese estilo más a menudo de lo que nos gustaría. Y eh, ya sabemos por dónde van a ir los tiros de algunos. Somos personajes públicos que estamos expuestos de manera voluntaria a opiniones de la gente, pero eso no justifica lo que algunos periodistas del sector, da igual de qué medio sean, han vivido a lo largo de estos años. Entre colegas, hemos compartido historias que os sorprenderían, para mal. Porque sí. Al final del día sí es para tanto. Llegas a tu casa hecho una mierda, preguntándote qué le has hecho a esa gente para que te puedan llegar a odiar tanto por una nota, o un comentario. Te planteas si sirves para esto, si deberías dejarlo. Llegas a plantearte tus principios. Pero sobre todo, duele. Duele porque tu sueño era dedicarte a esto y alguien anónimo, escudado en un nombre falso y una foto de algún personaje de videojuego te ha echado el mundo encima, alentando convertirte en una diana pública de forma cobarde, muchas veces armando una propia historia que no tiene que ver la realidad, pero que es ideal para que corra la salsa y sangre en el foro. A veces no vale hacer oídos sordos. Afortunadamente la legislación y jurisprudencia nos ampara en este ámbito y los malos tragos que muchos compañeros han tenido que sufrir en el pasado por lo inmaduro de Internet, han llegado a su fin. Crítica constructiva, respetuosa, por muy contundente o hiriente que sea, siempre. Faltar al honor, difamar, acusar sin pruebas o insultar a un periodista, ya sea vía foro o redes sociales son hechos denunciables que ya han tenido condenas previas. El anonimato en la red ya no existe, y nuestro comportamiento debe ser igual al que tenemos fuera de Internet. Y con ello os invitamos a reflexionar.

Ha sido una larga discusión en la redacción sobre si este reportaje debía adoptar un tono de humor, o un tono serio. Al final del día, nos importa que sepáis cómo nos sentimos a veces. Que sepáis cómo es nuestro trabajo. Para nosotros, es el mejor del mundo. Vivimos para esto. Y cuando vemos ciertas mentiras o falsas creencias sobre lo que hacemos, cuando leemos comentarios o escuchamos rumores, nos sentimos impotentes, incapaces de defendernos. Eso es lo que se pretendía este reportaje. No defendernos, sino explicaros qué hacemos y cómo lo hacemos. Deciros que hay cosas que son mentira, y explicaros por qué. Y desde luego, nos importa lo que penséis de esto. Mucho. Si pensáis que todo es una patraña y que este texto no vale nada, estáis en vuestro derecho. Pero de verdad esperamos que haya servido para aclarar algunas cosas, para que nos conozcáis un poco mejor. Que sepáis que no solo somos un tío o tía que pone una nota, o sale en un vídeo, o escribe un reportaje que te ha gustado o no te ha gustado. Y que sepáis que nos encanta esto.