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10 Jefes Finales Súper Cutres

Porque algunos 'Jefes Finales' no deberían llamarse así, éstos son los más decepcionantes con los que nos hemos encontrado.

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Muchos suelen decir que en la dificultad de un juego radica su principal atractivo, y no les falta razón. Entre otras cosas, el grado de dificultad de un título es lo que nos desafía, nos incita a intentarlo una y otra vez pese a fracasar estrepitosamente decenas de veces, porque nada sabe mejor que pasarse a un juego y vencer a ese jefe final tan difícil. La victoria ante el némesis del juego nos deja la sensación de ser campeones, titanes que han superado todas las adversidades para llegar hasta el desafío final y superarlo. Pero, a veces, las cosas no salen como esperamos, y ese desafío final se convierte en algo anecdótico, irrisorio, o incluso inexistente. Aunque el juego haya sido todo un camino de sudor y sangre, sin previo aviso, el jefe final supone el momento más anticlimático del título, dejándonos sensaciones enfrentadas y que a menudo suponen una mezcla entre frustración y un “¿para esto he llegado hasta aquí?”. Hablamos de esos ‘Final Boss’ decepcionantes, malos, cutres, incluso. Aquellos que superamos en menos de cinco minutos tras horas y horas de trabajo duro, aquellos que llegan hasta a cabrearnos por su facilidad o desidia en su diseño. 

Además, que ya os anticipamos que sabemos que este es un tema muy subjetivo, y que cada uno tendréis vuestro TOP de chascos con jefes finales (y que os invitamos, dejéis en los comentarios). Sí, hay jefes finales que son un clásico de la decepción, como Bowser en Mario, el Dr. Eggman en Sonic o, en general, los enfrentamientos finales de los Assassin’s Creed, por ejemplo. Pero nos referimos a esa sensación de anticlimatismo total, esa situación en la que nos esperábamos por la trama y acontecimientos del título, un final apoteósico, y nos terminaron plantando un WTF en toda regla. Así, estos son los 'Final Boss' más cutres y decepcionantes con los que nos hemos encontrado.

ADVERTENCIA: Al tratarse de Jefes Finales, las descripciones contienen destripes de los títulos a los que hacen alusión.

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El Brumak Mutado (Gears of War 2)
Después de enfrentarnos a Skorge, el guardaespaldas personal de la reina, y de ver como Dom encuentra a su mujer solo para verle convertida en un ser decrépito al que se ve obligado a matar en lo que supone uno de los momentos más emotivos en la trilogía de Marcus Fénix, todos nos esperábamos un final a la altura. Además, la sombra del espectacular desafío que suponía la pelea contra el general Raam en el Gears of War original era bastante alargada. Sin embargo, según se aproximan los compases finales del juego, la expectación comienza a decaer al observar que no hay hueco para un enfrentamiento similar. Así, llegamos a la escena final y la decepción pasa de percibirse a sentirse. Sí, lo que habéis visto en el vídeo es el Final Boss de Gears of War 2. Un Brumak Mutado por la Imulsión, la sustancia utilizada por los humanos como combustible y que está convirtiendo a los Locust en horribles criaturas. ¿Y cómo lo matamos? Pues subidos a un helicóptero aniquilándole con el Martillo del Alba, el arma más ‘chetada’ del juego en menos de dos minutos sin que el pobre bicho tenga una sola oportunidad. No es que sea la definición más acertada de un final impresionante…

El Monitor (Halo 3)
Coincidiremos, para empezar, en que Halo 3 es una obra maestra cuyos enfrentamientos resultan espectaculares. La batalla contra el Scarab fue todo un alarde técnico para la época y está guardada en la memoria de muchos como el enfrentamiento más épico de la saga. Sin embargo, y como en el caso del Gears 2, llegamos a la escena final, tras esa persecución en Warthog que quita la respiración, solo para encontrar que el gran némesis del juego es una maldita bola que flota y nos dispara un rayo láser. ¿En serio, Bungie? El Monitor, una avanzadísima (según los guionistas) inteligencia artificial, hace gala de sus avanzadas estrategias de Super IA Brutal flotando en el aire y disparándonos una y otra vez hasta que la destruimos con nuestro Láser Spartan, de nuevo, en menos de dos minutos. El final del juego en sí ya es otra cosa, pero desde luego, no vamos a decir que una pelota que flota pueda considerarse un ‘Final Boss’ a la altura del Jefe Maestro.

Darius Flynt (Forza Horizon)
La licencia Forza se arriesgó mucho con Horizon al pasar de un simulador de conducción que competía directamente con Gran Turismo a un título mucho más arcade que quería jugar en la liga de títulos como Need For Speed. Con un mundo abierto y el objetivo de convertirnos en los campeones del festival automovilístico ‘Horizon’, nos poníamos en la piel de un joven piloto que debía humillar a todos los campeones y ‘estrellitas' del festival con sus impresionantes dotes para la conducción. Los enfrentamientos con los rivales, por norma general, resultaban muy satisfactorios, lo que unido a la excepcional banda sonora del juego nos hacía sentir que íbamos a destrozar a Darius Flynt, el gallito autoproclamado campeón de Horizon. La carrera final, sin embargo, resulta un chasco importante. Eterna, aburrida y con numerosos fallos de la IA de nuestro rival (o nos sacaba una distancia imposible de remontar desde el principio o colisionaba con algo y se quedaba estancado toda la carrera), el desafío podía llegar a durar hasta más de veinte minutos para, al final, hacer que soltáramos el mando de la monotonía. Desde luego, algo más rápido e intenso hubiera sido lo suyo, y no una carrera por todo el maldito mapa.

El Joker (Batman Arkham Asylum)
Hay cosas que duelen mucho, como que cojan a uno de tus villanos favoritos y lo conviertan en una copia barata entre Hulk y Bane. Con el Joker como Jefe Final, te esperas una batalla en la que no predomine el enfrentamiento directo, un desafío en el que tengas que superar la astucia e inteligencia del carismático némesis del caballero oscuro para acabar con él. Nada más lejos de la realidad. En lugar de ofrecer todo lo anterior, el Joker se convierte en un Hulk barato al que debemos machacar y evitar que nos machaque al más puro estilo beat ‘em up en una pelea fácil y repetitiva que choca enormemente con el elaboradísimo argumento del juego. Quiero decir, ¡es el maldito Joker! Nadie se espera que el 'malo' más astuto y carismático de Bob Kane se líe a puñetazos con el caballero oscuro.

Fontaine (Bioshock)
Bioshock es un juego increíble que combina los mejores elementos de los FPS con una trama profunda y atípica que dan como resultado una auténtica obra maestra. El juego no te da un arma para que mates cosas y ya está. No es un Battlefield o un Call of Duty. Bioshock te pone un arma en las manos y te pregunta por qué y para qué estás matando a esa gente. Quién eres y dónde estás, y si estás dispuesto a masacrar a niñas de seis años para conseguir tener poderes con los que ningún ser humano ha soñado jamás. Y entonces, en ese contexto, te plantan ese jefe final.

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Quiero decir, después de la confrontación apoteósica con Andrew Ryan, todos esperábamos un final psicológico para el juego que me nos mantuviera atormentados durante días. O, por lo menos, una lucha épica contra algún tipo de Big Daddy deformado por el ADAM que nos costaría miles de reinicios de partida al requerir una estrategia brillante para ser aniquilado. En cambio, nos ponen en pantalla a un Frank Fontaine mutado que parece un malote de barrio hasta arriba de esteroides y cuyo carisma está a la altura de lo que cuesta acabar con él. La cinemática final, así como la bipolaridad de los finales, consiguieron salvar el conjunto del cierre del título, pero esto no quita que su Final Boss fuera lamentable.

'Marauder Shields' y El Catalizador (Mass Effect 3)
Vayamos por partes, como dijo Jack El Destripador. Después de los jefazos finales de los dos primeros Mass Effect, con ese Saren adoctrinado y aquel humanoide segador al que acompañaba esa fantástica huída en Mass Effect 2, el final de la tercera entrega, como todos ya sabréis, fue una patada en el estómago para los fans de la saga. Dejando a un lado que el ‘Jefe Final’ resulte ser un niño que nos da lecciones de ética y nos obliga a escoger entre tres finales igual de malos que obvian todas nuestras decisiones, el verdadero héroe fue ‘Marauder Shields’. ‘Marauder Shields’ es un merodeador segador cuyo objetivo es intentar de manera heróica que no veamos el final de Mass Effect 3, y que se sacrifica valerosamente por el bien de la trama argumental de la trilogía. Así, antes de que accedamos a la Ciudadela, Marauder Shields sale a nuestro encuentro en un último intento de abatir a Shepard. Fuera de bromas, la ausencia de enemigo final en Mass Effect 3 más allá de la charla con el Hombre Ilusorio y el maldito Niño que en dos minutos se ocupa de arruinar el final de la trilogía, es lo que hace que el juego se encuentre en esta lista. Todos nos esperábamos un giro argumental genial en el Catalizador tras la confrontación con el Hombre Ilusorio, o al menos un jefe final decente, y nos encontramos… bueno, al niño.

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Coronel Autumn (Fallout 3)
Aunque todo el conjunto de los compases finales del título de Bethesda resulte bastante elaborado, Fallout 3 nos deja un jefe final insultantemente fácil. Si bien es cierto que las posibilidades narrativas (perdonarle o colaborar con él, atentos a lo que pasa si lo hacemos) están muy bien implementadas y acabar con el tipo en cuestión resulta bastante satisfactorio. Sin embargo, lo dicho. Basta con dejar que nos suelte el discurso, decirle que hasta la próxima y entrar en el VATS para desmembrarle como queramos. ¿Qué quieres el código? Pues salude a mi escopeta, Coronel.

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Matías (Tomb Raider 2013)
Vale, lo sabemos. Tomb Raider es un juegazo. Crystal Dinamics se estrenó con el reboot de Lara por la puerta grande y ofreció una aventura redonda que encantó al público. Sin embargo, llegamos a su Jefe Final, y nos encontramos con otro de esos momentos de “meh, ¿y para esto tanta caña?”. Tras acabar con ese samurái-gigante-zombie-bicho raro, Matías se planta ante nuestras narices y pensamos “vaya, ahora este tío va a completar el ritual de la Ascensión, que no sé muy bien qué es pero seguro que hace pupa”. Pues nada, todo se reduce a una escena en la que Lara le acribilla con sus dos pistolas al son de nuestros gatillos en un insulso Quick-Time Event que supone el momento más anticlimático del juego. Con lo entretenida que era la lucha contra el samurái gigante, ya se podía haber quedado el final ahí…

Horrible, vaya, igual que el loot que te deja. Que es cero.
Ah, y parece una vagina gigante. Ya está, lo hemos dicho.

Darth Vader (Star Wars: El Poder de la Fuerza II)
Si el caso del Joker en Arkham Asylum dolía, este ya directamente rompe el corazón. Con la reciente irrupción de Battlefront todos hemos visto cómo se las gasta el villano más icónico del universo en el título de DICE, pero incluso Darth Vader tiene un pasado oscuro, nunca mejor dicho. ¿Recordáis aquel ‘El Poder de la Fuerza’? Pues lo que quizá muchos desconozcáis, porque la calidad era mediocre, sea la existencia de su secuela. Una historia llena de agujeros en el guión, sin sentido, con una jugabilidad horrible y una duración que no superaba las cuatro horas. Pues bien, el Jefe Final no es otro que el mismísimo Darth Vader. Ante esa perspectiva puede parecer el momentazo del juego, pero, de nuevo, va a ser que no. El combate contra el maestro Sith no es otra cosa que un amasijo de aburrimiento y repetición en el que la mecánica para superar la batalla consiste en golpear a Vader una y otra vez durante más de media hora en una lucha eterna y sin gracia que nos hará apagar la consola e irnos a dormir. ¿En serio, cómo se puede desaprovechar tanto un momento tan apoteósico? Y mejor no hablemos del final del título… 

¿Y vosotros qué, meriamigos? ¿Cuáles son esos Jefes Finales que estuvieron a punto de hacer que os lanzárais por el balcón? ¡Dejádnoslos en vuestros comentarios!