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Patapon 3

Patapon 3

Patapón al cubo

Su efecto mediático ha ido de más a menos en los últimos años; su ritmo, sin embargo, no cesa ni siquiera ante la llegada de una portátil que reemplazará el éxito de su hermana menor. Una de las licencias que han dado nombre propio a PSP es Patapón, sorprendente en su debut, un poco conformista en su continuación, un viejo conocido en su última aparición pública. Tercer Patapón que sigue el esquema original sin grandes cambios más allá de ofrecer diversión multijugador a raudales. De vuelta a pataponlandia.

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La tribu patapónica diseñada en cuerpo y alma por Rolito, diseñador vanguardista donde los haya, se enfrenta a su mayor reto desde que el Patapón es Patapón. Una extraña plaga maldita se desata tras abrir una caja mística que encierra nuevas y temibles desdichas para la sociedad pataponiana que ha tratado de expandir sus raíces hacia nuevos territorios. Primero fue la necesidad de aumentar la población de una tribu; luego la llegada de una raza invasora que privó de felicidad a los guerreros, chamanes y demás jerarquías modernas del clan que regía el Dios omnipotente, oculto tras el ensordecedor ruido de tambores. Ahora que todo Patapón se ha visto convertido en piedra, sólo un salvador podrá devolver al pueblo el ritmo perdido a base de sudor, sangre y esfuerzo. Para ello necesitará, una vez más, la ayuda de ese extraño que se esconde al otro lado de la pantalla. Es decir: la nuestra.

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Pyramid y Japan Studios aúnan fuerzas en esta tercera entrega para ofrecer un producto que sigue las señas de identidad de la licencia (un éxito a nivel mediático en su debut, gracias a la innovación que supuso su peculiar puesta en escena) sin incluir novedades especialmente significativas. ¿Qué quiere decir esto? Patapón se entiende como una especie de binomio entre una disposición visual tremendamente original -obra del reconocido artista japonés Rolito- y la constante del ritmo como base para ordenar una serie de acciones al pueblo de Patapón, constituido por extrañas criaturas cuyo diseño nace de la iconografía tradicional que Sony ha empleado para dar vida a la marca PlayStation. Un triangulo o un círculo se convierte aquí en un aguerrido miembro de una tribu que debe luchar contra la Naturaleza para eliminar la amenaza hostil de las tierras que pretenden conquistar.

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La tercera entrega de la franquicia fue anunciada en el pasado E3 como parte de la retahíla de lanzamientos que Sony pretendía lanzar al mercado antes de que finalizase el año, quizás a modo de traca final para cerrar el amplio ciclo que ha recorrido hasta la fecha PSP. Parece que esa misma propuesta se extrapola al contenido que ofrece este tercer capítulo, del que hubo ocasión de dar buena cuenta gracias a las demostraciones que han aparecido en PSN desde que fuese anunciado hasta el presente día. Pyramid dejó claro en su momento que la base jugable se mantendría, dando a entender que en esta ocasión la atención del estudio se centraría en mejorar los apartados que se introdujeron en Patapón 2, especialmente el multijugador, al parecer uno de los aspectos que cautivó al grueso de aficionados por la necesidad de cooperar para llegar a buen puerto durante las misiones.

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Vuelve el ritmo
¿Qué hay de nuevo el Patapón 3? Principalmente sutiles mejoras en la jugabilidad, así como la inclusión de un modo competitivo que podemos disputar entre cuatro jugadores, además del añadido que esto supone a la hora de calibrar la importancia del cooperativo. Vayamos, sin embargo, paso a paso. Respecto a los cambios introducidos en la jugabilidad, se aprecia una mejora considerable en las exigencias de la partida para encajar distintos ritmos, así como en la penalización que recibimos al equivocarnos en una combinación. Existen distintos niveles de dificultad que ofrecen distintas formas de afrontar este apartado, aunque en general se ha solucionado el algarabío de determinadas partidas (aquello que hacía imposible coordinar los alaridos de nuestros guerreros con el medido de fever que aparece al unir varias melodías). La mecánica permanece inmutable respecto a anteriores capítulos en cuanto a la pulsación de botones se refiere.

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Distintas melodías generan distintas formas de afrontar los combates. Algunas proponen una actitud atacante, otras defensivas. De nuestra victoria o derrota depende la estrategia que hayamos empleado durante la batalla, lo que a su vez depende también de las unidades que hemos seleccionado en la antesala de la guerra. Nuevas unidades se suman a la fiesta, unido a la desaparición del Dios omnipotente, ahora representado como una unidad más que se bate a ritmo de tambor para mantener por las nubes la moral de sus compañeros. Pocas novedades se pueden señalar en el plano jugable, demostrando la escasez general de mejoras que se han incluido en la mecánica de juego. Incluso aquí, Patapón 3 se mantiene fiel a las señas de identidad de sus antecesores, una tónica que se mantiene en el resto de apartados a destacar en las páginas venideras.

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Pensará el lector que la ausencia de detalles significativos en cuanto a la mecánica jugable se debe a cierta dejadez por parte del redactor a la hora de profundizar en ellas, pero nada más lejos de la realidad, lo cierto es que jugar a Patapón 3 ofrece exactamente las mismas sensaciones que hacerlo a Patapón 2. Esta afirmación, de ínfulas un tanto ridículas, trata de explicar la escasez de elementos que ayudan a diferenciar una obra de otra, al menos en lo que respecta a las diferencias que hayamos en el sistema de juego -en cuanto a lo que vemos en pantalla se refiere-. Los menús internos de navegación y demás presentan un nuevo diseño, más accesible que en anteriores capítulos, en parte debido a la presencia de la subida de nivel en concepto de experiencia. Ahora cada guerrero mejora su rendimiento en función de lo que haya realizado en la batalla, subrayando de nuevo la importancia de establecer una buena estrategia (de ahí la presencia de un mapa de ayuda al comenzar cada misión) antes de comenzar a jugar.

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Este sistema de experiencia mejora sustancialmente las sensaciones jugables de anteriores capítulos, entregándose al tradicional sistema por puntos. Esto otorga aún más poder al usuario a la hora de crear un ejército invencible a base de recuperar objetos y de combinar distintos atributos en el caldero mágico, liderado nuevamente por nuestro chamán. La obtención de materia prima en los escenarios en función de nuestras acciones, la lucha sin cuartel contra especies aparentemente más fuertes que la nuestra o la constante presión que supone la acción son elementos que no desaparecen del apartado jugable aunque, como podrá comprobar aquel que haya disfrutado de las aventuras anteriores, las novedades en este sentido brillan por su ausencia. De aquí sólo se puede castigar la mínima importancia de las hordas en pos de mayor presencia de héroes (nueve en total), que ahora monopolizan casi en su totalidad los combates.

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El arte de Rolito
Si la mecánica de Patapón 3 es, en esencia, la misma que la vista en anteriores entregas, sucede exactamente lo mismo con la parte visual, también con la sonora. Tras la aparición de la segunda entrega de la licencia se rumoreó la posibilidad de que Rolito comenzase a trabajar en una nueva IP (tras el aval de Sony) y dejase de lado Patapón, en la que supuestamente ya había vertido todo su conocimiento sobre el peculiar universo pataponiano. Finalmente los rumores han quedado en poco menos que eso, rumores, ya que esta entrega no sólo cuenta con trazados realizados por el puño de Rolito, sino que además muestra el mejor apartado visual de la licencia. ¿Cómo es posible, teniendo en cuenta la simplicidad gráfica de un título como Patapón? Lo cierto es que se ha mejora sustancialmente el trabajo realizado con los escenarios, tanto con la ambientación en general (basada en distintos efectos climatológicos) como en lo referente a la aparición de nuevos ecosistemas, más variados y ricos en objetos que impiden nuestro avance.

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Se diría que Rolito ha tratado de aunar las novedades de este capítulo con la grandeza de sus antecesores, tanto en lo referido al diseño de los escenarios como al de los propios aldeanos de esta tribu. Mención especial para los mastodónticos enemigos salvajes que aparecen en escena de cuando en cuando, una faceta que no resulta tan sorprendente como en el pasado -por razones obvias-, pero que sigue creando un hondo calado en el usuario. La épica de las batallas no viene impuesta única y exclusivamente por la jugabilidad y la constante de marcar un ritmo acompasado, sino también de lo que sucede en pantalla: la representación de los combates bien podría ser una escena ilustrativa para entender los combates indígenas al batirse contra la Naturaleza. El lector que piense que esto no es más que una hipérbole hará bien en echar un vistazo a las capturas adjuntas al texto para verificar este hecho.

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El mismo discurso es aplicable al apartado sonoro, del que ya se ha hablado largo y tendido en este análisis, siendo uno de los aspectos más importantes del título tanto por su calidad como por el uso que se le otorga en la aventura. La música es el pilar central de Patapón: lo fue en el primer capítulo y lo sigue siendo en el tercero. Las melodías que tararean nuestros aldeanos son nuevas en buena parte, aunque muchas aparecen en forma de remix. No se puede criticar este modus operandi por parte de Pyramid (el estudio que en esta ocasión se ha encargado del desarrollo, con el apoyo de Japan Studios, que en parte se ha desentendido del proyecto, supervisándolo), ya que resulta un acierto emplear antiguas melodías para ampliar la vida útil de un videojuego bastante longevo, especialmente si aprovechamos las posibilidades del modo multijugador, protagonista de este episodio.

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Compitiendo y cooperando
Hemos recalcado en varias ocasiones que se aprecian fácilmente las carencias en lo que a cantidad de novedades se refiere. Esto se da en casi todos los aspectos del título salvo en uno: el multijugador. Parece que Pyramid ha puesto toda la carne en el asador en este sentido, en tanto se ha incluido una modalidad cooperativa totalmente compatible con el modo Historia (lo cual quiere decir que podemos disputar TODAS las misiones haciendo uso de varios compañeros, cada cual cumpliendo una función específica, de ahí la importancia de los héroes y la desaparición de nuestras hordas, o grupos de guerreros), así como también un modo competitivo que básicamente es una especie de Capture the Flag en versión pataponiana, con la salvedad de conservar los objetos adquiridos durante la batalla aunque no seamos capaces de ganarla.

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Patapón 3 destaca en este sentido gracias a la presencia de clanes y de toda clase de elementos que se combinan perfectamente con la mecánica del título en el modo principal de juego. Parece que Pyramid invita a los jugadores a disfrutar del juego en compañía, ya que se ha preparado absolutamente toda la parte jugable para este fin. El rendimiento de los servidores es aún un misterio (principalmente debido a que no ha sido posible probar suerte a través de Internet, sólo en Ad-Hoc), aunque a juzgar por lo vivido en el pasado se diría que Sony sabe perfectamente cómo contentar al público al que se debe.

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Conclusión
La primera parte brilló con luz propia gracias a su originalidad, colorido y peculiar propuesta jugable. La segunda fue tachada de continuista pese a mejorar exponencialmente todo lo que ofreció su antecesora, con nuevas razas y distintas formas de enfocar la acción. Patapón 3 está a medio camino entre estas dos consideraciones. Lejos queda la esencia de innovación que fue loada en su día. Hoy permanece la lucidez jugable, que deriva en innumerables horas de juego que a buen seguro enriquecerán la vida de aquellos que busquen entregarse ante un título de fácil acceso. Los rasgos característicos de Patapón están ahí: la noción del ritmo para poder avanzar, la necesidad de crear más y mejores unidades, el uso de una interfaz tan peculiar como vistosa, etcétera. En este sentido no se puede hablar de pérdida alguna, aunque quizás se debe exigir más del resultado final.

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Esto se debe a la ausencia de novedades que justifiquen la adquisición urgente del título. Lo ‘nuevo' se limita a la mejora sustancial de los apartados multijugador, en otro intento de acercar la estrategia al disfrute entre varios jugadores. Sea en cooperativo o en competitivo, la tercera entrega de Patapón es la más completa en cuanto a la cantidad de misiones a realizar, así como al número de horas que se requiere para terminar la línea argumental. Sin embargo, es difícil apreciar novedad alguna en el resto de apartados más allá de la inclusión de nuevos escenarios, personajes y enemigos. La desaparición del Dios omnipotente parece más un guiño a los aficionados que una auténtica mejora. El devenir de las misiones es previsible, tanto o más que en anteriores entregas de la -ahora- franquicia.

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Se necesita incidir sobre estos hándicaps para que el lector comprenda la esencia de esta tercera entrega, básicamente la misma que la de sus antecesores. El ritmo marca el compás de la partida, la estrategia sigue siendo un aspecto imprescindible para garantizar la supervivencia de un pueblo que no ha perdido el peculiar sentido del humor que se atribuye al pueblo pataponiano desde que debutase en el mercado hace ya unos cuantos años. El caso es que la ausencia de novedades hace de este título una especie de ampliación que fácilmente nos invita a superar las treinta horas de juego (si queremos exprimir todo su contenido), o más del doble en caso de que nuestra intención sea hacer uso del multijugador.

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Echamos en falta algo más de originalidad que tan buenos resultados otorgó a Patapón en su día, pero sigue siendo imposible enumerar defectos visibles a la sutil propuesta jugable. La fiebre ha vuelto aunque lo haga con menos fuerza en el pasado.

  • Rolito se mantiene fiel a su estilo con el diseño de enemigos y patapones. 
  • El multijugador ha mejorado, convirtiéndose en uno de los platos fuertes. 
  • Se ha aumentado la permisividad de cara a la introducción de ritmos.
8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.