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Beaterator

Beaterator

Do your music

Rockstar y Timbaland unen sus fuerzas para crear el estudio musical definitivo en tamaño portátil, exclusivo de PSP. Salido casi de la nada, bajo una campaña publicitaria muy poco agresiva, tanto el estudio de Leeds como el productor norteamericano han sabido aunar el trabajo bien hecho que les ha venido caracterizando a lo largo de los años para crear un videojuego que incluye lo mejor de los editores musicales de compatibles sin necesidad de justificar un gasto desorbitado.

Actualizado a

La primera anotación que se debe realizar en el análisis de Beaterator es que no estamos ante un videojuego propiamente dicho. La última obra de Rockstar, que esta vez lleva el sello del estudio británico de Leeds, se ha realizado conjuntamente con el popular productor americano Timbaland, que actualmente cuenta con el honor no sólo de ser uno de los que mejor cobra en la industria musical general, sino que puede presumir también de codearse con la alta escena. En su palmarés de producciones encontramos a artistas del calibre de Madonna, Missy Elliot, o The Pussycats Dolls, mientras que en lo que a colaboraciones se refiere Shakira, Christina Aguilera, Britney Spears o Justin Timberlake son sólo algunos de los nombres  que destacan en su orondo catálogo.

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Su figura es la que decora la portada del juego -siempre ha sido una persona un tanto narcisista, con cierto ademán de aparecer más de la cuenta en los medios-, así como la encargada de transmitir todo el proceso de aprendizaje y guía por la interfaz que presenta el juego, bastante confusa si no sabemos ante qué clase de producto nos encontramos. Al margen de la controversia que levanta su personaje, que como decimos es uno de los más populares de la escena musical estadounidense, es imposible cuestionar su trabajo a los mandos de un editor/sintetizador musical, donde ha demostrado un centenar de ocasiones ser una auténtica maravilla. Es una de estas personas que ha nacido con ritmo y, siendo así, no extraña su querencia por tomar parte en un videojuego.

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Lo hace en un trabajo conjunto entre dos entidades de reconocido prestigio en la industria que con esta unión garantizan dos aspectos fundamentales que no pueden dejar de faltar en un editor como Beaterator: un videojuego (permitiendo la expresión) sabe perfectamente cómo poner en escena sus virtudes, y un productor que se ha esforzado por buscar nuevos estilos para combinarlos dentro de una obra única, completa como pocas hemos conocido en el pasado. Si a estas alturas todavía no hemos comprendido de qué va exactamente este título, haremos un último esfuerzo: Beaterator es un editor musical que sigue la línea de productos similares para PC que se utilizan, como su propio nombre indica, para componer, editar, ajustar o variar una composición musical en concreto.

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Música maestro
¿Qué quiere decir exactamente esta definición? Que el contenido, el objetivo principal de Beaterator, es pasar un rato creando una canción o melodía, utilizando un sencillo programa desde el que tendremos acceso a otras funciones que habitualmente no encontramos en la misma aplicación, esto es: un sintetizador, editor y compositor. Todo lo necesario, dicho en otras palabras, para facilitar la elaboración de una canción desde su principio más básico, seleccionando los acordes que deseamos utilizar en el sintetizador para más tarde incluirlo en un editor donde podemos mezclar los sonidos que hemos seleccionado anteriormente. Si somos capaces de realizar esta tarea de forma intuitiva, lo más probable es que tengamos un oído destinado a trabajar en la música de este momento en adelante.

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De lo contrario, como le pasará a la mayoría de los usuarios que se dispongan a ponerse frente a los mandos del juego, los primeros minutos tras encender la consola serán bastante desconcertantes. En la interfaz inicial, que viene precedida por un vídeo genialmente realizado en el que ya se están sentando las bases del producto -con un escueto tutorial que divide el juego en tres partes, exactamente igual que nosotros-, aparecen las dos únicas modalidades de juego propiamente dichas a las que nos podemos enfrentar. Una viene relacionada con la posibilidad de tocar en directo, mientras que la otra hace alusión al estudio de creación musical que venimos comentando hasta el momento. 

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La posibilidad de tocar música en directo nos permite ponernos en la piel de un DJ que en cada sección tiene cuatro variantes de un mismo instrumento, preseleccionadas por el jugador, por lo que podemos realizar distintas composiciones sobre la marcha siempre y cuando sepamos combinar correctamente el material del que disponemos. Es una forma de pasar el tiempo que no tiene utilidad alguna salvo el hecho de poder presumir de nuestra música durante unos minutos del modo que mejor nos venga en gana. Desgraciadamente la utilidad de este modo es más bien reducida, sin ofrecer ningún motivo específico por el que pasar las horas o, dicho en otras palabras, sin dar el sentido de entretenimiento a la música que se podía imaginar en un principio.

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De aquí en adelante, todo lo que tenemos entre manos tiene que ver con el editor de música, cuyas posibilidades van mucho más allá de lo que podíamos haber imaginado cuando el juego era anunciado ante el gran público de manera oficial. La sección principal es un selector de ‘loops' o ‘samples' que atienden a pequeños ritmos melódicos que se repiten siguiendo un intervalo marcado, medido en compases. En la primera pista podemos seleccionar cuatro loops, correspondientes a cada uno de los botones de la consola. Pulsamos el cuadrado y de aquí pasamos a un menú secundario donde podemos o bien elegir un sample creado por Timbaland, uno introducido por los chicos de Rockstar o sencillamente crear uno a cuenta propia.

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Cuando hayamos seleccionado unas pistas e incluido los sonidos esenciales para que cualquier canción cobra fuerza (percusión, melodía…) es posible escuchar todos los sonidos unificados en uno sólo, como si de una composición tradicional se tratase, o bien pasar al panel de canción desde el que podemos unir todos los sonidos en un cuadrado, guiándonos por los compases, para realizar una mezcla coherente. En el primer sector creábamos el sonido en el panel melódico, con la clásica vista de las teclas de un sintetizador apuntilladas con la nota en concreto, desde el que podemos, como su propio nombre indica, elaborar cualquier sonido con sus correspondientes efectos para luego incluirlos como un loop, esa vuelta que se repite de forma incansable en las canciones actuales.

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Plena libertad
A lo largo de nuestro recorrido musical tenemos ocasión de variar absolutamente todas las prestaciones de una canción. Podemos alterar los BPM -beats por minuto- si lo que deseamos es componer una base de drum & bass, o bien alterar un mismo sonido para que se repita con mayor cadencia dentro de un mismo compás. Es decir, dos opciones para arreglar un mismo sonido dependiendo de las variantes que queramos emplear en el futuro, con otras armonías que más tarde podremos intercambiar. Si los sonidos que vienen por defecto no nos gustan o pensamos que podemos utilizarlos para un fin en concreto somos libres de hacerlo: Beaterator incluye una enorme biblioteca musical -con canciones incluidas- que permiten al jugador total libertad para ser modificadas a su antojo.

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Si es posible alterar el sonido de la batería con precisión quirúrgica, lo lógico sería pensar que sucede exactamente lo mismo con el editor de sonido que incluye el juego, completísimo si tenemos en cuenta que podemos modificar prácticamente todos los elementos de un sonido sin apenas tener que molestarnos en utilizar extrañas combinaciones de botones. El stick analógico nos permite cambiar entre la pantalla central o los botones externos -como podemos ver en las imágenes adjuntas al texto-, pero también alargar o acortar la densidad de una melodía para trabajar con ella de forma meticulosa. Seleccionamos un trozo de un loop con posibilidades de introducir toda clase de efectos sonoros, tales como reducción o aumento del volumen, diferentes atenuaciones, silencios, sostenidos, etcétera.

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La ristra de elementos que están incluidos en el juego sigue sin parar hasta conformar un editor musical que, como podemos comprobar, nada tiene que envidiar a los costosos productos de compatibles que han parido, con perdón de la expresión, algunas de las melodías más bailadas durante el pasado verano. Esta faceta también es posible en Beaterator en tanto tenemos opciones no sólo de subir nuestra canción a un gestor para que cualquier otro aficionado la pueda escuchar, sino también de recibir las composiciones de cualquier compañero para utilizarlas a nuestro gusto dentro del editor. Si lo que nos gusta es el regocijo de escuchar nuestra propia música basta con incluir todas las canciones en una lista de reproducción, otra faceta que también aporta el UMD.

La variedad no cesa. Si lo que nos interesa son los distintos géneros musicales que incluye el juego, debemos comprender que se perciben notablemente las influencias británicas con una predominancia absoluta de la música electrónica -no podría ser de otro modo- que recoge las últimas tendencias: House, Drum & Bass, Pop, Breakbeat, Rock y UK Garage. Si los loops que encontramos en esta fila no nos convencen, podemos probar por instrumentos: Solista, Acompañamiento, Guitarra, Bajo, Ritmo, Bombo, Cajas, Hi-hat… Cada uno con más de un centenar de ritmos que podemos utilizar como mejor nos apetezca. Todo ello sin olvidar la posibilidad de grabar nuestra propia voz de fondo o cualquier otro sonido importado.

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Cuando tengamos la canción lista, basta con reproducirla para entender que en Beaterator hay mucha seriedad, poca guasa, ganas de hacer las cosas bien. Las posibilidades son tan grandes que a veces es francamente difícil, especialmente durante los primeros compases, guiarnos por la interfaz (que se ha pulido hasta niveles insospechados, pero hay que tener en cuenta que hablamos de una portátil y no de un ordenador, con todo lo que ello conlleva) o saber cómo manejar cada una de las tantas posibilidades y editores que tenemos a nuestra disposición. De hecho, es obvio que si carecemos de oído o esto de componer música no es lo nuestro, Beaterator no es precisamente el producto ideal para comprar estas navidades.

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8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.