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La influencia de La Guerra de los Mundos en videojuegos

H. G. Wells inspira a Half Life y Bioshock. XCOM Enemy Within, invasiones aliens HR Giger, el visionario de la Biomecánica

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Novela, Ensayos, Historia, Política, Sociedad. No hay duda que Herbert George Wells, conocido a posteriori para siempre como H.G. Wells hizo del adjetivo 'prolífico' algo usual en su vasta producción literaria. Pero si por algo ha pasado a la historia es por su pionero legado a la Ciencia Ficción, siendo llamado uno de sus padres junto a otros grandes nombres como Julio Verne o Hugo Gernsback. De hecho hay quien lo define como "el escritor más importante que el género ha visto jamás".

Capital y esencial en la ciencia ficción, y a posteriori en la ciencia contemporánea -según otro genio y pionero, Arthur C. Clarke "la magia es solo ciencia que no entendemos aún"-, sus cuatro obras principales, La Guerra de los Mundos, La Máquina del Tiempo, El Hombre Invisible y La Isla del Doctor Moreau siguen y seguirán influenciando a la sociedad en varios aspectos, uno de ellos el del entretenimiento. Y aquí es donde entramos con los videojuegos.

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Escritores, desarrolladores y artistas de todas las épocas han plasmado esa influencia que el genio, la curiosidad y la inquietud de Wells. La amenaza extraterrestre, la idea de invasores alienígenas que viene de fuera con intenciones hostiles se popularizó con La Guerra de los Mundos, y ahora es algo tan normal, tan trivial casi, que de cabeza podemos citar ejemplos al azar aparte de las propias adaptaciones oficiales de la obra: XCOM: Enemy Unknow y su aroma Sci-Fi 50s, Mass Effect 3 y la amenaza de los Segadores, Crysis, Destroy All Humans, Duke Nukem Forever, Saints Row IV, Resistance y su original relectura de la 2ª Guerra Mundial con aliens en vez de nazis, UFO: Alien Invasion o Half-Life.

De hecho, en la popular serie de Valve, no solo tenemos una primera entrega en la que unos marcianos hostiles y con intenciones nada pacíficas asoman sus feas caras por nuestro mundo –aunque hay que señalar que el accidente que lo lía todo es humano-, sino que en su igual de mítica secuela el estudio hace un guiño directo a Wells usando un diseño similar a las vainas trípodes de larguísimas patas a modo de vehículos que los extraterrestres utilizan, aunque aquí las llaman Striders. En otro título, Unreal Tournament III, nos daban el gustazo de dejarnos pilotar un trípode de aspecto similar a los de War of the Worlds, novela que por cierto fue serializada en la radio un día de hoy 30 de octubre de 1938 por un joven genio de nombre Orson Welles. Y lo hizo tan bien y tan convincente, usando un pionero estilo de falso boletín de noticias, que el público americano pegado a la radio se lo creyó y el pánico llegó a cundir.

Pero no solamente de aliens hostiles vive el Videojuego, y ahora queremos apuntar a la serie Bioshock de la tristemente cerrada Irrational Games. Porque la verdad es que se pueden establecer paralelismos entre Andrew Ryan y su Rapture, y el doctor Moureau y su isla. Ambos son genios, ambos no tienen freno moral alguno que les impida llevar a cabo su visión; ambos han rechazado a la sociedad de su época y retirado al sitio más oculto y alejado, en caso de Ryan el fondo del mar, en caso de Moureau una isla remota. Y ambos quieren dejar un legado a la Humanidad y demostrarle que tenían razón. En el caso de Bioshock Infinite y su ciudad volante regida por el diácono Padre Comstock, no solamente el Robur El Conquistador y su nave voladora Albatros de Julio Verne fueron lectura obligada mandada por Ken Levine a su estudio, sino que The War in the Air, en la que Wells predecía la importancia de la guerra aérea y el uso de la aviación armamentística, se hace notar cuando avanzamos más en la trama del juego y las intenciones de Comstock con el poder de dominar los cielos.

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Por último finalizaremos con la importancia que el escritor tuvo en los hoy populares Wargames, o juegos de guerra, hoy populares con series de acción como Call of Duty o más enfocadas a la estrategia como World of Tanks, StarCraft, y tantas otras. De hecho fue capital para ellos, ya que recogió el legado de los oficiales prusianos del siglo XIX entrenados en complejos juegos de mesa para simular combates, e inventó el concepto en sí de Wargame que obras como Warhammer usan, o sea, experiencias de juego no solo para militares y sí para un público más abierto, ya que a Wells le gustaba sentarse con un amigo delante de un campo de batalla hecho con juguetes, que derivó en un libro llamado Little Wars que ya integraba reglas y una estructura basada en los conceptos de unidades y el terreno, y que este artículo del site Kotaku explica con más detalle.  Un personaje sin duda fascinante y que nos ha legado un imaginario que seguiremos viendo sin duda.

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