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Nioh: Dragón del Norte

Nioh: Dragón del Norte

  • PlataformaPS48
  • GéneroAcción, RPG
  • DesarrolladorTeam Ninja
  • Lanzamiento02/05/2017
  • TextoEspañol
  • VocesInglés, Japonés
  • EditorKoei Tecmo

Análisis de Nioh: El Dragón del Norte

El primero de los tres DLCs previstos para Nioh ya está aquí, abriendo una nueva trama que retoma la aventura de William justo donde la dejó el juego original.

Actualizado a

Cuando el pasado febrero pudimos echar por fin el guante a Nioh, el motivo de celebración fue doble. Por un lado se produjo la alegría natural que siempre surge al jugar a algo de gran calidad; y por otro, la de descubrir que el Team Ninja aún tenía cosas importantes que decir en el mundillo. Tras la marcha de Tomonobu Itagaki en 2008, el estudio había fracasado a la hora de mantener Ninja Gaiden igual de relevante que durante su presencia, pero ver lo que estaba logrando From Software con Dark Souls le dio ideas para crear algo potente sin recurrir a las habilidades de Ryu Hayabusa. Team Ninja aplicó su experiencia con la acción pura a la fórmula de aprendizaje y exploración más minuciosa de From, y como resultado Nioh se convirtió en su propia especie, un híbrido con virtudes para satisfacer a los fans de ambos estilos de juego. El público no dudó en respaldar la propuesta, que pronto superó el millón de copias vendidas para alegría de Koei Tecmo.

Esto ya casi asegura la secuela, aunque no pone fin a la historia del primer Nioh, que tiene bastante por delante si este DLC sirve como referencia: El Dragón del Norte es la primera parte de un pack de tres expansiones que se lanzarán a lo largo de los próximos meses y que, como de costumbre, se pueden comprar por separado o juntas en un Season Pass. Pero antes de meternos de lleno en lo que ofrece el primer DLC, tampoco sobra comentar que viene acompañado por una actualización gratuita que añade duelos online (1 contra 1 y 2 contra 2), la posibilidad de equipar dos espíritus guardianes al mismo tiempo y nuevas transformaciones que reemplazan a William por personajes femeninos. Esto enriquece el juego tanto para aquellos que compren El Dragón del Norte como para los que no, aunque también viene de la mano de un reajuste en la subida de niveles: los que parasen de jugar tras alcanzar los créditos ni lo notarán, pero los que siguieran potenciando a su personaje en el modo difícil (senda del fuerte) pueden sufrir una reducción bastante drástica.

Rumbo hacia el Norte

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Si bien el arco central de Nioh quedó bien cerrado y no necesitaba capítulos extra para resolver asuntos pendientes, el Team Ninja aprovecha la base ya establecida para seguir contando más historias con esta fantástica visión del Japón feudal de fondo. Como su nombre adelanta, el DLC nos hace viajar hacia el norte del país, a una región llamada Tohoku en la que William conocerá nuevos enemigos y aliados. Algunos de los personajes recurrentes también regresan, como Hattori Hanzo, y aunque la trama es en gran medida independiente, se introduce como el siguiente paso de la misma cronología. O en otras palabras: comprar el DLC no es suficiente para acceder a su contenido, también es obligatorio completar el juego principal (incluida la misión post-créditos “Los ojos de la reina”) para que aparezca la nueva región en el mapa, bloqueada hasta entonces tanto por cuestiones de dificultad como de coherencia argumental.

Una vez cumplido dicho requisito se inicia este episodio que, sin intención de desvelar más de lo necesario, a su vez actúa como introducción a un nuevo arco que seguramente se extenderá por los DLCs venideros, haciendo del pack una pequeña secuela dentro del propio juego. Claro que el argumento, de nuevo, tiene la importancia justa. Los conocedores de la historia y la mitología japonesa se pueden recrear en las referencias y homenajes que el Team Ninja utiliza para construir este mundo, rico en detalles, y con una puesta en escena al nivel de lo que ya habíamos visto en febrero. Pero aunque por ejemplo nunca hayáis oído hablar de Masamune Date (uno de los personajes centrales de El Dragón del Norte), y os traiga sin cuidado su papel o fidelidad respecto a la figura real en la que se inspira, no pasa mucho tiempo hasta que las vistosas secuencias dejan paso a lo que de verdad importa. Que es, evidentemente, el juego.

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Explorando las gélidas tierras de Tohoku

Al igual que las otras regiones, el mapa de Tohoku trae una serie de misiones que se desbloquean a medida que las completamos. No hay sorpresas en ese sentido, ni dentro ni fuera de las fases, y el DLC funciona como una prolongación que sigue subiendo la dificultad y busca nuevas formas de ponernos en apuros (preparaos para sufrir si lleváis tiempo si jugar y habéis perdido práctica). Las misiones principales son una vez más el punto fuerte, ya que estrenan un par de escenarios completamente nuevos, son bastante extensas, y están llenas de recovecos entre los que buscar atajos y mejor equipamiento, así como a los entrañables Kodama. Todo ello para luego concluir, cómo no, en los jefes de rigor, que también se apuntan a la escalada general y plantean un reto digno a todos aquellos que hayan sido capaces de llegar aquí. Es una fórmula vista, pero que aún funciona gracias a un diseño de niveles competente, la identidad que consigue la ambientación nevada como elemento unificador de la región, y los nuevos enemigos.

Gran parte de los encuentros se dan con rivales a los que ya hemos hecho frente en el juego principal, o variaciones para adecuarlos al nuevo entorno/dificultad, pero mezclados entre ellos también hay dos inclusiones que se hacen notar. La primera son los Rokurokubi, soldados de los que brota un gran cuello de aspecto serpentino que se estira e incluso nos puede atrapar. Como ocurría con enemigos como las Plagas de Resident Evil 4, o los cabeza-serpiente de Bloodborne, esto aumenta su radio de alcance en el ataque cuerpo a cuerpo (más incluso en este caso) y les confiere un aspecto algo perturbador. Por su parte, los Namahage son grandes demonios que portan dos espadas. Se presentan como una incorporación más tradicional tanto en el aspecto visual como de comportamiento, pero fuera de los jefes ofrecen con diferencia el mayor desafío, hasta el punto de que encararse con dos al mismo tiempo es casi un suicidio a menos que tengamos mucho nivel o un dominio total sobre el juego.

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Secundarias y extras

En cuanto a las misiones secundarias, El Dragón del Norte reincide en uno de los problemas de Nioh: la mayoría son replanteamientos de escenarios y/o peleas por las que ya hemos pasado (antes de y durante el DLC). Por suerte hay una excepción notable, un nivel nuevo que bien podría servir para albergar una de las misiones principales. Pero la tónica habitual consiste en re-explorar zonas en diferentes direcciones y con otras distribuciones de enemigos, duelos contra minijefes o arenas en las que el juego nos lanza oleada tras oleada para poner a prueba nuestra capacidad de supervivencia. Es una pega menor, porque tampoco deja de ser contenido opcional. Las misiones principales se desbloquean en cadena, así que no es necesario tocar las otras si no queremos. Sin embargo, para aquellos que quieran sacar jugo al DLC, bien por la necesidad de subir niveles o simplemente por querer rentabilizar el dinero (hacer todo aúpa su duración por encima de las cinco horas), esta repetición puede generar cierto desgaste, sobre todo si venimos de hacer lo mismo en el juego original.

Otro modo de enfocarlo es viendo las secundarias como un método más entretenido para experimentar con diferentes equipamientos o habilidades que repitiendo por nuestra cuenta misiones ya superadas. Además de la ampliación en forma de niveles y jefes, el DLC también añade nuevas variables al combate, como un par de guardianes espirituales y, más importante, un tipo de arma inédita: la odachi. Estas katanas de gran tamaño se equipan a dos manos y abren un nuevo abanico de movimientos y combos si jugamos con las diferentes posturas. Como siempre, es un añadido que puede resultar anecdótico si no se profundiza en él, pero también puede dar pie a varias horas de “meta-game”. Y más teniendo en cuenta que el DLC de paso incluye un tercer modo de dificultad: la senda del demonio (equivalente al NG++ si usamos la jerga común de esta clase de juegos). Entre eso y los recién estrenados duelos multijugador, El Dragón del Norte revigoriza un título que no andaba corto de contenido, pero que ahora tiene alicientes de peso para volver si quedamos con ganas de más.

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Este análisis se ha hecho con un código de la versión PS4.

8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.