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Godzilla

Godzilla

Godzilla, análisis

El Rey de los Monstruos despierta de su letargo 60 años después de su primera aparición para arrasar todo lo que encuentra a su paso. Gráficos desfasados, mecánicas obsoletas y una oportunidad perdida para rendir homenaje al gigante japonés por excelencia: Godzilla.

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La mitología japonesa puede presumir de un enorme imaginario de criaturas y monstruos, fuente ilimitada de inspiración para películas de terror y de recursos para cuentos y fábulas infantiles que todavía hoy siguen vigentes gracias al auge de la cultura del País del Sol Naciente y a su recurrente uso en toda clase de actividades de entretenimiento. En su 'Guía Ilustrada de monstruos y fantasmas de Japón', una especie de enciclopedia ilustrada con breves descripciones sobre la naturaleza de estas criaturas, el escritor clásico Seiken Toriyama refleja algunas de las variantes más conocidas. Parece que de este relato sacaría la inspiración Ishiro Honda para crear a Godzilla, un monstruo de gigantescas proporciones que lleva aterrorizando a la humanidad durante más de medio siglo.

Protagonista de un sinfín de películas (28 en total), el terrible monstruo pronto recibiría el sobrenombre de "King of Monsters!" para convertirse por méritos propios en una de las señas de identidad de la cultura audiovisual japonesa. La leyenda cuenta que su origen se debe a la radicación producida por las bombas atómicas que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial, aunque cada una de las casi treinta adaptaciones al cine que se han realizado han buscado distintos motivos para justificar su invasión terrestre y la destrucción que ésta causa en zonas urbanas. Godzilla ha sido protagonista no sólo de películas, sino también de videojuegos de dudosa calidad, cómics y de otras vertientes de entretenimiento que han derivado en la creación de un subgénero denominado "tokusatsu" o "kaiju", que muchos podrán relacionar con filmes en los que una criatura gigantesca pone en jaque a la humanidad, siendo King Kong probablemente el mejor exponente occidental comparable con lagarto gigante japonés.

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Godzilla es, en resumidas cuentas, un filón inagotable que ha sobrevivido a varias generaciones y que todavía hoy sigue vigente en la mente de la audiencia. Hace poco menos de un año, el estudio Legendary Pictures se enfrascaba en la creación de una trilogía de películas basadas en la legendaria figura que daría como resultado un revamp (o vuelta a la actualidad) de la figura. Y qué mejor momento para desarrollar un videojuego basado en tal carismático personaje que ahora, con las consolas de nueva generación en pleno auge. Al menos éste parece ser el planteamiento que Namco Bandai utilizó a la hora de lanzar al mercado japones 'Godzilla' (o Godzilla VS tal y se conoce en Japón), un juego de acción en tercera persona en el que el usuario se pone a los mandos de la criatura con el único objetivo de destruir todo lo que encuentre a su paso. Originario de PS3, el estudio decidió optimizar la versión original lanzando en occidente una versión mejorada para PS4 con nuevas texturas, modo online y algún que otro extra. El resultado, como comprobaremos a continuación, se aleja de las expectativas que dejaba el juego sobre el papel.

Godzilla vs El Mundo

El planteamiento básico nos lleva a controlar a Godzilla o a uno de los 22 'kaiju' (o monstruos) en un escenario de tamaño reducido en el que nuestro principal objetivo consiste en almacenar 'Energía G', fuente de vida para estas criaturas. El modo principal, denominado 'Dios de la Destrucción', sirve como punto de partida para conocer en argumento que entrelaza las misiones, además de desbloquear nuevos escenarios, ataques y a los personajes secundarios que podremos emplear en un momento dado. Se dice que, poco después de la hecatombe nuclear que tuvo lugar en Hiroshima y Nagasaki, una gigantesca criatura emergió de entre las aguas destruyendo todo cuento encontraba a su paso. Pese a la catástrofe que ésto supuso, el gobierno japonés descubrió una nueva fuente de energía inagotable que con el paso del tiempo se convertiría en el motor de la industria.

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Tras mejorar los sistemas de defensa y de establecer toda clase de medidas de seguridad para prevenir su regreso, Godzilla vuelve a salir del mar tras una larga hibernación para buscar los generadores de Energía G. Mientras los políticos tratan de buscar una solución al problema, el ejército emplea todo su arsenal para detener el imperable avance de la criatura. El esfuerzo aparenta ser en vano porque, evidentemente, Godzilla es imparable y sólo parece ser vulnerable a los ataques de los Kaijus que aparecen repentinamente.

Nuestro primer y único rol durante las primeras horas de juego consiste en tomar parte en el modo Dios de la Destrucción, en el que por lo general tenemos tres objetivos: destruir un número determinado de generadores de energía; destrozar todo cuanto podamos el entorno urbano para obtener energía en el proceso; y grabar vídeos desde diferentes planos para analizar los movimientos de la criatura (cambiando repentinamente de protagonista entre la criatura y los militares). Existe un cuarto objetivo igual de importante que los anteriores aunque catalogado de distinta forma: la altura de la criatura. Godzilla comienza con un tamaño preestablecido de 50 metros de alto que aumenta cada vez que encadenamos la destrucción de edificios o de unidades militares, entre las que no encontramos una gran variedad -tanques, torretas de misiles, cazas, coches patrulla y los siempre engorrosos helicópteros, entre otros-. Pese a que existen varios objetivos, por lo general basta con destruir los generadores de energía para poder pasar a la siguiente misión.

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La dificultad de las misiones oscula en función de nuestra manera de jugar. Por ejemplo, si nos gusta destruir todos los elementos del decorado obtendremos una gran cantidad de energía, pero también aumentará el nivel de dificultad general de la partida al subir el nivel de riesgo de nuestras propias acciones. La dificultad se impone simbólicamente en función del Primer Ministro que ostente el poder en ese momento. Hay tres tipos: uno que insiste en comprender a Godzilla (modo fácil), otro que trata de detener su avance de forma comedida (normal) y un tercero que empleará todo el material que esté en su mano (difícil). Las misiones se estructuran en forma de colmena y no permiten retroceder, por lo que es importante no excedernos en la destrucción masiva de edificios si queremos finalizar el modo principal sin mayores problemas.

Monstruo indestructible

Hay que admitir que el planteamiento del modo principal no es excesivamente ambicioso, especialmente si se compara con otros títulos de perfil similar. No obstante, el problema de Godzilla no radica en su idea sino en su ejecución. El título de Namco Bandai hace uso de un sistema de control que está a medio camino entre el arcade y lo que podríamos denominar como simulación. Godzilla es y siempre ha sido una criatura de desplazamientos lentos, dura como la piedra y prácticamente invencible, y como tal aparece reflejada en esta obra. Sin embargo, a la hora de ser manipulada a través del mando sus movimientos son toscos, poco intuitivos y por momentos frustrantes. La orientación de la cámara y de la criatura se ejecuta a través de stick derecho y de los botones L1 y R1 respectivamente, pero de manera asincrónica, o lo que viene a ser lo mismo: podemos girar por completo a Godzilla sin que sus ataques cambien de dirección. Esto resulta especialmente tedioso cuando queremos disparar a uno de los helicópteros que nos sobrevuelan en prácticamente todas las misiones que realizamos, sobre todo si tenemos en cuenta que no existe opción para bloquear nuestro ataque/punto de mira.

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La idea base de un juego arcade que discurre entre misiones ha de ser el frenesí de la acción, algo que en Godzilla brilla por su ausencia. El monstruo cuenta con cuatro ataques básicos: una embestida con la que cubre varios metros, ataque con la cola, ataque con energía atómica y una combinación de puños y cola a modo de secuencia. Aunque es posible desbloquear nuevos movimientos e incluso la evolución de algún personaje, es frecuente que nos veamos realizando las mismas combinaciones una y otra vez hasta la extenuación sin más variante que la que ofrece la aparición de los Kaijus, momento estelar de la partida. Estos monstruos son los únicos que son realmente capaces de aportar algo de variedad a los combates, aunque de paso ofrecen también una buena ristra de contradicciones que ensombrecen aún más si cabe la mecánica de juego. Cada Kaiju cuenta con unos atributos específicos: hay algunos más rápidos y ágiles, otros más lentos y robustos, pero por lo general no hay muchos más completos que Godzilla. Por desgracia, y pese a que muchos intentan aportar algo de dinamismo a la partida, el uso que podemos dar de los Kaijus se limita a repetir las mismas misiones del modo Dios de la Destrucción que ya empleamos con Godzilla o a mejorar sus ataques y atributos en el resto de modalidades (sin opción a ser empleadas en el modo principal).

Si dejamos por un momento los Kaijus de lado, lo cierto es que la mecánica de combate es tan repetitiva como aburrida, y a la larga pierde el atractivo. Tras unas horas de juego y un centenar de generadores reducidos a cenizas comenzamos a experimentar una irritante sensación de deja-vu en la mayoría de las misiones. Una y otra vez nos vemos derribando a los mismos helicópteros para conseguir el objetivo secundario de cada misión (algo que nos lleva prácticamente más tiempo que la misión principal en sí misma), intentando evitar los ataques enemigos, corriendo contra el tiempo, etc. Terminar el modo principal es cuestión de persistencia: antes de darnos cuenta hemos superado la mitad de las misiones "esenciales", por lo que resta escoger otro Kaiju para volver a empezar de nuevo con nuevos ataques o escoger alguna de las opciones que ofrece el modo Dios de la Destrucción. Además des destrozarlo todo con Godzilla, también podemos defender a la humanidad empleando alguno de los Kaijus o simplemente aparecer en 'Tierra Firme' para campar a nuestras anchas intentando mejorar los atributos de nuestro protagonista y pasando el rato sin una misión establecida. Si queremos obtener el 100% del contenido tendremos que asegurarnos de que no quede ningún edificio en pié y de que todas las cámaras de vigilancia hayan grabado nuestros pasos meticulosamente (ejercicio para el que basta con mantener pulsado el botón R3 mientras nos sometemos al fuego intenso de las Fuerzas-G.

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Como decíamos anteriormente, son los propios atributos de Godzilla los que restan sentido a la mecánica de juego. Por más que nos disparen somos prácticamente indestructibles salvo tras la aparición de un Kaiju. Nuestros enemigos por antonomasia pueden cortar nuestras combinaciones de golpes en cualquier momento sin arrugarse, pero no se puede decir lo mismo al contrario. Ellos son casi siempre más rápidos, más eficientes, algo a lo que cualquier videojuego nos puede someter, salvo por el hecho de que no parecen jugar con las mismas reglas que nosotros. De nuevo emerge aquí la palabra 'frustrante' para describir lo que se siente tras ver perecer a nuestra criatura en un combate en modo difícil tras ser poco menos que vapuleados sin posibilidad de esquivar los ataques de manera eficiente. La energía atómica, un rayo de luz que cubre una distancia reducida con gran potencia, tarda demasiado tiempo en recarse como para que sea divertido utilizarla mientras intentamos dar caza a los aviones que vuelan a nuestro alrededor.

Un juego tristemente aburrido

El principal problema que arrastra este Godzilla es precisamente ese: ser un juego con espíritu arcade netamente aburrido. Si el modo Dios de la Destrucción se nos queda corto, siempre podemos probar suerte (una vez hemos desbloqueado los Kaijus pertinentes) con los modos 'Rey de los Kaiju', donde peleamos ante seis Kaijus valorando nuestro resultado en función del tiempo que nos haya tomado vencerlos, y el Modo Evolución, en el que como su nombre indica mejoraremos los atributos de los Kaijus con nuevas combinaciones, ataques, etcétera. La mecánica no varía en ningún caso, y aunque sí contamos con distintos objetivos es difícil desprenderse de la sensación de que se han incluido única y exclusivamente como extra del modo principal. Contamos asimismo con un modo VS entre dos o tres jugadores, incluido específicamente para la versión de PS4, que SOLO podemos disputar Online, y en el que podremos dar rienda suelta a la experiencia adquirida en los modos de juego citados en este párrafo. Tampoco podemos olvidar el modo 'Diorama', donde podemos construir nuestros propios escenarios a través de un sencillo gestor. Son, insistimos, modos en los que podremos invertir más o menos tiempo pero que no ofrecen más variedad a la mecánica de juego.

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Dejamos para el final uno de las modalidades que más nos han llamado la atención, bautizada como 'Guía Kaiju', en la que se detalla con todo lujo de detalles el origen y las características de los monstruos que aparecen durante las misiones, las películas en las que debutaron y alguna que otra sorpresa que hará las delicidas de los aficionados acérrimos de Godzilla. Acceder a él también requiere profundizar en el modo Dios de la Batalla, pero vale la pena por la cantidads de información que podemos extraer de él. Da la impresión de que quizás se debería de haber optado por seguir esta línea, más centrada en rendir homenaje a la franquicia con escenas en blanco y negro (como sucede en el tutorial), o momentos épicos que se han vivido en el extenso historial de Godzilla. De esta manera se habría conseguido ofrecer un producto con al menos un pequeño atractivo para los aficionados 'hardcore' de la criatura, algo que definitivamente aquí no se ha logrado.

Destrucción deslucida

Al extenso catálogo de excentricidades de la mecánica de juego se le suma el que seguramente sea el defecto más llamativo de todos: el pobre aspecto gráfico que luce el título. Lejos de ser un juego de acción simple o limitado que aprovecha al máximo las prestaciones de la nueva generación, Godzilla emplea un motor gráfico propio de PlayStation 2, con texturas feas y deslucidas, edificios clónicos y ciudades desprovistas de cualquier tipo de personalidad. El diseño del propio Godzilla impacta en su primera aparición y deja entrever que se ha realizado una pobre mejora de PS3 a PS4, con CGIs de baja calidad y una mínima preocupación por dotar de carisma a las ciudades en las que tiene lugar la acción. Puestos a pedir, podríamos disfrutar de una recreación de Tokyo con sus prefecturas o de un argumento que al menos diese coherencia a los acontecimientos que tienen lugar en pantalla, pero lamentablemente no se da ninguna de las dos circunstancias.

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Más bien sucede todo lo contrario: es frecuente que la criatura que controlamos atraviese sin ningún pudor las texturas de los rascacielos o que suframos daños de unidades que simplemente no podemos localizar en el mapa pese a que teóricamente están a dos palmos de nuestra posición. No es Godzilla un espectáculo de luces, la robótica ambientación resta glamour a los momentos de mayor tensión y la pobre presentación de los Kaijus desluce el buen diseño del que hacen gala. A estas alturas de la partida y con un mercado cada vez más exigente no se puede hablar siquiera de que este Godzilla cuente, como ha sucedido con otras obras de dudosa calidad, de un carisma que podamos destacar como sucede con las películas de "serie b" (o de serie z), algo que tampoco hubiese estado mal teniendo en cuenta el legado de Godzilla, de sus pobres orígenes con efectos especiales de pobre calidad, etcétera. La cantidad de problemas de los que padece el plano técnico de esta obra es simple y llanamente inaceptable, por no hablar de lo que supone para los aficionados el desperdiciar una gran oportunidad para crear un videojuego que sea capaz de, al menos, cautivar a los aficionados más devotos. Poco se puede destacar del hecho de contar con voces japonesas e inglesas y con la correspondiente traducción al castellano de los menús y subtítulos.

3.5

Malo

La idea era buena pero se ha llevado a cabo de forma desastrosa. No te lo compres, está mal terminado.