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Trampas mortales en Dying Light, Impresiones

La nueva ciudad zombi de Techland tiene mucho por donde subirnos. Dying Light es pura agilidad y caos, un sandbox para PC, PS4 y One que viene directo de Dead Island, con sus pros y sus contras.

Actualizado a

Ya le hemos hincado el diente a Dying Light durante varias horas en su versión beta. Y, la verdad, el juego es lo que parece. Un sandbox de estructura súper tradicional con muchísimo de Dead Island pero también un toque más ágil y vertical, con movimientos de parkour para nuestro protagonista tipo Assassin's Creed o Mirror's Edge. Los chicos de Techland, ahora bajo el sello de Warner Bros como editora, se lanzan en este viaje a la ciudad infectada de Harran, urbe ficticia en algún punto de Oriente Medio que se ve sumida en un caos absoluto donde unos poquísimos supervivientes afrontan oleadas de zombis con una agresividad desorbitada. Planteamiento estándar y convencional, para un juego que en esencia también lo es pero que enseña sus virtudes en cuanto empezamos a adentrarnos en su mundo.

Todo empieza en La Torre, una de las madrigueras de supervivientes y para cuyo líder empezaremos trabajando para así agradecerle que una de sus secuaces nos salvase la vida. Los primeros tutoriales se desempeñan aquí, en la azotea de este rascacielos que sobresale sobre el resto de edificios del centro de Harran.  No tardamos en conocer a otros reclutas y hasta de recibir nuestro primer mareo que nos llevará en busca de un médico cercano capaz de calmarlo, conociendo al fin la ciudad y comprobando en nuestros propios ojos cómo se desploma la tasa de frames por segundo, pues realmente esta beta no está del todo optimizada y hay unas caídas de frames más que inaceptables. En el título final que llega a las tiendas el próximo 30 de enero de 2015 se solucionará.

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Primeras armas blancas (cuchillo, tubería de plomo, bate de béisbol, llave inglesa...) para machacar cabezas de caminantes, barra de stamina para medir el agotamiento de nuestro fornido héroe y un sistema de habilidades dividido en tres árboles que diferencia entre agilidad, resistencia y combate. ¿Os suena? Todo en Dying Light es muy Dead Island, solo que con un par de factores diferenciadores: el movimiento y la noche. Los ciclos diurnos pasan en Harran -de forma algo azarosa si reiniciamos desde checkpoint en esta beta- y la luna da paso a criaturas infectadas mucho más rápidas y agresivas, que trepan mejor a las alturas que antes considerábamos puntos a salvo y que hacen más daño con cada mordisco. En ningún caso son extremadamente inteligentes, pero, en número son tantas, que nos obligarán todo el rato a colgarnos de salientes, trepar por ventanas y vallas, saltar entre azoteas o caminar de coche en coche sin tocar el suelo para no recibir daños de una salud que no se autorregenera. Vuelven los botiquines.

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El esquema de misiones se dispara de forma previsible. Conocemos a unos y otros personajes y nos van pidiendo favores, por radio o si acudimos a los puntos donde se encuentran sus bases, y así avanzar en la distendida trama central al mismo tiempo que recogemos dinero para las compras de mejor arsenal y equipo, desarrollamos al personaje enseñándole nuevos trucos y atributos más potentes, o desbloqueamos nuevos encargos y partes de la ciudad. Lo bueno de Dying Light, como Sunset Overdrive o inFamous Second Son, es que la agilidad de movimiento y amplia gama de acrobacias todoterreno nos deja ir en línea recta de una misión a otra, sin demasiada tardanza ni obstáculos que se nos resistan en el camino entre puntos de interacción, y funcionando realmente bien y con fluidez en materia de traslado a través del mapa.

 

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Esto genera una experiencia tan divertida como vistosa, vivida en primera persona pero que no por ello pìerde fuelle. De hecho vivirlo totalmente desde dentro con Oculus Rift tiene pinta de ser impresionante. No lo hemos podido probar en esta beta, como tampoco su componente multijugador cooperativo, que está aún desactivado y nos dejará unirnos a otros tres jugadores para cumplir los encargos. Algo que dio la vida a Dead Island y que aquí repite pero con muchas más posibilidades, exigencias de coordinación y misiones pensadas para jugarlas en compañía. Desde luego, tanto para el singleplayer como para el online hay otro componente más que vuelve a estar y se lleva más lejos: las trampas.

No tardamos en que nos encarguen colocar trampas en puntos concretos para defender bases, misión de recolección que coincide con otras de buscar objetos para fabricar utensilios como botiquines o explosivos, y unas terceras -esta vez secundarias- de encontrar personas concretas u objetos importantes para un NPC. El combate y la cierta estrategia para aprovechar al máximo nuestros items de inventario hacen que todo el juego se sienta como algo fresco, pero en realidad a las tres o cuatro horas nos ha demostrado seguir obedeciendo a los patrones generales del género sandbox. Eso sí, con mucha soltura y un claro componente de diversión directa que ya quisieran muchos otros.

A Dying Light le faltan aspectos técnicos por limar según lo hemos visto en esta beta. Pero hay otros que van a dar un nuevo aire al género, como la densidad de zombis que abarrotan las calles de Harran, solo vista en Dead Rising 3, o el parkour perfectamente intercalado en su mecánica rolera y de sandbox por misiones, concepto que además será un verdadero show en multijugador. En poco más de un mes tendremos en las plataformas de nueva generación -se descartó para PS3 y 360- el que parece ser uno de los platos fuertes de este arranque de 2015. Esperemos que cumpla, toca géneros donde ya se ha dicho de todo y a muy alto nivel. Pero confiamos en Techland para volver a dar buen cooperativo anti-zombis y un montón de posibilidades.

Dying Light

  • XBO
  • PS4
  • PC
  • Acción
  • Aventura

Dying Light, desarrollado por Techland para PC, PlayStation 4 y Xbox One, es una aventura de acción en primera persona survival horror con un ciclo día-noche que determinará el nivel de agresividad de nuestros enemigos. ¡Sobrevive en una ciudad devastada por un virus de zombis! En tu misión secreta deberás tomar una decisión. ¿Serás fiel a tus superiores o salvarás a los supervivientes? Está en tus manos...

Carátula de Dying Light
7.7