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Día de la Independencia: Cuando el patriotismo sirve para vender videojuegos

Guerras, valores morales, distopías y hasta humor a la orden del Tío Sam. Saint's Row IV: Mr. President, aquí tiene la sonda anal Un SEAL que mató a Bin Laden quiso aconsejar a EA

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Libertad e igualdad” son los pilares básicos de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y dos elementos adheridos a la sociedad norteamericana mediante el abono cultural y el paso de los años. El papel de Hollywood como garante de los valores que mueven los corazones con el espíritu patriota se expande durante décadas mediante acuerdos con las grandes productoras para actuar como consultoras en películas y apoyar el realismo. Soporte logístico y consejos para potenciar la veracidad a cambio, quizás, de guiones acordes con lo establecido.

En la industria del videojuego, esta relación entre los organismos públicos y los productores de contenidos también tiene presencia, aunque no de la misma forma que en el celuloide. Llegado el Día de la Independencia, que se celebra el 4 de julio y actúa como la fecha supina para la sociedad americana, la tradición y los valores que guían al colectivo de barras y estrellas crecen en un jardín donde los frutos cultivados por la industria audiovisual florecen abonados por videojuegos consumidos a diario por los más de 211 millones de jugadores norteamericanos.

La lucha contra la amenaza terrorista inicia tras los atentados del 11 de septiembre potenció el olvido de la histórica victoria de EE. UU. durante la Segunda Guerra Mundial en los juegos de disparos, tema estrella hasta que ‘Battlefield’ de Electronic Arts dio el salto al conflicto contemporáneo. Pero fue ‘Call of Duty’ de Activision la licencia que masificó entre los jugadores la guerra actual con su cuarta entrega subtitulada ‘Modern Warfare’ con soldados encubiertos y anónimos que frenan amenazas globales acabando con el enemigo del momento.

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Este patriotismo virtual se ha documentado en ocasiones con consultores militares y expertos en la materia que han trasladado sus experiencias al videojuego. Electronic Arts recibió una controvertida propuesta con la saga ‘Medal of Honor’; un miembro del equipo SEAL que acabó con la vida de Bin Laden se ofreció como consultor para ‘Warfighter’, idea que la multinacional de ‘Los Sims’ rechazó la idea para evitar controversias mediáticas y se apoyó en el grupo de consejeros formado por militares retirados.  El juego llegó a las tiendas sin destacar por su calidad.

Los héroes nacionales virtuales con nombre y apellido no son los únicos que combaten con prestigio y valor en el terreno de las consolas y el ordenador. ‘Armerica’s Army’ es un simulador de guerra desarrollado a petición del Ejército de EE. UU.  como herramienta tanto para entrenar a los soldados alistados como para promover las labores de reclutamiento. Desde el año 2002 hasta la actualidad, este shooter multijugador recibe versiones que aumentan su realismo y presentan situaciones bélicas actualizadas a partir de acontecimientos reales.  

Las realidades alternativas distópicas han conseguido su público gracias a videojuegos como ‘Bioshock Infinite’ donde la Norteamérica de principios de 1900 conseguía lanzar al cielo la ciudad voladora de Columbia, entorno con fuertes tintes religiosos comandado por el pastor Comstock, una suerte de profeta que fomentará la secesión de esta ciudad-estado para alejar a su pueblo de los “pecados terrenales” entre bautismos, rituales y control militar capitaneado por robots con rostros de George Washington dedicados a exterminar a las voces disidentes.

En esta reinterpretación de los valores patrióticos no falta el humor, que tiene una cita indiscutible con la serie ‘Saint’s Row’ de Volition, especialmente con sus dos últimas entregas. Su cuarto episodio se promociona hoy con un tráiler de vena patriótica, se comercializará en agosto y mezcla ingredientes como un protagonista que es el Presidente de EE. UU. inmerso en una guerra contra una raza alienígena. Entre himnos y gorros estrellados del Tío Sam, el comandante en jefe es capaz aturdir a los enemigos con un arma en forma de un icono visual de la historia norteamericana como es el águila.

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Del chiste, de la hipérbole social, se pasa a la crítica humorística más incisiva tomando como base los clichés de la América contemporánea de la mano de la serie  ‘Grand Theft Auto’, que replica ciudades reales como Los Ángeles, Nueva York o Miami mediante versiones alterantivas. En San Andreas, recreación del estado de California, el Hollywood de raperos, las strippers y las bandas de traficantes se fusionan con los casinos de Las Vegas, llamada Las Venturas como si se tratase de una versión pirata, y los políticos corruptos.

De la factoría Rockstar Games también ha llegado ‘Red Dead Redemption’, un exponente del género del mundo abierto en la presente generación que se retrotrae hasta la última etapa del Lejano Oeste para ofrecer una civilización a caballo entre Estados Unidos y México de la mano de John Marston, un fugitivo reinsertado con mujer, hijo y fantasmas del pasado. Caballos salvajes brincan sobre una trama madura y profunda con fuentes de inspiración en grandes western como ‘La Diligencia’, ‘Río Bravo’, etc.

Pero el personaje estrella del prototipo de héroe americano nacido por inspiración de los filmes de Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger es, sin duda alguna, ‘Duke Nukem’, de Apogee Software y 3D Realms. Duke es la parodia extrema del salvador de la patria, el guerrero definitivo exterminador de alienígenas, un filósofo con la munición como primera enmienda y un machote (machista para muchos y muchas) de valores contundentes, inamovibles y hasta fuera de la sociedad actual. 

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Llevar el patriotismo por bandera como argumento de venta de un videojuego no siempre funciona. El caso particular de Duke puso en duda las bases de la saga y del personaje con el lanzamiento de ‘Duke Nukem Forever’, que se quedó muy por debajo de las expectativas de la crítica. Tampoco resultó una fórmula efectiva para ‘Homefront’, que proponía una invasión sobre territorio norteamericano de Corea —inicialmente el enemigo iba a ser China, pero se descartó por miedo a provocar un incidente diplomático—.

THQ, distribuidora de este juego de disparos, acudió al camino más fácil para realizar su campaña publicitaria vendiendo con el mensaje unificador de masas en contra de un enemigo común, y consiguió colocar casi 400.000 ejemplares en el día de lanzamiento en EE. UU. Pasado el boom inicial del estreno, la prensa especializada comenzó a desgranar la falta de calidad en el proyecto, por lo que el marketing de patriotas terminó derribándose por los cañonazos en forma de valoraciones mediocres de los críticos.

El rasgo caricaturesco de Duke Nukem se replica en juegos de lucha como ‘Street Fighter’ de Capcom, esta vez reinterpretado desde el prisma de los creativos japoneses con Guile, un teniente coronel de las Fuerzas Aéreas de EE. UU. venido a menos, y por Ken Masters, hijo de familia adinerada entrenado en las artes marciales. La visión yankee del luchador la firma ‘Mortal Kombat’ con Johnny Cage, que además de ser un experto en artes marciales abre carteleras de cines de todo el mundo como actor de Hollywood.

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