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NBA 2K11

NBA 2K11

His Airness's back

Los simuladores deportivos han alcanzado su mejor nivel exponencial en la nueva generación. Lo que en la época de PS2 era calidad se convierte en puro realismo. Quizás se deba a la mejora gráfica o a la posibilidad de trabajar con una base que nacía hace más de diez años, pero lo cierto es que NBA 2K ha llevado la batuta de los juegos de basket desde hace ya algún tiempo. Michael Jordan se convierte en el mejor anfitrión posible para poner de relieve lo que parecía un secreto a voces: con una sustancial mejora jugable, nuevos modos de juego y un estilo inconfundible, 2K Sports lleva hasta la enésima potencia su obra maestra por excelencia.

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Mejorar una base impuesta año tras año en un plazo inferior a los 12 meses de desarrollo es una tarea tan compleja como sufrida para el pequeño grupo que se encarga de ello. El género de las franquicias deportivas es uno de los que más inclemencias padecen en este sentido. Lo vemos cada año con los referentes futbolísticos, que apenas son capaces de mejorar uno o dos aspectos muy específicos de su rendimiento, como también en las ramas secundarias de la industria. Son pocas las licencias que han alcanzado la excelencia jugable a la que todos -o casi todos- aspiran en la actualidad: NHL de la mano de EA, Madden, probablemente también FIFA (aunque siempre está sujeto a distintas perspectivas, como bien hemos tenido ocasión de comprobar en las últimas semanas).

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La experiencia jugable es lo que define, en fin, que un simulador sea un buen candidato al trono o un ejemplo a seguir. Cuando se trabaja sobre un estilo muy determinado no queda otro remedio que seguir apostando por un mecanismo que puede o no mejorar con el paso del tiempo, siempre sujeto a las posibilidades que ofrece la tecnología. Decía uno de los máximos responsables de la franquicia baloncestista de 2K que su licencia estaba cerca de alcanzar la excelencia para la que habían trabajado durante tantos años. Mientras que EA se estancaba absurdamente con NBA Live (por aquello de no haber sabido innovar en los últimos cinco años de su dilatada carrera), la compañía norteamericana parecía haber dado en el blanco a la hora de plasmar sobre una cancha las sensaciones que transmite un partido de baloncesto. O quizás sería mejor matizar: de la NBA. A fin de cuentas, el deporte americano cuenta con su peculiar forma de sentir y de expresarse, como todo lo que sale de Estados Unidos.

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El mismo ejecutivo era el encargado de poner las barreras de la edición del presente año, liderada por un Michael Jordan que después de su corta andadura en NBA Street parecía renegar de cualquier participación virtual que llegaba a la mesa de su despacho. 'Con este motor gráfico, y dadas las limitaciones de la generación actual, creemos que es imposible que se mejora la sensación, el espíritu y todo elemento secundario de un partido de baloncesto que esté estrictamente ligado al comportamiento del balón'. Solucionar la tosquedad de las animaciones cuando el balón sale del cubículo, la semejanza virtual de los jugadores menos significativos, las estrategias que se venían repitiendo año tras año… La base, como venimos diciendo, no se puede modificar, pero sí todo lo que la rodea. Por eso no nos extraños al ver a Jordan como el icono de la edición de este año. Una guinda al excelente trabajo que se ha desarrollado hasta la fecha, algo así como un grand finale que establece la línea a seguir en el futuro. Nos equivocamos.

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El rey de la velada
Se sorprenderá el usuario acérrimo que encuentre a una leyenda como Jordan en la portada de su simulador favorito, principalmente porque se aleja de los esquemas que 2K ha venido ofreciendo hasta la fecha. Visual Concepts había trabajado duro con la parte estética, añadiendo nuevos modos de juego que siguen los patrones de los simuladores futbolísticos en lo que refiere a modalidad online y multijugador, así como a la hora de ofrecer al usuario la posibilidad de crear a su propio jugador virtual para auparlo hasta lo más alto del estrellato mundial. El año pasado hubo ocasión de contemplar una demostración de maneras en este sentido, con La Asociación como bandera, algo así como el sumun de los ‘manager' deportivos, en el que el usuario se convertía a la vez en presidente, entrenador, jugador y dios absoluto de las finanzas de su equipo.

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Quedaba la asignatura pendiente de relacionar directamente esta modalidad con el juego de campo, que se relegaba a la traca de competiciones habilitadas en la edición de 2010. A saber: Torneo, Temporada, NBA Blacktop (competiciones de mates, triples, acrobacias a la hora de anotar entre dos jugadores…), PlayOffs, Ligas Interactivas, Mi Equipo NBA y Situación, donde como el propio nombre indica, es posible ajustar los parámetros de un partido para superar un duro reto como mejor apetezca en cada momento. Básicamente se ofrece al usuario un amplio espectro de posibilidades para que sea él quien decida cómo quiere jugar y a qué dedicarse, un hecho que agradece el jugador individual, amén de la ingente cantidad de modos online que poco o nada varía esta temporada. Todo lo que ofrecía NBA 2K10 está presente en NBA 2K11 salvo los partidos entre 3vs3 dentro de una cancha común, una faceta que ha desaparecido para ceder el protagonismo al verdadero héroe de esta edición. A él le dedicamos las páginas de este análisis.

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La inclusión de Michael Jordan va mucho más allá de ser un simple reclamo publicitario (que también, esto es innegable) para captar la atención de los nostálgicos y de los jugadores que ven en His Airness un ejemplo a seguir en los tiempos modernos. El mejor jugador de la historia o un hombre con suerte que apareció en el momento y lugar adecuados. A cada cual corresponde valorar su participación durante la década en la que estuvo en activo, entre extraña retirada al beisbol y regreso por todo lo alto. Sin embargo, 2K ha querido enfatizar la importancia de Jordan como jugador por encima de la figura mitológica, creada en torno a sus saltos de vértigo y a la moda que impuso su particular marca de zapatillas acuñadas por Nike -que probablemente encontró la gallina de los huevos de oro de la época-, entre otras cosas.

La historia de Jordan difícilmente puede ser comprendida por el espectador ajeno a aquella circunstancia. Se diría que la NBA eclosionó a nivel mundial, llevando sus tentáculos a Europa, todavía en un segundo plano muy alejado del virtuosismo norteamericano. A él se le deben varios de los momentos épicos del torneo, los que son pasto de documentales y momentos que quedan marcados en los anales de la historia. Quizás por este motivo se invierte una cantidad desmesurada de dinero para obtener su presencia como eje principal de la idea que 2K propone para esta temporada. Ésta parte de una base bastante cristalina, muy explícita desde los primeros minutos de juego. El usuario se convierte en una especie de Jordan virtual que en 10 partidos ha de igualar o superar los registros de His Airness con auténticas barbaridades que están a la alcance de muy pocos en la actualidad. Con el pad en la mano, el jugador es quien debe probar que todavía es posible alcanzar ese grado de espectacularidad, de gozo popular.

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Esta es la base que encontramos en la modalidad denominada ‘El Reto Jordan', que a grandes rasgos se convierte en una odisea cuando tratamos de superar los retos propuestos en los niveles más avanzados de dificultad. 2K recrea la ambientación, mentalidad y estilo propio de juego de principios de los años 90 para acercar al jugador a una época en la que se practicaba un basket distinto al que conocemos en la actualidad, menos físico y más centrado en el juego de equipo. En ese sentido sí tenía mucho que ver con el estilo actual, en el que uno o dos jugadores franquicias determinan la suerte de un equipo durante los minutos finales. Si por algo destaca NBA 2K es precisamente por saber cambiar el ritmo de los partidos según la tesitura a la que se enfrenta el jugador, donde se pone de relieve la importancia de la estrella de turno, bien sea Bryant, LeBron o el propio MJ.

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Tu Jordan particular
Esta modalidad, lejos de ser una mera anécdota que se suma al abanico de modos de juego comentados anteriormente, se convierte en la base que da sentido al resto de la edición de este año. Una vez finalizados los 10 retos de turno (donde frecuentemente hemos de ganar el partido con una media superior a los 60 puntos anotados, con más de seis asistencias, otros tantos rebotes, un porcentaje desmesurado de tiros libres a canasta…) es momento de sumergirnos en el otro eje de la partida: Los partidos legendarios de los Bulls. Reuniendo a las plantillas emblemáticas del equipo de Chicago, se posibilita que el usuario dispute partidos de gran atención mediática. El equipo rival (caso de los Celtics de la temporada 86-87) siempre es el mismo y, por lo tanto, se perfila como nuestro rival a batir. El nuestro, por el contrario, varía en función de la temporada que queramos elegir.

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El concepto se comprende con relativa facilidad: lo que realmente prima en esta edición es la ambientación y el feeling que transmite el partido. El loable trabajo de los comentaristas, que mantienen la cuadrilla de pasados años, trata siempre de aportar datos históricos como si se estuviese narrando un partido en 1991, tal es el caso del Bulls - Lakers que sirve como introducción. No se ha andado con chiquitas 2K a la hora de crear una interfaz mucho más clara y sencilla para el jugador. Atrás queda la necesidad de utilizar el stick para navegar, aunque el constante flujo de apartados traerá de cabeza a los jugadores que se incorporen por primera vez a la franquicia. Especialmente este año, donde la competencia se ha borrado a sí misma del mapa, dejando vía libre a NBA 2K11 para aprovechar al máximo las oportunidades de trabajo que se abren a su paso.

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A medio camino entre la tesitura que plantea Jordan y el equipo mítico de los Bulls encontramos una curiosa galería de zapatillas made-in-MJ que se dedica a homenajear al jugador, en lo que parece un guiño que invita a seguir exprimiendo las opciones de esta modalidad. Cuando hemos terminado de quemar estas tres modalidades se desbloquea la más interesante de las cuatro que componen la Leyenda Jordan, en la que a grandes rasgos debemos crear un jugador que emule los pasos de His Airness para convertirse en uno de los mejores jugadores de la historia. Se mire por donde se mire, esta faceta es básicamente la misma que propone Mi Jugador, solo que siguiendo los pasos concretos de Jordan para recalar en el equipo que pague la justa cantidad que vale nuestro rol sobre el campo. Son cuatro estilos de juego que componen, como decimos, el núcleo jugable de esta edición, lo que ya de por sí representa una evolución notable con respecto a NBA 2K10.

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Lo más curioso es que las novedades de NBA 2K11 empiezan donde termina la aventura de Jordan. Este aspecto es, sin lugar a dudas, el más cuidado del pack: las animaciones de MJ, así como la representación virtual de los jugadores de la época, detalles de las canchas, el equipaje de turno, está muy por encima del rendimiento que se aprecia en la definición del resto de jugadores franquicias. La situación recuerda a lo vivido el año pasado con Bryant en comparación al resto de jugadores estrella de cada equipo (el ejemplo vivo de Gasol, según muchos usuarios, mal caracterizado), lo que no deja de ser otra cosa que un ejemplo sangrante de la dedicación que 2K ha puesto sobre Michael Jordan y todo lo que le rodea. Por suerte esta modalidad no solo sirve como escaparate para justificar el lanzamiento de una nueva edición, sino también como eje para entender las novedades a nivel jugable.

Cambio de aires
Resulta difícil comprender cómo se puede mejorar una base que parecía sujeta a un firme marcaje en menos de 12 meses. 2K lo ha conseguido mejorando las sensaciones que los usuarios han criticado de la edición pasada. Uno por uno, los conceptos que se comentaban durante la presentación oficial del juego se subrayan a medida que comenzamos a jugar y experimentamos la diferencia que se establece sobre el sistema de control. El mecanismo que se ha implementado aumenta la importancia de decidir en qué momento hemos de pulsar el gatillo superior para realizar un sprint, al tiempo que dificulta el sistema de regates para impedir que nuestro jugador haga lo que viene en gana y no lo que nosotros le indicamos a través del pad. Cuando perdemos un balón por un movimiento en falso tenemos la sensación de haber tomado una decisión equivocada, pero no de que la IA nos haya jugado una mala pasada para favorecer a la CPU.

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Los movimientos se han suavizado, son menos toscos, más agiles a la vista. Siendo esto así, es curioso comprobar cómo el juego en equipo y la correcta selección de tácticas durante un partido resulta determinante para que el marcador se ponga a favor de un equipo u otro, lo que a su vez nos lleva a comentar una de las facetas más agradables del juego: cada equipo cuenta con su estilo de juego particular. Vencer a los Lakers no es un simple ejercicio en el que basta con cerrar la puerta a Bryant o impedir que Gasol se coloque cómodamente bajo la canasta, sino de entender a qué clase de baloncesto nos enfrentamos. Hay equipos que optan por el camino de las individualidades con un base que a la primera de cambio tira un triple muy ajustado cuando no encuentra presión; otros, por el contrario, mueven la pelota hasta que se abre un hueco en nuestra defensa.

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Cuando entramos directamente en los modos avanzados de dificultad se experimenta la verdadera esencia de este deporte, con la obligación de tener un ojo sobre el balón y otro en el amago de un compañero en específico. Es esencial saber a quién tenemos debajo del aro, cuáles son sus características para los rebotes, si vale o no la pena jugarnos un triple a final de un partido clave con el jugador franquicia, que ha desplegado su peor juego precisamente cuando más falta hacía, etcétera. La variedad de situaciones que ofrece esta edición deja en ridículo a la que el género futbolístico nos tiene acostumbrados, y sólo puedo compararse con la versatilidad de franquicias de la casta de NHL o Madden, ya citadas anteriormente. Puede que para los jugadores menos experimentados el nivel de exigencia se convierta en un aspecto negativo que resto diversión a las horas de juego, aunque por cada nivel de dificultad establece sus propias leyes sobre la cancha, con todo lo que ello conlleva.

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Se diría que la mejor forma de valorar la potencia jugable de esta entrega es comparándola con la edición del año pasado. La experiencia es extraña en tanto son los pequeños matices los que hacen de esta sensación algo totalmente nuevo, tan fluida que sorprende la velocidad a la que transcurren los partidos. 2K sigue apostando por la simulación antes que por el arcade o la anotación fácil. En esta edición resulta más complicado que nunca driblar a un jugador con un defensa y anotar con un mazazo sobre el aro, obteniendo las loas de los locutores. Hay un selecto grupo de baloncestistas que siguen siendo capaces de hacer poco menos que lo que les viene en gana, aunque dentro de lo que cabe se ha ajustado la desproporción de la temporada pasada en lo que a jugadas imposibles se refiere.

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 Jordan representa la excelencia absoluta dentro del campo, con una absurda facilidad para anotar puntos de tres, no digamos para saltar a canasta. Si Bryant era motivo de quejas constantes en este sentido, Jordan sacará de quicio a los jugadores que detestan ver cómo su defensa sucumbe ante el potente salto de un atacante. Hay poco que añadir en este sentido: la mayor pega de la IA sigue estando presente en los cambios de ritmo de los partidos y en la absurda imposibilidad que se impone en momentos puntuales. Es lo que popularmente se denomina una ‘pájara' en toda regla: a veces nuestro equipo es incapaz de anotar un punto independientemente de la zona desde la que tratemos de anotar, un mal endémico que ha sufrido la licencia desde hace ya bastantes años. Recuerda en este sentido a lo visto y vivido en la época de Pro Evolution Soccer y sus famosas jugadas imparables a favor de la CPU.

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Son pocos los problemas que se detectan en la parte jugable, la más completa de cuantas hemos tenido ocasión de probar en la nueva generación. La parte técnica sigue en la línea a la que nos tenía acostumbrados en años anteriores, mejorando algunos aspectos puntuales de los estados, otorgando más fluidez a las animaciones tras anotar una canasta, aunque con el mismo problema a la hora de lanzar un balón de banda. No se explica por qué el árbitro se interpone en el camino de un jugador, resultando en un bochornoso bucle que reduce el ritmo de un partido frenético cuando el crono apura. En cualquier caso se trata de una molestia menor que apenas influye en la experiencia jugable. No obstante, su presencia es innegable y sigue siendo un problema que se arrastra de ediciones anteriores.

La jugabilidad y la parte técnica son las que se encargan de dar vida al verdadero espíritu de un juego que cobra vida en el instante en el que aparece la presentación, con un Jordan que se come literalmente la portada (entonando el ya mítico Are you Ready), invitándonos a disputar un partido introductorio. Transmite este NBA 2K11 la sensación de ser una obra cuidada hasta la saciedad en la que se ha mejorado todo lo que realmente necesitaba una revisión. En este plantel no se incluye, lógicamente, la parte online, que cuenta exactamente con los mismos modos de la temporada pasada, plantillas actualizadas on the fly, noticias de la liga de la NBA, estadísticas… Resulta llamativo también observar la cantidad de elementos secundarios que se añaden a los partidos: desde las fotos que adornan nuestra actuación hasta los recortes de prensa en los que se desgrana el estilo que hemos empleado durante el partido.

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Son los pequeños detalles los que aúpan la experiencia de NBA 2K11 hasta el plano más realista de simulación que hemos conocido, matices que están relacionados con la variedad de las animaciones, el buen trabajo de la dupla de comentaristas, la nueva interfaz de los menús, el hecho de contemplar un partido como si de una retransmisión real se tratase… Sólo se puede achacar cierta extrañeza a la hora de calibrar el nuevo sistema de pases (mejor olvidar la posibilidad de lanzar un pase en largo, que en la mayoría de los casos es interferido sin mayores problemas), la poca similitud de algunos jugadores con la imagen real o las pájaras que de cuando en cuando sufre nuestro equipo tanto en el modo individual como multijugador.

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9

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.