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Final Fight: Double Impact

Final Fight: Double Impact

  • PlataformaPS373607
  • GéneroAcción
  • DesarrolladorCapcom
  • Lanzamiento14/04/2010 (360)15/04/2010 (PS3)
  • TextoEspañol
  • VocesInglés
  • EditorCapcom

Frente a orcos y pandilleros

Dos nuevos títulos retro desembarcan en las plataformas de descarga digitales. En esta ocasión nos encontramos ante el inolvidable Final Fight y el divertido Magic Sword, juntos en un pack denominado Final Fight: Double Impact con el que volveremos a comprobar aquello de que los viejos clásicos nunca mueren.

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La llegada al mercado de Wii, Xbox 360 y PlayStation 3, plataformas de sobremesa de la actual generación, trajo bajo el brazo la definitiva implantación del juego online en consolas tras una primera toma de contacto durante la generación de los 128 bits. Pero dicha implantación también traía algo bajo el brazo que suponía otra revolución: las plataformas de descarga digitales. Wii con su Tienda Virtual, 360 con Xbox Live y PS3 con PlayStation Network ofrecían al consumidor una nueva gama de productos que iban desde contenido adicional para los juegos lanzados en formato físico hasta títulos completos únicamente adquiribles mediante descarga online. En principio todo parecía perfecto, ya que podíamos alargar la vida de nuestros juegos favoritos descargando nuevos personajes, niveles, armas… Además, poco a poco comenzaban a llegar pequeñas joyas a bajo precio cuya calidad en no pocas ocasiones era semejante o incluso superior a la de los videojuegos que veíamos en las estanterías de las tiendas.

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Pero las plataformas de descarga digitales no tardaron demasiado en convertirse en un arma de doble filo para el usuario. La inmensa mayoría de compañías vieron en esta nueva forma de negocio un filón con el que dejar vacíos los bolsillos del cliente por medio de las tretas más rastreras. Estupefactos, los usuarios comenzamos a comprobar cómo se nos exigía pagar para poder descargar fondos de escritorio o iconos a modo de imágenes de jugador, al tiempo que no pocas desarrolladoras pasaban sin la más mínima vergüenza de desarrollar productos completos a separar partes del juego para venderlas posteriormente como contenido descargable, o incluso a dejarlas bloqueadas en el disco físico para que el comprador no tuviera más remedio que volver a rascarse el bolsillo para poder acceder al título completo.

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Afortunadamente, aunque dichos atropellos al consumidor se siguen produciendo con cada vez mayor descaro (uno no sabe si reír o llorar cuando lee las escusas que ponen los desarrolladores ante tales abusos), la llegada de las tiendas virtuales al mundo consolero también ha tenido sus cosas buenas. Nos referimos, además de al contenido extra lícito y de calidad contrastada, al relanzamiento de un sinfín de títulos clásicos provenientes de generaciones y consolas del pasado. Las vías de llegada de dichos títulos son de lo más variadas, y suelen diferenciarse por la cantidad de dinero y recursos que la compañía en cuestión quiera gastar en la conversión de un clásico concreto. Así podemos encontrarnos desde juegos con un aspecto idéntico al que poseían en su lanzamiento original (con la consiguiente pixelación extrema de unos gráficos que ni mucho menos estaban pensados para las resoluciones de las pantallas actuales) hasta remakes a los que se brinda una completa puesta al día a todos los niveles, ensalzando con ello aun más las virtudes que ya poseían de serie.

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El juego que todo el mundo toma como referente en este último caso es sin duda Super Street Fighter II Turbo HD Remix, un clásico de 1994 al que Capcom dotó de un completo lavado de cara a nivel audiovisual, con gráficos redibujados a 720p (obra de Udon, un afamado estudio de cómics) y música de alta calidad inspirada en las composiciones originales. Desgraciadamente, la compañía nipona no ha llevado a cabo un esfuerzo similar a la hora de seguir trasladando sus innumerables clásicos del pasado a las consolas actuales, aunque por fortuna al menos se preocupa en dotar a dichos juegos de filtros destinados a ocultar la inevitable pixelación fruto del contraste de resolución entre los televisores de tiempos pretéritos y las actuales pantallas de alta definición, además de incluir los más que obligatorios modos de juego online que se han convertido en un requisito indispensable en los tiempos que nos ha tocado vivir.

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Ese es el caso del juego que tenemos en nuestras manos, enésimo revival de un clásico atemporal que en esta ocasión responde al nombre de Final Fight, eterno y primordial referente de todo un género: el clásico beat 'em up o brawler conocido por estos lares con el castizo nombre de 'Yo contra el barrio'. No nos llega solo, ya que se encuentra bien (aunque extrañamente) acompañado por Magic Sword, otra recreativa mítica de finales de los 80/principios de los 90 con la que Capcom siguió demostrando que pocos podían toserle en los salones arcade. En definitiva, Guy, Cody y Haggar vuelven a recorrer las mismas calles de Metro City que patearon 21 años atrás, con la diferencia de que esta vez lo harán en nuestras Xbox 360 y PS3. Los macarras, navajeros, banqueros, políticos y demás gente de mal vivir comienzan a temblar, puesto que el alcalde de la ciudad y sus dos acólitos llegan dispuestos a impartir justicia tal y como se hacía en los 80: a mano abierta o con generosas dosis de plomo en barra.

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Barriendo calles a golpe de nudillo

Tal y como mencionamos en la introducción, el primer título y gran estrella de este Final Fight: Double Impact es el clásico y atemporal Final Fight lanzado en 1989 en recreativa y con múltiples conversiones a lo largo del tiempo para todos los sistemas habidos y por haber. La desarrolladora Technos sentó las bases del beat 'em up o brawler con los memorables Renegade (1986) y Double Dragon (1987), aunque sin duda fue Capcom con este Final Fight la que encumbró el género a los altares, tal y como haría con la lucha versus un par de años después gracias a Street Fighter II.

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Final Fight seguía punto por punto los parámetros ya establecidos por Renegade y Double Dragon, aunque su grandeza residía en las ideas propias que implantó en el género, ideas que sentaron cátedra y reaparecieron en posteriores beat 'em ups creados tanto por Capcom como por otras compañías. La más renombrada de dichas ideas fue la posibilidad ofrecida de seleccionar entre tres personajes (los legendarios Guy, Cody y Haggar) que poseían técnicas y ataques completamente diferentes entre sí, cuando lo habitual por aquel entonces era disponer de un único personaje compartido incluso en partidas de dos jugadores (eso sí, cambiando al menos el color de ropa entre uno y otro para poder distinguirlos). Aunque, todo hay que decirlo, otro histórico beat 'em up lanzado también en 1989, Golden Axe, también ofrecía la posibilidad de seleccionar entre tres personajes diferenciados, así que en esta ocasión el mérito es compartido.

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Guy era el más rápido y ágil de los tres guerreros de Final Fight, aunque también el más débil. Haggar, una auténtica mole de músculos poseedor de los ataques más devastadores, representaba el arquetipo de luchador fuerte de lentos movimientos. Cody se reservaba el papel de personaje más equilibrado en cuanto a agilidad y fuerza, convirtiéndose por lo tanto en el recomendado para las partidas en solitario. El argumento del juego seguía a rajatabla la extrema sencillez de los clásicos arcade de los 80, ya que su papel se reducía a mera excusa para permitirnos arrasar con todo lo que se nos pusiera por delante. Metro City (la Nueva York del universo Capcom) es la ciudad con mayor tasa criminal de todo Estados Unidos. Políticos y policías corruptos se venden al mejor postor mientras las bandas criminales campan a sus anchas por toda la metrópoli. Pero todo parece cambiar cuando un antiguo luchador de wrestling, Mike Haggar, es elegido como nuevo alcalde de Metro City.

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Haggar pronto demostrará que su forma de actuar no tiene nada que ver con la de su antecesor en el cargo, ya que comienza a trabajar incansablemente para limpiar de corrupción los estamentos policiales y acorralar al mundo del crimen. La organización criminal más poderosa de la ciudad, Mad Gear, tras ver que el nuevo alcalde no puede ser comprado, rapta a su hija para que así éste no pueda seguir actuando. Pero Haggar no es un alcalde cualquiera, así que nada más conocer que su hija Jessica ha sido secuestrada decide coger el toro por los cuernos y se echa a las calles para repartir justicia a mano abierta con el objetivo de acabar con Mad Gear y liberar a su primogénita. En su odisea le acompañan Cody, novio de Jessica, y Guy, viejo amigo de la pareja. El objetivo está claro: recorrer las seis zonas principales de Metro City (barrios bajos, metro, bulevar, zona industrial, paseo marítimo y centro de la ciudad) al tiempo que el trío se asegura de que todos y cada uno de los miembros de Mad Gear acaban en el hospital o en la cárcel.

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Aún a día de hoy sigue sorprendiendo cómo un juego en esencia tan simple y repetitivo como Final Fight puede llegar a ser tan absorbente y divertido. Los personajes cuentan con una variedad de ataques tremendamente escasa (un combo simple, salto con patada, un par de presas y poco más), algo que el armamento que encontramos en las calles tampoco es que ayude mucho a paliar (en esencia disponemos de tres armas secundarias -cuchillo, katana y la legendaria tubería de plomo- que bien podremos encontrar en el interior de diversos objetos urbanos o arrebatar a los enemigos). Además, los miembros de la banda Mad Gear, aunque variados en su comportamiento y ataques, no dejarán de repetirse fase tras fase. Y los propios niveles en sí no ofrecen nada que vaya más allá de avanzar constantemente mientras eliminamos enemigos hasta llegar al jefe final.

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Quizás el secreto de Final Fight resida precisamente en su naturaleza simplista. Los pocos elementos antes mencionados fueron implementados por Capcom de forma magistral, consiguiendo con ello que lo pasemos en grande sin preocuparnos por nada más. Un botón de salto, otro de ataque, avanzar y machacar enemigos sin descanso; no hay nada más, pero es que el juego tampoco lo necesita. Quien esto suscribe se ha reencontrado con Final Fight tras varios años sin poner las manos sobre él -en concreto desde la conversión a Game Boy Advance lanzada a comienzos de la ya pasada década-, y las sensaciones siguen siendo las mismas que experimentaba cuando me pulía la paga semanal en la recreativa original lanzada 21 años atrás. Es un juego por el que no pasa el tiempo, ya sea jugable o visualmente, algo al alcance sólo de los grandes clásicos.

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El apartado visual fue sin duda una de las mayores virtudes del juego en el momento de su lanzamiento. Final Fight supo retratar a la perfección el entorno urbano y callejero cien por cien ochentero que lo hizo (y sigue haciendo) tan llamativo, todo gracias a unos gráficos impecablemente trabajados en los que sin duda destacaban sus gigantescos sprites de un tamaño decididamente enorme para la época, los cuales para colmo estaban impecablemente animados. Ese cuidado en el diseño y los detalles se trasladaba también a los enemigos, desde los esbirros corrientes que encontrábamos en nuestro recorrido por los diversos niveles (lanzadores de cuchillos capaces de dejarnos como un colador a las primeras de cambio, gordos que se abren paso a cabezazo limpio, moteros especialistas en bloquear nuestros ataques, forzudos expertos en lucha libre…) hasta los jefes de final de nivel, con Sodom y Rolento (sobradamente conocidos por los amantes de la saga Street Fighter) a la cabeza.

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En definitiva, Final Fight ya justifica por sí solo la descarga de este extraño recopilatorio, ya que nos encontramos ante un clásico que se sitúa más allá de tendencias o modas. Por él no pasa el tiempo, manteniéndose a sus 21 años tan fresco como en el primer día de su lanzamiento. Por algo nos encontramos ante un título que sentó cátedra y se convirtió en el punto de partida de una edad dorada del beat 'em up que nos dejó títulos tan míticos como Streets of Rage 2, Captain Commando, Los Simpson, Asterix, Dungeons & Dragons… Antes de pasar a analizar el juego que acompaña a Final Fight en este paquete, sólo nos queda recordar que si queréis obtener más información tanto de este título como del resto de juegos que formaron parte de la franquicia podéis pinchar aquí, ya que Regreso al Pasado (la sección de juegos retro de MeriStation) dedicó un amplio reportaje a la saga.

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Espada y brujería

El segundo integrante del recopilatorio que nos ocupa es un juego ni mucho menos tan renombrado como Final Fight, aunque no por ello deja de ser un buen título. Se trata de Magic Sword, recreativa lanzada por Capcom en 1990. Nos encontramos ante un juego de espada y brujería que sigue punto por punto los parámetros clásicos del desarrollo de acción lateral que tanto triunfaba en la época, debiendo avanzar de izquierda a derecha (o viceversa) mientras eliminamos a cuanto enemigo nos sale al paso, saltamos de una a otra plataforma, recolectamos ítems de mejora y nos enfrentamos cada cierto tiempo a jefes finales de tamaño descomunal y devastadores aunque limitados patrones de ataque. El argumento es nuevamente una mera excusa para empezar a repartir espadazos a diestro y siniestro, contando cómo el protagonista (un bárbaro de rubia melena al estilo He-Man que ni siquiera tiene nombre, ya que es conocido únicamente como 'The Brave One') es el único que puede poner fin a las ambiciones del señor oscuro de turno (el cual responde al nombre de Drokmar) que busca, cómo no, gobernar el mundo cual Stewie Griffin en la serie Padre de Familia.

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Eso sí, aunque nuestro héroe sea el elegido para pararle los pies a Drokmar, no estará ni mucho menos solo en su periplo. A la posibilidad que ofrece el juego para que un segundo usuario se una a la refriega se suma la ayuda que prestan los diversos personajes secundarios que nos encontraremos en el camino. Éstos no pueden ser controlados por el jugador, pero replican nuestros movimientos por lo que nos seguirán en todo momento, atacarán cuando ataquemos y saltarán justo después de que nosotros lo hagamos. Existen ocho tipos de ayudantes, todos con sus características bien diferenciadas: cavernícola, ninja, amazona, clérigo, hechicero, ladrón, caballero y hombre lagarto. Si queremos contar con la ayuda de estos aliados (indispensable para sobrevivir con un mínimo de garantías, ya que el ataque de nuestro personaje es bastante limitado la mayoría del tiempo) deberemos liberarlos de las mazmorras en las que se hayan confinados usando las llaves que recolectamos por el camino.

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Desgraciadamente sólo podemos contar con un ayudante a la vez (es decir, si nos acompaña la amazona y liberamos al ninja, la mujer se retirará y éste tomará su lugar a nuestro lado), así que tendremos que elegir bien cuál de ellos nos conviene más en las situaciones que tendremos que afrontar. Hay que tener en cuenta que nuestro ayudante posee su propia barra de salud (si se extingue quedaremos solos ante el peligro), y también que aumenta sus características ofensivas si lo mantenemos el suficiente tiempo a nuestro lado. El resto del juego tiene fácil resumen, ya que avanzaremos por los pasillos de una gigantesca torre de 50 pisos en cuya cima nos aguardará, cómo no, el megalomaníaco Drokmar. Los enemigos (orcos, momias, arañas, brujos…) no dejarán de acosarnos en todo momento, y también deberemos sortear las numerosas trampas que se interpondrán en nuestro camino en forma de guillotinas, lagos de fuego, mazas giratorias…

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En Magic Sword no faltará la acción, aunque se echa en falta una mayor dosis de plataformeo dado que eliminar enemigos acaba cansando cuando en niveles avanzados comienzan a repetirse hasta la extenuación. El apartado gráfico cumple sin grandes alardes, con un buen diseño de personajes aunque no así de escenarios, ya que al encontrarse el juego limitado a una gigantesca torre no se puede ofrecer mucha variedad al respecto. Algo también criticable es la pobreza de animaciones que poseen todos los personajes, tanto principales como secundarios, ya que el número de frames que los dotan de vida es bastante escaso. En definitiva, nos encontramos ante un buen juego, aunque desde luego no se cuenta entre lo mejor que Capcom lanzó durante la época dorada de las máquinas recreativas.

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Doble impacto

Aunque por desgracia Capcom ni mucho menos ha volcado en Final Fight: Double Impact el mismo mimo y dedicación que brindó a la excepcional adaptación de Super Street Fighter II Turbo a los nuevos tiempos, afortunadamente no se ha conformado con trasladar el juego tal cual a la generación actual. El menú de presentación ya llama poderosamente la atención gracias a su excelente puesta en escena, mostrándonos un mueble de recreativa con el título elegido corriendo en su monitor de tubo de 4:3. A tal respecto Capcom nos guarda la sorpresa más agradable de este recopilatorio, ya que entre los diversos filtros incluidos para paliar el tremendo contraste de resolución existente entre las recreativas originales y los sistemas bajo los que corren en esta nueva conversión (unos filtros por otro lado bastante conseguidos, los cuales permiten que los juegos luzcan impecables aún en pantallas de alta definición y grandes dimensiones) se añade una característica que los aficionados que en su día disfrutaron de los arcades originales sin duda agradecerán.

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En la configuración podemos escoger entre diversos tamaños de pantalla: normal, zoom, pantalla completa (si contamos con un monitor 16:9 los gráficos se verán enormemente achatados, por lo que esta opción no será muy recomendable) y cabina de recreativa. Este último tamaño hace que la pantalla de juego se encuentre rodeada por un marco que replica las marquesinas originales de los muebles arcade (en sus versiones norteamericanas), con esos extraños dibujos que en la mayoría de ocasiones tenían poco o nada que ver con los títulos para los que habían sido creados. Por si esto no fuera suficiente, la zona de juego en sí emula al 100 % el aspecto que tenía una pantalla arcade de la época (un monitor catódico de 4:3 ligeramente curvado hacia afuera, lo que producía una ligera torsión en los gráficos a ambos extremos de la pantalla que también ha sido replicada en este Final Fight: Double Impact).

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Si una vez seleccionado el tamaño de pantalla Cabinet elegimos entre los filtros gráficos el llamado Arcade Monitor, entonces no podremos evitar derramar una lagrimita de nostalgia ya que la pantalla de juego pasará a replicar el aspecto exacto que poseía el monitor de fósforo de la recreativa, con esas tenues y delgadas franjas horizontales recorriendo la pantalla y ese leve desajuste en el color perceptible sobre todo en las siluetas de los sprites. En definitiva, estos dos modos gráficos (Cabinet y Arcade Monitor) nos permitirán obtener el mismo acabado visual que admiraríamos si aún nos encontráramos jugando a Final Fight o Magic Sword en los muebles de recreativa originales, por lo que no queda más remedio que quitarse el sombrero ante Capcom y aplaudir fervientemente una iniciativa que esperamos se implemente en futuras adaptaciones de sus clásicos arcade.

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Y es que lo único que faltará para hacernos sentir como en un salón recreativo será el típico batiburrillo de sonidos producido por decenas de máquinas tronando al mismo tiempo, el olor a tabaco impregnando el ambiente y el pesado de turno situado a nuestro lado rogándonos insistentemente que le cedamos los mandos un momento para que nos pase esa fase tan difícil que sólo él ha conseguido superar anteriormente, cuando la realidad es que se ha quedado sin una moneda en el bolsillo y sólo desea seguir jugando un poco más antes de abandonar el local. Además de ofrecernos esta oportunidad única de retroceder veinte años atrás sin movernos de nuestro sillón, Final Fight: Double Impact también soporta juego online para que cualquier usuario se una a nuestra partida en todo momento, además de poseer una serie de extras desbloqueables consistentes en galerías de arte que de nuevo harán derramar lágrimas de felicidad a los nostálgicos. Dichas galerías se componen de bocetos, diseños e ilustraciones de las recreativas originales, así como alguna que otra sorpresa extra en forma de cómics (creados por Udon, responsable del apartado gráfico de SSFII Turbo HD Remix y estudio habitual a la hora de trasladar los videojuegos de Capcom al campo de la narración gráfica) y vídeos.

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También existe la posibilidad de cambiar la banda sonora original de cada videojuego por una remasterizada creada para la ocasión por los compositores que un tiempo atrás se encargaron de poner música a Bionic Commando: Rearmed. Apuntar al respecto que, al menos en el lado Final Fight, la banda sonora remasterizada no logra estar a la altura de las circunstancias, sobre todo para aquellos que hayan tenido la oportunidad de jugar a Final Fight CD, conversión del clásico de Capcom a Mega CD creada por Sega en 1993. Y es que la compañía del erizo azul aprovechó las bondades que brindaba el malogrado periférico/consola en el apartado sonoro para crear una banda sonora instrumental simplemente magistral, toda una delicia para los oídos que aún hoy es recordada gracias a una enorme calidad que la sitúa a años luz tanto de la BSO original de Final Fight como de esta nueva remasterización creada con motivo del lanzamiento del recopilatorio que nos ocupa. Quizá habría sido más acertado por parte de Capcom comprar a Sega los derechos de la BSO de Final Fight CD para implementarla en esta nueva encarnación de su clásico, ya que el resultado habría sido indiscutiblemente mejor.

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Antes de terminar con los extras que nos ofrece este Final Fight: Double Impact, mencionar que entre los vídeos desbloqueables se encuentra alguna que otra curiosidad digna de aparecer en un museo de los horrores. Tal es el caso del episodio completo de la aberrante serie de animación americana basada en Street Fighter II, todo un despropósito que, agárrense a sus asientos, además servía como secuela de la no menos vomitiva película de acción real que se rodó en 1994 con Jean-Claude Van Damme en el papel de Guile. Así que si el palo ya era lamentable, os podéis imaginar cómo salieron las astillas. El episodio que se nos ofrece responde al nombre de Final Fight y consiste en un cruce entre ambos universos en el que, entre otras lindezas, podemos ver a Ryu y a Ken travestidos como punkies cuyo gusto al vestir sobrepasa los límites de lo absurdo. En definitiva, toda una curiosidad no apta para mentes sensibles. Si conseguís visionar el capítulo entero sin apartar la vista ni una sola vez os mereceréis mi más sincera admiración (es más, deberían dar un logro o trofeo por ello con la denominación 'He visto cosas que harían vomitar a una cabra'), por no mencionar que así obtendréis una prueba irrefutable de poseer un estómago a prueba de bombas.

Si después de ver esto no necesitas terapia, enhorabuena, estás preparado para cualquier cosa.
7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.