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Call of Duty: Black Ops Declassified

Call of Duty: Black Ops Declassified

Call of Duty Black Ops: Declassified

Black Ops da el salto también en la consola portátil de Sony, PS Vita. La franquicia Call of Duty se estrena sin demasiado éxito en la nueva portátil de la compañía japonesa. <

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Call of Duty Black Ops: Declassified
se anunció durante el E3 como una de las grandes novedades que tendría PS Vita en su catálogo futuro. Un anuncio que tenía mucho peso por llevar el nombre que llevaba, ni más ni menos que el mismo Black Ops que aparecería también en las consolas sobremesa. Ahora Declassified llega a la portátil de Sony con un sabor de boca muy alejado de lo que se podía pretender. La consola tiene potencia y herramientas de sobra para crear FPS portátil como nunca antes. Pero esta combinación todavía está lejos de llegar a las cotas de calidad que se pueden esperar del género y del hardware de Vita. Y este Black Ops no es precisamente el ejemplo a seguir.

La obra de Nihilist es el segundo intento de esta compañía norteamericana de trasladar con acierto una franquicia de más o menos éxito en el mundo de los FPS en consola sobremesa a portátil. Fueron los encargados de dar su particular punto de vista a la versión portátil de Resistance, una primera intentona de mezclar portátil y juego de acción en primera persona que no acabó de fructificar. Con Black Ops Declassified pasa algo similar. La franquicia y el nombre es importante y atractivo, pero a la hora de la verdad el resultado final queda alejado de lo que podría prometer sobre el papel. Se supone que a la tercera va la vencida, y es algo a lo que se tendrán que agarrar los desarrolladores de este Declassified.

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Nos encontramos ante un spin-off de todo el universo Black Ops creado por Treyarch. Eso significa que hay una serie de protagonistas que nos van a ser familiares a lo largo de la campaña que presenta este juego. Nombres como el de Hudson o el de Alex Mason están presentes en una campaña que se divide  en una decena de pequeñas operaciones que se reparten por diversos puntos del mapa y en una época muy concreta: la Guerra Fría. Durante estos tiempos difíciles, de tensiones políticas y enfrentamientos secretos, una serie de héroes anónimos trabajan en la sombra. El principal problema de Declassified es que estos protagonistas no trabajan mucho en la consola de Vita, ya que la campaña dura un suspiro. Y todavía nos sobra.

Las diez misiones son extremadamente cortas, oscilando entre dos minutos y cinco para completarse de principio a fin. Tiene la “trampa” que si nos matan empezamos de cero, algo que entre intentos y ensayo-error si nos equivocamos puede alargar más la vida útil de la campaña. Pero no demasiado. Una hora, menos si lo superamos todo a la primera y algo más si empezamos en las dificultades más elevadas, es lo que nos pueden durar las diez campañas. Se antoja excesivamente poco aunque el formato sea ideal para partidas cortas para jugar en la portátil. Además, no ofrece grandes elementos para rejugarlo, ya que mayor dificultad significa morir más pronto, no unos cambios en la mecánica enemiga que nos suponga un reto nuevo.

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Y este es uno de los principales problemas de la campaña de Declassified. El juego ofrece un reto excesivamente plano. Los enemigos hacen exactamente lo mismo cada vez que juguemos o repitamos una partida. El mismo enemigo saliendo por el balcón, los dos soldados escapando por el mismo camino, los tres que nos vienen de cara por el pasillo… todo se repite una y otra vez. Inteligencia Artificial nula. Algunos dirán que esto más o menos se ve en otras entregas de la saga. Si pero no. Lo limitado de los escenarios, pasillos y caminos de las diez misiones de Declassified hacen que todos estos defectos se vean mucho más. En las versiones sobremesa hay muchos inputs que camuflan estos errores: más amplitud, scripts y momentos espectaculares cada dos por tres. Aquí no. Aquí los defectos de los enemigos lucen mucho más. Por no hablar de los que están escondidos en una pared y le disparan a la misma en lugar de nosotros o los que lanzan granadas que rebotan en la pared que tienen delante. 

El desarrollo de las misiones tampoco acompaña en exceso, ya que acostumbran a obligarnos a ir a buscar un objeto, llegar a un punto o acabar con un enemigo o enemigos en concreto. Todo es muy guiado y lineal, no hay ninguna opción más que la de seguir por el camino marcado, imposible de perder. La linealidad es excesiva, no por qué no esté en otras entregas mayores, sino porque la sensación es mucho más acusada ante un diseño de niveles y una amplitud de fases que brillan por su bajo nivel en términos generales. A cambio tenemos cinco fases contrarreloj –la primera funciona a modo tutorial- en la que picarnos con nuestros tiempos.

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Una de las virtudes del juego está en el control. Los dos sticks analógicos permiten disfrutar de los juegos de acción en primera persona con comodidad. Sirven para movernos, mientras que los gatillos se usan para apuntar y disparar. Los botones nos permiten realizar diversas acciones como recargar, saltar o acciones contextuales y la cruceta para otros elementos como activar el sprint o pedir ataques aéreos. La pantalla táctil nos permite atacar cuerpo a cuerpo, lanzar granadas apuntando donde queremos que vaya, devolver granadas enemigas y en el caso de la táctil trasera, aguantar la respiración para disparar con un francotirador por ejemplo. Este último no es precisamente el mejor de los controles, pero cumple.

La entrega portátil de Black Ops no viene solo con una campaña, que a fin de cuentas acostumbra a ser lo más prescindible de la franquicia Call of Duty o por lo menos donde la apuesta de la compañía es menos profunda. A camino entre la campaña y el multijugador tenemos también un modo enemigos, que no es más que una modalidad que sustituye los zombis de la versión para mayores. Aquí tenemos una serie de mapas, cinco, en los que debemos intentar sobrevivir a oleadas de enemigos que nos van asaltando cada vez con más peligro. Según las bajas que consigamos tendremos mejor puntuación final hasta llegar a las tres estrellas y subir en marcadores. Por desgracia esta modalidad, que se daría a cooperativo, es para un solo jugador.

La tercera pata de Black Ops: Declassified es el multijugador. Es la más importante de todas ya que la idea de poder tener un multijugador online de Call of Duty en la palma de nuestra mano es atractiva de por sí.  Naturalmente se han reducido las opciones en general, aunque hay las básicas sobre el papel. Contamos con cinco modalidades multijugador: Duelo por equipos en el que dos conjuntos se enfrentan uno contra otro, baja confirmada en la que además de luchar por equipos debemos recoger chapas enemigas para sumar puntos,  zona de lanzamiento en la que se debe defender una zona concreta para conseguir puntos y paquetes de ayuda, partida que mezcla estas tres modalidades y un todos contra todos para los lobos solitarios. Se echan en falta algunas partidas típicas como Dominio.

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A ello se le añaden partidas de “fiesta” para jugar con los amigos, barracones donde podemos ver desafíos a superar con las distintas armas que tenemos disponibles, un editor para la insignia del clan y los clásicos marcadores para ver a los mejores jugadores. Todo ello aliñado con una extensa personalización de personaje con sus armas y potenciadores (rachas de muerte, perks) según nuestras habilidades y el clásico prestigio que se nos desbloquea al nivel 40. Completo si no fuera por una serie de errores que empañan la experiencia de juego.  Problemas para conectar con los servidores, acabar fuera de las partidas cuando conseguimos conectar con alguna y un rendimiento inferior a lo esperado. Casi nada para la modalidad más atractiva del juego. Al menos se puede jugar en modo ad-hoc, local, con hasta cuatro compañeros. La mitad de los ocho en online, pero con mejor rendimiento.

Técnicamente, Black Ops Declassified ofrece cosas interesantes para la consola en la que corre, aunque algunas otras son muy mejorables. En general se mantiene un nivel artístico y visual muy similar al visto en las consolas sobremesa, con una fluidez marca de la casa como principal virtud del juego. Pero todo esto queda empañado con elementos que empobrecen el resultado final: texturas planas y a baja resolución que se nos aparecen más de la cuenta, una carga poligonal mejorable en términos generales y los momentos Bullet time, que van como a trompicones y pierden el efecto espectacular que pretenden ofrecer.

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La banda sonora juega un papel correcto sin alardes. A nivel de melodías algunas nos serán fácilmente reconocibles por haberlas escuchado antes, aunque no es esto lo más relevante. El sonido de las explosiones, las armas, los gritos… todo tiene un nivel correcto, pero no llega a la inmersión que se le pide a un juego que nos quiere meter en medio de auténticas refriegas bélicas. El juego llega totalmente en castellano, con lo que tanto los textos como las voces están dobladas a nuestro idioma.

4.5

Mediocre

Podía ser pero no ha sido y tras pasar unos breves minutos con él quedará archivado en la estantería para no jugarlo nunca más. No lo compres, no digas que no te lo advertimos.