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Need for Speed: The Run

Need for Speed: The Run

Carreras a medio gas

Tras los excelentes Hot Pursuit y SHIFT 2, la saga Need for Speed parecía revitalizada tras la fase oscura de Undercover y Carbono. Con The Run, Black Box retoman las riendas de las franquicias haciéndonos participar en una carrera alrededor de todo Estados Unidos.

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Diecisiete entregas después tras su primera aparición en 1994, la saga de conducción arcade Need for Speed regresa de nuevo a nuestras consolas y compatibles de la mano de Black Box, la desarrolladora que más juegos de esta franquicia lleva en sus espaldas. Con el sobrenombre 'The Run', EA Canada pretende aportar algo de aire fresco y asentar de nuevo las bases a una serie que durante algunos años fue pegando bandazos pero que parecía que tras los SHIFT y con la mano de Criterion en el reciente Hot Pursuit había vuelto a retomar el buen rumbo.

El resultado no ha sido sin embargo tan satisfactorio como se esperaba; The Run no es un mal arcade de velocidad y conducción, pero desde luego no está a la altura ni de sus propias expectativas ni de la calidad de sus propios predecesores más recientes, que lo dejan en evidencia. Y en ciertos detalles concretos de su jugabilidad, incluso podría decirse que hubiesen agradecido algunos meses más de desarrollo para acabar de definir y ampliar las mecánicas que lo componen porque, en esencia, este Need for Speed se nos antoja un poco escaso de todo. Para decirlo de otra forma, le falta un hervor.

Por lo menos no puede decirse que a nivel argumental no lo intente; de hecho la secuencia inicial, por vez primera en un título de la franquicia, incorpora un 'quick time event' (habrá un par más en todo el juego) en el que interactuamos en una escena donde nuestro protagonista Jack intenta escapar de un Porsche rojo que está siendo triturado por una compactadora; luego seremos perseguidos a tiros por la mafia y poco después, en una cinemática con el motor del juego también inusual en la saga, se nos explica de forma breve de qué va 'la Carrera'. Es una pena que con la facilidad que tiene EA para contar buenas historias, no se haya invertido aquí algo más de tiempo en dar un serio background a protagonistas y secundarios, quedando todos ellos bastante huérfanos de orígenes y motivaciones. Porque una cosa es que no haya historia, pero si la pones por lo menos cuéntala bien.

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Las deudas de juego de Jack y la oferta de su amiga Sam le empujan a aceptar participar en una prueba que implica a 500 conductores que deben cruzar en el menor tiempo posible desde San Francisco hasta Nueva York al volante de cualquier coche que se tercie. 4800 kilómetros de carretera que nos llevarán a rodar atravesando desérticos planos del medio oeste americano, pistas nevadas con la estación de Aspen de fondo, entornos urbanos en Chicago o incluso polígonos industriales y una zona portuaria. Todo esto mientras escalamos posiciones en la tabla general y somos perseguidos por los malos y la policía, claro está.

A priori, el planteamiento suena prometedor: no muchas escaramuzas pequeñas sino una gigantesca carrera es donde participamos y nuestro objetivo es llegar a la ciudad de los rascacielos en primer lugar, con requisitos de posición determinados distribuidos en cada tercio del mapa de Estados Unidos. El problema es que 5000 kilómetros son muchos kilómetros y, aunque de terreno efectivo solamente hay mapeados alrededor de 300, siguen siendo demasiados para las pocas cosas que hay que hacer durante las escasas horas que dura la campaña principal.

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Y es que realmente uno de los problemas de The Run es precisamente la poca variedad de opciones que te plantea durante la aventura: puedes disputar pruebas en las que tienes que adelantar a X participantes, correr contrarreloj a través de unas marcas dispuestas para la ocasión y tratar de superar a uno o varios rivales en un tiempo determinado. Fin. En ocasiones esto se aderezará con la presencia de la policía y/o de la mafia, pero aún así el núcleo de posibilidades de juego es ciertamente escaso y ofrece un amplio margen para añadir funcionalidades, la verdad, aunque el juego trata por todos los medios de ir mezclándolo todo para que no nos aburramos.

Afortunadamente, el nuevo motor Frostbite 2 (recordemos, el de Battlefield 3) es el encargado de renovar gráficamente al juego, siendo el primer título de carreras que se realiza con este engine. Casi un año de modificaciones para que pasara de un FPS a un arcade de conducción nos dejan sentimientos encontrados; por un lado, la sensación de velocidad al volante es francamente muy buena, de las mejores que hemos experimentado hasta el momento: fluidez, potencia y capacidad para mostrar multitud de efectos simultáneos. Pero la forma en la que se ha utilizado aquí es bastante austera, especialmente en lo que se refiere a escenarios, dando la impresión de que no se explota como debería.

No es una cuestión de variedad lo que nos preocupa porque como hemos adelantado antes, la tipología de terreno y paisaje está bastante conseguida. Los circuitos vienen en distintos tamaños y sabores y además en algunos casos incorporan atajos para poder acortar los tramos y dar alcance a los oponentes más escurridizos. Pero la puesta en escena es francamente sosa, durante mucho rato conduciremos y a pesar de atravesar bellos páramos del parque nacional de Yosemite… no sucederá nada.

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Hay multitud de coches licenciados y reproducidos hasta el mínimo detalle; desde los vehículos de nivel 1 como un Golf del 79 hasta prototipos de exhibición de nivel 6 como un Porsche 918 GTR, pasando por Ford, Pagani, Mercedes, Audi, etc. Todos ellos muestran deformaciones generosas cuando impactamos con el entorno y los otros conductores, aunque su rendimiento no se ve afectado en ningún momento independientemente de su estado general. O por lo menos eso no sucedía en el modo de dificultad escogido por defecto en el juego de los disponibles al inicio, aunque se desbloquea un modo extra tras finalizar la campaña para los más exigentes.

Hay tres cámaras disponibles para poder afrontar la acción, siendo la más lejana (que tampoco lo es tanto) la más sencilla con la que manejaremos los autos porque es la que deja mayor margen de reacción. Dado por los problemas que mencionaremos más adelante, es decididamente la más recomendable aunque la auténtica sensación de velocidad la ofrecen las dos primeras. Cuando destrocemos nuestro coche o acabemos con un rival policía o mafioso (los conductores son inmortales) veremos como el juego toma esa estética tan Burnout con las secuencias slow-motion y vista en tercera persona, notándose la mano de Criterion en el pasado Hot Pursuit.

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El juego viene con una buena selección de pistas de audio con las que podemos amenizar nuestro viaje de tantos kilómetros por recorrido americano. Poco que decir, aquí va a gustos, pero en general diríamos que no desentonan en absoluto; los efectos de sonido también están a un buen nivel en general y además los diálogos están en un perfecto castellano, si bien tampoco es que haya demasiados y sean capitales para la comprensión de la historia. Pero en cualquier caso, en ese sentido, el nivel de acabado es el que nos tiene acostumbrados cualquier producto que salga con el sello de Electronic Arts.

Durante el desarrollo de las pruebas, deberemos ir de un lugar a otro de la forma más rápida posible; para ello nos enfrentaremos con la inteligencia artificial que pilota el resto de coches, dividida en tres grupos: los corredores, la policía y la mafia. La que implica a los corredores es claramente la más sosa: corren, siguen la línea trazada medianamente bien… pero da igual las perrerías que les hagas, te lo perdonan todo. Además, la IA es del tipo 'tramposa': te espera si vas muy lento, para que siempre creas que tienes opciones de ganar (y en efecto hasta el último checkpoint las tienes) pero cuando va por detrás de ti conduce increíblemente y con un bonus de velocidad completamente irreal.

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Esto resta bastante credibilidad al juego, porque uno tiene la sensación de que por muy bien que lo haga durante el 85% inicial de la carrera lo que realmente importa es el último minuto, independientemente del resto. Algo similar ocurre con la policía, que tiene una fijación desmesurada con nuestro vehículo cuando hay muchos otros corriendo a la vez; sí, en ocasiones acechan a nuestros rivales, pero ocurre muy ocasionalmente. Esta policía intentará detenernos creando bloqueos, echándonos de la carretera, frenando justo delante nuestro... además, ¿cómo diablos es posible que una patrulla me adelante sin problemas si llevo un supercoche que cuesta millón y medio de euros? Esto sí que es presupuesto y lo demás son tonterías.

La mafia hará exactamente lo mismo, pero además nos disparará desde sus inconfundibles coches negros e incluso desde un helicóptero. Las persecuciones con esta gente, o tal vez la última de las misiones con un cara a cara con nuestro 'archienemigo', son tal vez lo mejor del juego y nos lanza la pregunta inevitable de por qué no se añadieron más de estas secuencias durante el juego y se mantuvieron las pruebas 'de relleno' que, con franqueza, son de una calidad bastante inferior. De hecho, esta 'semi-burnoutización' que ya vimos en Hot Pursuit le sentó de maravilla a la saga y aquí se podría haber ahondado en ello.

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Conducir a toda velocidad mientras somos perseguidos por mafiosos y maderos y a través de páramos desconocidos tiene evidentemente su riesgo. Sí, estrellamos nuestro superdeportivo contra una farola, nos adelantan en el último segundo y no llegamos al checkpoint. Para ello, se han dispuesto una serie de 'retrocesos' que nos permiten volver al punto de control anterior mediante pantalla de carga; una opción muy poco cinemática y que causa breves pero importantes bajones de libido, la verdad. Un rebobinado en plan película, con checkpoints más frecuentes estilo Forza 4 hubiese estado mucho mejor.

Pero el principal enemigo de The Run no es el tedio - a fin de cuentas, la campaña no es tan larga - sino la frustración; hay dos problemas intrínsecos a la mecánica de este NFS: uno es la aleatoriedad, que hace que el tráfico de las carreteras o el comportamiento de los enemigos pueda cambiar de una vez a otra sin dar ninguna explicación, inclusive tras hacer un 'rebobinado'. La segunda tiene que ver con el control del coche y con el diseño propio de los circuitos: a nivel de manejo, el coche reacciona generalmente tarde y, muy a menudo, basta con salirse un metro y medio de la pista delimitada para que el juego se pare y nos cuente como si hubiésemos utilizado un retroceso.

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Esto último es especialmente molesto; en ocasiones no es que uno invente provechosos atajos por las buenas (que podría penalizarse bajando drásticamente la velocidad del coche, como en Forza), es que simplemente a 357 km/h por una pista con un carril y un coche para cada sentido, no hay forma física de pasar con las cuatro ruedas pegadas al asfalto. Y ver como constantemente el juego nos para por haber querido adelantar por el exterior, siendo la única opción posible, fastidia mucho. Afortunadamente las fases nunca son tan largas como que resulte un drama repetirlas enteramente.

A medida que completamos carreras, ganamos experiencia. Cuántos menos rebobinados, mejor conduzcamos y menos problemas tengamos, antes iremos subiendo de nivel. Al acabar la campaña seremos prácticamente nivel 11 ó 12, lo que significará que tendremos todas las habilidades del coche desbloqueadas (rebufo, óxido nitroso, experiencia extra al conducir agresivamente) y algunos coches extra para poder utilizarlos. Este nivel se comparte para las misiones o retos extra que podemos completar durante el desarrollo de la campaña o al acabar la última de las misiones.

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En estas misiones se nos ofrece exactamente la misma experiencia que en la carrera pero más segmentada y recompensada con medallas. No hay posibilidad de realizar una carrera libre en The Run, todo está limitado a estos retos que además nos obligarán a coger un tipo de vehículo determinado. Es decir, la opción 'partida rápida', con circuito que queramos y coche que nos dé la gana, no existe. Es una decisión de diseño que francamente choca no sólo con los estándares actuales sino casi que también con el sentido común de lo que debería ser un arcade de conducción moderno, en nuestra opinión.

Una cosa que sí nos ha encantado es el regreso del Autolog, y como se integra perfectamente con Need for Speed. Automáticamente nuestros mejores tiempos se comparten online y se enfrentan con los de nuestros amigos, para potenciar la competitividad. También se guarda un registro de las partidas disputadas en multijugador y el nivel que vamos adquiriendo tanto si ganamos como si perdemos. La experiencia sirve aquí para desbloquear nuevos trofeos y chapas, así como vehículos, fondos de perfil y un largo etcétera que aumenta la rejugabilidad del título.

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6.5

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.