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Test Drive Unlimited 2

Test Drive Unlimited 2

  • PlataformaPS33607PC
  • GéneroConducción
  • DesarrolladorEden Games
  • Lanzamiento11/02/2011
  • EditorAtari

This is Ibiza

Miles de kilómetros para explorar, recursos sociales, amistades, vida de altas esferas: Ibiza es una de las mecas de la música electrónica actual, amén de una isla paradisiaca de marcados contrastes. Test Drive Unlimited 2 sigue la estela de su antecesor, haciendo de la isla balear el nuevo trasfondo en el que disputar carreras y eventos deportivos de toda clase. El componente Online vuelve a destacar en el global de un buen candidato a la excelencia automovilística que, no obstante, descuida el modo solitario y las sensaciones al volante mientras lucimos bólidos clásicos, de carretera o todoterrenos. Asombrosa belleza con arrugas que, como mínimo, sirve para hacer turismo desde casa. This is Ibiza.

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La aparición de franquicias basadas en distintas perspectivas de conducción abrió una ventana a la posibilidad de recrear una ciudad -real o ficticia- que desprendiese vida a su paso. Echar un vistazo al pasado es útil para entender la evolución del género en lo que al concepto visual se refiere, esto es: circuitos ultra-detallados, modelados que imitan la tapicería de los coches sin dejar nada a la imaginación, sensaciones de conducción cada vez más fidedignas, exigentes y variopintas. De establecer un puñado de referentes educados en la next-gen, se diría que la dupla Gran Turismo/Forza Motorsport, Motorstorm y Need for Speed: Hot Pursuit representa lo más selecto del género en cuanto a distintas perspectivas de juego se refiere. Unos abogan por la simulación más realista, mientras que otros por un concepto arcade en el que prima la diversión por encima de la auto-exigencia que cada jugador ha de establecerse como punto de partida. No son todos -cada usuario escogerá sus preferencias-, pero probablemente sí los que han marcado ‘un antes y un después' en esta disciplina.

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Cuando no se disponen de los medios que sí emplea la competencia, cuando sólo queda la creatividad para no pasar desapercibido ante el gran público, se antoja imprescindible ampliar las miras hacia nuevos espectros jugables. Eden Games se propuso, bajo el amparo de Atari, reinventar una fórmula relativamente desgastada bajo el eslogan ‘Massively Open Online Racing', una especie de turmix entre la esencia online de los MMO y la siempre agradable presencia de una ciudad (en este caso de una isla, Oahu, situada en el archipiélago de Hawái) que ofrece una extensión en kilómetros infinitamente superior a lo visto o vivido en cualquier otro capítulo de la licencia. Probablemente, tampoco en ningún otro título de la competencia, probablemente por la incalculable cantidad de trabajo que supone reproducir con exactitud la orografía de un territorio tan extenso.

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La idea pasaba por ofrecer al usuario libertad para explotar un territorio que realmente existe, principal virtud de Test Drive Unlimited en el momento de su lanzamiento en 2007. Asimismo, fue entendido como una de las primeras demostraciones visuales de hasta qué punto se podía exprimir la capacidad de las consolas de nueva generación. Defectos al margen, los aficionados recibieron el título con los brazos abiertos, destacando la ingente cantidad de posibilidades a las que se somete el usuario una vez puesta en marcha la maquinaria. Llevando el concepto Online por bandera, TDU2 prometía redimensionar las proezas de su antecesor gracias a la inclusión de un nuevo territorio -Ibiza-, así como de un amplio elenco de opciones sociales destinadas a mejorar la conectividad entre usuarios.

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Curiosamente, y con respecto a la revisión de los puntos ‘polémicos' de la obra, Vince Farquharson, al ser entrevistado en estas líneas, anticipó que la jugabilidad -punto más criticado de su contenido- apenas variaría respecto a la entrega original, creando cierta incomodidad entre los aficionados. ¿Qué cambiaría realmente en la esperada secuela? ¿Hasta qué punto se reintegran las actividades sociales en la mecánica de juego? ¿Se convertirá TDU en una licencia plenamente basada en la experiencia multijugador o, por el contrario, se ampliará la cantidad de alternativas al formato competitivo clásico? Las respuestas, tres años después de haber sido formuladas por primera vez, son a la vez esperanzadoras y confusas, dando como resultado un título que mejora ligeramente las sensaciones ofrecidas por su antecesor -especialmente a nivel gráfico y online-, pero que descuida aspectos -juego en solitario, control de los vehículos- que empañan la experiencia final.

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This-is-Ibiza
Comienza Test Drive Unlimited 2 con una movida canción electro-dance claramente destinada a reflejar las tendencias musicales actualmente de moda en Ibiza, capital de la fiesta nocturna, meca de tantos y cuántos DJs, recurso turístico fundamental -junto a Canarias- para alimentar una de las industrias más importantes de la patria española. Eden Games se fijó en ella no sólo por su popularidad como reclamo internacional, sino por su peculiar clima y vegetación. Al igual que Hawái, su composición geográfica va a caballo entre el estresante ritmo de vida de las grandes ciudades y la parsimonia de los pequeños pueblos, disgregados en distintas zonas de población oscilante. El sueño de un aparcacoches va camino de convertirse en realidad cuando, en un fortuito despiste, coincide con la hija de un magnate que le propone convertirse en un piloto de élite en sustitución de todo un campeón. Para poner a prueba su valía ha de alcanzar un punto de destino en un tiempo determinado al volante de un Ferrari California. El resto es historia.

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La isla de Ibiza es, sin lugar a dudas, el principal reclamo de TDU2, al igual que sucedía con Oahu cuando Hawái se establecía como punto de partida para comenzar el pertinente camino hacia el estrellato. Eden Games deja entrever este hecho desde los primeros compases de juego, en una presentación que pone al protagonista en su lugar -un pobre botones que sueña con convertirse en un afamado piloto de carreras-. Sirve la introducción como toma de contacto inicial para conocer el estilo de conducción que propone esta secuela, idéntico al de su antecesor (esto es, eminentemente arcade y con escasa preocupación por imitar el comportamiento real de los vehículos sobre el asfalto). De paso también subraya el escaso interés que el estudio ha depositado en la trama, cuya presencia únicamente trata de justificar la integración del piloto en un mundo ajeno a su conocimiento y forma de ser.

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El argumento es, a grandes rasgos, la clásica moraleja de superación en la que el protagonista debe probar su valía superando el desdén de sus oponentes. Todos ellos, sin excepción, tratan al héroe como un patán de tres al cuarto. Miami, la esperpéntica representación de muchacha adinerada que representa a nuestro primer gran rival sobre la pista, se encarga de reflejar este rechazo ridiculizando nuestra vestimenta y, en general, el aspecto que luce el héroe. El papel de la opulenta rubia oxigenada -obviando el lamentable doblaje que, en general, se ha de padecer antes que disfrutar- es similar al que popularizó Need for Speed en su día: un don nadie aparece en el circuito. Humillado por sus rivales -ignorantes de su auténtico potencial-, el protagonista deja a todos boquiabiertos, ganándose el cariño de unos y el rencor de tantos otros.

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El peso del argumento decrece a medida que se abren nuevas opciones de juego dentro del mapa de la isla, muy limitada durante las primeras horas de juego. La historia es insulsa, simple y llanamente, limitándose en todo momento a cumplir un papel secundario. De ella se extrae una gran parte negativa del título: el diseño de los personajes deja mucho que desear, extramente similar entre todos los figurantes, tanto o más que el estilo del que hacen gala, con looks auténticamente rocambolescos y omisibles. Llama poderosamente la atención que, siendo éste un título que se centra de manera obsesiva en plasmar un mundo ‘realista', el trabajo realizado con el modelado de diversos aspectos secundarios a la orografía de la isla sea cuando menos espantoso. Se equivoca Eden Games al establecer una presentación en la que destacan estos elementos y no otros, los que realmente importan, donde TDU2 realmente brilla con luz propia.

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Noches de adrenalina
Dejamos atrás el diseño de los personajes y de la estética en general (volveremos a ella cuando se analice el espectro sonoro) para centrar la atención en la mecánica jugable, cuya calidad es inherente al trabajo que se ha realizado a la hora de representar fielmente el aspecto que luce una isla tan emblemática como Ibiza. Eden Games mantiene la línea que presentaba el primer Unlimited en cuanto a modos y concepto de juego. Grosso modo, el usuario ha de escoger a un representante entre los seis posibles (tres hombres y tres mujeres), para luego comenzar una carrera de conducción en la que resulta imprescindible la obtención de licencias, dinero y demás parafernalia. Sin licencia no hay campeonatos: sin campeonatos no hay dinero; sin dinero no hay posibilidad de comprar nuevos alojamientos que permitan aparcar más coches en el garaje. Así sucesivamente.

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La dinámica no se diferencia de las grandes franquicias tanto como cabría esperar, al menos no en este sentido. El punto que otorga una personalidad única a TDU2 se divide en dos aspectos claramente visibles. El primero, la extensión de una isla en la que se recrea de forma fidedigna la vida de un entorno ciudadano y rural concreto. El realismo que se busca imprimir a la isla se extiende a la obsesión por los detalles: semáforos, señales con indicaciones para acceder a cada pequeño rincón de la isla, aceras, desniveles, árboles, casas, vegetación… El ecosistema de Ibiza forma para de un todo sin el cual no se comprende la magnífica sensación de libertad que el jugador experimenta al recorrer por primera vez las calles del centro, sin límites ni barreras que impidan ir rumbo al costado opuesto de la isla cuándo mejor venga en gana al jugador. Existen barreras que han de ser eliminadas a base de ganar competiciones y eventos, en un justo sistema de recompensa, perfectamente balanceado e integrado en la mecánica.

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Imaginemos por un segundo una interfaz aparentemente simple, en la que se otorga al jugador un vehículo y una ciudad para explorar, sin más. A medida que se explora la ciudad, se abre el acceso a una autopista que unifica la urbe con un pueblo vecino. En él, el usuario encuentra a nuevos corredores que proponen retos, apostando dinero de por medio. Superar la apuesta se traduce en la obtención de dinero y, a su vez, en la posibilidad de comprar un nuevo vehículo que permita acceder a competiciones previamente inaccesibles. A grandes rasgos, esta es la idea que predomina en la mecánica de juego: superar retos, obteniendo recompensas a modo de superación personal. Un vehículo más potente equivale a más posibilidades de ganar más dinero, en una especie de círculo vicioso que en TDU2 no abandona la tendencia que se suele seguir en el género.

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Lo anteriormente expuesto sirve como ejemplo para entender la verdadera esencia del título en cuanto se refiere al juego en solitario. Una base sobre la que añadir nuevos conceptos de juego, como sucede con el concepto del disfrute multijugador de la isla entre pilotos de varios lugares del globo. El terreno que cubre Ibiza es sencillamente brutal, supera en extensión a cualquier otra propuesta similar que se haya presentado en el pasado. Brilla esta el trabajo de Eden Games no sólo en términos visuales, sino también en cuanto se refiere a la fidelidad de entornos, desniveles y vegetación. Sucede exactamente lo mismo que se puso de relieve en su día con Hawái: es difícil acertar hasta qué punto se ha empleado la imaginación (por aquello de no residir en la isla, algo que en esta ocasión cae más cerca al público español), pero en todo caso el esfuerzo realizado merece verdaderamente quitarse el sombrero.

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Ibiza sigue las tendencias de Hawái también a nivel ambiental. Una puesta de sol deslumbra al piloto mientras toma una curva a toda velocidad, a medida que la noche cae sobre el asfalto, variando notablemente las sensaciones de la conducción. Luce otro aspecto Ibiza de noche, la zona campestre, donde apenas hay luz salvo la de las estrellas, aquello que conocemos como el auténtico pulmón del archipiélago. Recorrer la ingente cantidad de espacio que se concede abre la ventana a contemplar una de las premisas que se ofrecen a nivel jugable: a mayor espacio recorrido, mayor será la recompensa obtenida en cuestión de ‘Descubrimiento', una de las cuatro pestañas que componen el denominado ‘GRID' o abanico de virtudes que se ha de completar al 100% para exprimir todo el contenido -que es mucho, sin abandonar nuestra insistencia en este concepto-.

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Los otros tres aspectos de este GRID -Competición, Estatus Social, y Colección- complementan la agenda de tareas a cumplimentar para ganar dinero, acceder a nuevas competiciones y, lo que es más importante, para que nuestra reputación mejore de la noche a la mañana tras demostrar que por las venas del héroe corre gasolina y no sangre. Se antoja esencial no perder de vista el teléfono móvil, desde el que recibimos toda clase de encargos para recorrer de cabo a rabo la isla mientras resolvemos toda clase de asuntos. Desde correr contra el crono a espiar a la mujer infiel de turno (comprobando, para más inri, cómo nuestro alter-ego mantiene una sonrisa en la boca tras comprobar que efectivamente, es infiel, en otra muestra de la falta de estilo en todo lo relacionado al diseño de personajes). La isla cuenta con una variada selección de tiendas en las que cambiar nuestra indumentaria, el corte de pelo, afeitado, comprar nuevos vehículos, mejorar los presentes, etcétera.

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Una de las novedades de mayor calado en esta edición es, sin duda, la inclusión de un buen puñado de opciones para fomentar el uso de una red social de amigos. TDU2 se enfoca desde un punto de vista eminentemente online, que no necesariamente multijugador. Eden Games parte de la base de que todos los jugadores cuentan con una conexión a internet 24 horas que les permita interactuar con otros pilotos que recorren la isla al mismo tiempo que nosotros, por lo que es habitual recibir invitaciones para participar en eventos multijugador o cooperativos. Bien sea un pique de velocidad o simplemente una carrera por un trazado marcado durante un breve lapso de tiempo, Unlimited 2 basa gran parte de su atractivo en la creación de una comunidad virtual que tiene a su alcance todas las herramientas posibles para interactuar con sus iguales.

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El concepto no es nuevo (sigue, como decíamos, el camino marcado por su antecesor), pero se diría que ‘huele a limpio' por renovar la lista de modalidades multijugador, donde lo mismo se disputa una carrera a muerte entre varios competidores que un recorrido indeterminado en el que se debe mantener una distancia con el coche que va en cabeza y con el que está justo la trasera del nuestro. Cooperar es casi tan importante como saber competir, dos disciplinas en las que a fin de cuentas se busca que el jugador demuestre un dominio absoluto del manejo del vehículo en cuestión que pilote. Esta cuestión abre la puerta a otro aspecto troncal del título: la presencia de tres categorías de bólidos que muestran comportamientos totalmente opuestos entre sí, y que a su vez se abren a distintas interpretaciones de la física por la que se rigen los vehículos presentes.

Las tres categorías -clásicos, todoterrenos y coches de ensueño o de asfalto- hacen gala de una amplia selección de coches cuyo control varía considerablemente entre sí. Se adentra el título en terrenos farragosos cuando trata de dar una nueva vuelta de tuerca a la conducción o, más bien, a las sensaciones que trasmite manejar un vehículo de estas características. La jugabilidad sigue siendo la asignatura pendiente de Eden Games, tan incapaz como parecen para mejorar el comportamiento de la gran mayoría de vehículos, totalmente alejado de la realidad. La física apenas ha mejorado, aunque se han solucionado problemas relacionados con la lógica de la degradación de los vehículos (ahora se necesita algo más que un roce para ir directos al taller más cercano). Las motos desaparecen dejando paso a un claro protagonismo de los todoterrenos, cuyas pruebas son las más divertidas del producto. Al menos se deciden por ahondar en el arcade, con una propuesta clara y concisa, a diferencia de lo que sucede con los vehículos clásicos y de ensueño. El diseño de los mismos es notable, siguiendo la línea visual que se ha puesto de relieve hasta la saciedad en este texto.

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La vistosidad técnica viene impuesta por la ambientación de la isla. Aunque acarrea problemas a tener en cuenta (exceso de popping: los edificios y vegetación aparecen de sopetón ante la incrédula mirada del usuario), en general vale la pena curiosear en los entornos para conocer la isla de Ibiza. Se suele llamar turismo virtual, denominación tan de moda en nuestros días. No obstante, existe un fuerte contraste entre el trabajo realizado en este aspecto y la nula mejora de las opciones de personalización de los vehículos. Existen tiendas especializadas donde se pueden adquirir vinilos para decorar la zona superior, frontal o lateral de los coches, cambiar el color, modificar los daños (esto se hace de forma automática sin consecuencias reales en la conducción)… y poco más. Lo mismo sucede cuando mejoramos el rendimiento del coche en los talleres destinados a tal fin: la mejora es factible, pero no existe nada parecido a un menú de acceso en el que modificar el grado de altura de los amortiguadores, la caída del vehículo en las curvas, etcétera. TDU2 vuelve a presentarse como un título poco exigente en cuanto se refiere al auténtico espíritu del amante de la conducción, entiendo como tal a aquel aficionado que se fija tanto en el chasis como en el motor.

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Obtención de dinero y la experiencia de juego
Al margen de lo expuesto, a la mecánica jugable hemos de sumar un aspecto fundamental: el FRIM. Este sistema es similar al visto en Burnout y otros títulos del corte, en los que se premia económicamente al jugador tras realizar adelantamientos apurados o maniobras peligrosas de forma exitosa, tales como saltos o trompos. Este sistema amplía la motivación mientras se avanza de un lugar a otro de la isla, acto que se puede realizar también de forma automática desde el mastodóntico mapa principal. Respecto a la isla y a la extensión del juego en líneas generales, es importante tener en cuenta que, llegados a cierto punto, se posibilita el acceso a Hawái, con lo que contamos con dos escenarios que amplían hasta lo indecible la vida útil de un juego que, de ser disfrutado en solitario, pierde enteros por la nula exigencia de la IA rival, siempre tan asequible. Nótese que existen tres estilos de conducción en función de la experiencia del jugador, siendo el intermedio el más aconsejable para no sufrir traumas con derrapes sin sentidos y pérdidas constantes de la tracción del vehículo.

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Se entiende que este hándicap se soluciona ante la constante de jugar en un mundo Online en el que son otros usuarios de carne y hueso los que nos ponen a prueba, un concepto que funciona correctamente mientras buscamos rivales de usar y tirar (picar las luces a un coche señalado se traduce en el comienzo de un evento deportivo, siempre y cuando el rival acepte, al igual que sucede en NFS), pero no cuando queremos basar el peso del título en competiciones online. La tan cacareada base social exige casi por obligación que el usuario en cuestión forme parte de un club en el que podrá establecer sus propias reglas del juego (siempre y cuando sea el presidente). Pertenecer a un club es esencial para acceder a modelos altamente secretos y otras sorpresas que se desvelan a medida que avanza la trama. El online es una nota de color positiva, pero su integración ensombrece al solitario, tara que no debería estar presente en un título de estas características.

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Conclusión
Clara esencia continuista la que muestra Eden Games en esta producción, que mejora el resultado de su antecesor en determinados aspectos, mientras que fracasa al ampliar el abanico de posibilidades al que se somete el usuario una vez comenzada la partida. Dicho en castellano: la inclusión de Ibiza como isla principal hace de Test Drive Unlimited 2 un título más grande, mucho mejor asentado en una base visual preciosista en cuanto se refiere a la isla en cuestión, pero no necesariamente mejor a nivel jugable. La mecánica de juego ha mejorado gracias a la presencia de un sistema de adquisición de experiencia, así como a la presencia de una mayor cantidad de elementos sociales para potenciar el online, pero no se puede decir lo mismo de la física de los vehículos, que se mantiene idéntica a la conocida hace tres años. Las motos, por otro lado, desaparecen, en contestación a la pregunta de los aficionados que se han visto extrañados ante la misteriosa desaparición de este medio, probablemente por las malas sensaciones obtenidas en el pasado.

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Es difícil -por no decir imposible- encontrar un título que cuente con una extensión de kilómetros tan llamativa como la de TDU2, con Ibiza y Hawái como patio de recreo. La ambientación, soberbia, se funde con la presencia de vehículos perfectamente modelados, en contraste con el esperpéntico estilo que lucen los personajes que dan vida a un argumento vacuo e insípido. Aunque la integración del online es un aspecto que se ha de aplaudir, no acaba de convencer la necesidad de formar parte de un club social para garantizar la subsistencia de este apartado de aquí a unos cuantos meses. Tampoco gustará a según qué jugadores que las novedades se centren en los aspectos sociales antes que en mejorar otras características relacionadas con el motor físico que, pese a mostrar cierta mejora, siguen por debajo de lo exigible en estos casos.

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Test Drive Unlimited 2 sigue los pasos de su antecesor, presentándose como una versión mejorada de todo aquello que éste ofrecía, con puntos a favor y en contra que hacen de su adquisición un movimiento recomendable a ojos de los jugadores que disfrutan de bellos paisajes, pero no necesariamente de una conducción realista. De hecho, el título no acaba de decantarse por una cosa o la otra (simulación o arcade), mermando el rendimiento de coches puntuales. Aunque la nula Inteligencia Artificial de la CPU recomienda no abandonar nunca el modo multijugador, TDU2 es el único título que permite realizar aquello que describíamos anteriormente como ‘turismo virtual' por dos islas de belleza inconmensurable. Hay que exigir más a esta clase de producciones que se siguen alejando de la excelencia a la que parecían estar destinadas, pero en ningún caso se puede hablar de fracaso. El espíritu continuista sirve para renovarse en los tiempos que corren, no para sorprender.

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Eso sí: una vez comenzamos a jugar hay contenido para que la cartera se tome un respiro durante varios meses, tal es la cantidad de modalidades de juego y demás parafernalia que se presenta en esta edición.

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  • Impresionante cantidad de pruebas, retos, concursos, recursos sociales… 
  • Las pruebas de tierra: subrayan el componente arcade de la conducción.  
  • El entramado gráfico -pese a sus defectos-, la naturaleza y la posibilidad de admirar el paisaje. 
  • Dos islas con una interminable extensión de espacio por descubrir. 
  • Un puñado de modalidades multijugador, base de la mecánica de juego.
7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.