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Napoleon: Total War

Napoleon: Total War

Personificando la leyenda

The Creative Assembly nos invitan a ponernos en la piel de uno de los estrategas más brillantes de la historia de la humanidad: Napoleón Bonaparte. En la nueva entrega de la franquicia Total War, revivimos la historia del emperador francés en su lucha por conquistar el mundo.

Actualizado a

No ha sido necesario esperar tres años para un nuevo capítulo de la franquicia Total War, ya que sólo han transcurrido meses desde el lanzamiento de Empire. Puede que se antoje un lapso de tiempo escaso, pero cuando hay una buena idea es un período más que suficiente para crear un título de calidad. Resulta casi evidente que muchos de los amantes de la franquicia de The Creative Assembly, grandes estrategas y amantes de la historia, tienen una figura histórica que despierta su curiosidad y su admiración por sus brillantes estrategias para unas campañas que parecían imposibles. Napoleón Bonaparte es un nombre que ha pasado a los anales de la historia de la humanidad por haberse convertido en una figura capaz de cambiar el mundo, incluso en la derrota.

A lo largo de más de una década de entregas de Total War, hemos visitado distintos momentos históricos, encarnado civilizaciones y culturas muy diversas: el Japón feudal, el Medievo, el imperio romano, la época colonial… Por primera vez, The Creative Assembly han optado por centrarse en una figura única y narrarnos la vida de un hombre, un estratega único que marcó una época. Supone un nuevo paso adelante en la historia, pero también un nuevo enfoque, un pequeño cambio en el desarrollo del juego, que funciona de forma muy satisfactoria. Eso sí, la premura con la que sale con respecto a la entrega anterior (Empire) provoca que el juego se asemeje mucho a esta, aún a pesar de los aspectos mejorados. Napoleon Total War es un título de mucha calidad, pero que no sorprende tanto como debería.

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La vida de un estratega
Si hay algo que llama la atención sobremanera al ponerse a disfrutar de Napoleon Total War es el hecho de que el devenir de los acontecimientos esté determinado por la figura del líder francés. El modo de juego principal está centrado en torno a su vida, con abundantes secuencias de vídeo y matices particulares definidos por la evolución de las campañas napoleónicas. De hecho, este es el nombre del primer modo de juego que nos encontramos, lo que podríamos llamar el modo Historia de este título. Comenzamos por un tutorial que nos narra los inicios de un joven Napoleón, que sale de su Córcega natal y comienza a asentar su liderazgo en la zona de Francia. Pequeños pasos que van estando narrados y que, a raíz de las misiones concretas que nos piden, reflejan los acontecimientos reales.

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Una vez superada esta parte, la siguiente campaña nos incita a conquistar Italia (1976-1979), pasando posteriormente a Egito (1798), y por último intentaremos la ambiciosa propuesta de conquistar Europa (1805-1812). Para terminar, como colofón final, completaremos nuestra labor como emperador en la famosa batalla de Waterloo, el 18 de junio de 1815, en lo que supuso el fin del sueño napoleónico; no es una campaña, sino sólo una batalla, en la que lucharemos como podamos. Resulta curioso que la fidelidad a la historia sea tal que, incluso en caso de derrota en esta batalla, se nos recompensará con una secuencia de vídeo que pondrá un fin histórico a la vida de Napoleón. Este desarrollo es original en la franquicia, y lo cierto es que funciona muy bien, añadiendo una sensación de progresión mucho más lograda que en las dinámicas de conquista total tradicionales.

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Otra opción de juego, si no queremos pasar por el mapa y la fase estratégico-política, es la de adentrarnos directamente en las Batallas de Napoleón. Se trata de enfrentamientos históricos importantes como Trafalgar, Dresde, Austerlitz, Borodino, Arcole, Lodi, Batalla del Nilo, Las Pirámides, Ligny y Waterloo. Aunque pese a la importancia que se le da a Napoleón, también se ha conservado la posibilidad de disfrutar del sistema de juego tradicional de la franquicia con las Campañas de la Coalición, protagonizadas por cuatro reinos diferentes al francés: Austria, Gran Bretaña, Prusia y Rusia. Todos ellos deberán conquistar veinte territorios (algunos concretos) antes de que acabe 1812, empezando en 1805. Por último, se puede disputar batallas sueltas, por tierra, mar, o la modalidad de asedio.

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Estilo de juego conocido
Dado que Napoleon Total War bebe tanto de Empire, no nos encontramos grandes diferencias con respecto al predecesor, más allá de la estética y la puesta al día de la base de datos de tropas, ciudades, edificaciones, etcétera. Los pequeños cambios potencian y dignifican la producción en general, pero a nivel de jugabilidad los cambios son mínimos, manteniéndose el estilo ya bien conocido por los amantes de la estrategia. Tal y como acontece desde hace varias entregas, la jugabilidad está claramente dividida en dos áreas diferentes: las fases de mapa del mundo y el desarrollo de las batallas. Lo que más destaca del primer punto es que habrá tres mapas diferentes, según la campaña en la que nos encontremos: Italia, Egipto y Europa. Esta variedad es muy satisfactoria, al deber aplicar distintas tácticas según el territorio.

Regresa el sistema de turnos, en el que podremos realizar nuestros movimientos o acciones en todas las tropas y ciudades que tengamos a nuestra disposición. El ratón será nuestro fiel aliado a la hora de transmitir nuestras órdenes, accediendo a una extensa colección de menús de todo tipo, enfocados a diferentes áreas de la vida de nuestro imperio: gestión del gobierno, ver estadísticas de nuestro ejército, controlar la satisfacción de los ciudadanos, determinar los impuestos que pagarán nuestros ciudadanos (de lo cual dependerá la felicidad de los mismos y el presupuesto para nuestras inversiones), controlar a nuestros ministros y a los de la oposición, comerciar con otras ciudad e imperios, desarrollar nuestras edificaciones para potenciar la cultura o la fuerza militar de nuestros territorios, etcétera.

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Comentar que tendrá gran importancia el que seamos capaces de lograr un equilibro entre todas las áreas, ya que por ejemplo, unos impuestos elevados provocarán revueltas y huelgas en las ciudades, con bajas involucradas; pero si son demasiado bajos, no tendremos suficiente para crear más tropas, debiendo depender demasiado de un comercio que, en tiempos de guerra y conquista, no siempre es fiable. Como siempre, las relaciones diplomáticas serán muy importantes, pudiendo lograr tratados comerciales, firmar paces y alianzas contra un enemigo común, o declarar guerras; incluso podremos intentar romper una alianza entre naciones para aliarnos con una de las partes. También podemos, por ejemplo, recurrir a la piratería y al pillaje, bloqueando comercialmente a nuestros enemigos y privándolos de sus fuentes de ingresos para que sucumban a nuestras presiones.

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Otro punto importante de nuestro imperio, en el que será vital invertir, serán las universidades, ya que gracias a ellas formaremos a nuestra población y podremos desarrollar nuevas tecnologías más potentes, pudiendo también mejorar las infraestructuras: carreteras, edificios de diversa índole, armamento, etcétera. Las figuras sobre el mapa no serán sólo los generales y las tropas de infantería, a caballo y balística, sino que también habrá espías y gentilhombres. El espía puede infiltrarse y sabotear un ejército enemigo, mientras que el gentilhombre puede animar a la población de una zona, o bien adentrarse en territorio enemigo y causar el caos. Y cuanto más tiempo esté un personaje de estos en una región, más detalles nos irán desvelando del enemigo: edificios, ejército disponible, generales, e incluso crearán una red de escuchas.

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Para conquistar al enemigo, la dinámica es también similar a la de otras entregas: podremos conformar un gran ejército (de miles de soldados en esta ocasión, con caballería, infantería, artillería…) y atacar al rival, o bien asediar la ciudad para forzar su rendición. Los combates no tenemos por qué jugarlos si no queremos, pudiendo simular el resultado de la contienda; destaca que podremos ver cómo la enfermedad y la deserción menguan nuestras tropas, aunque si están en una ciudad amiga podrán recuperar automáticamente sus filas, y si hay un general en el grupo, tendrán bonificador de alistamiento en el campo de batalla. Obviamente, esto estará sujeto a la proximidad con respecto a un asentamiento amigo.

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En lo que respecta a los combates, estos también siguen el esquema de otras entregas, con opciones de avance de tropas, ataque o defensa, pudiendo dar órdenes a grupos individuales o a todo el ejército. Eso sí, destaca especialmente el tamaño tan gigantesco de los mapas, que refleja claramente el período histórico en el que nos encontramos; el gran número de tropas obliga a una cámara lejana para, así, poder controlar todas las zonas del combate. Aparte de las batallas por mar y por tierra, destacan especialmente los asedios, donde deberemos crear distracciones e intentar diseminar las tropas enemigas, para que salgan de sus zonas seguras. Los ataques directos no siempre funcionan, sobre todo con la posibilidad de que nuestras tropas deserten dejándonos en cuadro durante las batallas.

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Multijugador
Todo esto se aplica también al modo multijugador, que nos permite disfrutar tanto de batallas como campañas contra otros usuarios, tanto online como en red local. A nivel de Campañas, se podrá jugar con las tropas napoleónicas o con cualquiera de los miembros de la Coalición (además del imperio otomano), en Italia, Egipto o Europa. Se determina la duración de los turnos, y las partidas se pueden ir guardando. Si no queremos la Campaña, podremos saltar directamente al campo de batalla, sea en tierra (22 mapas), mar (3 mapas), modo asedio (7 mapas), o escenarios históricos (15 mapas). También se podrán emplear partidas de un solo jugador, con las Batallas de sustitución, en la que cualquier jugador puede entrar a la partida, ya sea de la lista de amigos o abriendo la partida a cualquier usuario online en ese momento.

Apartado técnico
Visualmente, Napoleon Total War es correcto, partiendo de la base de Empire y puliendo algunos aspectos. Para empezar, destaca mucho el hecho de que ya no tendremos un ejército en el que todos los soldados son idénticos entre sí, dado que se ha añadido una mayor variedad de modelos de tropas, añadiendo realismo a las representaciones de las batallas. Del mismo modo, también se ha mejorado mucho el aspecto de la iluminación, que aunque no supone un gran avance con respecto a la entrega anterior, se notan mejores efecto de luz en el entorno, según la época del año o el clima predominante. Todavía dentro de las batallas, se ha mejorado mucho el sistema de partículas, logrando que luzcan todavía mejor, con niebla, nubes de polvo, etcétera.

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El mapa de la Campaña también refleja algunos de estos elementos, sobre todo los cambios según la época del año, aunque se perciben menos las innovaciones que durante las batallas propiamente dichas. Mientras que las batallas se han revisado para optimizar el rendimiento, en el mapa seguimos disfrutando de una gran representación de los mares, ríos, montañas y bosques. El funcionamiento es perfecto en todo momento, y ni siquiera el constante acceso a numerosos menús de toda índole provoca problemas de ralentización. Las animaciones de los personajes también están algo más pulidas, y se ha mejorado la inteligencia artificial de la máquina, que aunque en ocasiones sigue dando muestras de flaqueza, nos hará pensárnoslo dos veces antes de cometer un ataque suicida.

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Las secuencias de vídeo que nos narran las hazañas y la historia de Napoleón ofrecen una calidad bastante elevada, aunque en ocasiones lucen algún que otro problema de comprensión que desluce el acabado general de las mismas. En cuanto al apartado sonoro, la banda sonora es excelente, con unos efectos sonoros de mucha calidad, tanto durante las fases de mapa como en los combates; muchos repiten de Empire, pero es algo lógico teniendo en cuenta que es la base a partir de la cual se construyó el resto del juego. El doblaje es muy satisfactorio, y resulta todo un acierto que el actor francés Stephane Cornicard haya sido el encargado de dar vida a Napoleón en las versiones francesa, inglesa, alemana y española. Con su acento y su buen trabajo, da la sensación de que estamos frente al mismísimo emperador.

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Respecto a la jugabilidad, hay pocas novedades con respecto a Empire, que se convierte en el punto de referencia de este título, que a grandes rasgos se podría considerar como una expansión independiente. Los pequeños cambios y mejoras, tanto técnicas como jugables, no hacen sino complementar lo que ya vimos hace un año. La variedad de modos de juego es bastante satisfactoria, ofertando bastantes horas de juego, aunque no son tan profundos y extensos como los de otras entregas, sobre todo porque se centra fundamentalmente en la vida de Napoleón. Pese a todo, estamos ante un gran juego, con grandes opciones de decisión en campaña y en batalla, y gracias al buen trabajo realizado con el ratón y el teclado, tendremos control total sobre todo el abanico de opciones, sin renunciar en ningún momento a nada ni sufriendo problemas de ningún tipo.

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8.5

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.