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Woolfe: The Red Hood Diaries

Woolfe: The Red Hood Diaries

  • PlataformaPS4XBOPC6.5
  • GéneroPlataformas, Acción
  • DesarrolladorGriN
  • Lanzamiento27/01/2015
  • TextoInglés
  • VocesInglés

Woolfe: The Red Hood Diaries

Caperucita Roja cambia su tono y su trasfondo en Woolfe siguiendo los pasos de conocidas adaptaciones cuento/videojuego. Un mundo oscuro y decididamente steampunk se dan de la mano con el clásico esquema de plataformas 2.5D con algo de exploración, combates, puzles y un interesante argumento que veía hace pocos días la luz en Steam vía Early Access.

Actualizado a

Nota: La versión empleada para realizar este análisis es un 'Early Access', por lo que la nota final puede estar sujeta a cambios en el momento del lanzamiento oficial.

En el mundo de la literatura es frecuente hablar de un término académico denominado "intertextualidad". A través de él se intenta discernir la delgada línea que existe entre la imitación creativa y el plagio; el uso de unos personajes concretos, generalmente populares por cualquiera que sean los motivos, en un escenario distinto del original, puestos en situación con el fin de crear un efecto espejo entre la obra original y la nueva. Probablemente tras leer estas líneas a muchos les venga  la mente la adaptación de Alice realizada por American McGee o la más reciente nueva vuelta de tuerca elaborada por Spicy Horse (y producida por Electronic Arts), Alice: Madness Returns, y no sería de extrañar teniendo en cuenta que se trata de dos buenos ejemplos que ilustran lo aquí expuesto: un contraste entre la inocente figura creada por el británico Lewis Carroll y la maléfica representación que se hizo de Alice en un mundo perverso y vil. Adaptaciones, dicho sea de paso, más o menos acertadas o exitosas.

El caso que hoy nos ocupa, dejando de lado la ausencia de una considerable apuesta comercial, guarda muchos paralelismos con los anteriormente citados. Woolfe: The Red Hood Diaries narra la historia de una Caperucita Roja muy distinta a la que conocimos en el cuento tradicional-moderno de los hermanos Grimm (adaptación a su vez del original, escrito en el siglo XVII por Charles Perrault, tomado a su vez de la tradición oral francesa), que deja de lado la niñez para presentar una personalidad propia de una adolescente atormentada por la desaparición primero de su madre y posteriormente de su padre en circunstancias desconocidas. El mundo por el que vaga es oscuro y lúgubre, cubierto de nieve, frío y viento; también por grandes edificaciones, altas chimeneas y decoraciones claramente inspiradas en el estilo Steampunk, a su vez derivado del gótico. En él reconoce a los personajes míticos del cuento encarnados por nuevos caracteres, como su Abuela, ahora convertida en una importante consejera, o al carismático Lobo, personificado en las carnes de B.B. Woolfe, el antagonista de turno y culpable de los males que han surgido en el mundo de la protagonista.

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Objetivo: B.B. Woolfe

El objetivo principal de Caperucita durante toda la aventura gira en torno a descubrir los motivos de la desaparición de su padre, del que desconocía toda actividad laboral más allá del enorme arrepentimiento que éste mostraba cada día al llegar a casa. Su relación con Woolfe se esclarece a poco de comenzar a jugar sólo para abrir nuevas incógnitas que llevan a la muchacha a seguir investigando. Lejos de lo que podría aparentar a primera vista, Red Hood Diaries no propone un sistema de deducción policial basado en recolectar pistas: aunque el objetivo de Caperucita es descubrir la verdad, el método que emplea para llegar hasta ella se basa en repartir golpes a diestro y siniestro a través de simples escenarios puestos en escena a través de una cámara en 2.5 dimensiones. En ellos descubrimos una amalgama de géneros cruzados -plataformas, hack 'n slash, puzles- que otorgan versatilidad a las partidas o, lo que viene a ser lo mismo, distintas formas de afrontar un único objetivo.

Red Hood sigue los pasos de los últimos referentes del género como Batman: Arkham Origins Blackgate aportando un punto diferenciador en clave artística. La mecánica de juego nos lleva a controlar a un personaje que puede saltar y eventualmente blandir un hacha con el fin de defenderse de los enemigos que transitan por los escenarios o simplemente para destruir algunas cajas del escenario para descubrir los secretos que aguardan en ellas. Los movimientos se controlan o bien con la cruceta direccional o bien con un pad tradicional, siendo este último preferible para disfrutar de una experiencia óptima. Caperucita puede correr o agacharse, realizar saltos dobles, agarrarse de cornisas o realizar volteretas para evitar un ataque enemigo. La curva de aprendizaje nos lleva a descubrir su potencial poco a poco, a través de los requerimientos de cada escenario y/o final boss que descubrimos al acceder al final de un área. La aventura se divide en niveles por los que se aprecia cierto cambio de aires en función del lugar específico de la ciudad en el que nos encontremos.

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Además de combatir a los enemigos que se interponen en su camino, Caperucita es capaz de resolver simples puzles activando palancas o de explorar escenarios para descubrir páginas perdidas de un diario visual en el que anota reflexiones de interés o eventos que han tenido lugar en el pasado. Coleccionarlos todos, habitualmente ocultos en las cajas que encontramos en los decorados, es uno de los pocos alicientes que plantea la exploración de los escenarios, por los que generalmente sólo podemos avanzar de izquierda a derecha y en los que básicamente hay poco o nada que descubrir. La profundidad 2.5D de la que se habla en el análisis suele estar presente en escenarios concretos, más elaborados visualmente, pero su uso es generalmente anecdótico y no plantea nada que no se haya visto en otros títulos. No se ha terminado de exprimir las posibilidades que ofrece la cámara, algo que repercute muy negativamente en el concepto de explorar escenarios vacíos de contenido oculto.

Es una lástima que no se haya profundizado en este aspecto teniendo en cuenta la magnífica labor que se ha realizado en el plano artístico, que no necesariamente gráfico. El título hace uso del Unreal Engine con altibajos técnicos, fuertemente condicionados por un comportamiento errático de las físicas en momentos puntuales. Hablamos aquí de errores que no entorpecen la mecánica de juego tanto como la presentación visual del título, como ratas que de un momento a otro comienzan a flotar en el aire tras atravesar una pared o de saltos truncados que de súbito nos sitúan en la plataforma de origen en "pop-ups" que se asocian con el estado Early Access de la versión a la que se ha accedido para realizar este análisis. Curiosamente hay pocos 'bugs' o fallos técnicos que realmente afecten a la experiencia de juego (que los hay, como caídas al agua que nunca se regeneran en el checkpoint de turno, obligándonos a repetir niveles enteros), por lo que la adquisición del título es factible siempre y cuando estemos dispuestos a sufrir algún que otro contratiempo aún desconocido. La versión "definitiva" aparecerá el próximo 17 de marzo.

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Una ciudad puramente Steampunk

Como decíamos en párrafos anteriores, la virtud más destacada de Woolfe: Riding Hood Diaries es el notable trabajo que se ha realizado en el aspecto artístico, algo que se traduce en acertados diseños de personajes, interesantes diseños de mapeados y en carismáticos enemigos finales. La impresión visual que se obtiene del trabajo realizado por GRiN, padres de la criatura, es la nos empuja a seguir jugando para descubrir lo que nos aguarda en nuevos escenarios, a cada cual más elaborado y complejo. No se ha sabido entrelazar esta faceta con la presencia de puzles que realmente supongan un reto para los jugadores con experiencia en estas lides, algo que concuerda con el nivel de dificultad que propone la aventura. En esta versión no era posible activar subtítulos ni cambiar de manera alguna el modo de dificultad, algo que sí era posible antes de que se produjese la última actualización (que tuvo lugar el pasado 2 de febrero). Al activar el modo "fácil" se eliminaba de un plumazo la aparición de ratas en las zonas de alcantarillado, todo un detalle para los jugadores que sólo está interesados en la evolución del guión o de la protagonista (si es que las dos cosas no son lo mismo en este caso). Como decimos, se trata de un aspecto que se ha "eliminado" (con promesa a ser actualizado) y que esperemos esté presente en próximas actualizaciones.

Es importante tener en cuenta el diseño steampunk porque entre otras cosas a él se asocia la presencia de innumerables cornisas y por ende de peligrosos saltos. En este caso, Caperucita tendrá que superar innumerables obstáculos que sitúan el concepto de 'plataformas' prácticamente por encima de cualquier otro, con una interesante variedad de objetos por los que trepar. El juego no supone un reto en este sentido: la mayor parte de los elementos por los que podemos trepar están adecuadamente indicados. Por lo general sólo existe una opción para superar un nivel concreto, un único procedimiento que rápidamente se convierte en el estándar que aplicamos por defecto cada vez que descubrimos un nuevo escenario. Los puzles son tan asequibles como los propios saltos, aunque a medida que avanzamos se complica su resolución y muy especilmente la precisión que debemos emplear para superar complejos entramados de plataformas.

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Una Caperucita decididamente adolescente...

No existe un sistema de adquisición de experiencia al eliminar a los enemigos y las recompensas son más bien escasas (energía o botes mágicos para realizar combos), así que no tiene mucho sentido perder el tiempo batallando una y otra vez a los enemigos que se regeneran cada vez que caemos por un precipicio. Vale más correr de un lado a otro esquivándolo todo que pelear, aunque hacerlo no nos vendrá mal para superar los picos de dificultad que aparecen al combatir a los jefes finales que se dan cita de cuando en cuando. Su aparición es de lo más destacado del título porque es necesario aplicar una estrategia  más específica para vencerlos, aunque su presencia no es precisamente abundante y salvo que nos sonría la fortuna descubrir la manera de que muerdan el polvo consiste en probar una y otra vez alternativas hasta que finalmente logramos dar con la tecla adecuada. Los primeros intentos suelen acabar con una Caperucita mascullando alguno de los comentarios que regala a lo largo y ancho de la aventura.

Este último bien podría ser uno de los elementos más curiosos de Woolfe: Red Hood Diaries, y sin duda el más irritante de todos: los comentarios y monólogos que Caperucita suele lanzar a los cuatro vientos cada vez que tiene oportunidad, sin apenas venir a cuento, muy repetitivos y extenuantes. La historia se narra a través de la protagonista en momentos puntuales que sirven como descanso de la aventura. Hasta aquí todo bien. El problema comienza cuando la heroína insiste en realizar todo tipo de comentarios, a cada cual más absurdo, acerca del origen de los monstruos contra los que pelea (hombres de hojalata, ratas y demás fauna), graciosos en un principio y simplemente omitibles cuando hemos superado el ecuador de la aventura. Este hecho contrasta con el buen trabajo que se ha realizado con la selección de melodías, propias de una película de Tim Burton, que bien podrían haber salido de la batuta de su compositor habitual, Danny Elfman.

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6.5

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.