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7 Momentazos de James Bond en los Videojuegos

Vuelve Bond a la gran pantalla con Spectre y con él, recordamos algunos de los grandes momentos que el Agente 007 nos ha dejado en el mundo de los videojuegos.

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James Bond es uno de los grandes héroes de la gran pantalla que mejor puede, o podría, adaptarse al mundo de los videojuegos. Y de hecho, no son pocas las grandes producciones de entretenimiento que hemos visto con el agente 007 de gran protagonista. Naturalmente, ninguno se puede comparar con el inconmensurable Goldeneye de Nintendo 64, una de las grandes obras maestras de la historia del videojuego y probablemente el primer FPS que demostró que los juegos en primera persona no debían ser tabú con un mando de por medio. Con la llegada de Spectre a los cines españoles este viernes, repasamos algunos de los momentazos que Bond nos ha dejado en formato videojuego.

El gigante Oddjob en Gameboy

James Bond 007 salió en 1998 en Gameboy y lo hizo con un juego que no se parecía precisamente a Goldeneye y que tenía una vista cenital tipo The Legend of Zelda para superar su mezcla de acción y algunos puzles mientras intentábamos utilizar con cabeza los objetos que íbamos encontrando a nuestro paso. En dicho título tenemos uno de los grandes enfrentamientos con un clásico como OddJob. Después de una tediosa base secreta que repetía zonas idénticas llegamos a nuestro enemigo, con un sprite el doble o más que nuestro agente y con una mecánica curiosa: lanzar sombreros letales a diestro y siniestro. Teníamos que devolvérselos para dañarlo hasta vencerlo y que nos informara de nuestros próximos objetivos.

La Moto de nieve en 007: Nightfire

Aunque el vacío que dejó la obra maestra de Nintendo 64 fue enorme y la saga no consiguió llegar a las cotas de excelencia del título de Rare, es cierto que tanto Nightfire como Agent Under Fire ofrecieron algunos elementos que nos evocaban al juego de 1997. En todo caso, con un buen ritmo y una jugabilidad interesante, de Nightfire nos quedamos con la escapada en medio de las nevadas montañas a lomos de una moto de nieve mientras vamos disparando a los enemigos, cambiamos de escenario y rompemos elementos del escenario que nos hacen vivir durante un rato como si estuviéramos en una de las grandes escenas de James Bond en el cine. Y es que los vehículos eran, en general, uno de los añadidos atractivos de esta nueva entrega.

El sigilo de Pierce Brosnan en Todo o Nada

Amado por muchos y odiados por otros tantos, el juego de 007: Todo o Nada para PS2, Gamecube y Xbox no dejaba indiferente a los jugadores. Algunos lamentaban que se pasara a la tercera persona tras los buenos resultados como FPS, y otros simplemente les encantaba poder ver sus pasos con James Bond. En todo caso, la producción de altura –Brosnan nunca había lucido tan bien- destacó por una mecánica de juego variada. Entre las propuestas que se nos ofrecieron destacamos las zonas de sigilo, que nos permitían hacernos sentir como un auténtico agente secreto. Poder noquear por detrás a los enemigos, eliminar cámaras de seguridad, disparar con silenciador y usar todo tipo de artilugios contrastaba con la pirotécnica de otros momentos de Bond.

La fase del metro en 007: El Mundo Nunca es Suficiente

Eurocom demostró que sin ser Rare se podía hacer un buen shooter en primera persona con las señas de identidad de James Bond, y esto es lo que nos ofrecío un El Mundo Nunca es Suficiente que se consolidó como una gran propuesta de acción. Aunque repetía varios patrones e ideas que habíamos visto en el pasado, tenía grandes momentos por ofrecer. Entre ellos la cuarta fase que se centra en los túneles del metro, donde Bond tiene que entrar para limpiar la zona de terroristas. La gran cantidad de enemigos, nuestras habilidades para ser rápidos y que no maten a rehenes en los vagones y el tiempo que nos indicaba lo que nos quedaba antes de que explotara la bomba eran, valga la redundancia, una combinación explosiva y un nivel intenso como pocos.

Red Grant en 007: Desde Rusia con Amor

Uno de los juegos que los amantes de James Bond tienen en alta estima, sobre todo porque consiguió convertirnos en Sean Connery durante los 14 capítulos que duraba la entrega. La batalla final con Red Grant cuando parece que hemos conseguido desactivar el misil nuclear de la base de Octopus que apuntaba hacia Londres es uno de los grandes momentos de los videojuegos del agente secreto. Una lucha que parece desequilibrada por el arsenal con el que cuenta el villano en cuestión, pero que nos permite hacer gala de la gran cantidad de armas de fuego y buen uso de ellas que sabe realizar James Bond. Además, a nivel visual fue un juego que convencía por su acabado y las enormes semejanzas de Connery con su versión virtual para el título.

El inicio de Goldeneye: Presa y Facility

El primer episodio de Goldeneye es el que te indica que estás ante algo único. La sensación de tenerse que adentrar en un lugar controlado por enemigos y poderlo hacer con total sigilo a base de pistola con silenciador, movernos de manera escurridiza y el francotirador que conseguimos en la primera torre no tiene precio. Pero no se entiende este nivel sin lo que continua en Facility, cuando nos adentramos desde la rejilla de uno de los lavabos y acabamos con un enemigo que está haciendo sus necesidades. El sigilo en esta primera fase, las misiones opcionales de poder rescatar a ciertos NPC y la sensación de que podemos afrontar esta zona de múltiples maneras distintas, pasando desapercibido o pareciendo Rambo, son la mejor carta de presentación para una Obra Maestra que está considerado como uno de los grandes shooters de la historia de los videojuegos. 

Baron Samedi: punto final a una Obra Maestra

Nos permitiréis que dos de los momentazos James Bond sean del mejor juego que ha dado jamás la licencia. En esta ocasión nos centramos en Baron Samedi, otro de los míticos enemigos que tenía el Agente 007 y que protagoniza uno de los extras y el último capítulo de Goldeneye. Un escenario, el de Egipto, de lo más curioso que está perfectamente ambientado y que nos invita a acabar con este extravagante enemigo. Tenemos varias maneras para terminar con él, pero lo interesante además de estas posibilidades es el hecho de poder ver un arma legendaria dentro del universo Bond como es la Golden Gun. La mejor manera de acabar con una de las mayores obras que ha dado jamás Rare. Un título que no terminaba aquí: luego podíamos disfrutar del multijugador a cuatro personas con decenas de elementos de personalización que alargaban todavía más la vida de uno de los juegos más destacados de finales de los noventa.