Metal con síntomas de oxidación

Hace ya más de un año que Gun Metal se pasea por la máquina de juegos de Gates, y es que, aunque el proceso de conversión rodó sin problemas, buscar editor ha sido algo más laborioso para el desarrollador responsable, Yeti Studios. Pero bueno, ya está aquí, y llega con una carta de presentación basada sobre todo en un argumento: su prestancia visual.

Y es que Gun Metal presume de ser uno de los primeros títulos en haber hecho uso del Cg (C for graphics) de Nvidia, un lenguaje de programación de alto nivel creado por el gigante californiano para facilitar a los desarrolladores la ejecución de ciertos efectos gráficos. Y sí, debe de ser bastante fácil, porque el homenaje que el juego se pega a base de explosiones de luz y color no es cosa menuda. Bueno, pero de esto ya hablaremos en su momento.

Centrémonos ahora en hacer una pasada por los conceptos generales del título. Viendo en las capturas ese cacharro multiforme cosiéndolo todo a disparos, es imposible creer a cualquiera que nos diga que no es un juego de acción, y, también evidente, en tres dimensiones con perspectiva en tercera persona. Pues sí, esto es Gun Metal, un arcade cien por cien, sin esos exotismos tan de moda que consisten en mezclar todos los géneros posibles.

Pues bien, en este juego somos un piloto de élite del ejército de Helios (el Nuevo Mundo del futuro), puesto a los mandos de un versátil monstruo metálico de diez metros de altura, llamado Havoc Suit, en el que están puestas las esperanzas para repeler el ataque que lanzan los inconformes habitantes del decrépito planeta Tierra. El ingenio en cuestión tiene la capacidad de desplazarse como cualquier otro engendro bípedo sobre el suelo, o bien hacerlo por el aire, adoptando, desde su forma originaria, la configuración propia de un jet a reacción.

Casi seguro que pasaremos mucho más tiempo surcando los cielos (modo Havoc Jet) que con el pie en tierra (modo Traje Havoc), puesto que las ventajas del primero sobre el segundo en velocidad y libertad de movimiento son más apreciables que las de la precisión y el blindaje que ofrece éste último. Siguiendo con estas diferencias, las armas disponibles para un modo y otro son incompatibles, de tal forma que no se pueden usar las armas del Havoc Jet mientras estemos en Traje Havoc y viceversa.

Puestos a hablar de armas, hay que decir que tampoco en este aspecto los creadores han querido quedarse cortos: una panoplia de dieciséis piezas, para todos los gustos y de todos los colores. Por cada misión que superamos se nos dan dos nuevas, una para cada modo. De entre las que tengamos disponibles, elegiremos cuatro para Traje Havoc y otras tantas para Havoc Jet. El catálogo va desde las convencionales, como la ametralladora, la escopeta o los misiles guiados, pasando por otras más contundentes y llamativas como bombas pesadas, napalm o granadas, hasta llegar a concepciones vernianas como, atención, el Cañón Gauss, la Tormenta de Fotones, el Phalanx o el Rifle de Dispersión.

Los escenarios de nuestras batallas suman un total de ocho, y recrean parajes desérticos, nevados, volcánicos, boscosos y pantanosos. Son muy amplios si los recorremos a pie, pero, sobrevolándolos, apenas son necesarios unos cuantos segundos para alcanzar sus extremos.

Las misiones a cumplir son catorce, engañosamente variadas, puesto que, aunque tenemos trabajos de escolta, defensa cerrada, ataque abierto y combinaciones de unas y otras, todas se desarrollan de forma muy similar, esto es, descargar de forma compulsiva munición sobre el enemigo para salir pitando hacia el siguiente punto caliente de la misión, donde deberemos hacer lo mismo.

Precisamente es en la jugabilidad donde Gun Metal se queda sin defensas. Es un juego técnicamente bueno, lo que supone un reclamo indudablemente atractivo, pero tras una revisión más allá de lo visual, sus carencias, puestas al descubierto, casi acaban por anular sus virtudes. La acción, por intensa y repetitiva, inocula en el jugador una dosis más que suficiente tras unos pocos minutos de juego. Queda convertido en uno de esos juegos que sirven bien para echar una partida en los tiempos muertos, pero que no tiene recursos para enganchar al jugador: sus buenos gráficos son un cebo del que es fácil librarse, pues sólo atrapan al principio; su modelo de acción, por precario en cuanto a contenido y variantes, sólo distrae brevemente; y el argumento, liviano como una pluma, carece de interés.

Resumiendo, Gun Metal es un juego deseslabonado, con cualidades suficientes para divertir en sesiones cortas y aisladas, convirtiéndose en un producto al que recurriremos de forma marginal y que, por lo tanto, corre el riesgo más que probable de ser encajonado y olvidado de forma prematura.

Gráficos y sonido

El programa está adornado por una música en los menús digerible, entre lo místico y lo futurista, y durante la acción por melodías bastante cañeras, muy acordes con el ritmo de juego, aunque tan similares entre sí que te parecerá estar oyendo siempre la misma; nada grave, teniendo en cuenta que no hay tiempo para ponerte a escuchar la música. Los efectos de disparos, explosiones y demás parafernalia bélica, resultan contundentes y convincentes. No se puede decir lo mismo de las voces, que además de ser escasas (aunque en español, cosa que seguro será apreciable por no pocos), están interpretadas con escasa intensidad dramática, en ocasiones se podría decir que casi con desgana y apatía. En cualquier caso, el balance es positivo en lo que a audio se refiere.

Gráficamente el juego deslumbra, y lo digo literalmente. Si este juego consigue cifras de ventas suficientes, gracias a la plétora de efectos luminosos y a los constantes estallidos de luz y color, el acaudalado colectivo de los oftalmólogos lo será aún más. Este juego es de los que hacen llorar, no de alegría ni de pena (si lo hiciera sería probablemente por lo segundo y no por lo primero) sino por el acopio de relampagueantes efectos visuales que desbordan la visión. Bueno, lo dicho: excelentes efectos; modelos regulares para los enemigos, para nuestras fuerzas aliadas y para las construcciones, pero muy bueno el de nuestro vehículo; las texturas son también de gran calidad, sin desvirtuarse más de lo necesario por la proximidad, configurándose gracias a ellas seductores escenarios. De nuevo, saldo positivo en cuanto a gráficos.

Guión

En un hipotético futuro, la estabilización de los agujeros negros permite los viajes a velocidad superior a la de la luz. El planeta Helios resulta el agraciado para acoger el primer portal interestelar. Esto desata un conflicto entre quienes van a disfrutar de la nueva colonia humana de Helios y los que permanecen en la Tierra. Los habitantes de Helios logran repeler todos los ataques y cerrar el portal, pero de repente éste vuelve a entrar en actividad, y de él fluyen nuevas tropas terrícolas. Para detener esta ofensiva, las gentes de Helios han puesto en marcha el proyecto sobre un arma secreta y esperan que definitiva: el Havoc Suit.

Hecho polvo de tan trillado, el tema de los conflictos interplanetarios te lo habrás encontrado en muchos libros, en decenas de películas y en siete millones y medio de videojuegos. Con todo, esto no es lo grave, siéndolo que durante el transcurso del juego esta base argumental sólo sirve para plantear, superficialmente y de forma tan escueta y poco detallada que nos quedamos a diez pasos del umbral de la trama, los objetivos de cada misión.

Desde luego no son las bondades narrativas de Gun Metal las que van a hacerte coger este juego.

Jugabilidad

El control clásico combinando el teclado y el ratón es altamente satisfactorio y sencillo, aunque si lo preferimos podemos usar también un joystick. Con el ratón dirigimos el punto de mira y orientamos nuestro rumbo, mientras que con las teclas avanzamos, retrocedemos, o nos desplazamos lateralmente. Los controles no son muchos, pues además de los dichos tan sólo tenemos los de disparo, cambio de arma, salto y transformación.

La información en pantalla también es clara y poco abundante, ya sabes, lo típico: arma en uso, munición restante, nivel de escudo y de energía y un pequeño radar en la parte superior que señala, mediante diferentes iconos, las posiciones actuales aliadas y enemigas, así como puntos clave para la misión y zonas de aprovisionamiento.

Es muy sencillo hacerse con la mecánica de juego desde el principio, pues, aparte del control intuitivo, la escasa variedad y complejidad de su modelo de acción deja convertida la curva de aprendizaje en una línea casi recta, y por desgracia, la de diversión, también. Pasar el punto de mira sobre cada uno de los enemigos mientras apretamos el gatillo hasta verlo estallar puede ser divertido, pero no por mucho tiempo cuando todo se reduce a eso.

Hay elementos que deberían endulzar más el pastel, pero están desaprovechados. Por ejemplo, llegando a mitad del juego ya tenemos bastantes armas en el arsenal, y como sólo podemos instalar cuatro por cada modo, elegir las más adecuadas debería formar parte de la diversión. Pero pasa que las nuevas que se nos dan son siempre mejores que las anteriores, aunque en ocasiones puede que no por mucho, de manera que lo mejor es quedarte las nuevas.

Lo mismo se podría decir de los dos modos disponibles, recordemos: Traje Havoc y Havoc Jet. Aquí las diferencias entre uno y otro sí que son notables, pero cuando hayas probado la extraordinaria movilidad que tienes con el Jet, te será difícil volver al Traje Havoc. Con éste gozas de mayor resistencia a los disparos enemigos puesto que cuentas con escudo, además, dado el movimiento mucho más lento, apuntar con precisión te será más fácil. Pero las desventajas son bastantes. En primer lugar, vas a parecer un hipopótamo de esos del tragabolas, sólo que cambiando las bolas por las bombas de las tropas (sobre todo aéreas, cuando las haya) del enemigo. Desde luego para desplazarse con rapidez no sirve, de modo que cuando se te necesite con urgencia para algo en la otra punta del mapa, estarás obligado a viajar en Jet. A pesar de los dos modos disponibles, es el Havoc Jet el que acabará por instaurar monopolio.

Las misiones están enfocadas desde varias perspectivas: unas serán de escolta, en la que deberemos mantener a salvo a cierto número de nuestras unidades durante su ruta; otras consistirán en defender diferentes posiciones aliadas ante las acometidas sucesivas de los hostiles mientras intentamos acabar con ellos; y alguna más en la que lo principal es atacar una zona para desbaratar los planes enemigos. Lo cierto es que esta supuesta variedad tiene nulo reflejo en la jugabilidad, todas acaban pareciendo iguales, y lo único que nos saca de la rutina del apunta y dispara es la necesidad de reabastecernos de energía y munición, para lo que deberemos ir hasta el lugar correspondiente marcado en el radar, y más vale que no invirtamos mucho tiempo en ello.

Se trata pues de un juego sencillo y simple, con poco gancho, válido, como ya he dicho, únicamente para matar un poco el tiempo de vez en cuando. Además es fácil, puesto que algunas misiones se superan a la primera y, en su mayoría, bastarán un par de intentos para superarlas, salvo alguna de las últimas, pero tampoco muchos más. Aparte de sencillo, simple y fácil, es corto, pues algunas de las catorce misiones se pueden resolver en tres o cuatro minutos, siendo lo máximo un cuarto de hora más o menos el tiempo necesario para cumplir las más complicadas.

Estrategia y trucos

Lo más importante a tener en cuenta es que el tiempo no sobra. No es que se nos ponga un límite, pero si nos entretenemos más de lo necesario en acabar con un enemigo o en acudir a cierto lugar, es más que posible que tengamos un número alto de bajas, o nos destruyan un edificio crucial, y en ambos casos se nos podría dar la misión por fracasada.

Contra enemigos duros, como las naves nodriza, no hay que andar con contemplaciones. Tírales con armas pesadas y misiles, porque cuanto antes caigan antes dejaran de parir más naves y vehículos. No dejes que los cazas que las protegen distraigan tu atención. Para ello usa el arma de fotones, que además de de que van directos contra el rival, puedes con una sola salva de disparos derribar a varios.

En las misiones en las que hay que proteger bases, presta atención al radar para ver si hay enemigos sobre el punto clave. No pierdas de vista la base a proteger durante demasiado tiempo, porque aunque cuentan con sus propias defensas, tarde o temprano acaban cayendo si no se les asiste.

Piensa en el Traje Havoc como un modo secundario. El Havoc Jet es más rápido, más ágil y con él es más difícil ser alcanzado. Recurre al Traje cuando necesites de forma apremiante armamento pesado y no te quede en el Jet, o bien cuando la oposición enemiga sea débil y sus ataques fácilmente sorteables.

Comparándolo con...

Nada más ver Gun Metal vino a mi mente Incoming, aquel título aparecido en 1998, cuando las tarjetas aceleradoras iban abriendo el camino de los gráficos del futuro a toda velocidad, y este juego se encargó de hacernos ver que los gráficos por ordenador podían llegar a ser verdaderos espectáculos pirotécnicos. Y no sólo por que sigan la misma filosofía técnica, sino que también en la libertad de movimiento y en el concepto general de acción se asemejaba bastante, ofreciendo parecidos resultados, puesto que Incoming, aunque mejor juego, también hartaba con facilidad.

Lo que está bien

Lo que no está tan bien

Un título bastante simplón, carente de variantes suficientes para configurar una buena jugabilidad que enganche al jugador.

Es bastante corto. La mayoría de las catorce misiones se pueden completar en menos de diez minutos, y te lo habrás acabado en apenas un par de horas de tiempo real, puede que ni el doble en tiempo de juego absoluto.

Enlaces

Manual

En la caja viene una escueta guía de instalación en varios idiomas, con una página dedicada al nuestro. El manual propiamente dicho está en un archivo pdf, de cuarenta páginas, suficientemente completo para comprender todo lo relativo al juego.

Requerimientos del sistema

Los mínimos dicen ser un procesador a 900 MHz, 256 MB de RAM, GeForce 3 y 750 MB libres en el disco duro. Los recomendados sólo elevan sus exigencias en el procesador, un 1400 MHz.

El juego ha sido probado en un Athlon XP 2000+, 512 MB DDR-RAM 333 y GeForce 4 Ti 4200. Fluye sin problemas con todo a tope y 1024x768, pero ante algunas explosiones gigantescas o afluencia masiva de enemigos, el rendimiento se resiente y pega algún que otro tirón.