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Flinthook

Flinthook

Flinthook, análisis

Vestido con aires Pixel Art, armado con una pistola de plasma y haciendo buen uso de su fiable gancho, Flinthook viene decidido a demostrar cómo su videojuego de acción, plataformas y estructura Rogue-lite puede mantenernos enganchados a la pantalla durante horas. Veamos qué nos ofrece la nueva propuesta diseñada por Dominique Ferland y Marion Esquian.

Actualizado a

Durante las décadas de los 80 y 90 el mundo del videojuego, para muchos de nosotros, formaba ya una parte muy importante de nuestras vidas. El nacimiento de las primeras revistas dedicadas al medio interactivo supuso una revolución en cuanto a la forma de llevar la información al usuario final. Por aquella época, ver los nuevos avances en materia de gráficos 2D, donde el número de sprites, su tamaño y la evolución en su sistema de animación arrojaban joyas como Day of the Tentacle o Earthworm Jim, solo era posible a través de esas páginas de papel y, en contadas ocasiones, por medio de Demos (inolvidable la revista Micro Hobby) o cintas VHS que quemábamos hasta la saciedad en el salón de nuestras casas (¿quién recuerda aún Lo Super Super de Super Nintendo?).

Un título como el que nos ocupa, cuyo objetivo es construir una propuesta jugable en base a mecánicas, recursos estéticos y factores interactivos inspirados en la época de los 8 y 16 bits, fácilmente puede hacer aflorar en nosotros el factor nostálgico. Y es que, al recorrer el espacio a bordo de tu nave cual pirata intergaláctico mientras te enfrentas a multitud de peligros, es fácil recaer en la ya casi olvidada frase habitual mientras ojeábamos el último número de Micromania: si ya tiene buena pinta viendo las imágenes y leyendo lo que dicen de él, imagínate cuando lo veamos en movimiento.

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PIXEL ART INTERGALÁCTICO

Es muy posible que esta vertiente contemporánea sea ya, para muchos, un concepto tan instaurado en la escena independiente que su capacidad de sorpresa se haya extinguido e, incluso, se haya iterado tantas veces que resulte algo trillada. Pero cuando las cosas se hacen con amor, gusto por el detalle y, sobre todo, vocación en cuanto al diseño jugable se refiere, aparecen —permitámonos una vez más la eterna paradoja— pequeñas grandes joyas como la programada por el estudio canadiense Tribute Games.

Bajo un envoltorio cartoon de gran simpatía y notable dirección artística se esconde un título multidisciplinar. Con una estructura Rogue-lite basada en la superación de mazmorras de generación aleatoria sin puntos de guardado (en este caso estaciones, barcazas y naves estelares) inspirada en títulos primigenios como Sword of Fargoal o el más reciente Rogue Legacy, un carisma de acción plataformera con destellos de Eartworm Jim o Super Metroid, y la utilización del gancho como principal recurso jugable a la hora de movernos por los escenarios (al más puro estilo Bionic Commando), FlintHook se reivindica como una retante experiencia bidimensional. Tribute asegura que las decenas de habitaciones que componen su sistema procedural están cuidadosamente diseñadas a mano, tanto en disposición de elementos como en colocación de trampas y enemigos, hecho que resulta realmente meritorio.

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El argumento no tiene demasiada chicha; a saber, bajo el papel de un pequeño pirata con vocación de caza-recompensas, recorreremos la galaxia en busca de tesoros y fortuna venciendo a multitud de delincuentes espaciales, mientras conseguimos artefactos que nos permitan gobernar nuestra nave (a golpe de ancla estelar) hacia los lugares más inhóspitos que podamos imaginar. ¿Nuestro objetivo final?: vencer a un caza-tesoros malévolo cuyas intenciones pasan por dominar el universo entero despertando a un ser ancestral. Pero, más allá de este telón de fondo, es en su faceta jugable donde encontraremos la verdadera magnitud de Flinthook.

LUCES, DISPAROS, PLATAFORMAS Y.... ¡ACCIÓN!

Y es que Flinthook posee un control ágil, profundo y más que suficiente para conseguir superar los (en ocasiones dificilísimos) retos que nos plantea el título por medio de varios mecanismos.

La primera vez que nos pusimos a los mandos del juego nos sorprendió no poder utilizar la cruceta para controlar al protagonista: lo entendimos ipso facto. Pese a su carácter retro, una vez metidos en el meollo nos veremos saltando de plataforma en plataforma mientras nos ayudamos de nuestro gancho para alcanzar puntos de agarre e impulsarnos hacia diferentes zonas, mientras disparamos a diestro y siniestro con nuestra pistola de Plasma por medio de una mira analógica. Esto quiere decir que, a nivel de control, no estamos atados a las clásicas 8 direcciones que propone el pad ni para disparar ni para lanzar nuestro gancho, hecho que nos permite una libertad de 360º.

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En menos que canta un papagayo pirata nos veremos inmersos en una ensalada de tiros, saltos, trampas, rayos, cañonazos y combates contra enemigos finales que harán mermar nuestra barra de vida rápidamente si no vamos con cuidado. Y eso pasa por controlar dos factores importantes del juego que nos ocupa: el uso del gancho y el aprovechamiento de uno de los poderes básicos de Blinthook: ralentizar el paso del tiempo durante un breve instante.

Una vez superado el test nos veremos a nosotros mismos entrando en una habitación, avanzando de forma fulgurante entre agarres mientras destrozamos a varios enemigos (bastante variados por cierto), ralentizamos el tiempo para atravesar campos de fuerza, lanzamos una granada a un grupo de corsarios que se encontraban a nuestros pies (efectivamente hay ítems secundarios), esquivamos letales trampas láser y recogemos nuestro merecido botín sin haber sufrido daños durante la trifulca. Suena emocionante ¿verdad?

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Gracias a su vertiente Rogue, aquí contaremos con mapas procedurales, habitaciones interconectadas de variadas propuestas (plataformeo, combate, habilidad, compra de objetos), zonas con ítems ocultos, momentos de extrema dificultad sin opción para salvar la partida (si morimos, tendremos que comenzar desde el principio el mundo en el que nos encontremos) y un reluciente cofre final con la preciada Ghost Gem en su interior. Morir durante un combate no significa perder el loot y la experiencia adquiridos, pero sí las Ghost Gems necesarias para avanzar hasta el jefe final, algo que requiere paciencia y aprendizaje.

Pese a ello tampoco es habitual que nos maten de un golpe y, además, contaremos con habilidades y mejoras permanentes que nos permitirán disponer de más vida o espacios extra para Perks comprándolas en la tienda (que no cunda el pánico, con recursos del juego). Existen potenciadores de experiencia, bonificaciones de salud, ventajas ofensivas y un buen puñado más de Perks que podremos seleccionar antes de entrar en combate —con un espacio limitado para ellas como hemos comentado arriba—, hecho que suaviza la experiencia y que premia el progreso y el aprendizaje del jugador. A medida que superemos los niveles iremos desbloqueando los sobres de cartas que contienen las preciadas habilidades, aunque seremos nosotros los encargados de establecer una estrategia coherente a la hora de utilizarlas.

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Desafortunadamente, también viviremos momentos donde bajará nuestra vida de forma inesperada debido a que determinados elementos (como las trampas láser o los pinchos que aparecen desde el suelo) están tan integrados en la escena que no nos daremos cuenta de su presencia si, durante esos instantes, nos estamos peleando con algunos enemigos mientras saltamos de gancho en gancho. Además, hay momentos puntuales donde alguna que otra ralentización nos pueda jugar una mala pasada, ambos hechos también presentes en Curses n Chaos —el anterior título de Tribute Games—, incluso de manera más notoria.

TODO LO QUE UN BUEN PIRATA PUEDA NECESITAR

En cuanto a opciones el título que nos ocupa también va servido. El modo aventura es el más importante: durante nuestro periplo viajaremos a lo largo y ancho del universo abordando diferentes flotas de naves, todas ellas decoradas en su interior con motivos pirata, adornadas con retales de madera y tela, y ataviadas con cañones, cajas, botellas y todo tipo de parafernalia (muchos objetos de este tipo esconden tesoros en su interior) muy alejada del ambiente futurista que nos pudiésemos imaginar en un principio.

Una vez consigamos los recursos necesarios (Ghost Gems en este caso) para dar con el paradero del enemigo final, nos enfrentaremos al jefe de turno y viviremos los verdaderos picos de dificultad. Todo ello nos mantendrá durante horas pegados a la pantalla superando la historia principal y, si seguimos con ganas de más, podremos desbloquear en la tienda—mercado negro se hace llamar— nuevos niveles de dificultad que harán palidecer al más curtido en este tipo de juegos. Las horas que ofrece el título varían según la habilidad del jugador y su interés por sacarle el máximo partido, pero mientras que una primera vuelta puede superar las 13 horas, sacarle todo el jugo dará para bastantes más.

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Y es que también tendremos a nuestra disposición una serie de elementos interesantes: diferentes retos diarios, un creciente número de habilidades y mejoras que adquirir o una sección donde podremos consultar las entradas del Lore que hemos ido encontrando en la campaña. Todo ello podría hacernos pensar en un producto realmente redondo en el sentido jugable, aunque también tiene puntos grises. Uno de los principales defectos de Mercenary Kings (juego que lanzó Tribute Games en 2014) era el reciclaje de elementos y su acusada repetitividad. Pese a que la compañía ha mejorado mucho en este aspecto durante los últimos años, seguimos encontrando en Flinthook esa sensación a medida que vamos acumulando horas de juego y nos vemos superados por situaciones muy similares.

MIMO ARTÍSTICO POR LOS CUATRO COSTADOS

Si bien no consideramos este apartado como el más importante al analizar juegos de este tipo, definitivamente es el que raya a un nivel más alto en el caso que nos ocupa. Desde la cuidada y simpática escena de introducción, pasando por las fluidas y variadas animaciones (gracias al trabajo de Johan Vinet, conocido por su trabajo en Hyper Light Drifter), hasta el efectivo uso de la interfaz de juego y el HUD, todo en Flinthook está colocado donde debe y como debe. Como si de un juego de SuperCell o de Drinbox Studios se tratase, estos detalles no brillan de forma individual, sino que lo hacen al componer un conjunto sorprendente, imaginativo y funcional.

Este logro repercute directamente en la jugabilidad, pues el feedback que recibimos al realizar cualquier acción, al superar los retos que nos brinda el juego o al avanzar con el gancho mientras vemos morir a nuestros enemigos a causa de los disparos certeros de nuestra pistola de Plasma, es tan gratificante y convive tan bien con los graciosos FX y las trabajadas partículas de las que hace gala el juego, que terminaremos enamorados irremediablemente del trabajo del aclamado Pixel Artist Stéphane Boutin.

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Y para redondear el factor añejo, la banda sonora que nos acompaña durante nuestra aventura destaca por unas canciones Chiptune muy animadas y llamativas, acompañadas de percusión rockera y añadidos MiDi cuyo conjunto coloca a Patrice Bourgeault como uno de los más prometedores compositores en su sector. Tiene ritmo, viene acompañada de gran cantidad de matices a pesar del limitado origen de la técnica, y forma un conjunto homogéneo junto con los efectos de sonido y el apartado gráfico del juego. ¿Qué más se puede pedir en este sentido? Algo más de riesgo no hubiese estado mal.

8.2

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.