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DuckTales - Remastered

DuckTales - Remastered

  • Plataforma3608.8PC8.8WiiU8.8PS38.8
  • GéneroPlataformas
  • DesarrolladorWayForward Technologies
  • Lanzamiento13/08/2013 (PC, WiiU, PS3)11/09/2013 (360)

DuckTales Remastered

Al fin ha llegado el momento. DuckTales, clásico plataformas lanzado en 1989 para NES, regresa a primera línea de actualidad gracias a un descargable que adapta de forma magistral el apartado audiovisual a los tiempos actuales. Capcom reverdece laureles con este clásico proveniente de su edad dorada.

Actualizado a

Antes de que Capcom se olvidase de su glorioso pasado y escogiera diversificarse con experiencias como el Free to Play de Los Pitufos destinado a terminales móviles; o eligiese plagar sus juegos de contenido DLC descargable. Antes de todo eso, Capcom era una de las más destacadas y competentes desarrolladoras de la industria del videojuego. Todo lo que salía de sus oficinas, hasta el más nimio de los encargos, derrochaba calidad y buen hacer por los cuatro costados. Entre aquella legión de títulos desarrollados por la gloriosa Capcom de los 80/90 se encuentra el juego que nos ocupa: DuckTales, título cuya remasterización al fin obra en nuestro poder. Lanzado originalmente en 1989 para NES, la inmortal 8 bits de Nintendo, DuckTales (basado en la inolvidable serie de animación homónima) hizo las delicias de todo aquel que lo probó, convirtiéndose en uno de los referentes de un género, las plataformas, por entonces inmerso en pleno epicentro de una gloriosa e irrepetible edad dorada.

El anuncio del título que nos ocupa, llevado a cabo durante el evento PAX East celebrado unos meses atrás, sorprendió a propios y extraños por muchos motivos. No solo porque un a priori no tan destacado título dentro del currículum clásico de la compañía nipona disfrute de un relanzamiento antes que juegos más afamados como, pongamos, un Ghouls’n Ghosts o un Three Wonders, sino porque además dicho relanzamiento no se limita a coger la ROM original, ponerle un filtro para que los píxeles no canten tanto en las televisiones HD actuales, y maquillar el conjunto con unos cuantos menús en alta definición. Así, en lugar de lo sucedido en títulos como Dungeons & Dragons: Chronicles of Mystara o Marvel Vs. Capcom 2, el apartado audiovisual de DuckTales ha sido rehecho desde cero, siendo completamente adaptado a los nuevos tiempos tal y como sucediera unos años atrás con el imprescindible Super Street Fighter II Turbo HD.

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Uno se pregunta, visto el relativo fracaso de lanzamientos como DarkStalkers Resurrection (otro ejemplo de corta/pega ROMs, ponle un filtro al resultado y a correr), si Capcom no debería replantearse por completo su política de relanzamientos de clásicos del pasado y dirigirla más hacia el terreno SSFIITHD/DuckTales que al que ha sido hasta ahora nota predominante. Y es que así estos juegos entrarían más por los ojos de las nuevas generaciones de jugones, invitándoles por tanto a darle al botón de descarga, mientras aquellos nostálgicos que (no nos engañemos) ya tiramos de emulador (o del material original para quien tenga esa suerte) a la hora de disfrutar de estos títulos, contaríamos con un aliciente ineludible para albergarlos en el disco duro de nuestras consolas. Pero en fin, dejemos el sueño de disfrutar de, por ejemplo, un Capcom Vs. SNK 2 completamente remasterizado en lo que todavía es, un sueño, y centrémonos en lo que nos ocupa. DuckTales ha vuelto a las consolas, y lo hace de la mejor manera posible.

Mi nombre es Pato, Gil Pato

Disney, compañía que en la actualidad parece encontrarse inmersa en una de sus mejores (y más voraces) épocas, lo pasó especialmente mal durante la década de los 80. Curiosamente lo más destacado de entonces eran sus cómics (aún sin Marvel de por medio, claro está), con todo un universo de ficción construido a lo largo de varias décadas que daba pie a historias de lo más entretenidas, dotadas de un trasfondo de calidad a nivel argumental y narrativo imposible de encontrar hoy día en las publicaciones dirigidas a menores de edad. Aunque la mayoría de personajes protagonistas de aquellas historias eran sus caracteres clásicos tomados de los cortometrajes y largometrajes provenientes de su edad dorada, no fueron pocos los personajes creados específicamente para aparecer en dicho universo de papel, entre los que ya desde un principio destacó Scrooge McDuck (conocido por muchos otros nombres en los países a los que sus aventuras iban llegando, siendo el más familiar para los españoles el de Gil Pato o Tío Gilito), el tacaño y enormemente acaudalado tío del popular Donald Duck.

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La popularidad de Gilito creció hasta el punto de acabar haciendo sombra a su icónico sobrino, e incluso se permitió el lujo de protagonizar una estupenda serie de animación que, de 1987 a 1990 y con el nombre de Pato Aventuras (DuckTales en el original), hizo las delicias de grandes y pequeños a lo largo de 4 temporadas que sumaron un total de 100 capítulos y un largometraje de animación. El DuckTales de NES fue obviamente un juego nacido a raíz del éxito de la serie, y en él trabajaron desarrolladores del calibre de Tokuro Fujiwara (responsable de la saga Ghosts ’n Goblins) o Keiji Inafune (el durante muchos años encargado de la serie Mega Man). El resultado, como apuntamos más arriba, fue el de un extraordinario plataformas que contó con una notable conversión a Game Boy y una posterior secuela.

Ahora, cuando ya casi ha pasado un cuarto de siglo desde que aquel gran DuckTales alegrara las tardes de los poseedores de NES, Capcom nos regala una auténtica golosina descargable en forma de un remake en el que se ha trabajado a fondo con vistas a adaptar el juego a los tiempos actuales sin perder un ápice de la jugabilidad que atesoraba el original. Por una vez y sin que (al menos por ahora) sirva de precedente, la compañía nipona se ha tomado las cosas en serio y lo ha dejado todo en las sabias manos de WayForward Technologies, uno de los pocos estudios de la actualidad que se mueven por el ámbito mainstream apostando por el píxel y el sprite bidimensional en alta definición, y que ya ha dado fe de su buen hacer con títulos como Shantae, Thor DS, Contra 4 o Mighty Switch Force!. Es más, rizando el rizo y llevando el juego a un nivel de paralelismo con la serie de animación imposible de conseguir hace 24 años, al proyecto se han acabado sumando Alan Young y el resto de los dobladores originales del show televisivo, así como Mike Peraza (uno de los artistas que dieron vida a los dibujos animados protagonizados por el Tío Gilito, y que en este juego asume las tareas de diseñador) y Rick Evans (artista de Disney Television especializado en la elaboración de fondos y decorados). Todo este trabajo y buen hacer prometía dar unos resultados excepcionales. ¿Ha sido así finalmente? Veamos…

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El dinero es lo primero

Scrooge McDuck es el pato más acaudalado de todo Patoburgo, y dado que en dicha ciudad no reside un Cristóbal Montoro que lo fría a impuestos, ni un Bárcenas que arramble con todo para llevárselo a Suiza, la existencia del avaro palmípedo es un remanso de tranquilidad que transcurre entre baños en piscinas repletas hasta arriba de monedas de oro y duchas de piedras preciosas. Pero todo cambia cuando su sobrino Donald debe prestar servicio en la Marina, y se ve obligado a dejar a cargo de Gilito a Jorgito, Juanito y Jaimito, los inquietos e hiperactivos sobrinos-nietos del tacaño ricachón. Al principio el viejo pato apenas puede soportarlos, pero con el paso de los días se acabarán despertando en él sensaciones que hasta entonces no había experimentado. Aquellos pequeños diablillos le empujarán a vivir un sin fin de aventuras en los lugares más recónditos del globo terráqueo, lo cual hará que el Tío Gilito experimente una segunda juventud. Pero ojo, que Gil Pato sigue siendo Gil Pato, por lo que dichas aventuras junto a sus sobrinos-nietos suelen tener como objetivo la obtención de tesoros perdidos y objetos arqueológicos de incalculable valor, los cuales no deja en un museo como haría Indiana Jones, sino que se los lleva a casita para seguir engordando tanto su patrimonio como una cuenta corriente cada vez más enorme.

Así, acaba llegando un momento en que el Tío Gilito, como si de un político español se tratara, amasa tanta pasta que le es imposible de guardar en un único sitio, por lo que se ve obligado a repartirla por varios emplazamientos, entre los que se encuentra un almacén construido a las afueras de Patoburgo. Dicho almacén acaba siendo asaltado por los Golfos Apandadores, ladrones ruines y despreciables que ponen patas arriba el sistema de seguridad del edificio. Gil Pato acude raudo y veloz a su almacén para parar los pies a tan indeseables cacos, los cuales curiosamente parecían especialmente interesados en un viejo cuadro de poco valor… si no fuera porque oculta un valioso mapa que parece conducir hacia tesoros ubicados en lugares tan remotos como Transilvania o la jungla del Amazonas. Como suele decirse, la aventura está servida.

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La intachable evolución de un clásico

Tras comprar un juego que nos costará la nada desdeñable cifra de 15 euros (vaya por delante que os podemos asegurar que vale todos y cada uno de los céntimos que cuesta), y después de instalarlo en el disco duro ya sea de PC, PS3 o WiiU (a Xbox 360 aún tardará un mes en llegar), será al fin el momento de disfrutar de un título de los que ya no se hacen, actualizado a los nuevos tiempos de una forma que por desgracia tampoco suele ser habitual. WayForward sabe lo que tiene entre manos, eso es algo que comprobaremos nada más aparecer en pantalla el logo de Capcom; y es que tanto el brillo reluciente que lo recorrerá como el sonido que surgirá de los altavoces de nuestro televisor harán que el jugador veterano no pueda evitar derramar una lagrimita nostálgica, que desde luego no será ni mucho menos la última. Después llegará el logo del juego y el acceso al menú principal, todo ello adornado por un plano general de la ciudad de Patoburgo al que acompañará una melodía que también dejará constancia de que Jake Kaufman, compositor de la banda sonora de este renovado DuckTales, ha sabido dirigir su trabajo por el camino correcto.

Antes de referirnos a la jugabilidad del título y a cómo WayForward ha adaptado ésta a los tiempos actuales de dificultad inexistente, desafío nulo y protagonistas inmortales que vivimos, es conveniente centrarnos en el apartado audiovisual del título. Este nuevo DuckTales no escapa del todo a la fiebre poligonal que impregna la industria desde la ya más que lejana era de los 32 bits, aunque afortunadamente los elementos más importantes a nivel visual, como son los personajes principales, secundarios y enemigos que salpican los niveles del juego, sí que han recibido una puesta a punto artesanal a base de sprites. Y menudos sprites, señores. No solo han sido elaborados en alta definición, sino que además gozan de un sinfín de frames de animación que brindan a sus movimientos una suavidad equiparable a la que hacían gala los juegos de David Perry en la generación de los 16 bits (Cool Spot, Aladdin de Mega Drive, Earthworm Jim…), o a lo que más recientemente hemos podido ver en The King of Fighters XIII, por poner un ejemplo. Así, los polígonos quedan reservados para los decorados de fondo y los elementos en primer plano del escenario. Habría sido preferible que todo estuviera en 2D, con planos de scroll parallax para dar profundidad a los escenarios, pero al menos los sprites se encuentran perfectamente implementados en los por otra parte coloridos y animados elementos tridimensionales.

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Y ahora vamos al fin a centrarnos en un tema peliagudo: la dificultad. Encarar un juego como DuckTales no es fácil para el usuario de hoy día, acostumbrado a los juegos pasilleros y facilones en los que prácticamente con empujar el stick analógico hacia delante y pulsar repetidamente el botón de disparo ya es suficiente para superar el “desafío” desde el principio hasta el final. Así, WayForward ha dispuesto una serie de atajos destinados a facilitar la experiencia jugable, entre los que se cuentan una ligera simplificación (ligera, pero que a la hora de la verdad se hace notar bastante) a la hora de ejecutar el movimiento más característico de Gilito como es el salto con bastón, un mapa accesible pulsando el botón Start que nos marcará el camino recorrido y la ubicación exacta de los elementos clave del escenario, y tres niveles de dificultad (más un cuarto desbloqueable) donde se va desde las vidas infinitas y los corazones dobles del fácil hasta el desafío masoquista del nivel extrarequetedificil.

Afortunadamente, todos estos elementos son opcionales, por lo que si queremos una experiencia exacta a como antaño se vivía en NES, podemos tenerla sin problemas. Por el contrario, si queremos las ayudas antes mencionadas, también estarán a nuestra disposición. Pero no nos engañemos, DuckTales no es un juego especialmente difícil (ningún título Disney de la época lo era por razones obvias), aunque dos largas generaciones de vidas infinitas, créditos ilimitados, regeneraciones espontáneas de salud y “cojamos al jugador de la manita para que no se estrese demasiado” hayan hecho que hoy día pueda parecerlo para quienes lleven algo menos de una década dándole a esto del videojuego. Así, os recomendamos no caer en la tentación de activar todas las ayudas, pues de esa manera el juego se os acabará en un suspiro y os perderéis lo mejor que ofrece: una jugabilidad desafiante en la que los reflejos, la perseverancia en avanzar poco a poco e ir superando obstáculos, la memorización de las trampas de los escenarios y los patrones de ataque de los enemigos brindan la clave para obtener una experiencia de lo más gratificante.

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El nivel normal de dificultad es ideal para ello: Tres vidas, tres corazones por vida (se pueden obtener más peinando los rincones más recónditos de cada mapeado) y esa tensión que genera el saber que si se acaban las vidas no habrá más remedio que regresar al principio del nivel, aunque ya nos encontráramos luchando contra el jefe de final de fase. Recordad: no deis vuestro brazo a torcer. Perseverar, avanzar con cuidado y permanecer siempre alerta ante el constante acoso por parte de los enemigos son la clave del éxito. Haced esto, no prestéis demasiada atención al mapa de juego, y os aseguramos que superar cada nivel os ofrecerá una sensación de victoria que no se puede igualar ni superando de cabo a rabo un puñado de los facilones títulos de hoy en día. El juego consta de un nivel introductorio en el almacén del dinero de Gilito, cinco fases principales que podremos superar en el orden que queramos y una sorpresa antes de llegar al desafío final en la que no haremos más hincapié dado que es una de las novedades de este remake y no es nuestra intención estropear la sorpresa.

Y es que, aunque este DuckTales HD muestra en todo momento un total respeto por el clásico de NES, posee extras y añadidos inéditos en el juego original, como son una galería de arte en la que podremos usar el dinero recolectado en cada nivel para desbloquear ilustraciones, bocetos y algunas exquisiteces de lo más sabrosas relacionadas con la serie de televisión. También se ha incluido la piscina de monedas, para darnos un relajante chapuzón entre fase y fase (dicha piscina se irá llenando conforme vayamos recolectando los tesoros desperdigados a lo largo del juego), alguna que otra sección ampliada en según qué niveles, reajustes en cada mapeado (tranquilos, que se conserva ese estilo Metroidvania simplificado que tan bien sentaba al original) para hacer la experiencia más fluida, patrones de ataque extra para los enemigos principales, y la ya mencionada sorpresa que sirve de antesala al final del juego. La guinda a este paquete de añadidos la ponen tanto el guion extendido como los diálogos hablados que salpican toda la aventura, y es que había que aprovechar el privilegio de contar con los dobladores de la serie de animación original.



Eso sí, a pesar de que últimamente Capcom parece más abierta a localizar completamente sus títulos a un idioma diferente del inglés, esto no ha sido así con Pato Aventuras. El juego se encuentra traducido al castellano, pero las voces siguen siendo las anglosajonas. Bien es verdad que en España no se podría haber llevado a cabo la maniobra de contar con las voces originales de la serie de televisión, o al menos no en casos como el del Tío Gilito, que en su día tuvo el privilegio de hablar con el timbre del gran e inolvidable Carlos Revilla, actor de doblaje ya fallecido. Pero bien podría haber sido sustituido, por ejemplo, por Carlos Ysbert, quien ya en su momento recogió el testigo de doblar a Homer Simpson cuando el maestro Revilla nos dejó. Pero en fin, otra vez será. Lo que sí que no nos parece nada bien es que algunos diálogos no cuenten con traducción escrita (generalmente comentarios que hace Gilito mientras recorre cada nivel del juego), por lo que aquellos no demasiado versados en inglés hablado se perderán una parte de estas frases escritas con inteligencia y buen hacer que harán que se os escape más de una carcajada, igualito que en la serie de televisión original.

Antes de rematar el presente análisis con las conclusiones finales, es más que conveniente dedicar el último párrafo a la banda sonora del título. Ya mencionamos más atrás que Jake Kaufman, compositor habitual de las bandas sonoras de los juegos de WayForward, ha mostrado un total y completo respeto hacia las melodías originales obra de Hiroshige Tonomura (compositor que trabajó para Capcom en los 80 y ya en los 90 entró en Taito para encargarse de bandas sonoras tan destacadas como las de Puzzle Bobble y RayStorm). La melodía de introducción, que abre con la composición original de NES en glorioso chiptune para evolucionar hasta un auténtico deleite instrumental, sirve de avanzadilla para lo que nos iremos encontrado a lo largo del resto del juego: la música original de Tonomura sirviendo de armazón a unas extraordinarias composiciones en las que Kaufman firma el que sin duda es uno de sus mejores trabajos. Ojo al solo de piano que se marca en los créditos finales, para quitarse el sombrero.

8.8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.