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Vodafone One: Un bebé foca robótico para luchar contra el autismo

La terapia asistida con animales va a más, con el añadido de la tecnología en este caso.

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Hay pocos manuales de psicología en los que aparezca el nombre de Jingles, aunque parece ser que su aportación en este campo resultó significativa durante algunos años en la década de los 60. Es lo que tiene ser un perro: que te ponen un nombre ridículo y tus méritos quedan eclipsados. O tal vez esta falta de galones se deba a que Jingles se limitó a hacer lo que se supone que hace un perro bonachón: jugar, dormir, comer y agitar el rabo cuando desea mostrar alegría. Eso fue suficiente para convertirse en el mejor ayudante que jamás hubiera soñado el psicoanalista Boris M. Levinson, precursor en el uso de animales en terapias. Lo que descubrió por casualidad con su perro cierto día en que uno de sus pacientes se adelantó y tuvo que atenderle con Jingles delante, terminó convirtiéndose en un caso pionero que más tarde documentaría en numerosos libros y trabajos. En uno de ellos escribió: “Creo que si entrenamos a las mascotas para acomodarse con niños autistas en su cuna o mientras todavía son bebés, proporcionándoles estimulación constante durante sus horas de paseo, podríamos mitigar la ansiedad de estos niños, ayudándoles a establecer un vínculo más firme con la realidad”.