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Google crea una IA que aprende de sí misma

La Inteligencia Artificial más avanzada ahora. Se estimaba un precio al público de 375$ Las Google Glass son historia

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¿Recordáis a Skynet de Terminator, Hal 9000 en 2001: Una Odisea del Espacio, el Voyager de Star Trek, el sistema de defensa de Juegos de Guerra y otras destacadas Inteligencias Artificiales de la historia del Cine que cobraron consciencia de sí mismas? Pues Google acaba de dar un paso importante en este campo al crear el primer programa de ordenador capaz de aprender una variedad de tarea de manera independiente, por sí mismo. Es decir: Un programa de ordenador capaz de auto-instruirse sin requerir instrucciones externas.

Considerado como "un paso significativo en pos de la verdadera inteligencia artificial", este programa o 'Agente' como lo llaman sus creadores aprendió a jugar a 49 juegos retro de ordenador, y empezó a crear sus propias estrategias para ganar sin que nadie le implementase ningún tipo de conocimiento externo, ni le diese directrices o instrucciones, aprendiendo como un ser humano sin referencias en base a usar su capacidad de lógica. Este acercamiento al campo de la Inteligencia Artificial, tan explotado por la Ciencia Ficción, de repente se nos presenta un paso más cercano en cuanto a conseguir la que es la obsesión de muchos: Lograr la IA perfecta que no necesite de agentes externos para desarrollarse.

Una tecnología que puede derivar en usos en el ramo de la automoción con coches auto-pilotados; en el ámbito tan común de la telefonía móvil con asistentes personales en los smartphones que nos ayuden de manera más eficiente que los actuales Siri o la futura Cortana de Windows. O para experimentos científicos en terrenos como investigaciones del Clima, incluso la aplicación para el estudio de la Cosmología espacial.

DeepMind, compañía británica adquirida por el gigante Google el año pasado por 400 millones de libras, es la autora del revolucionario descubrimiento. Y se han fijado como objetivo construir máquinas inteligentes. En este aspecto, ‘Agent’ supera a otros ejemplos de supermáquinas como Deep Blue, el programa que venció al campeón Gary Kasparov en una partida de Ajedrez a finales de los 90. O Watson de IBM, que ganó en 2011 el popular show de la TV americana Jeopardy. La diferencia estriba en que en estos dos últimos hablamos de máquinas que fueron pre-programadas con estrategias específicas, sistemas a los que se les introdujo datos, estrategias y reglas a modo de directrices, y no como Agent, que puede procesarlos por sí mismos a través de la observación y establecer su propia estrategia.

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Agent usa un método llamado Aprendizaje Profundo, que convierte las instrucciones visuales en conceptos significativos, replicando la forma en que el cerebro humano coge pedazos de información en bruto y los transforma en conocimiento que le enriquezca. Su programación implementa la noción básica de que lograr puntos es bueno, y perderlos es malo. A partir de ahí, y al principio como ver a un niño descubriendo cosas, Agent aprende en progresión geométrica de una manera tal como nunca se había logrado antes.

Para Tim Behrens, profesor de neurociencia cognitiva en el University College de Londres, lo conseguido “es realmente impresionante, no hay duda. Han dado con agentes que aprenden conceptos basados solamente en recompensas y castigos. Nunca nadie ha hecho eso antes”. El programa comenzó a jugar haciendo movimientos torpes, sin sentido. Pero tras 600 partidas de entrenamiento, ya tenía la clave de cómo ganar. Y lo que honestamente más miedo da: Hubo casos en que Agent dio con estrategias de victoria que nadie se había planteado aún, como en Breakout, clásico en que una de sus claves es abrir un agujero en los escudos y disparar con seguridad desde ellos. Agent comprobó que era mejor perforar no el centro, sino uno de los laterales de cada muro.

Uno de sus ‘padres’ por así llamarlo, Vlad Mnih, sonríe sobre esto señalando que “es divertido ver a las computadoras descubrir cosas que tu ni te habías planteado”. Pero aunque suene a ciencia ficción (la ciencia que plantea desafíos aún no comprobados al fin y al cabo), si algo nos ha enseñado cientos de novelas, películas e historias es precisamente sobre el peligro de que una máquina, con su fría lógica, piense por sí misma, lo que hace plantearse dudas que la comunidad científica no suele: ¿Debe la raza humana crear una inteligencia a su imagen y semejanza pero artificial  y más perfecta para que la ayude a mejorar su condición de vida? ¿O está el hombre llevando demasiado lejos eso de jugar a ser Dios?