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[iD] La industria española, vista desde el extranjero

Españoles en el mundo de la industria desde Londres o Tokyo, un punto de vista distinto.

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Raúl Nieto, Director de Marketing de Rising Star Games, Luis Fernández y Jose Manual Íñiguez, de Akaoni Studios, creadores de ZombiePanic in Wonderland son los protagonistas de la primera Mesa Redonda que se celebra en el segundo día -y ultimo- de iDÉAME 2010. Ellos tres han pasado parte de su carrera creativa fuera de España desarrollando juegos, o colaborando en cualquiera de las facetas relacionadas con este sector.

Nieto es el encargado de introducir al espectador en su particular historia: "No tenía nada cuando me fui a Londres, sólo la selectividad". Presentó un puesto como tester de Squaresoft (todavía con este nombre por aquella época), hasta que finalmente alcanzó un puesto superior en la empresa. Los otros dos ponentes siguen la senda del primero: Fernández es uno de los miembros más importantes de Pyro Studios en la actualidad. Curiosamente, su andadura en la industria comenzaba de forma accidental: tras varias entrevistas obtuvo trabajo en Londres, exactamente igual que Raúl Nieto.

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El caso de Íñiguez es distinto: "Tenía claro que quería hacer videojuegos, pero en España no había ninguna posibilidad de formación para la creación de videojuegos, así que decidí irme al extranjero. Como siempre me habían gustado los juegos japoneses, me lo monté para irme allá a crear videojuegos". La cantidad de trabajo burocrático que se necesitaba en aquella época no facilitaba las cosas, además del precio, la necesidad de encontrar cobijo... Después de aprender el idioma, supo manejarse lo suficiente para manejarse en un país totalmente opuesto a la vida que hasta la fecha había llevado. "Aprendí cosas valiosísimas, trabajé durante varios años en una empresa pequeña que se dedicaba a hacer conversiones de recreativa a consola".

Su vocación, no obstante, estaba orientada en el plano del diseño, por lo que decidía volver a cambiar de aires. Decidió, dicho en otras palabras, poner en práctica todo lo que había aprendido en aquella época por solitario.

"¿Fue la experiencia lo que habíais pensado en un principio?", pregunta el jefe de la mesa, a lo que responde Raúl: "no tenía ni idea de cómo funcionaba aquel mundo. Yo llegué como tester en español, por lo que sólo me exigían tener un conocimiento extenso en mi idioma". Era poco menos que un peón: "Jamás en la vida pude imagianr que acabaría trabajando en esto". Como para tantos otros, era una cuestión de suerte. Sin embargo, sí admite haber aprendido grandes cosas dentro de la empresa: "A nosotros los juegos nos llegaban hechos, estaban más que 'testados', y mientras estudiaba se dedicaba a hacer trabajos a tiempo parcial. Es algo que te da la oportunidad de conocer a mucha gente, de conocer contactos".

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A su llegada a Londres, Luis Fernández tuvo que afrontar distintos problemas en el campo del idioma. "Hay gente increíble, muy especializados. Para mí, la principal barrera era el lenguaje, era una situación muy incómoda, porque para intentar comprender mejor a la gente te fijabas en los labios... Pero te buscas la vida. Al año de estar allí, de duro trabajo, aprendí a manejar el idioma, y terminaría como jefe de proyecto".

La experiencia japonesa de Íniguez fue un tanto diferente, sólo tenía una leve idea de cómo funcionaba al industria del país en aquel entonces: "Me adapté muy bien a la cultura japonesa por mi forma de ser. Desde que fui allá hasta que pude meterme en la industria pasó bastante tiempo. Todo esto me ha llevado a tener una forma de trabajar muy japonesa en mi empresa -Akaoni-. Entre en la primera empresa japonesa como ayudante de producción, donde el funcionamiento era muy distinto a lo que se puede ver por aquí". Al final, según comenta, el estilo de trabajo acabó cobrando sentido pese a la dificultad que supuso el cambio cultural, así como el desconocimiento de la industria desde dentro.

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Resulta más complejo saber qué se traerían desde el país al que emigraron para poder ejorar la situación española. Nieto destaca lo que él denomina la "meritocracia", o lo que es lo mismo: la obtención de mejoras laborales en función del trabajo que haya realizado la persona en cuestión. "Otra diferencia es que nadie está tan apegado a un puesto de trabajo como aquí. Si consigues un trasbajo, más te vale aferrarte a una silla. Cambiar de trabajo sirve para poder cambiar la perspectiva, ampliar el sueldo... Aquí, según mi perspectiva, cuesta mucho más".

Fernández destaca la metodología: "Aquí importaba terminar el trabajo, allá te imponían una metodología muy estricta, a la hora de hacer las cosas y de organizar los proyectos. Es la parte que he tratado de traer cuando he vuelto a España. Intentan que no te estanques. Aquí se habla de formación: allí no se habla, directamente se hace, enseguida te meten cursos para que seas más eficiente en tu trabajo. Es fundamental". Íñiguez es más rotundo en este sentido: "todo lo que he aprendido me lo traería aquí. Trabajar aquí es bastante duro, cuesta mucho subir en la empresa. Allá se suele decir que como mínimo has de estar cinco años en una compañía para saber cómo funciona".