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Wii Party

Wii Party

  • PlataformaWii8
  • GéneroAcción
  • DesarrolladorNDCube
  • Lanzamiento08/10/2010
  • TextoEspañol
  • EditorNintendo

Mejor entre amigos

Nintendo se ha esforzado al máximo durante la presente generación para que los usuarios de sus consolas pudiesen explotar las funciones multijugador de sus propuestas jugables. El último capítulo de esta obsesión que se ha marcado la de Kyoto llega en forma de tablero, con la esencia tradicional de Mario Party elevada a la enésima potencia. Si eres de esos jugadores que sólo enciende la Wii para pasar un rato divertido junto a unos cuantos amigos, si lo tuyo es ponerle el mando a otros en la mano y obligarles a jugar, Wii Party es tu juego. El tuyo… y el de otros tres jugadores.

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Hace ya un tiempo que Nintendo averiguo qué mecanismos activar para captar la atención de los usuarios mucho antes de que el producto en concreto que se anuncia llega al mercado. Ha sido así desde que Wii aparecía en el mercado hace poco menos de cinco años. La consola vio cómo sus existencias se agotaban en tiempo récord ante una inexplicable avalancha de ventas para las que supuestamente nadie estaba preparado. Pasan los meses y se comienza a cuestionar que la falta de stock en el almacén se deba realmente a las dificultades de producción de la misma y no a una trabajada estrategia con lo que se pretendía obtener exactamente lo que se vería pocas semanas después. Los grandes almacenes rellenaron stock para parar a un tren, pero las consolas se volvieron a agotar. Se llegó a decir que el usuario tenía miedo de quedarse sin la unidad de marras de la consola de moda, lo que generó un extraño sentimiento de desesperación entre los aficionados más impulsivos.

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Echar la vista atrás y analizar esta situación es un ejercicio más difícil de lo que aparenta a primera vista, probablemente por el cambio de perspectiva que la mayor parte de la industria ha efectuado sobre el catálogo de la sobremesa de la compañía de Kyoto. Wii Sports acaparó la atención mediática a su salida en todo el mundo. No era un título destinado a copar la portada de los medios especializados. Nadie esperaba que las pruebas deportivas con las que poner de relieve el funcionamiento del por aquel entonces revolucionario sistema de control fuesen pasto para analistas. Sin embargo, ante la enorme demanda existente para adquirir la consola, Wii Sports se convertiría rápidamente en el videojuego más vendido de la plataforma, en una estrella más del firmamento de los videojuegos. Conocido por todos, probado por todos, elogiado por todos. Un videojuego tan simple como sencillo obtuvo más reconocimiento que obras cuya producción había costado una fortuna.

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Después de la parrafada que significó el anuncio de varios juegos temáticos en la misma línea -Wii Play, Wii Music, Wii Sports Resorts, Wii Fit, Wii Fit Plus…-, el usuario que compraba de forma entusiasta estos productos dejó de sentirse interesado por ello. Al menos el aficionado por definición, ya que el público exponencial de la consola no ha dejado de consumir lo que Nintendo ha lanzado al mercado. No es de extrañar teniendo en cuenta la calidad que atesoran los títulos que acabamos de citar, que en su gran mayoría supera el notable de nota media. Salvo Wii Music, prácticamente todos los demás han superado el millón de copias vendidas en suelo japonés, a lo que hay que sumar el éxito internacional de Wii Sports Resorts con su estelar inclusión del Wii MotionPlus, que finalmente parece haberse quedado en una mera anécdota.

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Juegos que venden
Son juegos que venden de cara a la galería pero no a ojos de los medios especializados, como decimos, porque no van destinados al grueso habitual de jugadores. Probablemente por este motivo el anuncio de Wii Party sonó a burla en los mentideros de la red. Nadie se tomaba en serio el potencial del enésimo título destinado al disfrute multijugador. ¿Para qué se esfuerza Nintendo por lanzar una nueva adaptación del género más popular de Wii? Es como si tratase de ponerse la corona en el campo de los juegos de acción en primera persona. La saturación es un hecho irrefutable. Wii Party tuvo un parto complicado. Fue eso que normalmente se describe como un penalti, una gomarrota, un proyecto que  a ojos de los aficionados sólo se había creado para seguir sacando los cuartos a esa parte del público ‘que no interesa', pero que actualmente  se ha convertido en la gasolina de una industria que por momentos se desinfla por culpa de financiaciones desmesuradas y préstamos impagables.

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Aparece Wii Party sin crear especial revuelo por el camino. Sin prisa pero sin pausa, tomándose el tiempo reglamentario para abandonar Japón, donde ha sido aupado como el nuevo boom social, con visos a invadir el mercado occidental. Parece que Nintendo era consciente de que se guardaba un as bajo la manga con este título. Iwata esbozaba una sonrisa cuando le preguntaban si realmente consideraba que la línea Wii+Coletilla seguiría dando frutos en el futuro, una vez se hubiese agotado la supuesta enajenación mental de los usuarios que disfrutamos de la consola de sobremesa. El presidente de la compañía se limitó entonces a pedir paciencia: 'no se debe juzgar un producto sin haberlo probado', comentaba. Estaba en lo cierto. El problema es que Wii Party sólo puede ser ‘probado' entre cuatro jugadores. Un día cualquiera con algo de tiempo libre, buen humor, ganas de pasar un rato agradable. Sin MotionPlus, sin periféricos que supuestamente mejoren la experiencia jugable. Jugabilidad pura y dura para todo el que busque una experiencia conocida, pero ahora más rica y variada que nunca.


Wii Party es un juego multijugador. Ha sido creado para que sean varios los jugadores que se sienten delante de un televisor con ánimo de pasar un rato divertido sin grandes pretensiones, aunque a sabiendas de la clase de producto que se encontraran cuando el DVD se ponga en marcha. El planteamiento no puede ser más específico: nunca lo fue cuando Mario Party, la referencia obligatoria en este caso, comenzó a tener éxito hace ya más de una década. La fórmula multijugador del fontanero se vio agotada en la octava entrega por la alarmante falta de innovación que presentaba cada nuevo capítulo que veía la luz, pero seguía manteniendo una comunidad de usuarios fiel al estilo de juego que proponía. Su éxito fue tal que Square Enix trató de imitar el concepto con su peculiar unión de Final Fantasy y Dragon Quest, aunque nunca llegó a tener el calado necesario para convertirse en un clásico de occidente. De hecho, su prestigio por estos lares es escaso, por no decir nulo.

Utilizamos por lo tanto la base de Mario Party para entender qué clase de propuesta es la que pone Nintendo sobre la mesa en esta ocasión. En la práctica, se pide a un mínimo de dos jugadores que compartan experiencias a través de distintas pruebas o minijuegos que proponen distintos estilos jugables. Todos se controlan con el wiimote a secas, sin necesidad de incluir el nunchuk como parte jugable. La experiencia se limita al controlador básico en todo su esplendor. Así, no resulta extraño que cada prueba invite a que el jugador coloque el wiimote de un modo distinto. En cierto modo parece que Nintendo quiere demostrar la versatilidad del periférico tras el aluvión de críticas que le ha caído ante la imposibilidad de poner sobre la mesa un sistema de juego que abandone el estilo tradicional que mostraban los primeros ejemplos que aparecieron en el catálogo de la consola.

Aunque la experiencia también puede ser disfrutada por un solo jugador haciendo uso de la Inteligencia Artificial de la CPU, lo cierto es que el título pide a gritos compartir la aventura con al menos un compañero que se preste a cooperar o a competir contra nosotros. Cuando son tres los que se suman a la partida, la mecánica destapa el abanico de posibilidades que trae de serie a base de los 80 minijuegos que poco a poco desbloqueamos a medida que cumplimos determinados retos durante la partida. La base nos enseña a jugar, con un pequeño tutorial que aparece siempre antes de cada prueba, aunque es el usuario el que debe encontrar el interruptor para que el minijuego más insulso se convierta en un reto de habilidad, ya sea de pericia con el mando o de reflejos. Basándonos en esta distinción, lo más acertado es hablar de dos estilos de juegos que se diversifican en tres modalidades de juego a través de las cuales descubrimos el auténtico atractivo del título.

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Pruebas para todos los gustos
A poco de comenzar a jugar, un viejo conocido nos da la bienvenida explicando los conceptos básicos del juego, que a grandes rasgos hemos introducido en párrafos anteriores. Acierta, no obstante, a la hora de dividir los estilos de juego en tres variantes claramente diferenciadas: Party Games, House Party Games y Pair Games. En castellano, esta separación de estilo se hace eco de varios elementos específicos. Primero, del número de jugadores que pueden participar en cada estilo de juego. Segundo, de la mecánica específica que se vaya a poner en práctica. Tercero, de la forma de puntuación (y del tiempo que tardamos en pasar cada prueba) que se otorga tras superar minijuegos. Lo correcto sería hablar de una importancia capital del modo Party Games, juegos en los que un total de 4 jugadores se disputan el primer puesto haciendo uso de una estructura muy similar a la de un tablero de mesa.

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Tiramos los dados, tenemos diferentes posibilidades para obtener determinados movimientos por turno y posteriormente nos movemos a la casilla de turno, en la que o bien recibimos una recompensa o bien un castigo. En la gran mayoría es menester realizar alguna clase de prueba con la que obtener monedas que a la postre determinan qué jugador es el que mejor resultado ha obtenido a lo largo de la partida. Los minijuegos de este sector son de toda índole: es fácil encontrar pruebas en las que debemos mover hacia una dirección concreta el wiimote para que nuestro Mii se desplace de un lugar a otro en el mapa. Por ejemplo, calcular en qué momento nos detendríamos de ir corriendo por un sendero en el que nos tenemos que parar al alcanzar los 80 metros de distancia. Lo mismo sucede con la especie de escondite a la que nos sometemos cuando tres jugadores se esconden en distinto objetos de un mapeado mientras un cuarto debe encontrarlo a posteriori.

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Existe en este apartado la posibilidad de disputar partidas en solitario, aunque se requiere el uso de la CPU. Las opciones para un solo jugador son prácticamente anecdóticas y con ella se pierde gran parte del objetivo del título, que obviamente pasa por interactuar con otros jugadores. Por este motivo se comprende que es imprescindible que sean varios los jugadores que en todo momento disputen las partidas entre sí. Dentro de esta modalidad encontraremos toda clase de minijuegos, a cada cual más complejo, cuya duración se especifica antes de comenzar a jugar. Por momentos se echa en falta la posibilidad de que fuesen más los jugadores que se uniesen a nuestra partida, aunque cae de maduro que esta opción de momento es inviable sin una infraestructura online que destaca por su ausencia. Es una lástima que Nintendo no la haya habilitado como sí ha hecho con otros títulos del mercado, léase el caso de Monster Hunter Tri.

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Luego encontramos la opción de juegos en familia ‘de casa', o dicho en otras palabras: pruebas en las que el uso del wiimote no se determina según la habilidad del jugador, sino que se convierte en una herramienta más de la mecánica. Así encontramos minijuegos en los que debemos desprender de una ‘bomba' antes de que termine la particular cuenta atrás que se indica en pantalla, o en los que es menester esconder el mando en algún lugar de nuestro salón para que sea el otro jugador el que lo localice. La dificultad de estos juegos -el nivel de exigencia- viene siempre determinado por los jugadores que estén interactuando entre sí en cada momento, aunque tampoco permite una maniobrabilidad especialmente destacable. No se reinventa la rueda en ninguno de los casos, pero la diversión que aportan es uno de los aspectos que Wii Party garantiza independientemente del estilo que hayamos elegido.

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En último lugar se encuentra la opción de jugar ‘en parejas'. Esta modalidad cambia ligeramente el estilo que proponían los dos modos anteriores, estableciendo como base una prueba que generalmente suele ser de habilidad. Obtener la victoria en un minijuego nos ofrece cierta ventaja respecto a nuestros rivales, pero el mecanismo o se completa ‘ganando', hay que ser prácticos y demostrar que nuestra pericia no se limita única y exclusivamente a tener suerte en la prueba de marras. Esta última modalidad es básicamente una mezcla de las dos anteriores, cambiando el tablero principal por un estilo más práctico y directo en el que los jugadores pasarán 15 o 30 minutos disputando una variedad considerable de pruebas. Esta modalidad no permite el disfrute de un solo jugador con la CPU, aunque sí abre las puertas a mayor variedad de estilos de juego. Como venimos diciendo, los 80 minijuegos del título ofrecen distintas opciones según gustos.

Estilos de diversión
Siempre existe la posibilidad de configurar una tarde de juego con las pruebas que mejor nos apetezca, utilizando un Mii existente o creando uno para la ocasión. La base del juego no va más allá de lo descrito hasta el momento en lo que a mecánica se refiere: hay variedad de minijuegos para todos los gustos (ya sea a base de pruebas en las que debemos encontrar a la pareja perfecta de nuestro Mii, tratando de mantener el equilibrio, cortando trozos de madera con total precisión o buscándonos la vida en pruebas a nado realmente hilarantes entre varios jugadores), pero el concepto está siempre anclado en la misma percepción multijugador. Así se entiende que el estilo visual, pese a la variedad que ofrece, no se preste a ofrecer nada que se pueda catalogar como realmente novedoso en este sentido.

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Nintendo apuesta por el rosa como color común para la partida mientras que se siente cómoda haciendo uso de la clásica apariencia de los Miis, con su peculiar sentido del humor, tanto al obtener la victoria como al perder y demás. No hay grandes cambios ni nada que se pueda catalogar como evolución propiamente dicha aunque sí hay una notable variedad de localizaciones y distintos estilos de juego (de nuevo, propiciado por los 80 minijuegos a los que tenemos acceso). Este es uno de los puntos que menos ha terminado de convencernos del pack, así como los problemas de manejo que se experimentan en determinadas pruebas, haciendo de estas un reto un tanto insufrible que desentona con la jovialidad del resto del pack. Nintendo, consciente de la perspectiva del título, vende el juego en caja de cartón que viene acompañada por un wiimote, al igual que Wii Sports Resorts (aunque en este caso se trataba del Wii MotionPlus, que aquí no tiene utilidad alguna).

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8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.