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Need for Speed NITRO

Need for Speed NITRO

Neón y nitroso

La parte cañí de Need for Speed desaparecía con Shift para dolor de tantos y tantos aficionados, firmando el cambio generacional que tanto necesitaba la franquicia. No obstante, la esencia Arcade que ha ganado la licencia en los últimos tiempos no ha acabado de esfumarse: Nintendo toma el relevo con sendas adaptaciones exclusivas para sus plataformas. La más importante, relacionada con la sobremesa de la compañía, sorprende a propios y extraños por su calidad y buen hacer sobre las calles de medio planeta. Es hora de volver al tuning.

Actualizado a

Era difícil la tarea de EA Montreal. Adaptar una de las franquicias más populares (y decadentes) de los últimos tiempos en una consola que tiene como bazas principales todo aquello que Need for Speed necesitaba… a excepción de una potencia gráfica capacitada para dejar a los usuarios boquiabiertos como ha sucedido recientemente con Shift, Forza 3 o Gran Turismo. Nadie sabe muy bien por qué, pero cuando Nitro fue anunciado hace poco menos de un año, los aficionados acérrimos de la serie ridiculizaron la noticia, dando a entender que una consola como Wii nunca sería capaz de recrear con fidelidad las interminables partidas que ha ofrecido Underground, Carbono o Undercover, sendos títulos que buscaban explotar la tendencia tuning que tan de moda se ha puesto en los tiempos que corren.

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La versión 'adulta', como fue descrita delante de nuestras propias narices en Londres, ha logrado alzarse entre los mejores simuladores de conducción de la nueva generación gracias en parte al trabajo que se realizaba durante el desarrollo. Sin prisas, sin grandes exigencias, una tesitura muy parecida a la que se encontraba EA Montreal a la hora de comenzar a pensar qué iba a ofrecer esta exclusiva de las consolas de Nintendo. Había una idea clara: el tuning ya no es tan rentable como antaño, a los usuarios no les interesa ver por vigésima vez el mismo producto con distinto collar. La solución, la estándar hoy día, fue caricaturizar los coches deportivos de alma gama para ofrecer un arcade puro y duro que abandonase por completo cualquier reminiscencia de simulación.

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Entonces nació Nitro. Una idea nada revolucionaria que, no obstante, sorprendía a propios y extraños al ser exhibida por primera vez. EA no se ha tomado a broma este desarrollo (que para muchos que llega tarde), ofreciendo un presupuesto considerable para realizar un motor gráfico que estuviese a la altura de las circunstancias, una de las mayores preocupaciones de la cúpula de la empresa. Tanto es así que en la segunda presentación del juego, cuando pudimos probar una demo en primera persona, la noticia más aplaudida por los asistentes fue el hecho de poder jugar a 60 frames por segundo, convirtiéndose así (teóricamente) en el primer título de carreras de Wii que es capaz de conseguir esta hazaña. El catálogo de la consola no permite lugar a comparación alguna, sobre todo teniendo en cuenta la escasa cantidad de títulos de conducción que han aparecido en la sobremesa de Nintendo -olvidando el reciente y lamentable DiRT2-.

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Hit the Streets
Con un planteamiento tan claro, empezar a jugar a Nitro se convierte casi sin darnos cuenta en una rutina que tenemos la sensación de haber repetido antes en un centenar de ocasiones. La propia presentación nada tiene que envidiar a los archiconocidos Need for Speed de PS2, dado que se basa exactamente en los mismos patrones. Coches japoneses y americanos que con toda clase de ornamentos en la carrocería compiten en circuitos callejeros contra la policía y el miedo que conlleva chocar el coche el cualquier momento. Si a esto le añadimos el uso del manido oxido nitroso responsable de la explosión de gasolina que tiene lugar en películas de la casta de A todo gas o similares, poco a poco comprendemos que EA Montreal supo captar como pocos la esencia de los juegos originales para trasladarla a Wii.

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Pese a la impresión inicial, este Nitro tiene poco o nada que ver con los títulos que hemos referenciado anteriormente. Puede que sea igual en cuanto a la esencia, donde prima el arcade por encima de cualquier otro elemento, pero desde luego no en la puesta en escena, que para empezar no pone a manos del jugador una ciudad enorme por la navegar para poder competir en ella. Nada más lejos de la realidad, esta exclusiva tiene como objetivo permitir a todos los usuarios de la consola disfrutar durante las carreras sin tener la sensación de que es imposible controlar el bólido deportivo que tienen en sus manos. Por este motivo la competición, el modo historia, se centra en carreras aisladas que tienen lugar en distintos puntos de la geografía de nuestro querido planeta Tierra.

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Así es como Brasil, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Singapur y España aparecen retratados en Nitro con uno o dos circuitos callejeros por cabeza, siempre situados en las respectivas capitales de estos países. EA Montreal se desplazaba hasta el epicentro de su atención para retratar con toda clase de detalles las zonas por las que pasaremos a toda velocidad con los bólidos deportivos, en la primera muestra de la potencia visual de la que hace gala este título. Si de algo puede presumir Nitro es precisamente de su motor gráfico, que después de generar tantas dudas a los aficionados ha acabado por destaparse como el punto más interesante del producto, así como su jugabilidad. Dos aspectos que en primera instancia hicieron temer lo peor a la mayoría de los jugadores, aunque por suerte la cosa no ha tardado mucho en cambiar.

De hecho la primera impresión que nos llevamos del aspecto que lucen los vehículos es francamente sorprendente. Ya no sólo por la cantidad de detalles que podemos apreciar en los deportivos de las distintas marcas que han prestado su nombre para la ocasión (Audi, Ford, Renault, Volkswagen…), completando así una parrilla aproximada de 40 coches que podemos adquirir o bien en el concesionario de marras o al ganar determinadas competiciones en las que acabamos recibiendo un automóvil de regalo. A la buena apariencia que lucen los coches hay que sumar la peculiar caracterización de los mismos (sin llegar a extremos), que junto a la cercanía de la cámara respecto al vehículo crean un interesante efecto de potencia, similar a la sensación que transmite ver en acción a un coche americano.

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Nitro ha buscado su propio camino para representar carreras extremadamente ágiles, que se desarrollan en cuestión de dos o tres minutos. Chocar con el coche no se traduce en tener que reiniciar la carrera, a diferencia de lo que sucedía en entregas anteriores, como tampoco ser embestido por un coche de policía, que en esta ocasión juega un papel muy específico dentro de la trama. Además, su papel tiene bastante coherencia, ya que cada vez que rozamos a un coche aparcado (o que fluya con el tráfico) aumenta el nivel de búsqueda y, por lo tanto, la agresividad con la que los agentes de la ley tratan de apresarnos. Es importante mantener en buen estado el coche si queremos obtener una victoria que sólo llegará si utilizamos la dosis correcta de velocidad/nitro/derrape… y una ración extra de reflejos.

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Cuidado con el coche
La única posibilidad a la que podemos someternos en la interfaz principal es la denominada Carrera o modo historia. Las opciones de partida sólo nos permiten cambiar la configuración del control del coche, teniendo en cuenta que existen cinco vías para pilotar: mando clásico, mando GameCube, WiiWheel, wiimote a secas y la combinación, a nuestro juicio la más cómoda, de nunchuk y wiimote. Mientras que en las tradicionales hay poco que explicar, la única que requiere una palabra de más es la que se refiere al Wiimando en exclusiva, donde debemos mover ligeramente el mando de la consola hacia izquierda o derecha para cambiar la orientación del vehículo en curvas cerradas y demás. Todos los estilos son igual de útiles: la verdad es que en este sentido EA Montreal ha realizado un buen trabajo de cara a posibilitar diversos sistemas a la hora de manejar el coche.

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En Nitro la mecánica de juego está intrínsecamente relacionada con el control. El modo carrera nos ofrece distintos estilos de conducción, encontrando los siguientes; Carrera por Equipos, Carrera de Circuito, Carrera de Eliminación, Desafío Drift, Carrera Drag, Carrera de Eliminación, Radares y Contrarreloj. Es decir, ocho modalidades a las que hemos de sumar una última, Grand Prix, donde debemos competir en una serie de carreras puntuables. Como se puede ver por lo aquí expuesto, la mayoría de las modalidades son las que ha ido arrastrando Need for Speed a lo largo de los últimos años. Tampoco requieren una explicación en profundidad, aunque sí aplaudimos la posibilidad de competir con cuatro jugadores al unísono.

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Tanto en el modo Arcade (donde podemos correr en el circuito y modalidad que nos venga en gana, siempre y cuando los hayamos desbloqueado previamente) como en el modo Historia existe la posibilidad de correr las carreras tradicionales compitiendo con tres amigos en pantalla partida. No hay ni rastro de una Infraestructura Online que, por el sentido del juego, se echa en falta a las primeras de cambio. En el modo historia hemos de participar en cada una de las pruebas anteriormente mencionadas con el fin de adquirir tres o cinco estrellas, dependiendo del nivel de reto de la prueba en cuestión. Por ejemplo: una carrera de Drag, en la que basta con cambiar de carril y acertar al cambiar de marcha en el momento adecuado, sólo es posible obtener tres estrellas como máximo.

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Por el contrario, si realizamos una carrera tradicional en un circuito a lo largo, ganar sólo nos recompensa con tres estrellas. Las otras dos (atención a este punto, porque aquí se encuentra el meollo de Nitro), se conceden según el tiempo total de vuelta, viéndonos obligados a superar un crono predeterminado, así como por la cantidad de Puntos de Estilo que hayamos obtenido a lo largo de la carrera. Decíamos en la introducción de este artículo que en esencia la jugabilidad de NFS en Wii es Arcade, lo cual quiere decir que desde el minuto uno nos podemos aprovechar de los rivales chocándonos contra ellos a la vuelta de cualquier esquina sin tener este gesto una gran repercusión en el funcionamiento del coche.

También tiene mucho que ver con el uso de las dos barras de Nitro que tenemos a nuestra disposición. La primera la rellenamos en la propia salida, pisando el acelerador al nivel que indica una pequeña marca verde (para soltarlo en el momento justo, con lo que obtenemos una salida perfecta), para luego ir aumentando a medida que mantenemos la velocidad punta, derrapamos o nos aprovechamos del rebufo del coche que tenemos delante de nosotros. La segunda sólo se rellena cuando la primera ha sido completada, aunque funcionan de forma aislada. Una pequeña micra de energía en la segunda barra nos concede la posibilidad de efectuar un segundo nitro, con el consiguiente efecto gráfico que difumina la pantalla, así como una explosión de velocidad extremadamente difícil de controlar.

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Coches
En la práctica es más fácil entender esto que explicamos que en la teoría. Son sensaciones que transmiten habitualmente los juegos arcade: velocidad, la sensación de que nuestros reflejos están sometidos a un examen constante del que no podemos escapar hasta que nos familiarizamos con la mecánica de juego. Nitro se apoya en una jugabilidad muy asequible para todos los públicos que lamentablemente no cuenta con el apoyo de un modo principal sólido, variado. En el modo historia estamos obligados a competir en tres copas distintas, bronce plata y oro. Siempre comenzamos en Río de Janeiro para desbloquear la siguiente ciudad cuando obtenemos una cantidad determinada de estrellas. Una vez obtenemos 100 estrellas, pasamos al Grand Prix. Si chocamos más de la cuenta con el coche, amén de los desperfectos que sufrirá, vedremos mermada nuestras barras de Nitro. Suerte que lo podemos solucionar siendo rápidos a la hora de recoger y utilizar los dos power-ups que encontramos en los circuitos: uno repara el coche, el otro nos quita de encima (de forma momentánea) a la policía.

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Mientras obtenemos estrellas también nos hacemos con algo de dinero para comprar coches, en otro de los puntos destacados de producto, que no es otro que el editor. Una vez compramos un vehículo lo podemos personalizar de forma extremadamente sencilla por medio de un editor bastante entretenido que permite desbloquear distintas brochas para perfilar los trazos que deseamos aplicar, con la posibilidad de cambiar las piezas del coche con tan solo pulsar un botón. Los coches pasan de ser simples automóviles a superdeportivos en cuestión de segundos con un resultado aplaudible se mire como se mire. Hay jugadores que echarán en falta más opciones en este sentido, así como también más variedad en general para no pasar las horas realizando una y otra vez las mismas carreras con un coche con más caballaje. Si destacamos los puntos fuertes, es evidente que este es el talón de Aquiles del producto.

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Del mismo modo que gráficamente Nitro sabe sorprender a los jugadores, cumpliendo con la prometida tasa de frames que mencionábamos anteriormente, la jugabilidad del título no se queda atrás. Decíamos hace algunos párrafos que el control de los vehículos es único y personal, aunque gran parte de culpa la tiene la cámara, o la puesta en escena en general de las carreras, muy vistosas desde todos los sentidos. La segunda barra de Nitro no sólo se rellena cumpliendo una serie de cometidos estandarizados, sino que permite también poner en práctica una de las facetas que más se destacaron durante la presentación londinense del juego: la dominación. Todo el que vea un tráiler de Nitro se preguntará por qué las paredes se van pintando a medida que pasamos por ellas. La respuesta es bastante más sencilla de lo que aparentaba en primera instancia.

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En Nitro no basta con ganar, hemos de dominar la situación. Al escoger un coche hemos de hacer lo propio con nuestro sello personal e inconfundible. El coche que va en cabeza cuenta con el honor de ir pintando el circuito con su decoración particular, en otro efecto loable desde el punto de vista técnico que, al igual que los reflejos del sol al ponerse, consiguen aportan una variedad que pocas veces hemos tenido de ver en el pasado en Wii. Son varios los detalles que van en esta línea, aunque en resumidas cuentas no hace falta darle más vueltas al hecho de que EA Montreal ha conseguido elaborar un motor gráfico que dentro de su género se alza con el número uno absoluto. Especialmente si se compara con otros quiero y no puedo que hemos tenido que sufrir en esta consola (a excepción de algunas joyas, léase el caso de Mario Kart).

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A nivel sonoro el juego se limita a cumplir siguiendo la línea habitual de la franquicia, con melodías que recorren distintos géneros musicales. En este caso lo que más interesa es sin duda el realismo sonoro que puedan aportar los coches a la partida. No se puede criticar el resultado, pero tampoco es digno de ninguna clase de elogio. El sonido, junto con la nula variedad de la modalidad principal de juego, así como la ausencia de una Infraestructura Online, son los puntos que peor favor hacen a la calidad de un Nitro que curiosamente ha salido bien parado en todo aquello que se temía: gráficos y jugabilidad. La herida se encuentra en la parte que teóricamente siempre cumple; el contenido.

Amplitud de miras
Con todo, tampoco encontramos ninguna otra cámara salvo la que viene por defecto. Los seguidores de la vista interna tendrán que conformarse con este sistema, que en cualquier caso se ajusta sin problemas a las querencias de los aficionados a la hora de correr. La sensación de velocidad es, por otro lado, un hecho palpable del que disfrutamos desde la primera toma de contacto con el juego. Es curioso que se haya conseguido elaborar un motor gráfico tan detallado que en ningún momento sufra de las clásicas dolencias habituales a las que estamos acostumbrados en el género, y sin embargo no se prodigue más en cuanto a escenarios se refiere.

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Es una lástima también que no se haya aprovechado mejor la presencia de los líderes de cada circuito, cuyo papel es poco menos que nulo a la hora de la verdad. Da la sensación de que se ha quedado atrás una parte del contenido, algo más que la posibilidad de jugar con cuatro amigos en las modalidades estándar que sabemos valorar, pero siguen sabiendo a poco cuando se termina la sorpresa inicial. Por fortuna son características que no afectarán en absoluto a los usuarios que estuviesen buscando ese arcade de carreras imprescindible que todo aficionado del género ha de tener en su estantería.

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7.5

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.