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Infinite Space

Infinite Space

  • PlataformaDS7.5
  • GéneroRPG
  • DesarrolladorPlatinum Games
  • Lanzamiento19/03/2010
  • TextoInglés
  • VocesInglés
  • EditorSEGA

Ópera Espacial

Los chicos de PlatinumGames se enfundan el mono de trabajo en colaboración con Nude Maker para ofrecer a los aficionados del JRPG un título que busca innovar haciendo uso de una propuesta que bebe de la ciencia ficción para presentar su puesta en escena. Una curiosa mezcla de géneros unida a las ya habituales tendencias anime del género es lo que ofrece Infinite Space, caracterizado por sus ganas de ofrecer algo nuevo y castigado por defectos puntuales que hacen de su compra un objetivo a considerar por parte de los acérrimos, aunque no de los que eventualmente se interesan por el género.

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La evolución de los JRPGs se mide en portátiles. No existe otra forma de entender el momento por el que atraviesa el género, que en opinión del gran público se ha quedado atrás en muchos aspectos. La opinión generalizada no corresponde con el pensar de los aficionados acérrimos, que siguen apoyando las propuestas que llegan desde Japón pese a los tiempos que corren, lo que otorga un apoyo indiscutible a proyectos que apuntan alto, más allá de lo que hemos visto en los clásicos del pasado. Infinite Space ha sido uno de los principales baluartes de esta forma de pensar desde que fuese anunciado hace dos años, con un proceso de desarrollo que se ha extendido en el tiempo más de lo que en principio cabía esperar (y de lo que normalmente se tiene acostumbrado al usuario en Nintendo DS, que últimamente recibe títulos poco después de que se confirme su producción).

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El hecho de que sea Platinum Games la compañía que se esconde tras este proyecto ha sido otro de los motivos, conjuntamente a la distribución de Sega, por los que ha acaparado parte de la popularidad que se concede a los títulos punteros del sector. El caso es que ha sido Nude Maker la que se ha encargado de llevar a buen puerto el desarrollo del título con el aval de la supervisión de los creadores de Madworld, Bayoneta o Viewtiful Joe, por lo que ya de antemano conviene alejar de la mente cualquier relación entre este cartucho y las grandes mentes pensantes que han elevado el estudio japonés al nivel de culto entre los aficionados, no sin razones. No conviene despreciar el buen criterio de Nude Maker pese a la escasa presencia que tiene actualmente en el mercado: ya en el pasado hemos tenido ocasión de disfrutar de franquicias exitosas (caso de Clock Tower)  que por razones dispares han desaparecido de la palestra de la actualidad.

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Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto a pocos debería extrañar que Infinite Space pueda presumir de un nivel de calidad cuanto menos aceptable. Si por algo ha despuntado en las revistas especializadas (e incluso durante su presentación en tierras madrileñas) es gracias a la publicidad que se ha arrojado sobre su peculiar propuesta, de la que nos quedamos con dos aspectos de relevancia. Primero, las ganas de ofrecer a los aficionados un estilo de juego que no fuese el que estamos acostumbrados a ver en el mercado. Segundo, una temática que apuesta por el uso de la ciencia ficción combinada con la tradición de la animación japonesa para poner en escena lo que muchos han querido considerar una ‘Ópera espacial', a través de la cual se hace referencia directa a los grandes escritores de este campo de la literatura y del cine en general.

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Encarcelado en tu prisión
De tener que valorar el juego por su propuesta qué duda cabe que se colocaría entre los cartuchos más destacados de la consola, pero como bien sabemos a estas alturas, no sólo basta con buenas intenciones para que un proyecto sea capaz de entretener y de conseguir acceder a los objetivos que se propuso durante su fase de concepción. Hay varios aspectos que lo sitúan entre la mediocridad de producciones de poco peso en la industria (que en su gran mayoría no hemos recibido por tierras españolas) y la grandilocuencia de los JRPGs que han ofrecido algo especial o fuera de lo común. El primero, también el que más ha de interesar a cualquier buen aficionado del género, tiene mucho que ver con el argumento, que pese a las referencias de las que hace gala tarda demasiado en arrancar, en poner a los jugadores en situación.

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El personaje principal es un joven apuesto que recibe el nombre de Yuri, al que conocemos en el loable vídeo de introducción que se encarga de relatar los antecedentes de la historia. El joven vive en un planeta en el que se ha vedado la salida al espacio de sus habitantes a manos de un líder tan déspota como incapaz de aceptar su propia vejez. Un día cualquiera, mientras el héroe corre apresuradamente por un sendero inhóspito, una de las naves que sobrevuela el espacio recibe daños irreparables, precipitándose hacia terreno llano. El piloto resulta ser una atractiva joven (a la que fácilmente asociamos todas las convenciones del género habidas y por haber) que muestra una conducta irreprochable al aceptar a Yuri como compañero de batallas, garantizándole incluso la obtención de una nave propia al abandonar su planeta. Tanto es así que el héroe no se piensa dos veces acompañar a Nía en su epopeya galáctica sin saber muy bien qué le depara en el futuro. Tampoco parece importarle con tal de obtener la tan ansiada libertad.

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De todo esto somos conscientes a poco de comenzar a jugar gracias, como decimos, al vídeo de introducción que nos da la bienvenida tras introducir el cartucho en la consola. Yuri es un héroe que pese a rozar los clichés habituales del género en este sentido sabe manejarse con soltura por la galaxia, pese a que su vinculación con el destino va de la mano con un extraño artefacto que le concedía su desaparecido padre tiempo atrás. La caja que porta el todo momento resulta ser mucho más que un simple recuerdo, tal y como el protagonista había imaginado si tomamos como referencia sus palabras, y a su vez se convierte en el punto que une las extrañas conspiraciones a las que nos vemos sometidos con las relaciones interpersonales de los héroes que se unen a nuestro grupo con el paso de las horas.

La historia tarda en arrancar, en poner a los jugadores en escena. Esto es así debido al lento progreso de los primeros compases de juego, en los que nos limitamos a atender al prólogo donde se explica a grandes rasgos cómo Yuri escapa de la tierra en la que se recluido. Luego, a raíz de obtener su propia nave, tiene ocasión de visitar otros planetas que encontramos en la galaxia donde reside original, con lo que inevitablemente crea vínculos de unión entre otros personajes al margen de la entrañable Nía que le acompaña absolutamente a todos lados. Lo mismo sucede con su hermana, otro de los personajes en los que se centra un argumento en el que es esencial no perder ni un detalle para entender el motivo por el cual nos vemos obligados a viajar constantemente de un planeta a otro. Pese a su lento comienzo, Nude Maker se las ha sabido arreglar para motivar a los jugadores a seguir avanzando sin sufrir tedio o aburrimiento por las situaciones que afrontamos. Por suerte, el drama y la sobreactuación no hacen acto de presencia, lo que facilita la inmersión en una trama tan original como ambiciosa en su puesta en escena.

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Capitán del Espacio
Se mire como se mire, el plato fuerte de esta producción se encuentra en su jugabilidad, ya que en base a ella gira el resto de elementos de los que está compuesto el juego. Es más, Nude Maker centra toda la atención en ella, estableciendo un sistema de progresión continua en el que el jugador debe aprender no sólo cómo tratar a las personas que se cruzan en nuestro camino, sino también cómo estructurar la flota que lentamente comenzamos a construir desde el minuto uno. Primero se ha de terminar el prólogo para tener acceso a la creación de una nave, punto de partida para Yuri como comandante tras las pruebas originales que podemos realizar en la nave de Nía. Antes de ello tenemos ocasión de conocer la mecánica a la que nos someteremos de este momento en adelante, en la cual nos vemos obligados a viajar de un planeta a otro para recabar información, obtener trabajos como transportistas o para acceder a tiendas de accesorios dispersas a lo largo de la galaxia.

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Una vez abandonamos la introducción se abre una ventana con varios planetas en la misma. Basta con pulsar sobre uno de ellos para que se seleccione automáticamente como ruta. Otro click es suficiente para que la nave comience a andar, una evolución que podemos observar en todo momento en la pantalla superior de la consola. Cada ruta se completa en un tiempo determinado, abriéndose en este momento varias opciones para el jugador: o bien elegimos observar tranquilamente cómo nuestra flota avanza lentamente (con divertidos juegos de cámara y posibilidades secundarias de las que nos cansamos rápidamente) o acelerar el proceso. En el transcurso del viaje corremos el riesgo de ser atacados por naves piratas, o en el caso del prólogo, de la federación que nos persigue como tránsfugas que abandonan su planeta en contra de las leyes establecidos. Dejaremos la explicación de los combates para más adelante, ya que en ellos se centra otro punto base para comprender la mecánica de juego.

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De momento nos centraremos en las opciones a las que podemos acceder cuando aterrizamos en el planeta al que nos dirigimos. En cada ‘roca' encontramos distintas opciones, que si bien varían dependiendo del lugar en concreto en el que estemos investigando. No existe la exploración propiamente dicha, tan sólo la selección manual de opciones tales como hablar con el propietario de un bar (donde obtenemos información y trabajo), entrar en nuestro hangar para modificar la flota, hablar con paisanos, entrar en tiendas de accesorios (todo centrado en mejorar el equipamiento de las naves), etcétera. En el bar local es menester conversar con los locales, ya que sólo de este modo tendremos acceso a misiones secundarias, de transporte de material e incluso a situaciones de gran interés (sobornar a dos guardas que, tras recibir 100 monedas, nos traicionan) cuya realización no es necesaria para terminar la aventura. Si de algo puede presumir Infinite Space es de contar con una cantidad de material secundario que proporciona más de 20 horas de juego alternativo a la aventura principal.

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Las conversaciones que mantenemos con los personajes secundarios, tanto con los que forman parte de nuestro grupo como con los secundarios, hacen gala de un nivel de madurez considerable, sin desprenderse de situaciones preestablecidas en el género. No obstante, el juego cuenta con una capacidad de inmersión muy a tener en cuenta si somos aficionados a la estética espacial de la que hace gala. Esta historia poco o nada tiene que envidiar a los cuentos que actualmente se realizan en esta materia, aunque quizás la comparación con Asimov, Philip K. Dick y demás (como ha querido vender la publicidad) se escapa de las pretensiones de este título. Evidentemente, si nunca hemos participado de una historia como la que ofrece Infinite Space, esta es una ocasión inmejorable para probar tanto el género como el estilo que pone en práctica desde el minuto cero de partida.

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Dejando a un lado la ambientación, es obligatorio centrar la atención en el aspecto puramente jugable, así como en las posibilidades de personalización que ofrece el cartucho. Con respecto a lo primero, las batallas son el eje de la acción. Cuando el mensaje de confrontación enemiga aparece en pantalla podemos decidir si hacerle frente o no. Aquí debemos tener en cuenta el cansancio acumulado de nuestra tropa después de un largo recorrido, ya que cuanto mayor es el desgaste menos es la eficacia de los trabajadores de la nave a la hora de preparar el ataque que vayamos a realizar. Tras esta pantalla de aviso pasamos al combate propiamente dicho, en el que debemos fijar la mirada en la parte superior, donde una barra indica la proximidad de nuestra nave a la enemiga. En el centro de la pantalla observamos varios comandos a realizar, lo que a su vez es un dato explícito sobre la necesidad imperiosa de poner en práctica una buena estrategia para salir victoriosos de la batalla.

Los combates de Infinite Space son, en efecto, esencialmente estratégicos. Nuestra nave puede avanzar o retroceder mientras se carga el panel de ataque, dividido en tres sectores que a su vez están delimitados por colores. Cada color representa una posibilidad de ataque o de defensa. El color rojo hace posible lanzar una ofensiva que, midiendo bien las distancias, nos otorga una ventaja considerable en combate. Contamos con un ataque ‘normal' y otro evasivo que debemos tener muy en cuenta en los enfrentamientos que exigen una mayor concentración, punto en el que el título se resiente por los continuos altibajos que sufre el nivel de dificultad. Mientras que los primeros combates son ridículamente sencillos, los que tienen un valor específico en la trama nos obligan a tener un dominio absoluto en el sistema de juego, muy caótico y pausado en fases postreras de desarrollo. Pensarán los amantes de la estrategia que este título se ha diseñado para ellos y lo harán con razón dado que, si somos inexpertos en la materia, no quedará otro remedio que repetir el mismo combate una y otra vez hasta que demos con la clave que nos lleve hasta la victoria.

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Personalízalo todo
¿Cómo podemos lograr este objetivo? Para empezar, construimos una nave pagando una cantidad determinada de dinero. Antes debemos contar con el diseño específico de la misma. Cada nave ofrece ciertas posibilidades para ser personalizadas que van desde el diseño propiamente dicho hasta la cadencia de ataque, pasando por el armamento que deseamos utilizar, prestando especial atención al equipo con el que haremos frente a los peligros. Esto significa que no sólo debemos asegurarnos de construir una nave poderosa, sino que también dependemos de qué personajes hemos situado en cada posición de la flota. Yuri es el capitán por defecto, con otros cuatro puestos que debemos rellenar para aumentar las posibilidades de éxito en batalla (aumentando nuestros atributos en combate). Si deseamos poner a prueba nuestras habilidades contamos con la opción de disputar combates con cualquier amigo, así como de grabar la partida prácticamente en cualquier momento (dentro de cada planeta), algo que desde aquí recomendamos fehacientemente.

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No acaban aquí nuestras opciones. De hecho, hemos dejado para el final una de las más importantes: encajar cada parte de la nave en su sitio. Contamos con una serie de objetos que debemos introducir en la nave para mejorar su rendimiento, y debemos hacerlo en un espacio reducido que crece junto a la capacidad de la nave en sí. Sólo los personajes aumentan experiencia al terminar el combate y no perdemos estos objetos de los que hablamos al vender la nave. Además, son sustituibles entre sí. Es posible cambiar el motor de la nave, ampliar el espacio para aumentar el número de tripulantes de la nave (mejorando así la rapidez con la que se llena nuestra barra de acción), instalar un radar, mejorar las defensas, construir un puente… La escenificación de lo aquí expuesto no es especialmente atractiva, pero sin duda ofrece innumerables posibilidades de personalización. Es una pena que muchos de ellos apenas afectan al rendimiento de la nave y que, en otras ocasiones, sencillamente no tengamos ni idea de qué función cumple cada uno hasta que gastamos el dinero inútilmente en él objeto en cuestión.

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La jugabilidad se centra en estos dos aspectos, escasos a primera vista aunque, como bien hemos tenido ocasión de comprobar, gracias a su profundidad son capaces por sí solos de establecer todo un sistema de juego al que tardamos unas horas en acostumbrarnos, eso en caso de que no perdamos la paciencia durante los primeros combates de juego. Infinite Space sigue el clásico dicho de la industria: O lo amas o lo odias, no tiene término intermedio. Por su puesta en escena recuerda a títulos destinados a un público muy específico, dado que gráficamente se basa en la puesta en escena de escenarios representados por medio de una tira de animación (a veces estática, a veces con movimiento), a lo que se le suma la presencia del arte conceptual del personaje en cuestión con el que estemos manteniendo una conversación. Si a esto le añadimos los vídeos animados que de cuando en cuando se dejan ver, lo cierto es que el resultado trabajo que ha realizado Nude Maker en este sentido es cuando menos loable.

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No se puede decir lo mismo lamentablemente del apartado sonoro, que pasa la prueba con un regular y sin demasiados elogios, tanto por la interpretación de los personajes (se agradece el uso de las voces aunque se echa en falta que estén subtitulados: ¿cómo hago para saber lo que dicen si estoy en el metro o en la guagua?) como por la constante repetición de la misma melodía durante los combates. Poco más se puede decir sobre las melodías que suenan cuando nos adentramos en un planeta. Dado que toda la interacción que tenemos en este sentido con el entorno está basada en la lectura, se podría haber tomado en consideración este aspecto. Esperábamos más del juego aunque, como venimos diciendo, es un factor que a los estrategas o amantes del género les traerá al pairo si realmente disfrutamos de la puesta en escena.

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7.5

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.