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Bravely Default

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Bravely Default se presenta en la familia de consolas 3DS como el mejor JRPG que ha aparecido en el catálogo de la consola desde su nacimiento. Este homenaje al gusto por la excelencia trae consigo reminiscencias de la época dorada de Squaresoft, en una obra reflexiva que se aventura por territorios inexplorados y que renueva el género con ideas frescas y originales.

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Han pasado varios años desde que se puso por primera vez en tela de juicio la capacidad de adaptación del JRPG a las nuevas tendencias del mercado. La industria japonesa en general atravesó un periodo de crisis que muchos entendieron como el cierre de una era que dejaba tras de sí una ristra de fantásticas obras cumbre. Durante mucho tiempo el cénit gráfico de las consolas se establecía ante el despliegue de calidad artístico de títulos que todavía hoy se recuerdan como clásicos atemporales, circunstancia que cambiaría ante la aparición de la denominada ‘next-gen’ y de la proliferación de juegos en primera y tercera persona. Es evidente que cada época trae consigo unas necesidades distintas y que el perfil del jugador no permanece inmutable, especialmente cuando se trata de un sector en constante crecimiento y expansión hacia nuevas fronteras. Sin embargo, la evolución de la tecnología permite también que los videojuegos encuentren nuevas vías de presentarse ante el público sin perder sus rasgos de identidad. Que un género no encaje con las querencias de la masa central de jugadores no implica por fuerza mayor que tenga que desaparecer, aunque sí se vea forzado a maximizar sus recursos o a empezar de cero en nuevos formatos.

Al JRPG le ha sucedido exactamente eso. Las consolas de sobremesa, salvo escasas excepciones, ya no son el patio de recreo de las compañías desarrolladoras japonesas que antes sorprendían con recursos técnicos ilimitados o con inigualables valores de producción. El campo de las nuevas consolas portátiles, de smartphones y tabletas ha revolucionado el sector y ha abierto de nuevo la posibilidad de que proyectos de menor envergadura puedan presentar sus credenciales sin temor a pasar sin pena ni gloria por el mercado. No cabe la menor duda de que las consolas portátiles se han visto beneficiadas de la aparición de las tiendas digitales, lo que de alguna manera ha llevado a las principales productoras a centrarse cada vez más en innovar con sorprendentes mecánicas de juego que trasciendan lo meramente estético. O dicho en otras palabras: donde antes era suficiente con lanzar una consola más potente que la anterior, ahora es imprescindible ofrecer algo más, ya sean pantallas táctiles integradas o conectividad 3G para compartir con todo el mundo cada minuto que pasamos al frente de la consola.

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Todo esto viene a colación del salto cualitativo que implica la aparición de 3DS en el mercado y del apoyo que tanto esta consola como PSVita han recibido por parte de las desarrolladoras de JRPG más conocidas de Japón. Que en poco menos de un año podamos disfrutar de títulos de la envergadura de Persona 4 Golden o de un renovado Pokemon X/Y (que, por cierto, sigue reventando todos los records de ventas a lo ancho y largo del globo) es un hecho que denota el buen estado de salud que atraviesa el género en nuestros días, aunque quizás de forma distinta a la que muchos habían imaginado hace unos años. Bravely Default, el juego que ocupa estas líneas, fue una obra concebida por Square Enix y transferida a Silicon Studio, más conocidos por ser los responsables de un éxito independiente bautizado como 3D Dot Game Heroes. Aparecida hace dos años en Japón, su éxito fue similar al que suele obtener Final Fantasy o Dragon Quest por esos lares, por lo pronto alcanzó un merecido estatus de culto entre los jugadores occidentales.

Curiosamente y pese a ser uno de los títulos más laureados del catálogo de 3DS en Japón, ninguna compañía parecía estar dispuesta a arriesgarse a importar el juego a Estados Unidos o Europa, probablemente por el costoso proceso de traducción que conlleva adaptar tanto el doblaje como el texto de un juego de rol cuya duración oscila entre las 40 y las 60 horas. Sólo cuando Square Enix anunció la aparición de una versión mejorada del original (Bravely Default: For the Sequel), Nintendo confirmó los rumores que resonaban en foros y comunidades desde principios de año: Bravely Default llegaría occidente en una versión definitiva que incluiría las novedades de la secuela, entre las que se cuenta un aspecto gráfico mejorado o nuevas y mejores opciones de personalización durante los combates. La edición que hoy analizamos aparece en España en perfecto castellano, con voces en inglés y japonés, dispuesta a convertirse en uno de los esos clásicos instantáneos que más que probar su valía simplemente ofrecen sus credenciales convencidos de su propia calidad.

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Una historia de valientes

Bravely Default comparte algunos paralelismos con el último Final Fantasy que vio la luz en Nintendo DS, The 4 Warriors of Light, en cuanto se refiere al diseño de los personajes o al estilo artístico que presenta. Aunque muchos lo han denominado como una secuela espiritual, lo cierto es que ambos juegos poco o nada se parecen entre sí cuando se presenta la mecánica de juego o el argumento. Quizá la diferencia más importante sea el hecho de considerar Bravely una obra que realiza una apuesta en firme por innovar algunos campos del JRPG que tradicionalmente habían permanecido inmutables incluso a ojos de los grandes creadores del género, léase el caso de Hironobu Sakaguchi y su fantástico The Last Story, y no un homenaje al estilo de juego clásico como lo fue T4WL. Comparten la ligereza de su presentación y el buen sentido del humor de su argumento, que en este caso se conforma por una plantilla de cuatro héroes que pese a su apariencia juvenil muestran un compartimiento adulto o variopinto, con reflexiones filosóficas, bromas de mal gusto o situaciones realmente surrealistas.

La historia nos lleva a conocer al grupo de cuatro formado por Tiz, Agnés, Ringabel y Edea, y aunque no existe un protagonista señalado, se diría que el guión gira en torno a Agnés por la importancia que cumple su papel. La muchacha es una vestal del viento cuyo rol consistía en proteger el Cristal del mismo elemento. Una serie de acontecimientos propician su huída hacia nuevas tierras, donde se encontrará no por casualidad con Tiz, que ha visto impotente cómo su ciudad natal quedaba reducida a cenizas por supuestas creencias, digamos, religiosas. Más tarde se presenta un carismático y amnésico Ringabel (¿realmente era necesaria la inclusión, por enésima vez, de un personaje amnésico?), probablemente el más divertido y curioso de los cuatro, que trae consigo un misterioso diario en el que al parecer se profetizan todos los acontecimientos que nuestro equipo tendrá ocasión de vivir a lo largo de la aventura. El último en unirse al club es Edea, una chica de armas tomar, de fuertes convicciones pero a la que caracteriza un ácido sentido del humor.

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Se suele decir que la clave del éxito de un guión es la química que existe entre los personajes, y de ser esto cierto Bravely Default bien puede presumir de contar con un argumento sólido y bien presentado, que anima a seguir jugando y que despierta la curiosidad por saber qué sucederá a continuación. No quiere decir esto que estemos ante una obra tan refinada en este sentido como los grandes exponentes del género, pero desde luego que supera con creces el nivel de calidad que solemos encontrar en otras producciones portátiles. Además, se han incluido escenas CGi para aderezar los momentos cumbre de la historia y realidad aumentada para justificar ciertos acontecimientos. Las conversaciones entre los protagonistas son una constante en la aventura y su contenido abarca toda clase de cuestiones. Acceder a estos diálogos es opcional, por lo que no estamos obligados a profundizar en su relación si así lo consideramos oportuno. Es, en resumidas cuentas, una forma de dar al jugador la opción de escoger cómo prefiere afrontar la aventura. Es importante tener esto en cuenta para afrontar la mecánica de juego, el sistema de combate y muy especialmente la disposición gráfica que nos regala la aventura desde los primeros compases de juego.

Decíamos en la página anterior que Bravely Default se caracteriza por ofrecer un sistema de juego dinámico, que se adapta a las necesidades de cada jugador y a su ritmo de juego. No se limita a seguir las pautas establecidas en el género sino más bien todo lo contrario: va un paso más allá. Este logro se consigue de la mano de un sistema de combate tradicional en el que se introducen mejoras específicas, dejando atrás la sensación de que el estilo JRPG se pierde cuando no se respeta el combate por turnos tal y como se dio a conocer hace más de dos décadas. Los combates se realizan con un total de cuatro jugadores enfrentados ante un grupo de enemigos. Los turnos establecen el momento de ejecución de los comandos que aplicamos desde un menú de comandos, en estadísticas impuestas por las condiciones físicas de los personajes. A mayor velocidad mayor serán las posibilidades de realizar el primer ataque durante un combate, lo que en determinadas circunstancias puede garantizar una victoria aplastante o todo lo contrario. Los comandos están también condicionados por el trabajo o especialización elegida, de forma más o menos similar al estilo de juego propuesto por varios capítulos de Final Fantasy en el pasado. Hasta aquí nada realmente nuevo.

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Las novedades se introducen mediante la dicotomía entre los comandos ‘brave’ y ‘default’. Ambos están regidos por la presencia de puntos PB que nos permiten realizar un número determinado de ataques durante un turno. Si comenzamos en cada combate con un rango de 0, utilizar ‘default’ nos concede un valor positivo y ‘brave’ uno negativo. Como obtenemos un BP por cada turno podemos arriesgarnos a hacer uso de tres comandos ‘brave’ para realizar hasta cuatro ataques seguidos bajo castigo de tener que esperar tres turnos para volver a mover ficha. Este concepto, tan simple en apariencia, amplía de forma considerable las posibilidades estratégicas que ofrece el título. Lo hace por partida doble, ya que cada trabajo escogido cuenta con sus habilidades únicas y con otras transferibles entre personajes. Aunque sólo contamos con cuatro héroes, su evolución y obtención de experiencia depende plenamente de nuestro criterio, y de ahí que sea tan interesante compartir nuestras creaciones con otros amigos a través del StreetPass, en una de las muchas opciones de conectividad que ofrece Bravely Default.

No se puede negar que uno de los atractivos del título es la variedad de situaciones a las que debemos hacer frente durante los combates. A diferencia de lo que sucede con otros JRPG, batallar no evoca lentamente al aburrimiento, sino que nos concede más práctica y velocidad para afrontar batallas más exigentes. Parte del éxito de este sistema viene dado por una de las inclusiones añadidas en For The Sequel, presentes en la edición que recibimos en Europa: la posibilidad de agilizar los combates o incluso de pausarlos por completo. Asimismo, podemos variar la frecuencia con la que aparecen los combates desde el menú de opciones, modificar el nivel de dificultad (fácil, normal o difícil) en cualquier momento o incluso decidir si queremos obtener puntos de experiencia y dinero. Hay un amplio abanico de conceptos que adquirimos conforme transcurre la aventura, como la posibilidad de realizar ataques con carga de energía, de emplear PE para alterar el ritmo de un combate en cualquier momento o incluso de realizar invocaciones, entre otros.

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La curva de aprendizaje del título se ha ajustado al milímetro para que dominar estos conceptos no sea algo traumático, con breves y cómodos tutoriales en forma de vídeo que podemos visitar en cualquier momento. Tampoco conviene profundizar más de la cuenta en este aspecto (al igual que sucede con otros que hemos dejado al margen) porque descubrirlos forma parte de la experiencia de juego. Las especializaciones a las que tenemos acceso durante la partida se obtienen lentamente y generalmente al vencer a uno de los exponentes del ejército de Eternia, por lo que no se abre de golpe y porrazo la posibilidad de escoger entre uno u otro sin saber exactamente a qué atenernos. Es sorprendente el hábil manejo de estos conceptos a la hora de ser expuestos al jugador, un aspecto que Silicon Studio ha cuidado hasta límites obsesivos. 

Explora el mundo

La mecánica de juego propiamente dicha no dista en demasía de la que solemos asociar con el JRPG, aunque poco o nada tiene que ver (como bien se advirtió en su momento) con la demostración aparecida en la eShop de Nintendo días antes del lanzamiento del título. El guión es el eje principal de nuestras acciones: durante las primeras horas de juego cada paso que damos está condicionado por los acontecimientos que tienen lugar en la aventura. Poco a poco contamos con nuevas herramientas para ampliar nuestra margen de maniobras. En este sentido es importante destacar la presencia de la nave Eschalot, con la que podemos volar de una punta a otro del mapamundi o navegar por los océanos o aguas poco profundas que no han sido contaminadas. La nave nos permite visitar zonas que hemos dejado atrás o volver a pueblos para entablar conversación con los transeúntes. Por desgracia, en la mayoría de las ocasiones no descubrimos nada realmente nuevo haciéndolo, por lo que tarde o temprano nos centramos en potenciar nuestras especializaciones con nuevos hechizos mágicos (que hemos de desbloquear mediante la adquisición de pergaminos) o con mejor equipo.

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Bravely Default no es precisamente al paradigma de la personalización en lo que se refiere a la compra-venta de arsenal. Cada nuevo pueblo que visitamos ofrece mejores herramientas que el anterior a precios más elevados, algo que por lo general no se suele asociar a los JRPG que cuentan en su haber con un sistema de combate basado en trabajos. Hay que tener en cuenta que las sensaciones que transmite la aventura varían considerablemente de principio a fin, algo que se debe en parte al hecho de contar cada vez con más comandos y posibilidades para hacer frente a los enemigos más peligrosos. Tampoco hay mucho espacio para la toma de decisiones en situaciones específicas, un aspecto que aquí simplemente no existe, en uno de los muchos ejemplos que reafirman la impresión de que este título no se fija en otras obras, sino que se construye íntegramente desde cero. Quizá por este motivo el juego transmite la sensación de ser siempre coherente consigo mismo y con los planteamientos que ofrece desde que da comienzo la aventura.

Con un poco de ayuda de mis amigos

Al margen de las opciones básicas que podemos realizar en los combates o en la exploración de pueblos y mazmorras, Bravely Default ofrece algunos aspectos secundarios relacionados con la conectividad entre usuarios o con minijuegos de distinta índole. Quizá la expresión ‘minijuego’ no sea la más apropiada para describir la restauración de la ciudad de Norende, donde podemos construir edificios, tiendas y otros recovecos para obtener beneficios durante la partida. La creación de estas estructuras está sujeta a un determinado tiempo que aumenta o disminuye en función del número de obreros con el que contemos. Cada obrero, por así llamarlo, representa uno de los amigos que hemos conocido a través de las funciones del StreetPass o de la Red, por lo que a mayor cantidad de amigos más rápidamente podremos terminar la reconstrucción de la ciudad. Esta opción podría ser una moneda de doble cara si no contamos con una conexión WiFi en casa o si simplemente no estamos interesados en aprovechar esta faceta de 3DS, pero por suerte Silicon Studio incluye en la partida la opción de contar con amigos ‘virtuales’ en forma de BOT que facilitan el uso de determinadas habilidades durante los combates.

Resulta difícil realizar un criterio justo sobre esta faceta sin contar con una comunidad de jugadores que de sentido a su uso, por lo que no es posible exponer un criterio sobre la búsqueda de jugadores o sobre el intercambio de objetos o habilidades. Sí que es interesante tener en cuenta una vez más que no es imprescindible restaurar la ciudad de Norende para terminar la aventura (aunque hacerlo facilita considerablemente esta tarea), por lo que hablamos de una opción secundaria sin la cual podemos disfrutar igualmente del título. En cualquier caso, insistimos en la presencia de jugadores controlados por la CPU para poder aprovechar estos conceptos. Las opciones de conectividad entre usuarios no pueden considerarse exactamente como una modalidad multijugador, pero sí que son satisfactorias en tanto que logran transmitir la sensación de estar integrados en una comunidad viviente con jugadores que participan al unísono en la misma experiencia. Es básicamente una forma de conseguir introducir las funciones específicas de 3DS en un JRPG, con nuevas fórmulas que seguramente se seguirán explorando en el futuro.

Belleza sin par

Llegados a este punto del análisis es inevitable hablar del aspecto visual de Bravely Default. Ya sea por la portada de la aventura, por los vídeos o por el arte conceptual que acompaña a estas líneas, es prácticamente imposible que pase desapercibido el esfuerzo que Square Enix ha realizado para crear un mundo que goce de una personalidad propia. El diseño artístico del juego es herencia de The 4 Warriors of Light, y en él se aprecia con facilidad el aspecto desenfadado de los personajes y el excelente diseño de las ciudades y de las zonas que hemos de explorar a lo largo de la aventura. Recorremos urbes en las que podemos distinguir el trazado a mano de muchos de sus edificios, cargadas de carisma, nada conformistas y a cada cual más sorprendente. Los que hayan tenido ocasión de probar la demostración habrán quedado prendados de Ancheim, una ciudad que cuenta en su núcleo con un reloj de sol mecido por el viento. La llegada de un desastre cambia las condiciones climáticas de la ciudad y con ello se pierde también el buen funcionamiento del sistema de abastecimiento de Ancheim, en una muestra de cómo se construye el universo interno de Bravely Default. No nos limitamos a explorar una ciudad, sino que tratamos de comprender su historia. El tamaño de las ciudades no es especialmente grande ni tampoco hablamos de urbes repletas de transeúntes. No es Bravely Default un JRPG que siga las tendencias de las últimas obras cumbre que se han dado a conocer en el género, sino más bien una representación del espíritu tradicional en el que se podría decir que menos es más. Menos transeúntes invitan a conversar con más frecuencia con los pocos que encontramos; menos tiendas simplifican la mecánica, aunque no necesariamente su aprendizaje.

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Decíamos que estéticamente Bravely Default es uno de los mejores títulos que hemos tenido ocasión de disfrutar en 3DS, sin duda el que mejor aprovecha la sensación estereoscópica para presentar las ciudades. No lo hace del mismo modo que otros títulos como Snake Eater, por poner un ejemplo, donde la sensación 3D forma parte de la mecánica, sino cumpliendo una función estética. En nuestra experiencia hemos tenido algún que otro problema para centrar la imagen cuando se suceden las escenas que narran el argumento, con varios personajes en pantalla, en lo que parece ser un defecto relacionado con la dimensión de los objetos y la sensación de alejamiento que produce. Los vídeos CGi y la presencia de Realidad Aumentada dotan al título de la sensación de haber sido creado específicamente para esta consola o, dicho en otras palabras: inducen a pensar que ninguna otra consola podría haber mostrado los resultados que ofrece este juego en 3DS.

Lo que venimos comentando del aspecto visual es más o menos lo mismo que sucede con el sonoro, un apartado en el que contamos con la presencia de voces en inglés y japonés y de subtítulos en varios idiomas, entre los que encontramos también el castellano. La localización es magnífica y permite una perfecta comprensión de los conceptos que hemos de dominar durante la aventura, como suele ser habitual en las producciones que Nintendo trae a España. Las melodías están simplemente a la altura del resto del contenido, aunque como suele ser habitual en el género algunas se tornan excesivamente repetitivas por falta de carisma, por lo que eventualmente acabaremos bajando el volumen de la consola. El sonido es envolvente y aprovecha la capacidad técnica de 3DS en todo un ejemplo a seguir para siguientes producciones de Square Enix.

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9.5

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.