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Animal Crossing: New Leaf

Ya llevamos un par de semanas con Animal Crossing: New Leaf. Nuestro pueblo comienza a tener consistencia y a formarse una comunidad en torno a él, por lo que decidimos dar el siguiente paso, conectarnos a su multijugador, y éste es el resultado de nuestra experiencia. Villa Leuros abre la estación.

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Si algo caracteriza a Animal Crossing: New Leaf, es que es un juego tan complejo que para establecer una opinión fundada necesitas no solo tiempo jugándolo, sino también aliados que te apoyen en el proceso. Porque el multijugador en esta nueva entrega de la serie de Nintendo exclusiva de Nintendo 3DS es requisito indispensable para avanzar. Textual: Nuestro pueblo no va a ninguna parte cerrando sus fronteras y desconectándose del mundo. La primera toma de contacto con Villa Leuros dejaba claro lo exigente que puede llegar a ser asumir el papel del alcalde en un pueblo donde todo, absolutamente todo, vale dinero, y donde los vecinos marcan su índice de satisfacción en función de lo que gastamos en mejoras. Cumplir con esta economía animal nos obliga a viajar al exterior.

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Una acción tan sencilla como plantar y recolectar fruta, primer paso para potenciar la economía de la villa, nos obliga a conectarnos con amigos por la simple razón de que cada uno de los pueblos tiene su propia variedad frutal insertada de manera aleatoria. En Leuros, nuestro personaje, Gitanito, solo puede recoger melocotones, por lo que necesita plantearse un viaje al extranjero en busca de fruta. La fruta recolectada se puede plantar en nuestro terreno para que crezca y dé resultados unos días más tarde, permitiéndonos vender piezas de otras variedades no autóctonas que en el mercado tienen un valor mayor. De una villa amiga conectados por Internet o en red local pillamos naranjas. De otra, manzanas. Y volvemos a Leuros pala en mano para abrir una pequeña plantación.

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Manteniendo la política habitual de Nintendo en el online, para conectarte al pueblo de un amigo necesitas conocer su código de amigo y tenerlo dado de alta en la consola. Él o ella también debe tenerte a ti en su listado. Esta decisión tiene sus ventajas, como que el trato en la villa siempre será a priori correcto —no vendrá un desconocido a talar árboles—, pero en ocasiones se antoja limitado si lo comparamos con otros juegos online. Las partidas pueden ser a través de red local, de consola a consola, o usando el acceso a Internet. Los viajes entre pueblos se realizan directamente desde la estación de trenes, donde el jugador que inicia el viaje elige el pueblo del colega, quien previamente debe haber “abierto” el acceso a su villa. Si no se autoriza el acceso, no hay posibilidad de conexión.

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Una vez hecha la aprobación, y en caso de que se produzca algún conflicto de intereses en la partida, el alcalde del pueblo que visitamos puede expulsar inmediatamente a quien se pase de listo. Dentro de sus limitaciones, el sistema de amigos permite que agreguemos a un colega si nos lo encontramos en el pueblo de un amigo y hasta que lo marquemos como “favorito” para recibir alertas automáticas cada vez que se conecte. Esta funcionalidad es extremadamente útil porque permite estar al tanto de las partidas de los amigos e interactuar mediante mensajería. Echamos en falta, eso sí, el chat por voz sí presente en la versión para Wii, ya que facilitaría mucho la interacción en estas sesiones online a través de Internet.

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Resulta especialmente interesante cómo a medida que vamos visitando pueblos de colegas, en la zona superior de nuestra área comercial se desbloquea la zona de casas de exposición, donde se descargan automáticamente las moradas de los amigos y las podemos visitar. Cada vez que conectemos con un colega, la casa quedará actualizada en nuestro juego, por lo que estará al día. Esta sección no solo sirve para ver cómo van evolucionando las moradas ajenas, sino para encargar diseños y objetos que nos resulten interesantes y que queramos poner en nuestra casa. 

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Dentro de las actividades multijugador, no podemos olvidarnos de la Isla, un entorno paradisiaco que se desbloquea de manera automática al pagar varias rondas de hipotecas y al que se puede viajar desde el muelle acompañados de un capitán cantarín —capaz de provocarnos sonrisas con sus temazos—. Pagando 1.000 bayas nos costeamos el viaje a este centro de actividades donde podemos, solos o en compañía, recolectar otro tipo de frutas más exóticas como cocos y plátanos, que solo podremos cultivar en nuestra playa, cazar insectos diferentes, pescar, bucear y participar en varios minijuegos en los que ganar medalla, moneda de cambio utilizada en el mercado de la isla para conseguir objetos exclusivos. Los minijuegos son competitivos e incluyen recolección de frutas, pesca submarina, golpear un trenecito...

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El desembolso a realizar para viajar a la isla merece la pena, sobre todo si vamos con varios colegas, porque obtenemos objetos que en nuestro mercado tienen valor suficiente como para engrosar nuestra cartera. Además, los extras que se pueden desbloquear a cambios de medallas son lo suficientemente atractivos como para tomar el barco periódicamente. La isla es un añadido de Animal Crossing: New Leaf pensado por y para el multijugador por lo que ofrece y un territorio donde pasar el tiempo dándole variedad al juego. Seguiremos durante las próximas semanas dándole a Animal Crossing: New Leaf en nuestra Nintendo 3DS, porque todavía tenemos que sacarle jugo al título de Nintendo. Siguiente paso: cumplir los deseos de los vecinos apostando por una zona de esparcimiento.

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Animal Crossing: New Leaf

  • 3DS
  • Simulación

Animal Crossing: New Leaf es una versión para Nintendo 3DS de la popular franquicia de Nintendo. Nuevo motor gráfico, muchas más opciones de diseño y personalización y mejor comunicación entre jugadores y sus ciudades.

Carátula de Animal Crossing: New Leaf
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